«La creación artística de las mujeres tiene que enfrentar miedos e intereses atávicos, pero está propiciando derechos humanos de un modo imparable»

 

Históricamente la mujer ha sido relegada a un espacio privado donde su voz y creaciones quedaban ocultos bajo la sombra masculina. En la historia de la creación, ‘Anónimo’ muchas veces ocultaba un nombre de mujer. En la actualidad, encontramos cada vez más mujeres en la cartelera teatral o mujeres entre bambalinas, que son técnicas de iluminación, técnicas de sonido, escenógrafas y vestuaristas. Sin embargo, a pesar de que este aumento es real y se ha ido progresando año tras año, el camino está siendo largo, lento y complicado.

Clásicas y Modernas, la Liga de Mujeres Profesionales del Teatro y Territorio Violeta, todos ellos grupos de mujeres profesionales e investigadoras que apoyan y abogan por la creación femenina, nos ofrecen datos orientativos sobre la situación actual de las mujeres en el panorama teatral. Por otra parte, Pilar Almansa, Carolina Román, Mey-Ling Bisogno, Lucía Miranda, Elisa Sanz, Lola Barroso y Karmen Abarca, reflexionan sobre su trabajo como directoras y creadoras en los distintos ámbitos teatrales.

 

La creación femenina en el arte dramático actual

 

Por Marta Santiago Romero

Foto destacada: Espectáculo La Rosa Mutabile, de la cía. Musa Carmen Fernández. Diseño de iluminación: Lola Barroso.

 

Desde finales del siglo XX se ha puesto el foco de atención en las grandes desigualdades que existen en los ámbitos de la cultura y las artes (visuales, plásticas y escénicas) en España. Con la llegada a las universidades de los estudios de género y la aparición de diferentes publicaciones académicas, se ha podido hacer un análisis cada vez más profundo de la realidad cultural y social. Además, en los últimos años, ha aumentado la presencia y acción de múltiples asociaciones y colectivos feministas que denuncian una clara discriminación estructural de las mujeres en el mundo del arte e intentan promover cambios para tratar de terminar con la brecha de género.

En el año 2020 se emitió el primer Informe sobre la Aplicación de la Ley de la Igualdad en el ámbito de la cultura del Observatorio de la Igualdad de Género, del que podemos extraer dos ideas principales que abordaremos aquí: que la presencia de las obras creadas por mujeres es mínima; y que pocas mujeres logran visibilizarse como autoras, directoras, dramaturgas y técnicas teatrales. Algo que choca con los últimos datos publicados (año 2019), en la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales de España, del ministerio de Cultura y Deporte, donde podemos observar que existe un 6% de mujeres interesadas en el teatro frente a un 4.7% de hombres; y que indica una participación y asistencia femeninas de un 26.8% frente al 22% del colectivo masculino. A su vez, los datos de participación e interés chocan notablemente con los datos de empleo y dedicación que, anualmente, el Ministerio de Cultura y Deporte publica en forma de análisis de indicadores estadísticos vinculados a las artes escénicas por sexo. El último informe, publicado en noviembre de 2021, analiza los datos recogidos del año 2020 e indica que, del volumen de empleo en actividades de creación, artísticas y de espectáculos (65,5 mil), solo un 36,8% eran mujeres.

 

Lejos de alcanzar la igualdad

Un montón de asociaciones y agrupaciones de mujeres se enfrentan a estos datos y algunas de ellas han participado en esta publicación. Una de ellas es Clásicas y Modernas, asociación referente en la investigación y estudio de la igualdad de género en la cultura, creada por mujeres profesionales de la literatura, el periodismo, las artes plásticas, la danza el teatro y el cine en sus distintas facetas (creación, gestión, investigación, crítica, teoría, enseñanza…).  Movidas por la necesidad de visibilizar a las mujeres en la historia; investigar y homenajear a las creadoras del pasado, y comprender la cultura como un instrumento decisivo para alcanzar la igualdad, luchan fervientemente para respaldar y visibilizar las creaciones hechas por mujeres.

DONDE-ESTAN-LAS-MUJERES-godot Periódicamente publican, junto con la Fundación SGAE, un estudio que arroja cifras y datos concretos sobre la presencia de las mujeres en las artes escénicas en las programaciones de los teatros públicos de gestión estatal o autonómica, conocido con el nombre ¿Dónde están las mujeres en las artes escénicas?. El último estudio publicado, perteneciente a la temporada de 2018-2019, presentaba porcentajes muy débiles acerca de la presencia de las mujeres en el panorama teatral. Sin embargo, a pesar de que las cifras son bajas comparadas con la presencialidad de los hombres, lo evidente y lo que tenemos que celebrar es que se esta avanzado. Nieves Mateo, vicepresidenta de la sección de artes escénicas de Clásicas y Modernas, actriz, periodista y profesora de arte dramático en la RESAD (Real Escuela de Arte Dramático), tiene claro que el aumento de la presencia femenina en el teatro está ocurriendo: «En la actualidad están Ana Zamora, Carolina África, Yolanda Pallín, Angélica Liddell, Itziar Pascual, Denise Despeyroux, María Velasco, Nieves Rodríguez, Lola Blasco, Marta Pazos, Pilar Almansa, Lucía Carballal, Jana Pacheco, Eva Redondo, Karina Garantivá, Vanesa Monfort, Beatriz Bergamín o Pepa Gamboa, y directoras y dramaturgas. También directoras y programadoras de teatros, como Carme Portacelli, Laila Ripoll y Natalia Menéndez. Todas ellas tienen lenguajes y discursos distintos, pero cuidan y piensan muy bien la presencia de los personajes femeninos en el arte escénico. Hablan de algo que las interpela como mujeres en relación con el mundo». A pesar de que se están haciendo avances, estos son lentos. Desde Clásicas y Modernas, realizan acciones como El día de las escritoras en la Biblioteca Nacional o coordinan encuentros de creadoras de las artes escénicas en el Festival Internacional Clásico de Mérida: «Existe un desconocimiento en la historia de las creaciones de las mujeres olvidadas o silenciadas como medida de contrapeso debemos desmontar el canon; y hablo de desconfianza hacia nuestro trabajo, porque como Amelia Valcárcel señala las prácticas de minoración consisten en reducir el valor, dejar entrar a las mujeres por una puerta estrecha y echarlas por la puerta grande». Estamos aún lejos de alcanzar la igualdad, y Nieves Mateo nos da una posible explicación: «El trabajo de las mujeres para conseguir estar programadas en los espacios de las artes escénicas es mucho mayor que el esfuerzo de los hombres. El canon teatral patriarcal favorece a los dramaturgos y sus obras. Tienen que llegar mujeres con perspectiva de género a las direcciones artísticas de los teatros para que los porcentajes sea más equilibrados».

 

Distribuir y producir buscando el equilibrio

Si nos acogemos al informe publicado por Clásicas y Modernas sobre de presencialidad de las mujeres en el teatro, afirmamos una clara desigualdad entre hombres y mujeres que explicaría la existencia de empresas que aboguen por la distribución y producción de obras con un equilibrio de presencia femenina y masculina. Este es el caso de Territorio Violeta, fundada por Rosa Merás y Silvia Pereira para crear, producir y distribuir proyectos teatrales centrándose en la igualdad; uniendo el rosa y el azul para conseguir un mundo violeta, que se convertirá en el espacio de diálogo y equilibrio que tanto necesitamos alcanzar: «En Territorio Violeta apostamos por los equipos paritarios y nunca nos hacemos cargo de la producción ni distribución de un espectáculo que no tenga una ficha artística paritaria. Y debe ser una paridad real, es decir, que en los cargos de decisión haya mujeres y no en aquellos en los que son contratadas para trabajos como maquillaje, peluquería o ayudantías varias. Esos puestos son imprescindibles, pero no es una posición de toma de decisiones», nos cuenta Rosa Merás.

festival-territorio-violetaLos profesionales del sector teatral pocas veces analizan cuestiones como la presencia femenina en los proyectos y consideraron imprescindible llevar a cabo el Festival Territorio Violeta para poder hacer este trabajo de campo y «hacer pensar a todos los actores culturales que forman parte de la creación hasta qué punto aplican o no la perspectiva de género en sus espectáculos, salas, teatros, ferias y festivales». Merás tiene claro que no existe un apoyo real de las administraciones en cuanto a la producción, distribución y exhibición de las creaciones hechas por mujeres: «Son simples lavados de cara y siempre vienen empujados por nosotras, las feministas. Las mujeres en el teatro se encuentran todas las barreras que se encuentras otras mujeres en cualquier otro sector: machismo, tradición, costumbre, falta de cargos en la dirección, falta de acceso a los recursos, techo de cristal, suelo de pegamento…».

 

Un problema estructural

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Encuentro Iberescena + Tu proyecto escénico: Cómo solicitar ayudas. Organizado por la Liga de las Mujeres Profesionales del Teatro (LMPT), en colaboración con Iberescena y Verónica Mey Estudio.

 

Por otra parte, la Liga de Mujeres Profesionales del Teatro, al igual que la primera Liga de Mujeres, que fue creada en la conferencia de la Asociación Americana de Teatro de San Diego en 1981, está conformada por un grupo de mujeres que son muy conscientes de la desigualdad existente en el plano laboral y que están especialmente preocupadas por la escasez de dramaturgas y directoras de escena. Beatriz Velilla, presidenta de la LMPT (Liga de Mujeres Profesionales del Teatro), dramaturga, directora de escena y actriz, tiene claro que la invisibilización de las mujeres no es algo accidental: «Nuestra Liga tiene su origen en la necesidad de solucionar el problema de la escasez de mujeres en muchos oficios, premios y puestos de dirección en gestión cultural de las artes escénicas. Esto se trata de algo estructural, consciente y organizado por parte de las administraciones y de la sociedad patriarcal. Necesitamos reivindicar y visibilizar la autoría femenina y crear referentes de mujeres creadoras para las nuevas generaciones. Las administraciones tienen una gran responsabilidad en este sentido: debemos exigir medidas concretas y efectivas». A pesar de contar con seis mil integrantes en su grupo de Facebook, que se creó con el objetivo de invitar a todas las mujeres profesionales del teatro en España a que se sumaran a la iniciativa, la Liga de Mujeres Profesionales del Teatro no cuenta con tantas socias como debería tener, al igual que ocurre con el crecimiento de la presencia femenina en el sector teatral: «La lucha feminista, las políticas de igualdad, movimientos como el #metoo, el asociacionismo o las manifestaciones del 8 de marzo de los últimos años nos han hecho avanzar, sin duda, aunque falta mucho camino para lograr la paridad», comenta Velilla.

 

La voz de mujer en la dramaturgia actual

Históricamente las mujeres han sido invisibles para la cultura por dos motivos fundamentales: se consideraba que el hombre era el único capacitado intelectualmente y porque la mujer estaba relegada al ámbito privado y a las tareas del cuidado de los hijos y del hogar. «Los hombres se han quedado siempre con las partes más heroicas en la historia y han atribuido a las mujeres los papeles secundarios. La ausencia de las mujeres en la historia no provine de la no presencia, sino del sesgo. Hoy, aún, en el teatro las creaciones de las mujeres se programan en menor medida, menos días y en salas más pequeñas», afirma Nieves Mateo (Clásicas y Modernas). La masculinidad siempre se ha planteado como lo opuesto a la feminidad y, por ello, nunca se les podía permitir que ejecutaran lo que un varón ejecutaba, porque suponía no destacar al hombre. Marifé Santiago Bolaños escritora, doctora en Filosofía, patrona de la Fundación María Zambrano, profesora de Estética y Teoría de las Artes de la URJC y Vicepresidenta Segunda de Relaciones Institucionales de Clásicas y Modernas explica: «La creación artística siempre es del yo profundo. Hasta llegar al afuera hay todo un viaje que se vale de la razón técnica para desvelar el sueño creador convertido en objetivo, un viaje lleno de obstáculos y juicios punitivos. Ese puente no lo podían atravesar las mujeres porque significaría romper la norma del silencio y presencia en el afuera de lo común. La mujer creadora traicionaba, entonces, su naturaleza».

Si analizamos profundamente la sociedad y todos sus entresijos, podremos darnos cuenta de que existen, aún, dejes patriarcales que impiden a las mujeres alcanzar puesto de control o visibilizar su trabajo: «Si observamos la cartelera teatral o la programación anual del país, no encontraremos más de un 25% de mujeres dramaturgas o directoras de escena exhibiendo sus obras. La razón de que ocurra esto deberíamos preguntársela a los programadores, gestores culturales y a las administraciones que no exigen el cumplimiento de la Ley de Igualdad ni penalizan a quienes no la cumplen», nos afirma Beatriz Velilla (LMPT). Este dato lo podemos encontrar en el informe ¿Dónde están las mujeres en las artes escénicas? (2018-2019), junto con las siguientes estadísticas: un 22% de los textos son escritos por mujeres; un 28% del total de los espectáculos, son versionados, adaptados o con dramaturgia realizada por mujeres; y solo un 31% de las personas que dirigen y/o gestionan dichos recintos escénicos son mujeres.

 

Abrir debates sin dictar sentencias

«Para mí sigue siendo muy difícil actualmente encontrar apoyo administrativo, cada logro me lleva años de esfuerzo y de golpear puertas», nos cuenta Carolina Román, actriz, dramaturga y directora. En su última obra, Juguetes rotos, Román reflexiona sobre la identidad y la sexualidad y, con ella ha conseguido estar cuatro años rodando de escenario en escenario. Aunque, afirma, esto no es nada sencillo: «Los hombres son los que siguen teniendo más oportunidades y mejores puestos de trabajo. Son más y están mejor pagados que las mujeres que conozco. Pelear tu salario sigue siendo un reto actualmente». Señala Román no tiene ninguna duda de que, en muchas ocasiones, ha tenido que superar obstáculos para llegar a donde está ahora: «No sé si es por ser mujer. Pero yo me he encontrado más barreras que mis compañeros. Lo digo porque alguno de ellos empezó después que yo, y ahora tienen una carrera meteórica, mientras que mis compañeras no». Román no abandona en sus creaciones el debate sobre la condición de la mujer en un mundo patriarcal y siempre aporta a sus personajes femeninos una voz clara, fuerte, rotunda con la que elaboran discursos sobre la carencia, el esfuerzo, la lucha en el mercado laboral, la maternidad, el amor, el desamor, la madre, el patriarcado: «En mis obras siempre abro diálogos a través de mis personajes femeninos, no dicto sentencias; abro debate a mis propias preguntas. Cuento mi realidad, mi contexto histórico, mi contexto social, hablo de mí misma».

 

 

El feminismo que nace de una misma

Pilar Almansa es dramaturga, directora, docente y fue presidenta durante un tiempo de la LMPT. Afirma que «es cierto que está existiendo un aumento de la presencialidad de las mujeres en el teatro, pero es un camino que se está recorriendo de forma muy lenta y hay una sensación de que se ha aumentado más de lo que verdaderamente se ha aumentado. Las mujeres seguimos teniendo más dificultad de acceso a las salas grandes y a estar programadas durante largas temporadas». Almansa, al igual que Román, lleva a sus espaldas una exitosa carrera, pero también ha tenido que hacer frente a obstáculos a lo largo de los años que, en su momento, no identificaba como consecuencia de ser mujer: «Posiblemente que fuera mujer importaba. Pero en su momento pensaba que no tenía suficiente confianza en mí o que no habían gustado mis dramaturgias. Es una estructura muy difusa, no es algo concreto que pueda describir. Simplemente, hay ciertas cosas que no ocurren, pero no entiendes por qué. Sin embargo, si miras a los otros, sí ves que a ellos esas cosas sí les ocurren y sí se les conceden. Luego analizas la situación, y te das cuenta». Almansa ha tenido y tiene éxito con cada dramaturgia y texto que presenta y considera que existe una intención en el sector cultural de apoyar a las creaciones hechas por mujeres; sin embargo, apunta directamente a la falta de ayuda en cuanto al criterio de concesión de las subvenciones: «La mitad de las subvenciones debería ser destinado a proyectos liderados por mujeres, ahora mismo, que yo sepa, esto no es así. Es muy complicado que las administraciones lo hagan y, siendo realista, no va a formar parte de sus prioridades». En sus dramaturgias, Almansa tratar de tocar temas que, históricamente, las mujeres no podían abordar como la economía, la política, la corrupción… «La realidad de ser mujer implica también la posibilidad de hablar de la realidad en su totalidad. Desde mí, como mujer, señalando o no, el hecho de que la persona que está hablando es una mujer. Hablo desde mí y en ese discurso está el feminismo, porque el feminismo nace de mí», explica Pilar Almansa.

 

Imagen de Mauthausen, la voz de mi abuelo, escrita y dirigida por Pilar Almansa.
Imagen de Mauthausen, la voz de mi abuelo, escrita y dirigida por Pilar Almansa.

 

La edad y la maternidad como barreras

Mey-Ling Bisogno, reconocida coreógrafa y actriz, que ha seguido una carrera exitosa desarrollando un lenguaje de movimiento singular, tiene claro que las mujeres creadoras, y más en la danza, no son una minoría, Sin embargo, si calculamos la presencia masculina en la danza, nos dice: «Es irónico. Si miramos los porcentajes en los conservatorios y escuelas de formación, las mujeres abarcan casi el 80% del alumnado. Luego salimos al mundo real y nos encontramos que sus oportunidades laborales no superan el 20% si las comparamos con las de los hombres». En conclusión, si esto ocurre, debe existir un muro que ese 80% de alumnas de danza tienen que saltar si quieren seguir trabajando como bailarinas o coreógrafas. Pero, ¿qué tipo de barreras pueden impedírselo? Bisogno lo tiene claro: la edad y la maternidad: «En la danza existen dos categorías para las creadoras: consagrada y emergente. Una vez entras en los 50, si no eres consagrada a nivel internacional, nadie sabe catalogarte. Es entrar en un área gris, indefinida y confusa. Luego, la maternidad sería el punto en el que sentí por primera vez discriminación. Es muy difícil olvidar cuando me decían que no podía ser madre y bailarina a la vez; o que la danza se convertiría en mi hobby y no en el centro de mi vida». Bisogno también trata de luchar contra la desigualdad existente en el arte dramático siendo comisaria del festival Ellas Crean, cuyo objetivo es visibilizar y reivindicar el trabajo de las mujeres en el mundo de la cultura. Este año se pondrá acento en la recuperación de la memoria como fuente de inspiración: «Mi responsabilidad es el programa Danza en los museos, que este año incluye trabajos de nueve coreógrafas en diferentes espacios de los museos nacionales que tienen su sede en Madrid».

 

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Peep Box 350º, los soldados de franela de Mey-Ling Bisogno.

 

Un nuevo enfoque

Lucía Miranda, directora de escena, dramaturga, arte-educadora y fundadora de su propia compañía, Cross Border Project, también tiene un recorrido exitoso marcado por obras en las que trabaja muy a menudo con lo que le rodea y con su relación como mujer con el mundo y el contexto histórico en el que vive. Abre debate e invita a la reflexión sobre los problemas de las mujeres que ejercen carreras históricamente masculinizadas, sobre el cuidado del hogar, sobre la violencia vicaria, sobre el feminicidio: «Mi escritura es del presente y de los conflictos presentes. Escribir sobre ellos es una manera de entender por qué nos ocurren todas estas cosas solo por ser mujeres». Ha luchado, como todas las demás, para hacerse un hueco en las carteleras teatrales, y afirme que las creaciones de mujeres están cada vez más presentes y enarbolan discursos sobre temas que, hasta ahora, se habían articulado desde un enfoque distinto: «Es el momento donde empiezan a aparecer otro tipo de historias en los escenarios, como por ejemplo, la maternidad contada desde las madres, no desde los hijos como históricamente ha sucedido. El feminismo tiene que ver en esto, en lo que contamos y en cómo lo contamos».

 

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Casa de Lucía Miranda.

 

Diversidad en temáticas

Las mujeres están tomando su propia voz para hablar todo tipo de temas y también formar un discurso sobre el mundo en el que viven. Ahora nos encontrarnos en el frente de batalla y comenzar a tener un discurso en el escenario sobre temas que aún nos cuesta afrontar y que, desde la voz de mujer, generan una desconfianza que siempre ha estado presente.  Pareciera que las mujeres están relegadas constantemente a hablar sobre su condición como mujeres e invitadas a hacer una autorreflexión sobre ellas y el mundo: «Cuando nos confinamos a esos temas, resulta más fácil tener proyección. A mí me gusta hablar de política y siento que, en cuanto lo hago, genero desconfianza. Si hablo de la maternidad, por ejemplo, parece que tengo un doctorado en maternidad», explica Pilar Almansa. Actualmente podemos encontrar todo tipo de creaciones de mujeres que construyen su discurso sobre temas que dialogan con el presente. Por supuesto, la reflexión y lucha feminista se materializa en múltiples formas en la dramaturgia. «Ahora en el teatro escrito y dirigido por mujeres, encontramos muchos textos y espectáculos que abren debate y parecen un mitin político, pero es una necesidad vomitar toda la injusticia que vivimos en el día a día. Algo que tenemos claro las mujeres que nos dedicamos al teatro, es que siempre se nos va a pedir la excelencia, nunca se nos van a perdonar los errores. Esto hace que, en la mayoría de casos, encontremos espectáculos más creativos, más profundos y más comprometidos», confirma Rosa Merás (Territorio Violeta). Por su parte, Nieves Mateo (Clasicas y Modernas), también nos acerca a las temáticas que afrontan las voces femeninas de la dramaturgia actual: «Las creadoras actuales tocan todos los palos temáticos. Les interesan las temáticas sobre la infancia y la juventud, la diversidad funcional, la multiculturalidad, la sexualidad, la prostitución, la biodiversidad y el ecologismo. Y hablan de estos con una mirada, eso sí, distinta, más luminosa». En esa mirada luminosa hace también hincapié Carolina Román: «Existe un auge maravilloso, un aire fresco. Deseo que esto siga. Almudena Grandes me dijo que hay historias que son contadas por las hermanas mayores a las menores, para que estas, a su vez, les cuenten a las que siguen… Me gusta pensar que así seremos nosotras: creando y ayudando a crear». Marifé Santiago Bolaños señala que, a pesar de todas las dificultades del mundo y sus compromisos inestables, «la creación artística de las mujeres tiene que enfrentar miedos e intereses atávicos, pero está propiciando derechos humanos de un modo imparable. Y los derechos, una vez muestran su rostro, hay que cuidarlos y hacerlos crecer, pero ya han quedado prendidos en el imaginario social».

 

Las creadoras entre bambalinas

Los estudios de dramaturgia y dirección en España, están reglados desde, aproximadamente, unos veinte años; sin embargo, los de escenografía y figurinismo, por ejemplo, llevan reglados menos tiempo. Cuando las mujeres comienzan a desenvolverse como profesionales entre bambalinas, lo hacen en puestos de vestuario, porque labores técnicas o de escenografía estaban etiquetadas como ‘trabajos de hombres’. Ahora la situación ha mejorado, pero estamos lejos de alcanzar el equilibrio: «Los datos de la presencialidad de las dramaturgas y directoras en el teatro son muy desalentadores, pero también es descorazonador el reto de nuestras compañeras iluminadoras, escenógrafas, diseñadoras de sonido, regidoras, utileras, técnicas… Que llegan a un teatro junto al elenco y se encuentran repetidamente con la pregunta: ¿ha llegado ya el técnico?», comenta Beatriz Velilla (LMPT). Elisa Sanz, exitosa escenógrafa, ganadora de varios Premios Max a lo largo de su carrera a mejor escenografía y mejor vestuario y figurinista española, reflexiona con nosotros acerca de la situación actual de la mujer en España en estos puestos: «aún hoy los y las técnicas de sastrería reciben menor salario que los técnicos de iluminación y sonido. También los cachés de diseño de vestuario son inferiores a los de diseño de escenografía cuando ambos son de igual importancia en la puesta en escena contemporánea, y esto sí que es algo de lo que hablar ya que esta inferioridad de cachés en vestuario y en sastrería viene de una vinculación de estas profesiones al género».

 

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El jardín de las Hespérides de Cía. Soto-Hojarasca. Vestuario de Elisa Sanz.

 

Karmen Abarca, vestuarista y técnica (escenografía e iluminación), apoya la misma idea que Sanz: «Las secciones feminizadas (peluquería, sastrería, maquillaje, regiduría, producción…) cobran menos. Hemos calculado, aproximadamente, que hablamos de un sueldo menos en comparación. Algunos piensan que es porque no pisan el escenario. Sin embargo, la realidad es que en el convenio firmado antes de los 80 es donde podemos encontrar que los trabajos que históricamente eran ejercidos por hombres, cobraban más; mientras, las mujeres cobraban menos. Se sigue manteniendo».  Pero también hablan de ‘puestos masculinizados’, como contraposición a los demás, haciendo referencia a todos los puestos donde había una mayor presencia masculina: la maquinaria, la iluminación y el sonido. Actualmente vemos cada vez más mujeres en estos puestos, ¿pero existen diferencias económicas por el hecho de ocupar un puesto que era considerado masculino? «Sí, suelen pagarles menos. Cada vez ocurre menos, eso es verdad, pero sigue ocurriendo. Muchas veces ni te enteras. Te están ofreciendo un puesto de trabajo, aceptas y entiendes que el resto cobrará lo mismo. Pero no. Ahora es cuando se empieza a levantar esa liebre», comenta Abarca.

 

(Debajo, video de I’m a survivor de María San Miguel con escenografía y vestuario de Abarca)

 

Si echamos un vistazo atrás y nos situamos en los años 90, es muy difícil encontrar nombres de mujeres en el ámbito de la escenografía; sin embargo, es importante resaltar que la cosa ha ido evolucionando y ya no se trata de cuántas mujeres hay en determinados ámbitos, es mucho más importante observar si estamos evolucionando: «Existen muchas ideas encorsetadas en las profesiones anteriormente masculinas. Es lógico que existan pocas mujeres en determinados trabajos, pero es esperanzador que cada vez haya más y muy buenas, por cierto. Creo que, reflexionando sobre ello, debemos celebrar que el encorsetamiento está prácticamente desaparecido y tenemos que seguir consiguiendo, unidos hombres y mujeres, que la igualdad no sea algo de lo que hablar, sino con lo que vivir», insiste Sanz.

 

Lola Barroso es diseñadora de iluminación, directora técnica de teatro, danza, conciertos, ópera y musicales, y ganadora del Premio Max 2018 a Mejor Diseño de Iluminación por Furiosa Escandinavia; y tiene claro que «la representación en el mundo de la iluminación, desde el punto de vista técnico, ha incrementado en los últimos años. Aunque, si hablamos de las mujeres creadoras de diseños, autoras de iluminación escénica… El porcentaje, aún, es menor. Baste decir como ejemplo que el Asociación de Autores de Iluminación somos unos 300 socios y sólo 16 somos mujeres, es decir, sólo un 5.3% y de estas más de la mitad compagina su trabajo de Diseñadora como Técnico para poder llegar a fin de mes. Es muy triste», confirma Barroso. Movida por esta realidad y considerando ya una obligación hablar de la desigualdad y discriminación, decidió presentar a la Asociación de Autores de Iluminación una actividad para dar visibilidad a la Mujer Autora de Iluminación con el nombre Mujeres de luz, que, finalmente, se llevará a cabo el 14 de marzo en el Teatro de la Abadía: «Es un encuentro donde queremos reunirnos mujeres profesionales del Arte Escénico a modo de mesa redonda y reflexionar y hablar sobre cómo nos sentimos y cómo estamos evolucionando», nos cuenta Barroso.

 

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Imagen de Furiosa Escandinavia.

 

La sombra de la distinción de género

Todas las mujeres que participan en este reportaje han sido pioneras en distintos ámbitos: asociaciones, empresas, estudios, obras, proyecciones… Pero da igual el tiempo que lleven trabajando o los éxitos alcanzados, siempre tendrán que hacer frente a obstáculos: que su voz esté siempre puesta en tela de juicio, que les persiga siempre la distinción de género y que en su camino se interponga un techo de cristal. Nieves Mateo recalca en todo esto que «nos encontramos con el hecho de que, por lo general, son los hombres los que validan el trabajo creativo de las mujeres y establecen si estamos, o no, cualificadas. Son ellos los que juzgan si estamos a la altura del papel». Pilar Almansa nos cuenta: «a mí me ha pasado en muy pocas ocasiones como directora, pero me ha pasado. Insisto, en la mayoría de los casos no me pasa, pero alguna vez sí. En alguna ocasión, dirigiendo alguna de mis obras, sí me he encontrado con algún técnico que me habla como si no tuviera ni idea de lo que estoy haciendo. Es muy desagradable».

Lola Barroso, por su parte, tiene algunos recuerdos desagradables de sus inicios como directora de iluminación: «Cuando yo estaba empezando mi carrera, me ignoraban en los equipos de trabajo e incluso aguantaba comentarios sexistas. No me dejaban trabajar y me relegaban a hacer cosas de menor importancia, como barrer el escenario. Ahora lo que más noto es una actitud de que tengo que demostrar lo que sé y es bastante molesto, en un hombre todo se da por sabido y demostrado».

Elisa Sanz recalca que es necesario dejar de distinguir entre hombres y mujeres para comenzar a hablar de ‘profesionales y artistas’ en conjunto. Tener siempre que hacer una distinción de género ha provocado que, a veces, le hayan llamado para trabajar por el hecho de ser mujer: «Me ha pasado más veces de las que me gustaría recordar. Solo quiero que me llamen por mi profesionalidad. Cuando vivamos el día a día en cualquier profesión desde la desaparición del género, entonces, estaremos en un mundo de iguales». Lola Barroso también subraya este hecho, al haber ocupado un puesto que, históricamente, ha caído en manos masculinas: «Esto suscita cierto interés y una idea equivocada de que un toque femenino aportará al diseño de luces más sensibilidad y otro carácter diferente que las creaciones de un hombre. No hacemos cosas diferentes por ser mujeres. A mí, particularmente, me molesta que me llamen por ser mujer, aunque creo que tal y como estamos, es beneficioso porque nos visibiliza. Somos artistas y profesionales y aportamos a nuestra profesión una visión particular al igual que lo hace el hombre». Pilar Almansa reconoce también que ha recibido llamadas para dirigir proyectos por ser mujer: «Hay personas que me han llamado para estar en proyectos, diciendo que querían que los escribiera o dirigiera una mujer… Me gustaría, como artista, que me llamaran por lo que hago. Independientemente de que sea mujer u hombre».

 

Un futuro esperanzador

A pesar de que las cifras han mejorado, está claro que tenemos que seguir avanzando y que estamos muy lejos de alcanzar la igualdad en el mundo de la creación teatral. En el momento en que ya no haga falta escribir textos como este; cuando ya no llamemos a las creadoras para reflexionar sobre su condición como mujeres creadoras, sino como artistas, sin distinción; y cuando haya un porcentaje equitativo en las carteleras de los teatros públicos y privados y en los puestos de trabajo… Entonces, solo entonces, la igualdad será nuestra realidad y no nuestro deseo. Recupero ahora, para finalizar, una reflexión que Marifé Santiago Bolaños hace al respecto: «La obra creadora de las mujeres tiene que estar presente, como derecho cívico incuestionable pero también como elemento de unión y acercamiento. Su diversidad, su no tenerle miedo a la multiplicidad posible de discursos estéticos porque no se trata de imponer, otra vez, un canon unidireccional exclusivo, sino de permitir que lo múltiple halle sus puntos de comunidad. Otro mundo es tan éticamente deseable como estéticamente posible y la decadencia de sociedades obstinadas en lo contrario es la mejor demostración de que los sesgos y la desigualdad solo producen injusticia y dolor».

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí