Tres mujeres se miran en un espejo. Desde ahí pueden divisarlo todo e imaginar un horizonte futuro. Son tres. Nada tiene que ver una con otra. Les une su cuerpo de mujer, les une y les diferencia su papel en el mundo, les unen episodios que se repiten en muchas vidas de muchas mujeres. Luchan, en primer lugar, por respetar sus diferencias. Diferencias heredadas con las que quizá un día rompan, no porque necesiten igualarse, pero sí porque nacieron de otras mujeres que a su vez sostenían con fuerza un lastre pesado. Hoy es un orgullo con vagina.
En una especie de limbo natural que se asemeja a un campo manchego donde crece la cebada, juegan a ser Juana de Arco o Marilyn Monroe. Juegan a recordarlas tratando de evocar quiénes fueron, no cómo nos las contaron, no adheridas a la figura masculina.
A nuestra imagen y semejanza propone un retablo por algunos ejes temáticos exclusivos de la mujer como la imagen o la culpa, partiendo de personajes reales y de momentos de autoficción, dentro de una propuesta transdisciplinar con estructura de collage. Se trata de una reflexión sobre lo que, como mujeres, celebramos a día de hoy, lo que debemos seguir denunciando y lo que supone mirar con ojos de mujer para construir lo nuevo.
Es una pieza escénica que parte de autoficciones poetizadas y por momentos surrealistas, en la que tres mujeres sienten una necesidad vital de descubrirse y conocer sus deseos para seguir caminando.