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Los secretos que el viento no se llevó

“En esta obra se habla de la pasión y de la determinación”

Desde que el pasado mes de junio celebrásemos la II edición de los Premios Godot podemos afirmar, casi sin titubear, que nuestra flamante maestra de ceremonias, Carmen Barrantes, se ha instalado en el Teatro Pavón. Entre medias, este verano estrenó La tuerta en el Teatro Fernán Gómez CCV, última producción de su compañía Nueve de nueve Teatro con su compañero Jorge Usón. El pasado mes de octubre puso los pies por segunda vez (tras la conducción de los Premios Godot) con Con lo bien que estábamos (Ferretería Esteban) y este mes de noviembre vuelve a subirse al escenario del Pavón para estrenar Y… lo que el viento se llevó, una producción de Focus versionada y dirigida por José Troncoso.

La pieza, interpretada por Gonzalo de Castro, Pedro Mari Sánchez, José Bustos y por la misma Carmen, supone un viaje en el tiempo a la época dorada de Hollywood y nos adentrará en las tensiones que afectaban a las grandes producciones. A partir del texto original de Ron Hutchinson, Moonlight & Magnolias, el director José Troncoso versiona la obra que relata cómo se sucedieron los días previos al rodaje de Lo que el viento se llevó, uno de los mayores éxitos de la historia del cine.

Hablamos con nuestra querida Carmen Barrantes del recorrido de esta pieza que se estrenó hace casi un año en Barcelona, que ya ha visitado diversas plazas a lo largo y ancho de la geografía española y que ahora se enfrenta a 50 funciones en Madrid.

¿Por qué no se tradujo el título del texto original de Ron Hutchinson al castellano? ¿A qué hace referencia el título: Plátanos, cacahuetes…y lo que el viento se llevó?

La historia es compleja, pero es fácil de resumir. Al empezar el rodaje de Lo que el viento se llevó David O. Selznick, que es un judío que hizo las mejores producciones de Hollywood, contaba con el director George Cukor al que despide tras no gustarle su trabajo. En ese momento, Víctor Fleming dirigía El mago de Oz y lo reclamó para Lo que el viento se llevó. También llamó al guionista Ben Hecht y los encerró cinco días en un despacho. Durante ese tiempo, estuvieron tomando plátanos, cacahuetes y supuestamente anfetaminas y todas estas cosas que no se dicen para reescribir de nuevo el guion. Al retomar el rodaje, se convirtió en una de las películas más exitosas de Hollywood. Esta función que dirige ahora José Troncoso lo que cuenta es lo que sucedió durante esos días.

 

En Lo que el viento se llevó se encerraron esos cinco días para montar la peli, ¿cuánto tuvisteis vosotros para ensayar esta pieza?

Pues estuvimos los 40/45 días de rigor, con toda la ola de calor que hizo en julio y agosto en Madrid, que fue como salir con un soplete y luego se estrenó en el Teatre Goya de Barcelona. Así que el montaje allí también no sirvió de rodaje.

 

¿Qué película española crees que sería equiparable a Lo que el viento se llevó, bien por éxito que acarreó o por los entresijos del rodaje?

No tengo ni idea. Española no te sé decir pero sí que se rodó aquí. Vi el documental de El hombre que mató a Don Quijote y me quedé espeluznada. Fue horrible, el documental es para llorar. En el rodaje les pasó de todo: una riada, una hernia discal que sufrió el protagonista, tuvieron que parar… y la consiguieron grabar a la tercera vez. En esta obra se dice: “Has parado la producción más cara de la historia de Hollywood”. Con lo que supone parar una producción de cine. Es un dineral. En España yo tengo mucha amistad con los que han hecho La estrella azul de Javier Macipe, que trata sobre el poeta y músico aragonés Mauricio Aznar; el rodaje justo coincidió con la pandemia. tuvieron que parar absolutamente todo el rodaje. Imagínate los equipos entre Zaragoza, Madrid, con una producción argentina, un lío bastante gordo. La verdad que en el teatro nosotros tenemos bastante pitote, pero en el cine hay muchos ceros más y es bastante tremendo.

 

Al final estos proyectos salen adelante y se pueden poner en pie gracias a la magia del cine ¿no?

Hay algo muy bonito que se dice en esta función: “¿Qué es el cine?  Puntos de luz grabados en una tira de celuloide”.  Es algo muy mágico. En otro momento se dice que por qué nos dedicamos a esto y por qué caemos en esto una y otra vez, y en esta función, decimos que “porque en el cine los muertos nunca mueren” y es otra forma de ser eterno. El teatro es todo lo contrario, es un presente absoluto y efímero y el cine tiene algo de eternidad. Nosotros somos eternos en la memoria del espectador, pero esa memoria es la de cada uno, y cada uno se inventa las cosas. Es bonito también.

 

 

En contraposición, ¿qué magia tiene el teatro?

La magia que tiene el teatro es que yo he visto la función y al año la he vuelto a verla y resulta que yo me había inventado la función. Yo tenía un recuerdo que había volado. Mi imaginario la había construido, había pintado el lienzo solo.

 

¿Qué ha sido lo más difícil de recrear para generar la atmósfera de esa época dorada?

Creo que Guadalupe Valero ha hecho un trabajo maravilloso con el vestuario, dijo una cosa muy bella cuando nos vio: “Sois tal como os había soñado”. Me encantó escucharlo de una vestuarista. Creo que Troncoso ha conseguido la época. Tengo la sensación de que en esa época se dormía menos, se comía menos… parecerá una tontada, pero la gente va como arreglada, en cambio, cuando yo me voy a ensayar me pongo cómoda y me voy, pero aquí ves a las mujeres más arregladas y todo esto con una complejidad de rodaje que tú ves la película y te preguntas cómo lo hacían. ¿Cómo citaban a los actores si no tenían internet? ¿cómo hacían estos planos?… Hay algo de esta artesanía y de ese cuidado que está en esta producción: los trajes se han hecho a mano, a medida, yo me curro mi pelo, mi maquillaje, mi vestidito… hay una artesanía que ya no está. Esa cosa del tiempo y la artesanía se ha cuidado y creo que se ha conseguido aquí.

 

Imagino que hacer una obra de teatro como esta ha debido ser como hacer un sueño realidad…

Realmente estamos como en un despacho, pero en el fondo sería como un plató, y sería como hacer cine dentro de un teatro. Es bonito. Esta función se basa en que realmente, el guionista no se había leído el libro de Lo que el viento se llevó. Como corría y apremiaba el tiempo, el productor se pone a interpretar los diálogos para que todo fuera más rápido.

 

Tu personaje es la única mujer del montaje, ¿qué nos puedes desvelar de ella?

Realmente tengo muy poco texto, soy un poco florerito porque no había líneas en el texto original. Yo pensaba que me iba a estar limando las uñas y Troncoso me dio cancha libre para que yo estuviera e hiciera. Hay algo de esta frase de «detrás de un gran hombre hay una gran mujer», frase que hoy en día se ha quedado muy obsoleta. Yo soy una mujer de los años 40, que está detrás de un señor productor haciendo todo lo que hace él, realmente soy yo la que muevo los hilos y no sé, a mi siempre me da esa esperanza de que yo estoy aprendiendo para que, probablemente no sea yo quién dirija ese despacho, pero estoy haciendo todo lo posible para que sea mi hija. Lo que pasa que en esa época las mujeres no votaban, estaban para criar, cuidar y callarse. Yo estoy un poco allí, pero voy rascando.

 

Meryl Streep le dijo a Banderas hace unos días: «nadie hace nada en Hollywood si no ve mucho dinero». Cuando se compran los derechos para hacer Lo que el viento de llevó, se hace solo un mes después de publicar el libro, ¿crees que David O. Selznic tuvo una visión de futuro o se aventuró porque le gustó el libro y quería contar la historia?

No sé en qué contexto lo diría Meryl Streep porque me parce una diosa y Antonio Banderas me parece un dios, pero creo que en el arte llama mucho la atención de la gente que tiene dinero y quieren invertir en cosas artísticas porque realmente hay algo misterioso y caprichoso. Nunca se sabe qué pasa. Yo siempre digo que si hubiera una fórmula hubieran hecho El fantasma de la ópera 7, Toc Toc 2, Toc toc 3… y no funcionan. Hay fórmulas que funcionan impensablemente por lo que sea y cuando intentan repetirlas, no. Creo que es algo medio morboso, de impulso, de intuición y de pasión, de decir voy a por todas. Te puede salir o no, pero es jugar a la ruleta. Y como en todos los juegos puede caer en lo blanco o en lo negro. No se sabe. Igual en un proyecto cinematográfico puede manejarse más, pero creo que el público teatral sigue siendo un público misterioso que funciona por el boca a boca y un día de Champions puedes tener el teatro lleno o vacío.

 

Los secretos que el viento no se llevó en Madrid
La actriz Carmen Barrantes.

La obra ha girado por todo el país, ¿con qué expectativas llega a Madrid y cómo ha sido la acogida?

Ha sido una acogida muy buena. Es una comedia de una hora y veinticinco con mucho ritmo, la dirección de Troncoso es muy buena, nosotros estamos dándolo todo. Es muy loco concentrar esos cinco días en una función de poco más de una hora y es una carrera contrarreloj para sacar un proyecto adelante. Se habla de la pasión y de la determinación, de qué es lo que tú deseas en la vida. Este señor dice que lo va a hacer todo. Yo creo que es verdad que a todos nos toca. Se habla de una peli que es verdad que el público mayor la ha visto y hay muchas cosas que les funcionan más. La película es bellísima y habla del racismo. Vivian Leigh es una mega feminista, una mujer descarada que se pone al mundo por montera, caprichosa… me parece que es un pedazo de personaje. La función se recibe muy bien. La gente que no ha visto la película sale con ganas de verla y los que sí de voler a hacerlo.

 

¿Crees que industria cinematográfica ha cambiado algo respecto a que se censure al director de una peli por su orientación sexual?

Es como que parece entre Clark Gable y George Cukor tuvieron algo y él porque no hablara lo echó. El propio actor tenía poder, entonces se corría el rumor que había pasado algo entre ellos. Leyendo el texto parece que sí que los actores tenían mucho poder, esas megaestrellas tenían mucho poder. Creo que ahora mismo sería lo contrario, que una megaestrella se pone caprichosa y le dan una patada en el culo al día siguiente. No creo que tenga que ver tanto con la orientación sexual pero hay mucho más respeto, menos mal. Creo que eran otros tiempos totalmente diferentes. No se concibe esta cosa de antes del artista que llegaba tarde, drogado, borracho, le pegaba a una actriz… eso ya está como fuera de otra órbita. Creo que ahora hay una disciplina y si te despistas un poco estás fuera.

 

¿Qué tabúes existen ahora en la industria?

No te sabría decir, creo que ahora sí que hay un exceso de ser ‘polite’. Hay una piel muy fina. Creo que no se dice todo lo que piensas y está bien por ser respetuoso. Yo cuando salgo de las funciones nunca pregunto qué te ha parecido la obra. Me tengo que defender también para blindarme ante eso al subirme al escenario. Creo que se ha perdido la educación de la crítica, no hablo de los críticos como profesión, del boca a boca que se crea. Al final la gente se va a los extremos: o es una maravilla o no vale la pena, hay un término medio que no existe y que luego no se dice. Hay veces que me quedo con ganas de una crítica más constructiva y más educada. Sobre todo porque levantar un proyecto conlleva mucho esfuerzo. Hay que dar la enhorabuena sólo por haber tenido el cuajo de haber cogido un equipo, haberte gastado un dineral…

 

Siempre se habló mucho sobre el amor/odio entre Vivian Leigh y Clark Gable durante el rodaje, ¿qué nos puedes contar de la relación con el resto de tus compañeros en esta adaptación?

Hay algo que hace mucho tiempo que no me pasa de estar en un montaje y que me lleve mal con alguien, o simplemente haya mal rollo. Creo que uno tiene que ser consciente de lo complicado que es y, para ser pieza de un engranaje así, hay que ir con el sí por delante y dando lo mejor que tengas, porque al final desayunas, comes y cenamos juntos. Es hacer equipo porque no es hacer una obra y adiós. Si esto no se da, no se sale igual al escenario. Gonzalo es maravilloso, tiene una gracia estratosférica, es un gran compañero. La verdad que el equipo es fantástico. Estar con Pedro Mari y Gonzalo en el escenario es historia. Son unos tipos que llevan muchas tablas debajo de los pies. Y luego estamos Bustos y yo que somos los más jóvenes, aunque somos unos «abuelos» ya también (risas). Es fantástico. En el fondo, salimos a jugar que es a lo que nos dedicamos.

 

Los secretos que el viento no se llevó en Madrid

 

¿De qué manera José Troncoso ha abordado esta dirección? Debe ser muy diferente a otras en las que hayas trabajado con él.

Pues es muy diferente la manera de trabajar. Cuando nos pusimos a trabajar con él por ejemplo, con Ferretería Esteban, íbamos a folio en blanco y aquí había un guión y una dramaturgia, no tiene nada que ver. Aquí es como a veinte páginas diarias, montar… Es otro tipo de proceso.

 

Entraste al Teatro Pavón este año para presentar la gala de la II edición de los Premios Godot junto a Jorge Usón y parece que ya te has afincado ahí. Acabas de volver a montar Con lo bien que estábamos (Ferretería Esteban) y ahora entras desde noviembre a enero con Y… lo que el viento se llevó.

Estoy encantada. Solo puedo decir que es una programación buenísima (risas). Yo no había actuado nunca en el Pavón. Ahora ya sólo se me resiste el Teatro María Guerrero. Tenía la espinita clavada con el Teatro Arriaga (Bilbao) y la primera vez que me subí a ese escenario fue para recoger el Premio Max por la Ferretería. Ese espacio es un templo también. Los teatros tienen algo sagrado.

 

¿Cómo ha ido creciendo este espectáculo (Ferretería Esteban) desde que se estrenó?

Se ha resignificado. Nosotros estrenamos antes de pandemia. Ha habido una evolución social tan bestia que hay algo de la relación de sus personajes y el punto de vista del poeta que llevamos dentro, que se ha resignificado hoy en día. Es verdad. La vida pasa. Nosotros hemos crecido, somos otros actores, el texto está para estrenar ahora. Fíjate cuando pasó lo del volcán de La Palma hacer esas funciones y decir de repente en la función: “Y vamos al volcán”.

 

Volviendo a Lo que el viento se llevó, la función cuenta la historia de los judíos que llegaron a EEUU escapando de Europa ¿que conexión tiene con la actualidad?

Los judíos crearon Hollywood. Claro, imagínate ahora cómo se resignifican las cosas. Tú ahora dices la palabra «judío» en un escenario y va a tornar de otra manera. La gente cuando escuche esa palabra ahora le va a resonar de otra manera. Ahora con todo este conflicto, las palabras se resignifican y resuenan de una manera muy distinta en el espectador. Y lo que en esta obra se dice muchas veces en el texto es: “Nunca te van a afectar. Siempre vas a ser un judío”.

 

Para cerrar, acaba la frase: A dios pongo por testigo…

De que jamás volveré a pasar hambre… ¡por favor! (risas). Y de que nunca dejaré de hacer teatro.

 

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