¿Cómo comienza tu amor por las Artes Escénicas?
Yo tengo un padre y una madre muy amantes del teatro, aunque ambos son sanitarios, pero ellos iban a ver toda la temporada teatral en Madrid en los años 70-80. Y ya desde pequeña tengo el recuerdo de ir a ver mucho teatro. Después nos fuimos a Sevilla a vivir y me metieron en el Colegio Aljarafe, que es un colegio diferente, muy alternativo y allí teníamos Arte Dramático como asignatura obligatoria desde primero. A mí me encantaba esa asignatura. Cuanto terminé el instituto, me matriculé en Filología y en Arte Dramático. Lo simultaneé dos años, pero ya vi cuál era el único camino que quería tomar y aposté todo a eso.
¿Dónde te formas?
Estudio en la ESAD de Sevilla y después me vengo a Madrid, al Nuevo Instituto del Cine (NIC) y ahí hice dos años de interpretación cinematográfica y luego más tarde descubrí la improvisación y empecé a formarme como improvisadora, que es algo que ahora mismo me da muchas alegrías y que me encanta.
¿Y cómo fue ese periodo que yo llamo de vértigo, ese periodo en el que se termina la formación y hay que enfrentarse al mundo real?
Pues es un momento complicado, la verdad, y en mi caso, como en el de otras muchas compañeras y compañeros, tengo que trabajar de muchas cosas para poder salir adelante. Y resumiendo mucho, hay un momento en todo ese periodo en el que yo hago un click mental, porque estoy cansada de que me digan siempre que no, así que decido ser yo misma la que se diga que sí y tratar de buscarme mis propios proyectos. Es que a mí me han dicho que no en todo, todo el tiempo y no será porque no lo he intentado, porque si algo tengo es tesón…
Como el nombre de tu compañía…
Sí, eso mismo (risas). Así que yo ese periodo de negativas y de no encontrar un lugar en el que poder trabajar y desarrollarme lo llevaba mal, pero siempre he tenido claro que nunca iba a abandonar. Me buscaba trabajos de media jornada para poder mantenerme y seguir con las clases y la formación o lo que surgiera. También es verdad que mis padres me han apoyado siempre muchísimo en todo este camino.
Por lo que veo no ha sido un camino fácil.
No, no lo ha sido. También hay un momento de mi vida en el que decido ser madre y en esta profesión es complicado lanzarse a esa aventura, aunque creo que para las mujeres nunca es sencillo tomar esa decisión porque no sabes si estás poniendo en riesgo tu carrera. En el caso de las actrices siempre piensas en la posibilidad de que en ese momento te puede salir un proyecto interesante, o a ver si te van a llamar para lo que sea… vives en una incertidumbre constante y no te cortas el pelo, ni te haces un tatuaje, ni modificas nada en tu cuerpo no sea que te llamen… y tomar una decisión que va a afectar a toda tu vida es más complicado todavía, pero lo hice pensando en que había más partes de mi vida que quería desarrollar, no solo la laboral, y estoy muy feliz de haberlo hecho.
Háblame un poco de tu trabajo en la impro, algo muy importante en tu vida, como ya has comentado.
Pues creo que me dediqué a la impro porque me dijeron que sí (risas). Además, una de las premisas de la impro es que siempre hay que decir que sí (más risas). Entonces de repente me encontré en un lugar en el que todas mis propuestas eran bienvenidas, un lugar de hermandad… la verdad es que me emociono cuando hablo de esto.
Era un lugar donde aprendí a hacer brillar al otro, a desterrar los egos, a ir a favor de la historia… y encontré a mis amigos y maravillosos compañeros de viaje que fueron Los Doctores de la Impro, con los que me lo he pasado muy bien y creo que también hemos hecho disfrutar mucho a la gente. Ahí empecé a sentir que a mis trabajos no sólo venían amigos y familiares, sino que había fans a los que les gustaba y eso fue algo que me ayudó a crecer porque me hizo darme cuenta de que todo el esfuerzo y toda la formación estaban sirviendo para algo.
Un poco más adelante también empecé a impartir yo clases de impro y dando clases también te das cuenta de que sabes más de lo que crees, que tienes ya mucha técnica, mucho entrenamiento y que eres capaz de transmitir eso y que funciona.
¿Qué significa improvisar desde la verdad, que es lo que tú estás enseñando ahora mismo?
Dentro de la improvisación hay distintas técnicas de trabajo y esta improvisación desde la verdad tiene un ritmo distinto a lo que viene a ser la impro de competición. También hay diferencias en el tono de la improvisación, digamos que en una impro más rápida, en los que hay una serie de hándicaps que te pone el público o juegos que se establecen para llevar a cabo ese sketch, sueles irte a personajes prototípicos y es básicamente una cuestión de rapidez mental, también actoral, claro, pero sobre todo se basa en esa rapidez mental dentro de la comedia. Sin embargo, la impro desde la verdad es un tipo de representación más calmada donde la comedia no reside tanto en el chiste, sino más bien en la propia dramaturgia y en la que además no tienes la presión de tener que ser graciosa. Puede serlo o no, lo que sale proviene de unas reacciones muy verdaderas, y esas reacciones verdaderas pueden conllevar silencios, que es algo que yo trabajo mucho en mis clases.
Es muy interesante, siempre había asociado la impro a esos match de comedia inmediata.
Pues prueba a ver espectáculos de este tipo y te enamorarás, enganchan muchísimo.
Las Raras es ya el siguiente paso importante en tu carrera. ¿Cómo surge la conexión con Paloma Jiménez?
Paloma ya había hecho el espectáculo Crucidramas en Barcelona, que digamos era una semilla de lo que luego ha sido Estoy Rara. Este espectáculo ella lo escribió junto a Betsy Túrnez y ya habían pasado varias actrices por él. Paloma se quería mudar a Madrid y buscaba una actriz cómica para retomarlo. Ella tiene una carrera muy parecida a la mía en el sentido de creer mucho en lo que hace. Llegué a ella recomendada por dos amigos y me hizo un casting por teléfono antes de que eso se hiciera normal con la llegada la pandemia (risas), y aún lo tengo grabado en el móvil. Yo según leí el texto lo vi claro, supe cómo hablaba y cómo se movía mi personaje. Era un homenaje a Lola Flores y a muchas mujeres de mi familia. La propuesta que le presenté le encantó y comenzamos a trabajar. Paloma y yo hemos tenido una conexión muy bestia en el escenario y subimos siempre a jugar y es magia pura. Ella es una genia escribiendo y haciendo comedia. Tiene una vida que le hace ver las cosas de una forma peculiar y es capaz de transformar cualquier mierda en abono. Y todo eso me lo ha aportado a mí. Yo venía de la impro, soy puro nervio, tengo un caos ordenado en el que encuentro mi genialidad y eso salía en escena y empecé a dejar a Paloma descolocada, ella que en principio parecía más disciplinada que yo, empezó a soltarse y se reía sin querer en escena y nos dimos cuenta que eso funcionaba muy bien. Y eso es algo que se ha quedado como un sello nuestro. Salimos a escena a desbarrar, a disfrutar, y a que la gente haga lo mismo y se lo goce con nosotras.
Y tras haber hecho tantas representaciones de Estoy Rara, tras haber hecho la webserie, ¿en qué punto están Las Raras?
Después de Estoy Rara hicimos nuestro segundo espectáculo Empoderaras, que fue un reto también en lo personal porque Paloma y yo tuvimos que ir juntas a terapia para poder encontrarnos de nuevo tras tantos años trabajando juntas, y lo hicimos con la sana intención de ser mejores la una para la otra y de tratar de seguir creando juntas. No es que fuera una terapia al uso, fue más bien ir a una coach que nos ayudase con ciertas cosas porque en el proceso de crear Empoderaras había algunas reticencias, algunos miedos que teníamos que superar. Y de todo eso salió una obra muy bonita con la que nos ha ido también muy bien, nos cogieron para representarla en la Red de Teatros de la CAM y hemos trabajado muchísimo. La idea es seguir creando vídeos y contenidos para la webserie, pero el problema que tenemos es que vivimos a distancia, ya que Paloma está ahora en Sevilla y yo en Madrid, y es complicado.
Y ahora presentas este último proyecto en solitario que se llama Todas las mujeres que habito. ¿Dónde comienza esta aventura?
Pues mira, marzo de 2020, ¿te suena la fecha? (risas). Bueno, es verdad que yo llevaba mucho tiempo que quería hacer algo sola. En 2018 yo llamo a Gonzalo Rodolico, un director e improvisador argentino con el que yo conecté muy bien cuando nos conocimos, y le dije que quería que me dirigiera un unipersonal de impro cuando estuviese por España. Ese germen era un espectáculo que se llamaba Feminazi. Gonzalo trabaja desde el bufón y eso que nos estaba saliendo era algo muy provocador, muy negro y muy divertido, pero no terminó de cuajar.
Yo sentía que tenía algo ahí que quería sacar, pero siempre estoy con mil cosas de trabajo, tengo una niña y nunca tengo tiempo de ponerme a escribir. Hasta que llega la pandemia y todo se para. Yo sigo teniendo la necesidad de hacer algo sola, de hacer algo desde otro lugar, de salirme un poco de por lo que se me conoce. A ver, yo soy buena actriz, es que lo soy y llevo mucho mucho tiempo intentando abrirme camino y me está resultando muy complicado (se le saltan las lágrimas) y necesitaba hacer más cosas y transitar desde otro lugar para seguir demostrando que soy capaz de todo.
Y es en la pandemia cuando te lanzas a por ello.
En ese momento, encerrada en casa en un piso interior de 30m², que era una situación horrible, yo vi la oportunidad para poder sacar eso que me bullía por dentro. Y me vino a la cabeza Alejandra Jiménez-Cascón, una creadora que lleva mucho tiempo con su espectáculo unipersonal Blanca desvelada, en el que ella se desdobla en muchos personajes, que es lo que yo vengo a utilizar ahora. Yo admiraba mucho su trabajo, ella es una persona maravillosa, muy sensible, y yo le propuse trabajar juntas. Ella en Barcelona y yo en Madrid y todo por videollamadas. Trabajar la dramaturgia con Alejandra es un viaje emocional de la leche. Empezamos con improvisaciones y ella te pone en un estado de concentración y de conexión con tu emoción muy meditativo. Desde ese estado comenzamos a trabajar con el cuerpo y las partes de él donde tú imprimes las emociones y le vas poniendo verbos a esas emociones. Fue un trabajo muy bonito, aprendí mucho con ella y yo ahora también uso esa metodología cuando dirijo. Y de todo ese trabajo, de toda esa emoción salió Todas las mujeres que habito.
¿Era lo que te nacía como mujer?
Sí y no, no fue una cosa premeditada que yo tuviera en la cabeza. Yo sabía que dentro de mí latía algo, pero no sabía qué forma tenía hasta que la historia te escoge a ti, y aunque parezca algo muy mágico o espiritual, es todo lo contrario, yo soy muy terrenal, pero es verdad que hay un punto en el que cuando tú dejas la cabeza tranquila, la historia te atrapa y empiezas a escribir desde la verdad y es lo que yo conseguí. El resultado es un trabajo que surge de lo personal pero que va a lo universal. Hay muchas vivencias personales en la obra, pero también hay partes que son ficción aunque se nutren de cosas que le han pasado a mujeres de mi vida y yo juego a que el público trate de adivinar qué fue verdad y qué no.
Pero en el fondo todo eso, aunque lo hayas ficcionado, eres tú, todo es verdad en realidad porque le ha pasado a personas que han estado cerca de ti, que te han impregnado con sus vivencias.
Sí, es cierto lo que dices, no todo me ha pasado a mí en primera persona, pero son historias que nos han podido suceder a todas las mujeres y que en este caso todas somos una. Yo hablo de mi árbol genealógico y de cosas que le han pasado a mis abuelas, a mis tías, a mis amigas… pero en el fondo todas estamos unidas por unas vivencias comunes consecuencia de haber sido educadas en una sociedad patriarcal.
Creo que es una historia muy bonita y que la gente se va a sentir identificada con ella, tanto hombres como mujeres, todo el mundo puede sentir la ternura de esos lazos familiares y de esas vivencias comunes. Es una obra con una actriz que representa a cuatro generaciones de mujeres y en la que sólo hablan las mujeres, los hombres están, pero permanecen en silencio. Ya hay muchas obras en las que los hombres hablan.
¿Quién es Soledad, la protagonista de la obra?
El personaje es una escritora de novelas románticas que entra en una crisis personal enorme tras su separación y de ahí arranca toda la historia y todo su viaje hacia el pasado para poder mirar al futuro de otra manera.
¿Y por qué Soledad si hay tantas mujeres que la habitan?
Porque ella no descubre todas esas mujeres que la habitan hasta que no hace ese viaje. Ella está muy sola y la soledad no es algo que dependa de los demás. Yo creo que la soledad depende de uno mismo, de cómo uno enfoca la vida. No me refiero a esa soledad obligada en la que de verdad no tienes a nadie, me refiero a esa sensación de soledad que tienen muchas personas incluso cuando están rodeadas de gente que las quiere, que se sienten incomprendidas, pienso que eso sí es algo que se puede sanar. Yo he pasado por ahí a nivel personal, me he sentido así y es algo que se ve en la obra y también hay un punto muy bonito de reconciliarte con tu soledad, que cuando es elegida y sabes lidiar con ella es un momento muy interesante para estar a solas contigo misma y disfrutar de ti. En el fondo todos huimos de estar con nosotros mismos, por eso siempre estamos con el móvil o de fiesta o haciendo cualquier cosa. Todo el mundo tiene su vía de escape, pero cuando llegas a ese punto de saber estar a gusto contigo misma, de conocer tus demonios y tu dolor y tenerlos bajo control, creo que has avanzado mucho como persona, es un gran acto de valentía.
¿Cómo ha sido este viaje desde el pasado hacia el amor propio y el empoderamiento?
Pues ahora estoy genial y todo este proceso me ha ayudado mucho. Desde esa soledad sobrevenida de la que te he hablado hasta poder disfrutar conmigo misma, desde ese proceso de separación a poder volver a tener pareja pero de otra manera más sana y más adulta. Esta obra va sobre ese viaje personal que he tenido que hacer y este empoderamiento que he conseguido es el resultado final de ese viaje. Una de las cosas por las que yo más he sufrido es porque me consideraba rara, fíjate tú cómo se cierran los círculos (risas), y al final he aprendido a aceptar que todo el mundo tiene mierdas, al igual que yo, y que lo que pasa es que yo soy humana. Y he decidido quererme y respetarme con todas estas cosas que me pasan, las buenas y las malas.
¿Qué patrones patriarcales se repiten una y otra vez sin que muchas veces seamos conscientes de ellos?
Mi obra trata de algunas experiencias que han sufrido las mujeres desde que el mundo es mundo. Sé que estamos en un momento complicado, de mucha censura en obras que aborden estos temas (triste y sorprendentemente), pero yo en mi obra me mojo, como ya te he dicho antes. Aquí sólo hablan las mujeres y hablan de los abusos sexuales sistemáticos a los que nos vemos sometidas, entre otras cosas. La obra trata de ser reconciliadora a pesar de todo, pero la denuncia contra el patriarcado es la gran cuestión de todo, porque lleva un tiempo extendiéndose esa falsa y malintencionada creencia de que cuando se habla de feminismo se está atacando a los hombres y no es eso, no nos acabamos de enterar. Es algo que me cansa mucho tener que volver a explicar, pero lo vuelvo a hacer todas las veces que haga falta si así ayudamos a que la gente abra la mente. Todas las mujeres que habito critica el patriarcado y dentro de ese patriarcado hay hombres y mujeres que ni siquiera son conscientes de estar cumpliendo con esos roles y contra esos roles es contra los que hay que luchar y somos todos y todas los que estamos ahí metidos. Así que no, el feminismo no va contra los hombres, va contra esos patrones patriarcales que nos someten a las mujeres, principalmente, y también a los hombres. Yo en la obra hablo también sobre el silencio de las mujeres y de cómo las mujeres hemos sido cómplices de ese silencio a lo largo de los años, por miedo o por convicción, cómo nos han enseñado a callar y a no dar la nota desde que somos pequeñas, y aunque estemos viviendo este momento terrible de censura contra las mujeres yo no me voy a callar, porque justo la obra habla de eso, de que la memoria construye la historia y ha llegado la hora de contar nuestra propia historia, la historia de las mujeres.
¿Esta obra es un homenaje a todas las mujeres invisibles?
Sí, por supuesto, primero a las mujeres de mi familia pero a todas las mujeres en general. Quien escribe la historia es el protagonista y siempre han sido los hombres los protagonistas, pero la historia de las amas de casa no la ha escrito nadie y ellas han sido fundamentales para la vida de todos nosotros y nosotras. Es un espectáculo contra el silencio en general, y para animar a las personas a hablar en libertad, en nuestras relaciones, en nuestros puestos de trabajo, en la calle… porque cuando uno habla con los demás es capaz de entenderse y puede salvar la relación más bonita de su vida, por ejemplo, y el problema es que no nos han dado herramientas para esto, para comunicarnos bien y en libertad y te encuentras con una vida adulta muy perdida porque no eres capaz de comunicarte.
La dirección es de Montse Rangel. ¿Es fácil dejarse guiar por una mirada externa en un texto tan personal?
Pues en este caso ha sido maravilloso. Montse es también compañera mía de la ESAD, al igual que Alejandra, y hay un punto de lenguaje común entre nosotras. También tenemos un carácter bastante afín. Yo como directora no soy impositora, yo creo que los intérpretes son siempre creadores, no son marionetas que tienen que hacer lo que yo les diga. Entonces creo que el trabajo de dirección es una conversación continua con los intérpretes y eso es lo que hemos hecho Montse y yo, hablar mucho, proponernos cosas y ver lo que funciona y lo que no. Y ella, con esa mirada externa, va corrigiendo y limpiando para que todo quede más redondo. Lo podría haber dirigido Alejandra pero estando ella en Barcelona era complicado porque yo, después de la pandemia, quería trabajar con alguien de carne y hueso, y por eso pensé en Montse. Y estoy muy feliz con ella, de hecho ahora voy a dirigirla yo a ella en una obra de Microteatro.
¿Cómo ves la salud de las Artes Escénicas en nuestra ciudad?
Hay un gran problema en la profesión para abrir puertas a la gente que no es ‘conocida’, hay mucha endogamia, trabajan siempre los mismos en los mismos sitios y es muy difícil entrar en el circuito para gente que llevamos 22 años encima de un escenario haciendo disfrutar, reír y soñar a la gente. Y aquí me dirijo directamente a los programadores de los grandes espacios, circuitos y festivales, que abran un poquito las mentes… o por lo menos, que simplemente contesten a los mails que les mandas, aunque sea para decir que no puede ser, pero una contestación, aunque sea negativa, ya ayuda a no sentirte invisible. Y hay gente buenísima en el circuito off que necesita más oportunidades para poder mostrar su trabajo en lugares más grandes. No se trata de desprestigiar el circuito independiente, al revés, son la gente de esos espacios los que nos cuidan y nos dan la oportunidad de mostrar nuestro trabajo y hay salas como Tarambana con una buena dotación técnica donde es un lujo estrenar, pero siempre quieres que más gente vea tu propuesta, claro. Y lo mismo pasa con la tele, que siempre están las mismas caras, pero como ya hemos hablado al principio, yo no me digo que no, me digo que sí y tiro para adelante.
Si tú eres buena actriz, si llevas 20 años trabajando, ¿dónde está esa barrera que te impide llegar más lejos?
No tengo ni idea la verdad y es algo que me pregunto mucho. No sé dónde está la clave. Yo tuve la suerte de dar con Paloma y que lo de Las Raras ha funcionado, pero más allá no lo sé. Sé que no depende del esfuerzo de una, eso sí. Siempre estamos trabajando en precario, con pocos medios y no todo el mundo puede llevar adelante sus proyectos y si lo haces, te tildan de cutre porque no tienes muchos medios… es una rueda constante y es complicado salir de ella. Al final nada más que pueden montar obras las grandes productoras… el sistema está mal construido desde la base.