¿Cuándo sientes la llamada de la danza?
Desde siempre me gustó bailar. Desde pequeño, me encerraba en mi cuarto y escuchaba música en el tocadiscos o en la radio y me ponía a bailar. El gusto por el arte estuvo siempre presente en mi vida. Pintaba al óleo desde los 8 ó 9 años y luego, de hecho, hice Bellas Artes como primera carrera. Después, estudié unos años teatro, pero incluso durante esa formación, la danza, el cuerpo y el movimiento, fueron siempre un eje central. El texto acompañaba, abriendo otros campos de sugestión, al cuerpo, pero lo fundamental para mí era el cuerpo y el movimiento, que junto al uso del tiempo, de la música, del espacio y la composición visual, era lo que realmente me movía a la creación. Al final, me pasé a danza contemporánea, primero en el Centro Andaluz de Danza (CAD) y posteriormente la especialidad de coreografía en la Dansacademie ArtEZ, en Arnhem, Países Bajos.
Tras realizar tus estudios de Danza Contemporánea te especializas en Danza Inclusiva. ¿Qué te llevó por ese camino?
Bueno, al igual que el arte siempre estuvo presente en mi vida, lo social, lo comunitario, la historia, el sentido de la vida, eran también parte importante, como una pulsión humanista, de mis intereses y personalidad. Luego, te das cuenta de que el arte va unido a una serie de preguntas que pienso, deberían hacerse todxs aquellxs que se dedican a las artes escénicas como, cuál es el papel del artista en la sociedad o por qué haces esto que haces. Entonces, fue muy instintivo que las artes y el campo social se uniesen, que todo terminase derivando en danza inclusiva, danza comunitaria o danza educativa, de una forma muy natural y orgánica.
¿Cómo nace Alteraciones Danza-Teatro y por qué decidiste abordar un proyecto así?
Alteraciones Danza-Teatro nace en México en el año 2005 cuando me preguntan, para una temporada de funciones, cómo se llamaba mi compañía. Por aquel entonces, tuvimos bastantes representaciones en espacios escénicos de prestigio como el Teatro de la Danza, los espacios de la UNAM, el Teatro Benito Juárez, el Festival de CDMX, entre otros, y teníamos que tener un nombre. Desde el principio, todo señalaba, como así fue, a que yo iba a ser más un coreógrafo y generador de proyectos, que alguien que trabajase como bailarín en una compañía. Así que, fue natural que generara un nombre y un espacio para hacer proyectos propios y que éstos fuesen proyectos donde la inclusión y la diversidad tuviesen cabida con importancia y representación.
¿Cómo preparáis a lxs artistas que llegan a la compañía? ¿Qué tipo de formación ofrecéis?
La mayor parte de las personas con diversidad que trabajan en la compañía en las últimas producciones vienen de una formación previa en un proyecto que se llama ‘Mover la Mente, Pensar el Cuerpo’. Este es un proyecto bajo mi dirección que consiste en implementar la danza contemporánea en C.O.F.O.I.L.S (centros ocupacionales) de la Comunidad de Madrid. Ahora mismo, los cuatro centros con los que trabajo son Fundación RAÍLES, ASPADIR, APHISA y ASPIMIP, con la idea de que se extienda a más centros. Paralelamente, algunxs de lxs alumnxs de este proyecto están asistiendo también a clases en el conservatorio, porque ahí hay una sinergia con Mercedes Pacheco que imparte formación inclusiva como parte de su cátedra de Danza comunitaria dentro de la institución o, hay algunos alumnxs, aunque sean los menos, con algo de formación y experiencia previa. Desde ahí, lxs alumnxs que consideramos que ya tienen la capacidad de dar el salto a la escena, porque todo requiere un tiempo y necesita formación, intentamos que estén en proyectos que impliquen una presentación a público. En cuanto a las personas sin diversidad, siempre hay un interés previo en este tipo de iniciativas o proyectos y muchas son alumnxs del conservatorio que vienen también a través de Mercedes.
¿La compañía tiene un enfoque únicamente formativo para lxs alumnxs o tiene también una mirada profesional?
Alteraciones Danza-Teatro tiene una mirada absolutamente profesional, en la que intentamos trabajar con las premisas de excelencia artística, que es lo que creo que debe primar en un proyecto artístico, independientemente de si hay diversidad o no. Luego, podríamos definir qué es excelencia artística, pero ese es otro debate. Tenemos obras creadas como: Helliot (solo de danza contemporánea para púbicos diversos), en co-producción con Danza Mobile, Piedras (estudio al natural para cuerpos y paisaje), o Si te dicen salvaje, que espero sean leídas, tanto por público como por programadores, como obras de danza contemporánea de calidad profesional.
El enfoque formativo, tan necesario, y ahí sí hay que hablar y hacer distinción de artistas con diversidad, está en el proyecto ‘Mover la Mente, Pensar el cuerpo’ del que he hablado anteriormente. Este proyecto sí está centrado en varios objetivos educativos. Uno de ellos es intentar suplir la gran carencia, con algunas iniciativas como Psicoballet Maite León o Danza Mobile, con la que he trabajado muchos años como docente y coreógrafo, de espacios y posibilidades de formación artísticas para personas con diversidad. Bajo esta circunstancia, es difícil que haya artistas con diversidad que puedan dedicarse profesionalmente a las artes. Se convierte así, en una labor casi de resistencia social. Independientemente de que no todos vayan a terminar en escena como hemos mencionado antes, también se trabaja para una educación artística, participación en eventos y vida cultural y educación en arte, con todos los beneficios que esto significa. Estos son además, derechos de las personas con diversidad que está recogido en ley. Por eso pienso que la formación en artes escénicas debería estar presente en los centros ocupacionales pero también en la enseñanza obligatoria.
¿Crees que, en general, en las escuelas de Artes Escénicas hace falta más especialización para atender a cada persona y sus diversidades y trabajar mejor la inclusión?
En la mayoría de las escuelas de arte y en toda la educación en general, hace falta más de todo, y la atención a la diversidad es uno de los puntos necesarios. No es solamente que sea importante que haya políticas que den más atención e interés a la inclusión y su implementación en la educación artística, por justicia social y pluralidad democrática, sino que también debe implicar dotaciones presupuestarias necesarias para que esto se ejecute correctamente. Y aunque queda mucho camino por recorrer, actualmente hay más sensibilidad y se presta más atención a este asunto. Todo esto, independientemente de que haya movimientos políticos reaccionarios que no quieran asumir esta pluralidad de la sociedad y esta necesidad de abrazar las diferencias como parte de la vida. Y creo que precisamente deben ser las escuelas de artes, espacios punteros en esta reivindicación, pues las artes escénicas contemporáneas son, por definición, espacios de diversidad, pluralidad e inclusión de la diferencia.
Ahora llegáis al Festival Visibles con vuestra obra Si te dicen salvaje. ¿Qué nos puedes decir del montaje?, ¿qué nos queréis mostrar con ella?
Sí, el Festival Visible es un festival aliado en el que nos sentimos como en casa. Hemos participado ya en varias ediciones del festival. Este año vamos a impartir taller y mostrar nuestro trabajo en la Sala La Mercantil, un espacio en Balaguer (Lleida) que forma parte del Festival Visibles. La pieza que presentamos, Si te dicen salvaje es una pieza de danza contemporánea con toques de Butoh en la que, a través de un grupo de personas en una sociedad distópica y en lucha constante, se habla de la creación de colectividad, de los cuidados entre nosotrxs y de la naturaleza, como únicas salidas para unas sociedades más vivibles y más humanas.
¿Te parece interesante y necesaria una iniciativa como Visibles?
Creo que es absolutamente necesario que, en el camino hacia la normalización de las artes inclusivas, existan iniciativas así, festivales dedicados a la inclusión y a la diversidad. Una diversidad que cada vez está más visible y presente en nuestras sociedades. Y no me refiero solamente a la diversidad funcional, sino a la existencia de espacios donde se abracen todas las diversidades, que son muchas, y se muestren diferentes tipos de iniciativas escénicas que tienen mucho que decir. Además, como siempre señalo, esto significa un enriquecimiento mutuo, porque creo que este tipo de colectivos y propuestas, estos cuerpos, estas narrativas, voces y miradas, dramaturgias corporales, diferentes usos del espacio y tiempo, etc. también están enriqueciendo y renovando las artes escénicas contemporáneas. Cuidando así mismo, que no se queden en modas, estéticas vacías o en un mirarse el ombligo, ajenas a las realidades sociales. Aparte de lo que aporta en creación de nuevos públicos, siempre tan necesarios para que la danza no sea una cosa endogámica y ensimismada. Podríamos señalar que, aunque estos festivales son importantes y necesarios, se pueden entender como un paso intermedio hacia la normalización, o también se puede percibir la danza inclusiva y las artes comunitarias como corrientes o estilos de la danza contemporánea con programación normalizada y festivales especializados, porque al final, lo que verdaderamente importa, es que haya más programación de este tipo de proyectos artísticos. Una programación actual en la que considero, tiene que coexistir muchos tipos de acercamientos a la escena, muchos tipos de compañías y muchos tipos de intérpretes.
¿Crees que las Artes Escénicas son una buena herramienta de transformación social?, ¿esa debe ser su labor?
Por supuesto que las Artes Escénicas son una magnífica herramienta de transformación personal y social. Se transforma uno cuando hace un trabajo artístico, se transforman las personas que lo realizan, idealmente transforma al espectador que asiste a este espacio conjunto que es la escena y es transformación social porque al final, los temas, los puntos de vista, las preguntas e imágenes que se comparte… termina incidiendo en la sociedad. Por lo tanto, para mí las Artes Escénicas son espacios de reflexión y de transformación social. ¿Es esa su labor? No, no, no, no seré yo quien diga la labor unívoca del Arte. No, yo creo que hay muchos tipos de creadores, muchos tipos de Arte, muchos acercamientos a la creación. Si eres honesto con lo que haces, todos tienen cabida en una sociedad plural. Mi trabajo sí es una apuesta por una transformación social y por una ampliación de la representación en escenas de las sociedades contemporáneas. Esto creo que debe implicar una visión del Arte abierta y libre de dogmas y prejuicios. Hay creadores absolutamente virtuosos y técnicos, en el sentido más tradicional de la palabra, que dentro de su estética y su tipo de trabajo, me parecen fascinantes.
¿Crees que el mundo de las Artes Escénicas es inclusivo?
Creo que las Artes en general, y especialmente las Artes Escénicas, son inclusivas por naturaleza. Las Artes Escénicas son disciplinas de trabajo en equipo, donde se potencian las miradas de ser personales, los puntos de vista propios y las maneras de observación e interrelación con la realidad particulares. ¿No es entonces la diversidad y la pluralidad un valor añadido y la inclusión un resultado lógico? Se es naturalmente inclusivo cuando se entiende que todo es diverso y que la diversidad es una suma, que potencia lo único de cada unx de nosotrxs. Esa es la teoría. ¿Es inclusivo el medio artístico hoy en día? Pues hay ambientes que sí, y ambientes que no. Hay compañías y centros que sí y otros que no, como en todo. Pero a nivel conceptual lo es y a nivel lógico debería serlo. Otra cosa es que luego esto ocurra o se aplique, como en tantas otras realidades. Pero como concepto, las artes escénicas son inclusivas y deberían ser pioneras en la aplicación del valor de la diversidad y la inclusión.
Si cada ser humano es único y diferente, ¿por qué vivimos en una sociedad que no tolera nada bien la diversidad?
Bueno, supongo que por muchas razones. Una de ellas es la necesidad de control y eso implica unificar, igualar, simplificar. Desde las políticas de extrema derecha, que vuelven de nuevo a tener bastante voz, se sabe muy bien que eso es justamente lo que necesitan para ganar adeptos: una mirada corta de miras, un miedo hacia lo diferente y una percepción muy centrada en el nosotros frente a ellos, y que por ende, ese nosotros, implica un nosotros muy reducido. Ese rechazo atávico a la diversidad que es al fin y al cabo, la diferencia. “El infierno está en los otros” decía Sartre, pero creo que se refería a la dificultad de comunicación, de relación y a la complejidad de vivir en colectividad. Y si bien es cierto, que es siempre más difícil, también lo es que a su vez es más enriquecedor y más justo. Aun así, creo que, con sus más y sus menos, con sus subidas y bajadas, esto es imparable. No hay marcha atrás. La sociedad cada vez va a ser más plural y más diversa.
¿Sentís que tenéis el apoyo necesario para poder desarrollar vuestro trabajo?
Bueno, nunca se siente, supongo que incluso lxs muy poquitxs privilegiadxs del mundo del Arte, sienten que tienen los apoyos necesarios, ¿no? Siempre se quieren y se necesitan más apoyos. Y en verdad, el mundo del Arte nunca tiene los apoyos, sobre todo económico, necesarios, pero tampoco de producción, de espacios y tiempos de creación adecuados, de posibilidades para mostrar tu trabajo y de ganarse la vida dignamente con él. Cierto es que dentro de las Artes, que están siempre bajo sospecha, las Artes Escénicas tienen una condición de precariedad mayor, y dentro de las artes escénicas, la danza en especial, más aún. Lo que padece la danza es, como hablaba Donna Haraway, casi un ejercicio puro de interseccionalidad en la suma transversal de precariedades. Pero no quiero hablar sólo de quejas. Hay también que hablar en positivo y señalar que cada vez hay una sensibilidad mayor, véase pues el Festival Visibles y otras iniciativas parecidas o por ejemplo, la posibilidad de tener voz en una revista especializada en Artes Escénicas, como es Godot. Así mismo, cada vez hay más programadores, más teatros, tanto públicos como privados, que apuestan por estos trabajos escénicos inclusivos.
¿Tenéis facilidades para actuar en cualquier teatro? ¿Os programan mucho dentro de programaciones regulares?
Bueno, facilidad para actuar en cualquier teatro yo creo que no la tiene nadie, ¿no? (risas). Como digo, es más complicado que se programe danza contemporánea. Ahí tenemos una pescadilla que se muerde la cola, se habla menos, se programa menos, se conoce menos y al final, pues hay menos público. Entonces ahí se agarran los programadores para que haya menos programación de danza contemporánea. Y, al final, es un círculo vicioso. Aparte de esto, compañías que trabajan con diversidad funcional en cuanto a movilidad, como meetsharedance Co. se encuentran con teatros que nos son accesibles arquitectónicamente, o no tienen cuartos de baños adaptados, o directamente es que las sillas de ruedas o eléctricas no puede acceder al escenario. Además, los costes de traslados y hoteles se suelen incrementar por las especificidades de las personas que viajan, es decir, que es aún menos probable que te programen. Últimamente se está teniendo un poco más en cuenta la accesibilidad porque está en ley, pero todavía hay mucho camino por recorrer y muchas barreras por derribar. A veces también ocurre que en las programaciones hay iniciativas que se perciben como por la cuota que hay que cometer o incluso por modas o porque hay una ayuda económica externa destinado a ello, pero no por un verdadero interés en programar y entender la propuesta. Al final, todo esto depende mucho de las sensibilidades del propio programador, de la figura de la persona que esté a cargo del espacio escénico. Afortunadamente, cada vez hay más personas con una mayor sensibilidad, interés y compromiso.
¿Crees que los medios de comunicación sabemos tratar estos temas de inclusión escénica? ¿Le dedicamos suficiente espacio a iniciativas como la vuestra?
No, no creo que los medios de comunicación tengan una mirada muy formada sobre este tema. Hay como mucho prejuicio, mucho paternalismo o ayuda mal enfocada. La mayor parte de las veces por desconocimiento y también como un cierto miedo a no hacerlo bien, que por otro lado, eso es precisamente ganas de hacerlo bien. Todxs hemos sentido ese respeto o prejuicio cuando nos hemos acercado al medio en un principio. Luego te das cuenta que no es tan distinto ni tan complicado. Por otro lado, la normalización no debe pasar por un capacitismo uniformante, si no, se pierde el valor que aporta la diferencia. La normalización pasa por entender de una forma natural las distintas especificidades de cada grupo o persona. Y es cierto, que de lo que no se habla y lo que no se muestra, no existe y lo que se invisibiliza, no se percibe y no se cuenta con ello, y aquí, los medios de comunicación sí que tienen un papel importante que hacer. Pero suma hablar en positivo, y creo que cada vez hay más iniciativas desde los medios con conocimiento e interés. Y para para muestra un botón, ¿no? Aquí estamos ahora mismo en la revista Godot hablando del tema.
¿Realmente estamos cerca de lograr la plena inclusión escénica?
Bueno, no estamos cerca de lograr la plena inclusión escénica al igual que no estamos cerca de lograr otras muchas cosas necesarias, estamos en el camino. Esto es como el horizonte o la utopía, cada vez que avanzamos, surgen nuevas cuestiones, interrogantes o problemas que hacen que aparentemente se aleje de nuevo. Personalmente no creo que sea verdad, da la sensación de que volvemos a la casilla de salida, pero solo es un retroceso, cansino y frustrante, pero temporal. Los procesos de cambio sociales no son un camino ascendente y uniforme, sino que tiene sus subidas y bajadas, está vivo, pero quiero creer, es acumulativo. Así que estamos en ello, estamos en el trabajo de. De intentar conseguir no solo la plena inclusión en las artes escénicas, sino en muchos otros ámbitos, de entender mejor que significan los conceptos inclusión, sociedad plural, diversidad, y cómo hay que hacer para tener en cuenta a todas las personas y colectivos que forman las sociedades contemporáneas.
¿Qué siente Antonio Quiles cuando baila?
Bueno, esta pregunta creo que es mejor que la conteste Víctor González, que es un compañero que trabaja conmigo en la pieza Si te dicen Salvaje, y en un dúo que se llama Hogar dulce hogar, un espectáculo de calle divertido y fresco de danza contemporánea con toques de clown. Víctor es una persona que hace y ha hecho karate, bailes de salón, natación y baloncesto, entre otras cosas, y que lleva 2 años y medio en mis clases de danza contemporánea.
Víctor González: Me gusta bailar porque puedo moverme cuando yo quiero. Me siento libre y feliz y me da mucha alegría. Me gusta ver la cara de la gente cuando nos ve bailar. Los aplausos me gustan mucho y lo contento que se ponen mis padres.
¿Y qué siente Antonio Quiles cuando crea un nuevo espectáculo y ve esa inclusión escénica tan necesaria?
Bueno, siento, como supongo que sentirán muchos otrxs creadorxs cuando finalmente ven la pieza sobre el escenario, mucha alegría, satisfacción y retribución. Referente a la inclusión, desde dentro del proceso no creo que haya mucha diferencia. Hay un momento durante el proceso en que no te das cuenta que tus compañerxs son personas con algún tipo de diversidad intelectual. Es cierto que cuando empiezan las devoluciones del espectáculo de las familias, de las personas que trabajan con ellxs en los centros ocupacionales, de sus compañerxs y amigos… personas, que muchas veces vienen a ver danza contemporánea por primera vez, sin saber muy bien qué es lo que se van a encontrar, o de los propixs compañerxs de profesión, y sobre todo ,cuando ellos mismos, los copartícipes, expresan ilusión, felicidad y orgullo por el trabajo realizado, de repente, también lo pones como un valor añadido y te das cuenta que es maravilloso. Que toda la experiencia en sí es maravillosa y que pese a las dificultades, es una suerte trabajar en esto.