Encerrados en un sótano, dos inmigrantes ilegales trabajan en un taller clandestino haciendo zapatos. Vinieron de Braliguay, un país perdido en algún rincón de Latinoamérica, donde dejaron su familia y su historia. Su lengua y costumbres parecen sintetizar la cultura latina en un mestizaje colorido, lúdico y esperanzador que les permite sobrevivir al encierro y el destierro.
Uno de ellos, el bajo, convenció al otro, el alto, de que aquí, en base al esfuerzo, podrían dejar atrás las miserias y el atraso que sufrían en Braliguay. Sin embargo, desde que llegaron, viven esclavizados por el Canelo; pasan los años y nada parece cambiar. El alto vive penando por las condiciones laborales y la familia que dejó en su país. El bajo actúa como líder, trata de que el alto persevere y lo incita a trabajar como único medio para liberar sus cadenas. Internamente, el bajo se siente desmoralizado, nunca deja de confiar en su proyecto, pero recurre cada vez más al alcohol para sobrellevar sus días.
Finalmente, tras pasar toda su vida encerrados en el sótano, el bajo y el alto logran el dinero necesario para, en su vejez, comprar el taller clandestino del Canelo. Ahora siguen trabajando, y son ellos los que traen a sus parientes de Braliguay, reproduciendo el sistema.