¿De dónde viene vuestro amor por las Artes Escénicas?
Es complicado que no me ponga ñoña al contestarte a esta pregunta, es el origen de todo. Al comentarlo con las chicas, todas tenemos común que de niñas éramos muy teatreras, dramáticas y raras, y que en algún momento probamos la maravilla esta que es subirse a un escenario y sentir que no hay ningún límite, que te puedes expresar sin miedo. El teatro abre un espacio para poder hablar de todo eso de lo que nadie quiere escuchar.
Y ahora que llega el momento de dar el paso al mundo profesional tras salir de la escuela, ¿notáis el vértigo?
El vértigo nos vino al acabar la escuela y de repente estar solas, sin profesor que nos amparase ni proyecto claro donde volcarnos. Pero también fue este miedo el que nos impulsó a agarrar lo que supiéramos, buscar compañeras con ganas de currar y lanzarnos a crear algo nuestro que pudiéramos compartir con el mundo. El vértigo sigue, claro, pero con él aparecen las ganas, la energía y el amor por todo esto.
El camino es un poco más llevadero si formas compañía propia, claro que sí. ¿Qué tipo de teatro os interesa llevar a cabo en Panacea Teatro?
Como compañía, queríamos hablar de cosas que nos tocan y nos remueven. Pero yo no quería hacer algo tan teatral y dramático que sólo pudieran entenderlo y disfrutarlo aquellos que se hubieran leído las obras completas de Lorca y todo el método Stanislavski, no. La idea nació con la intención de que la obra pudiera hablar no sólo a nuestros compañeros de teatro, sino también a cualquier persona, aunque no fuese asidua al teatro, que ella pueda venir, ver la obra, y volver a su casa habiéndose llevado algo fresquito o punzante.
¿Cómo habéis definido vuestros roles dentro de la compañía? ¿Todas tenéis inquietud por actuar, dirigir, escribir, producir… o cada una tiene muy claro en qué quiere especializarse?
Al principio éramos Míriam (González) y yo, lo único que teníamos claro era que yo quería dirigir, porque siempre me ha gustado llevar la batuta, y que lo haríamos todo entre nosotras. Queríamos hacer un proyecto muy comunal; y todo terminó tomando forma cuando llegaron el resto de compañeras y, al final, éramos cinco actrices con algún conocimiento extra que explotaríamos al máximo. Por ejemplo, como yo estudié artes me ocupé de toda la gráfica, cartel y material para redes sociales. Otras compañeras se centraron en el espacio, otras en el vestuario y al final todas hicimos de todo.
La realidad del teatro independiente es que somos muy pocas y todas tenemos que meternos en el trabajo todos los días. Lo bueno es que este proceso nos ha ayudado a encontrar puntos fuertes muy interesantes que seguiremos investigando.
¿Vuestra línea a seguir será la de crear textos propios o estáis abiertas a otras formas de trabajo?
Lo de escribir algo nuestro fue un poco cabezonería mía. Al principio costó, porque escribir una obra desde cero no es nada fácil, más si lo hacíamos en conjunto. Pero las dos compañeras que nos ayudaron con la producción y que, por desgracia, no pudieron seguir con el montaje, Laura López y Lara Baroni, pusieron mucho corazón y mucha entraña. Nos hemos quitado la espinita de crear un proyecto original, ha sido duro, pero hemos tenido toda la libertad y creatividad que hemos querido. Ha sido una muy buena forma de estrenarnos. Aún así, para próximos proyectos estamos muy abiertas a trabajar con algo ya escrito, o readaptarlo, o hacer alguna mezcla interesante.
¿De dónde nace Tres de copas? ¿Surge de experiencias propias o cercanas?
El germen de esta obra nace en el Rodilla de Callao una mañana de abril. Míriam (González), Lara (Baroni), Irene (Guadalix), Laura (López) y yo, estábamos hablando de que queríamos hacer una obra, ¿pero de qué? Pues de cómo se siente una mujer de nuestra edad. ¿He escogido un trabajo al que quiero dedicar toda mi vida? ¿He elegido bien la persona con la que he construido mi relación de pareja? ¿Por qué sigo sosteniendo amistades con las que ya no puedo seguir creciendo? Y, sobre todo, ¿estoy dispuesta a cambiar mi comodidad por atender a estas preguntas? A partir de ahí fuimos añadiendo conflictos, personajes sombra y un poquito de locura, y acabaron siendo tres personajes algo extremados, pero que, pese a todo, tienen algo nuestro.
Además, con la llegada de Ella (G. Montilva) y Andrea (César) al proyecto, que nos salvaron en un momento muy complicado, éste por fin dio el último pasito que necesitaba volviéndose mucho más completo.
¿Cómo es la dramaturgia que habéis elaborado?
Queríamos hacer algo sencillo, pero con fundamento. Mezclamos lo cotidiano con un toque onírico, y hay mucho de permitirnos estar en un continuo ajuste, siempre buscando el detalle que funcione. Muchas venimos del Estudio Corazza, que todo el mundo conoce por su dramaturgia más centrada en el texto y la interpretación que otra cosa. Se nota mucho la influencia, y nos la llevamos con mucho cariño
¿Qué importancia tienen los distintos colores que van apareciendo durante la obra?
Eso también es culpa mía. A mí me llamaron loca cuando presenté la estética (risas), pero además de loca soy cabezona, así que las acabé convenciendo. Yo quería que las protagonistas llevaran los colores primarios, el RGB: rojo, verde y azul. La idea era que estuvieran muy contrastadas y seguir la psicología del color para cada personaje. Queríamos que cada uno evolucionara con ellas y fuera marcando lo que tienen ellas por dentro, por encima de la máscara. El resumen es que Macarena va del rosa al rojo, Isabel va del amarillo al verde y Julia va del azul oscuro al cian.
Cuando montamos y estábamos viendo qué hacer con las luces, nos encontramos con Sergio Vacas. Por suerte para nosotras, le gustó mucho esta locura mía y lo llevó a su diseño de luces. También Elena Sánchez-Miel, quién nos hizo una música extraña y divertida, completando la estética de la obra. Hemos tenido mucha suerte con ellos.
Hay 4 temas que atraviesan la obra. Me gustaría que cómo mujer joven que eres me explicaras un poco cómo se mueve alguien de la Generación Z dentro de cada una de esas 4 categorías y cómo lo habéis plasmado en la obra…
La Amistad. ¿Dónde se construyen las amistades más sólidas, en las redes sociales o al compartir espacios físicos?
Una cosa muy importante para nosotras era poder hablar de lo desconectadas que estamos, primero con nosotras mismas y después con los demás. Más todavía después del Covid y esta nueva forma de relacionarnos. Sé que nadie quiere seguir hablando del Covid a estas alturas, pero nos dio muy fuerte y creo que es importante poder darle un poco de luz a esto.
Es cierto que las redes sociales tienen muy mala fama, pero te permiten esto tan útil de poder hablar con alguien del otro lado del mundo, de mantener siempre el contacto. Pero al final, no es contacto del todo, no te sostiene ni puedes dar un abrazo ni llega a ser suficiente. Míriam insistía mucho en esto de estar juntitas, de hacerlo todo en persona. Como es la psicóloga del grupo, le hice caso. Además, es que casi siempre tiene la razón (risas).
¿Sois tan individualistas como se dice o necesitáis tejer relaciones sólidas y continuas a lo largo del tiempo?
Los seres humanos no hemos cambiado tanto en diez años. Necesitamos las relaciones. Es verdad que se respeta mucho más el tiempo solos y el ir al psicólogo, el conocerse a una misma. Pero nosotras en este grupo nos necesitamos. Lo admitimos abiertamente, no se puede hacer teatro desde lo individual. Aún más, yo creo que no se puede hacer un buen equipo de teatro mirando solo lo que le pasa a cada uno. En eso estoy muy agradecida a mi ayudante de dirección, Ela, que se asegura de que todas nos demos mucho amor en cada ensayo, y dejemos los egos tranquilitos, algo que me parece imprescindible.
¿Hace falta escuchar más a lxs demás?
Depende. A nosotras nos gusta validar las emociones de todo el mundo, pero no tomar todas las opiniones.
Con respecto al amor… ¿Compartís esas ideas preconcebidas sobre el amor romántico con las que nos hemos educado generaciones pretéritas?
A todas las componentes de la obra nos gusta una buena película romanticona de domingo por la tarde, pero la cosa es que hablar de amor, en este momento de la sociedad, es un problemón. Ya no funciona lo mismo que hace treinta años, pero seguimos queriendo tener una pareja estable y bonita, alguien que nos quiera mucho. Y, al mismo tiempo, también queremos salir de fiesta y gritar a los cuatro vientos que nos encanta ser solteras. Es algo como difícil de encajar. A mí en el amor me inspira mucho Irene, que es la que lleva más tiempo con pareja del grupo. porque ha hecho de lo cotidiano algo romántico, de lo sutil y sencillo algo importante. Desde aquí le mando un besito a su novio, Sergio, y al resto de novios de las chicas, Gonzalo y Jose.
Estoy leyendo bastante artículos sobre que hay un hartazgo de las ‘Relaciones Tinder’ y que se quiere volver a ligar como se ligaba antes. ¿Es esto así?
Como buena soltera te puedo responder con total honestidad (risas). Tinder nos ha prometido muchas cosas y nos ha dado lo siguiente: ghosting, decepciones y personas que dan miedo. Y ligar como antes, pues nadie se acuerda. Yo te diría que ojalá y a la vez no, porque ahora la gente sólo quiere algo inmediato; si no es una noche loca es un matrimonio que no tienen la paciencia de construir. Es todo un poco deprimente, no te lo voy a negar. Lo bueno de todo esto es que da para contar historias muy entretenidas a tus amigas.
¿Qué es un amor de escaparate?
Es algo convencional, que pensamos que es seguro, con beneficios, estatus, pero que a la larga no deja de ser un ideal vacío que nos deja con ganas de tener alguien al que poder decirle la verdad, por muy fea que sea.
¿Un amor monógamo y duradero es la panacea?
La panacea de las relaciones no sabemos si existe. Cuando entra lo humano hay caos, que cada cual elija su propia bacanal, sea monógama, polígama o solitaria. En todos los casos habrá malentendidos y momentos bonitos. Andrea y Ela me han enseñado bastante de las nuevas formas de relación que existen. Al final, son las pequeñas del grupo y se nota cómo han normalizado la libertad en todos los sentidos. Es increíble, me asombra mucho lo valientes que son.
Sobre las creencias… ¿Cómo de inmutables son los valores adquiridos?
Lo que aprendes en casa pesa mucho, nos guste o no, forma parte de nosotras. Yo vengo de una familia religiosa, de raíces católicas muy firmes. Hay cosas con las que me quedo, como la espiritualidad, el amor incondicional y el sentimiento de comunidad, que yo me creo con mis amigxs, pero hay otras cosas con las que no me quedo para nada. Para mí, la religión tal y como está construida ya no tiene mucho sentido. En el grupo las más esotéricas o espirituales somos Míriam y yo, y eso se nota en toda la iconografía que le hemos metido a la obra. A parte de que nos encanta, yo creo que le da un color especial.
¿Os movéis siempre por espacios seguros de discusión u os enfrentáis a entornos con distintas opiniones a las vuestras, con lo que ello conlleva? Tanto en redes sociales como de manera física.
En el grupo somos muy distintas, aunque lo que pondera sobre todo es esto de vive y deja vivir. No te voy a negar que solemos evitar el conflicto, sobre todo en redes sociales. En persona y en esta compañía hemos creado un espacio seguro, en el que se puede debatir pese a que no siempre estemos de acuerdo.
Sobre la Felicidad… ¿Cuánto estáis dispuestas a sacrificar por encontraros bien con vosotras mismas?
Todo. Todo lo que sea necesario y todo lo que se pueda. Todo lo que ya llevamos y que nos demuestra que el camino es por aquí.
¿Incluso si buscar vuestra propia felicidad implique salirse del camino marcado o quedarse solx?
A nosotras nos conmueven mucho las relaciones, las buenas y las malas. Las últimas se sueltan, con mucho dolor, y las primeras nos sostienen. Y menos mal que es así.
¿Cuál es vuestra opinión al respecto de aquellos que os llaman ‘la Generación de cristal’?
Está bien que seamos de cristal, porque eso implica que podemos mirar lo que hay adentro. Lloramos, sí, quizás demasiado, pero esto viene de no conformarnos con la realidad que nos toca vivir. Miramos alquileres y lloramos, miramos la cotización que llevamos y lloramos, miramos las noticias y lloramos. Qué bien que podemos desahogarnos, al menos. Pero como decimos en esta compañía: una lloradita y a seguir. Nos podría haber patrocinado una marca de cleenex, para la próxima me lo apunto (risas).
¿Cómo veis la escena teatral independiente?
Es un mundo muy circular, con pocos recursos, pero mucha libertad expresiva. Lo indispensable, para nosotras, es poder apoyarse entre compañías emergentes. Se valora muy poco, pero el trabajo es titánico. Lo bueno que tiene es que se puede hacer un tipo de proyecto muy íntimo y con mucho corazón.
Después de todo esto, de un año de trabajo y de todo lo que he hecho que no me enseñaron en mi escuela de interpretación, la sensación que se me queda es doble. Primero estoy agotada y necesitaré unas buenas vacaciones, y segundo estoy sorprendida. Muy sorprendida. Cuando uno quiere hacer algo, algo que es suyo y en lo que de verdad cree, lo primero que tienes que hacer es intentarlo. Y rodearse de personas que te entiendan, que vean tu movida y quieran darle alas.
Da mucho miedo, sí. Pero bienvenido el miedo, porque el miedo pone en marcha muchas cosas.
¿Os ha resultado muy complicado encontrar un espacio en el que representar vuestro trabajo?
Hemos tenido mucha suerte, La Usina fue nuestra primera opción, confió muy rápido en nosotras y nos quiso ver nacer. Les estamos muy agradecidas por todo. Así que desde aquí mando un abrazo enorme a Sara (Montoro) y a Gabi (Molina), a los que sin duda compraré una botella de vino cuando acabe todo esto.
Parece que la astrología es bastante importante para vosotras. ¿Estamos supeditados a los astros? ¿Nuestro carácter se define según el día que hayamos nacido?
Aquí la reina de la astrología es Míriam. Te cito sus palabras exactas sobre el montaje: “Yo solo digo que la obra nació con el Sol muy bien colocado y Marte en posición favorable. Por lo que sea, las dos Aries mandan en la hoguera, las dos Tauros nos sostienen el jolgorio y nuestra Cáncer nos riega las ganas de vivir”. No sé si eso contesta a tu pregunta (risas).
¿Vuestra intención como compañía es resolver todos los problemas que envenenan el tejido del universo?
A ver, Panacea encuentra su remedio, nosotras no sabemos cómo arreglar el universo, pero si nos gusta eso de movilizar a los vecinos, sacudirles el tendedero y despertarles. Despertarnos. Esa es nuestra panacea, el teatro.
Y si dentro de unos años nos volvemos a encontrar, que espero que sea así, os sentiréis felices por este camino escogido sí…
Nos sentiremos felices si dentro de unos años hemos aprendido más, nos hemos ajustado mejor y hemos conseguido dar el máximo de nosotras mismas en cada momento. Y si hemos disfrutado, eso por encima de todo.