Fotos: Sergio Parra
¿Qué ocurrió realmente en 1985 en un frontón de Algorta entre dos Gondras? Hoy, cuando ya han transcurrido más de treinta y cinco años, intento averiguar la verdad, pero nadie desea hablar de aquel tiempo de violencia y de odios: unos piensan que es mejor no remover un pasado que aún duele y otros creen que hay que volver rápido aquella página.
Y las preguntas se van acumulando: ¿hasta cuándo tendrá que seguir pagando mi prima Ainhoa por lo que hizo siendo una adolescente? ¿Hasta cuándo seguirá sufriendo mi madre por el perdón que nadie pidió? ¿Quién dará el primer paso para romper por fin la cadena de la culpa? ¿Qué haremos con ciento veinte años de restos de Gondras cuando dentro de unos meses venza la concesión de la tumba familiar?
Quizás haya llegado el momento de hacerse esas preguntas en voz alta y encontrar motivos para la esperanza.