Desde la oscuridad del escenario aparece una figura blanca. Es el hombre ridículo, o loco, si lo prefiere. El hombre ridículo comienza a vagar. Las luces frías se elevan y nos damos cuenta de un escenario lleno de tierra en el que el protagonista arrastra los pies descalzos. Es un ser ridículo, como todos lo han considerado desde la infancia, un ser atormentado, aislado, que es el único que sabe la verdad, que soporta la pesada carga, mientras que la sociedad no entiende.
El sueño de un hombre ridículo, de Dostoievski, ofrece una reflexión profunda y apasionada sobre la condición del ser humano. Representa un mundo que se ha condenado a sí mismo al sufrimiento, encerrado en sí mismo, encerrado y forzado a una camisa de fuerza metafórica.
Dostoievski concibe El sueño de un hombre ridículo como un cuento fantástico, escrito alrededor de 1876 e inicialmente incluido en el Diario de un escritor. Es la historia de un hombre, abandonado por todos, que narra su vida y las razones por las que siempre se ha sentido ajeno a la sociedad en un viaje de ensueño.
Paco Ventura lo ha adaptado al teatro para reafirmar con contundencia que la indiferencia, la corrupción y la degeneración no pueden ser las condiciones de vida de nuestra sociedad. El protagonista de la obra decide poner en práctica la idea del suicidio largamente cortejada. Sin embargo, se queda dormido con su arma cargada y… sueña.