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Equus es una de las grandes obras maestras de la dramaturgia universal. Un texto complejo y apasionante que obliga a los actores a unas interpretaciones al límite, y que mantendrá al espectador pegado a su butaca hasta el sorprendente desenlace final.
Más allá de la terrible anécdota que desencadena la trama, Equus nos habla de los mitos de la razón, y decómo nuestra cultura bebe de las fuentes de la Grecia clásica en la que nacen todas las leyendas y, por derivación, las obras teatrales.
La obra es una dura reflexión sobre los patrones que dirigen nuestra conducta, en una sociedad materialista donde los temores ante nuestro desvalimiento en mitad de un universo que no entendemos se combaten con el fanatismo.
Equus nos enfrenta a nuestros propios miedos, que nos conducen a una vida cegada por la rutina y las convenciones sociales, en las que no queda espacio para la pasión. Es, en definitiva, un canto a la libertad y también una denuncia sobre cómo la sublimación de esos instintos naturales nos pueden llevar a la atrocidad y la locura.
De este modo, la figura del caballo embridado y encadenado, nos es más que el símbolo de nuestra propia esclavitud en una sociedad de consumo en la que nuestras afecciones son tratadas por la medicina con drogas y fármacos para adormecer el deseo.
