Fotos: Gerardo Sanz
Un grupo de actores llega al teatro antes de que comience el ensayo de la obra de Valle Inclán: Los cuernos de Don Friolera. Sólo acuden, escalonadamente, tres actores y un técnico. Faltan pocos días para el estreno. Ya han trabajado juntos muchas otras veces. Mientras llegan o no los compañeros, deciden ensayar sus escenas pero, puestos a la faena, acabarán haciendo prácticamente toda la obra. Jugarán con los elementos escenográficos que están en escena y con parte del vestuario que está a la vista en un perchero. Y también, sin saberlo, informarán al público de su concepto de la vida, de la interpretación y su actitud frente a los acontecimientos actuales.
Actuarán, improvisarán, discutirán, reirán, pero se entregarán generosamente a representar Los cuernos de Don Friolera. Su argumento es conocido: Una vecina beata y alcahueta, Doña Tadea Calderón, le va con el cuento al Teniente Astete (Don Friolera), de que su mujer, doña Loreta, le engaña con Pachequín, el barbero. Un reconcomo turba el blando vivir de don Friolera. El qué dirán sus vecinos y, sobre todo, los compañeros del Cuerpo, le acongoja y le lleva a actuar. Con un desenlace sorprendente y doloroso.
Pero, tras representar Los cuernos de Don Friolera, los cómicos habrán de enfrentarse a una noticia imprevista…
Así, junto al esperpento en estado puro, teatro dentro del teatro, mostrando los entresijos de la creación escénica. Reivindicación de la figura de Valle y su visión de la España de principios del siglo XX y el machismo imperante en un sector de la sociedad que lleva al protagonista de esta historia a actuar violentamente, sin estar convencido, más por corporativismo sexista que por celos. Ideas y comportamientos que todavía hoy, no están erradicados de nuestra sociedad.
La trama de la obra Hasta aquí hemos llegado pretende homenajear por partida triple a La Compañía La Quimera de Plástico (y sus 40 años de trayectoria teatral), a Ramón María del Valle Inclán y a los Cómicos en general.