Por Andrés Lima
Fotos: Lau Ortega
Shock 2 (La Tormenta y la Guerra) está siendo creada bajo otro gran shock: el impacto del coronavirus, y todavía estamos desorientados, presos del miedo y la incertidumbre, esto nos hace enormemente vulnerables. De nuestra reflexión conjunta, de nuestro coraje para enfrentarnos a esta enfermedad, de nuestro sentido de la fraternidad es de donde podremos sacar la fuerza y la inteligencia para salir de esta gran crisis con la esperanza de ser mejores. Pero de todo gran shock se puede sacar provecho en detrimento de otros, el poder del dinero lo sabe, las grandes corporaciones de todo el mundo lo saben y será extraño pensar que no aprovecharán la oportunidad para hacerlo. De eso trata este montaje, de nuestra historia reciente y de cómo el neoliberalismo ha sabido avanzar como una apisonadora hasta el día de hoy (Naomi Klein y su libro La doctrina del shock son nuestra inspiración).
Shock 2 empieza donde acabó Shock 1 (El Cóndor y el Puma), que iniciaba con el auge de la doctrina monetarista de Milton Friedman y sus Chicago Boys (Universidad de Chicago), y que continúa avanzando a través de la segunda mitad del siglo XX. Los primeros experimentos del shock económico y militar son el golpe de estado de Pinochet en Chile seguido de la Operación Cóndor en gran parte de América Latina, maridando economías neoliberales con regímenes dictatoriales impuestos por la violencia y la violación de los derechos humanos.
Shock 2 comienza en los años 80, con la revolución conservadora capitaneada en Europa por Margaret Thatcher y en EEUU por Ronald Reagan y culmina en el primer gran shock del siglo XXI: la guerra de Irak, guerra en la que fuimos partícipes. Porque de eso trata Shock, de reflexionar sobre en qué medida somos partícipes de nuestra historia, de nuestros shocks, de nuestros golpes, de nuestra violencia.
El teatro es emoción, es ritmo, es armonía y esa es nuestra propuesta, nuestra manera de mirar, de hacernos preguntas. El periodismo es crítica, es documento, es reflexión, es otra forma de mirar, es también un espejo como lo es el teatro. La mezcla de los dos es Shock.
Intentaremos reflejar los hitos históricos que han marcado este “Final de la Historia” como lo llamó Fukuyama. Se equivocó, la historia sigue y como una buena historia teatral nos tiene en suspenso.
Wojtila, Yeltsin, Deng Xiao Ping, Mandela, la familia Bush, los Aznar, Rumsfeld, Cheney o Saddam, además de Margaret o Ronnie son algunos de los personajes de nuestra obra. También los miles de anónimos, auténticos protagonistas de Shock, el pueblo. El pueblo iraquí, el pueblo sirio, el pueblo americano, el pueblo español, el pueblo kurdo…
Moscú, Washington, Johannesburgo, Polonia, Irak, Afganistán, los campamentos de Sabra y Chatila en Libano, el Hotel Palestina en Bagdad o la plaza de Tiananmen en Pekín serán nuestros escenarios.
En el intento de comprender y de disfrutar con el público estamos empeñados. Y como Dorothy en El Mago de Oz, decimos: “Como en el teatro no se está en ningún sitio”.