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Contemplar el sonido, escuchar el movimiento

Enric Monfort: «Ha sido una combinación de mucho trabajo teórico, de hablar y de poner cosas en común, con varias residencias»

Por fin podrá verse en la capital, dentro del festival Madrid en Danza, La Reina del Metal (15 de mayo en Teatros del Canal), un espectáculo de música y danza de un flamenco contemporáneo y estética futurista que habla de lugares de paso y la transformación del tránsito. Una experiencia sensorial en la que se persigue cambiar la sensación de espacio a través del movimiento y del sonido del sofisticado dispositivo 4DSOUND. Sus creadores e intérpretes, Vanesa Aibar y Enric Monfort, nos lo descubren.

 

Fotos: Alex Rademakers.

 

 

Escuchar a sus dos protagonistas hablar de La Reina del Metal es visualizar la fuerza de una comunión artística, de esas de verdad; en este caso, entre la danza y el sonido. Es, por ejemplo, escuchar el movimiento y contemplar la música. Como el propio Enric Monfort (Valencia, 1979, aunque se desarrolló en Castellón) declara a esta revista, “una simbiosis capaz de cambiar la sensación de espacio a través del sonido y la danza”. También “un tránsito que te hace estar entre un lugar y otro”, tal y como afirma Vanesa Aibar (Villanueva del Arzobispo, Jaén, 1983).

Ella, bailarina, bailaora y coreógrafa de un flamenco aguerrido y contemporáneo; él, compositor y percusionista con proyectos relacionados con el cine y la danza desde hace años, se conocieron durante la pandemia y empezaron a trabajar a través de Zoom para darse cuenta enseguida de que la cosa fluía y el trabajo, aderezado de mucha conversación, cuestionamientos e intercambios, encajaba de manera bidireccional. “Cuando empezamos con esta pieza, le propuse a Enric el tratar el sonido metálico. Y a través de muchas improvisaciones y diferentes sonoridades e intereses de cada uno, cristalizó el concepto de la idea de transformación, de tránsito. No se trata de reproducir ningún ritual en concreto, sino de quedarse en la idea esencial del `para qué´, que rodea a todo eso”, cuenta Aibar al otro lado del teléfono que resalta la figura del bailarín y coreógrafo Guillermo Weickert, asesor artístico de esta obra, como uno de los momentos claves del proceso de creación. “Él fue quien nos dijo: `en el centro de la escena estáis vosotros y vuestra comunicación, más allá de lo que se busque´. Y ese fue el momento en el que entendimos, que todo los demás se genera gracias a nosotros y a partir de nosotros”.

Ese “todo lo demás” es mucho también. Es un dispendio tecnológico, muy presente de manera física, que sirve a Monfort para crear e interpretar en directo. También toda una estética de metal, industrial, como si hablara de lugares pasados y futuros, que ofrece una escenografía de, por ejemplo, cadenas, que no solo delimitan el espacio escénico sino que sirven a Vanesa Aibar para prolongar su movimiento y crear nuevos lugares con ellas. Como un espectáculo-cápsula de atemporalidad futurista. Pero sin duda, en el centro de todo ello destacan los dos protagonistas, Aibar y Monfort, con un despliegue físico (también Monfort, que confiesa prepararse físicamente para la percusión en este espectáculo: “es un show muy físico y me sirve para mantenerme en forma. Cada vez que lo hacemos pierdo unos kilos”, bromea) y una próxima y real convivencia escénica, otorgan la fuerza a este montaje varias veces premiado y ovacionado desde su estreno.

 

Contemplar el sonido, escuchar el movimiento en Madrid

 

¿Por qué sienten que ha cuadrado tan bien esta comunión artística?

Vanesa Aibar: Tiene que ver con que venimos de lenguajes distintos y no se dio una aspiración demasiado determinada o concreta por parte de cada uno a enmarcar la pieza. Enric fue muy generoso y ese entendimiento y escucha que creo que se siente en la obra estuvo presente en el proyecto desde el principio. Como empezamos el proyecto online, gracias al Programa VENTANA de la Red de Centros Culturales de la AECID, que me otorgaron, y no había fecha de estreno, porque entre otras cosas, estábamos confinados, se ha dado una libertad de creación muy grande desde los inicios al no haber tenido expectativas de ningún tipo.

Enric Monfort: Ha sido una combinación de mucho trabajo teórico, de hablar y de poner cosas en común, con varias residencias. Vanesa y yo encontramos que teníamos cosas en común sobre lo que se quería contar. Cuando me empezó a hablar de los ritos de paso, no fue algo ajeno para mí, también he trabajado sobre la transformación a través de los rituales. Y David Montero (que se ha encargado de la asesoría dramatúrgica) nos ayudó a explorar todo eso. Hemos hablado, hemos explorado mucho material, hemos leído, nos hemos enviado documentos de todo tipo. Personalmente, me interesa poder cambiar la sensación del espacio a través del sonido.

 

¿Hay lugar para la improvisación durante el espectáculo?

Enric Monfort: Sí. Hay muchas cosas muy cerradas, pero también dejamos lugar y espacio abiertos a la indeterminación. Desde el sonido, siguiendo la estela de John Cage, por ejemplo. Dejamos secciones abiertas al juego y al riesgo, que es algo imprescindible para buscar una magia. Como sentimos una conexión entre los dos muy grande, es importante poder tener esos lugares que nos permiten y nos obligan a estar muy conectados en escena.

 

Vanesa, lleva creando piezas desde 2012, ¿qué diría que ha permanecido en su discurso todos estos años y que también se encuentra en La Reina del Metal?

Vanesa Aibar: Un amigo me dijo una vez que en todos mis trabajos está el concepto de la extrañeza. Es verdad que tiendo a ir a lugares así para identificarme. Probablemente, en estos años he ido soltando códigos concretos de los que me he alejado para desarrollar un lenguaje más abierto. Y en eso ha tenido mucho que ver la improvisación, sobre todo, después de trabajar con Juan Carlos Lérida (bailarín y coreógrafo). Desarrollar esta forma me ha permitido trabajar un tipo de metodología propia para encontrar materiales coreográficos. Algo así como distanciarme de lo normativo. A nivel artístico me siento muy libre.

 

 

Enric, usted lleva varios años trabajando con propuestas de danza, ¿qué le ha brindado desde lo corporal La Reina del Metal?

Enric Monfort: Corroborar una vez más que la técnica está al servicio de la poética. El poder imaginar mundos sonoros y músicas que sirven para contar y para acompañar a Vanesa a que ella pueda realizar su propio viaje. Para mí es muy importante la espacialización del sonido y en este trabajo he podido llevarlo al extremo. En este sentido, es fundamental trabajar con la tecnología de sonido espacial 4DSOUND, un software que mueve el sonido en los ejes vertical y horizontal y permite que los movimientos de Vanesa, por ejemplo, tengan un eco, en el espacio, con todas las coordenadas posibles. Y ha sido un reto encontrar la manera de que todo esto, mucho más habitual en el cine, funcionara en un escenario. Pero hemos encontrado un set que va genial y permite la combinación entre lo eléctrico, lo acústico y lo procesado.

 

¿Siente que este espectáculo la ha situado en un lugar diferente dentro de la danza? ¿Siente que se valora su discurso?

Vanesa Aibar: Supongo que depende de en qué marco se te sitúe, te puedes sentir de una manera u otra, pero, en general, he sentido valorado mi trabajo. Es verdad que desde 2022, después del estreno de esta obra, se están moviendo algunos parámetros un poquito y para bien. Pero también es porque ahora me importa menos cómo se me perciba. Nunca he intentado ser una figura dentro del flamenco tradicional. Desde el principio me he ido por la tangente, investigando en creaciones más contemporáneas. Me interesan contextos abiertos y heterodoxos. Recuerdo que cuando empecé me costaba sentirme coreógrafa, solía decir que yo invento cosas, pero con el paso del tiempo, esa faceta ha ido calando en mí.

 

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