“Si el éxito va en paralelo al esfuerzo de la compañía,
¡va a ser la bomba!”
Allá por marzo todo apuntaba a que Carolina África iba a rematar una gran temporada estrenando en el CDN y con la CNTC, pero ya sabemos qué sucedió. Ahora, la dramaturga, directora y actriz, vuelve a la carga estrenando en Madrid la última producción de La Belloch, Otoño en abril, segunda parte de la celebrada Verano en diciembre, y Sueño de una noche de verano. Charlamos con ella sobre este regreso, cómo ha vivido ella el parón por la COVID-19 y nos hace un adelanto de sus planes futuros.
El regreso de Carolina África a los escenarios
Carolina, a ti el estado de alarma te pilló a punto de estrenar Otoño en Abril en el CDN y finalizando los ensayos de Sueño de una noche de verano, tu segunda adaptación para la joven del CNTC, además de enfrentarte al cierre de la sede de La Belloch, ¿cómo viviste esos días?
Ha sido como una montaña rusa de emociones ¡porque además hay una bomba que no te he contado!(Ríe)
La primera sensación fue de shock e incertidumbre por la frenada en seco, más el susto económico de la compañía. Poco a poco hubo un reorden de prioridades y entendí que lo importante estaba en otro sitio. Con la calma descubrí qué es eso de parar, en esta profesión siempre andamos corriendo, parece que el espectáculo está por encima de todo y, de pronto, tocó refugiarse. Fue muy raro ver cómo era la vida así, con un bebé de dos años, sin coles ni abuelos, de hecho escribí un infantil porque mi universo era poder contemplar al peque y ver cómo vivía él el encierro.
Luego vino la bomba: ¡Me quedé embarazada! Era un plan que teníamos para cuando acabáramos las funciones del María Guerrero, pero nos llamaron del CDN para decirnos que no veían viable la reprogramación, nos tiramos a la piscina y me quedé embarazada; después llamaron para decirnos que finalmente sí, que íbamos en septiembre. Las funciones no las haré yo, las va a hacer Beatriz (Grimaldos) porque en la obra remuevo una energía de algo que me pasó en mi primer embarazo, una preclamsia, y no me apetece moverla, aunque sí haré las funciones de Verano en diciembre.
También vinieron muchos cambios, sostener la estructura de la compañía era inviable y tocaba soltar cosas que no podíamos abarcar, como hacer frente al alquiler del local. Han sido momentos muy difíciles, pero con otros muy luminosos, de acomodarse con las circunstancias que hay y salir adelante.
Ha sido un paréntesis en el que repensarse y saber que ya no somos las mismas que empezamos, pero estamos con las mismas ganas y la misma ilusión o, si cabe, todavía más. Nuestros deseos máximos están en que la vida teatral vuelva en septiembre y que podamos compartir esto que tanto anhelábamos en el mes de abril. Mira, la obra es Otoño en abril y no pudo estrenarse en abril, pero sí en otoño.
¿Cómo se presenta la vuelta a los escenarios para La Belloch?
Con muchas ganas y mucha incertidumbre porque Laura (Cortón), mi socia, y yo tenemos puestos ahí nuestros ahorros. Hay muchas cosas en juego, emocionales, económicas, de amistad, porque La Belloch es algo familiar y de amigas unidas y con ganas de tirar pa’lante. Todo es un delirio de inconvenientes, decía Pilar (Manso): “Si el éxito va en paralelo al esfuerzo que tiene que hacer la compañía, ¡va a ser la bomba!”.
Pero lo afrontamos con un deseo profundo de que todo el mundo, de manera responsable, contribuyamos a que no sean los teatros los perjudicados a la hora de tomar medidas de protección. Confiamos mucho en que haya un trabajo muy serio por parte de todos los que nos dedicamos a la cultura para hacerlo viable y seguro, y con los deseos puestos en la vida, en que esto tiene que seguir.
¿Cómo ha sido la vuelta a los ensayos? ¿Qué tipo de medidas de seguridad habéis adoptado?
Lo primero ha sido responsabilidad y cuidados por parte de cada una en sus entornos, con mascarillas, respetando la distancia, que no me gusta llamarla “social”, puede ser física, pero no social. Cuidándonos sin paranoia, pero sí con responsabilidad, ensayando siempre con mascarilla, metro y medio de distancia y llevando a cabo todos los trámites que el CDN pide para las personas vulnerables como somos Lola (Cordón) y yo, ella por edad y yo por el embarazo.
Esta secuela nació a raíz de las becas de Dramaturgia contemporánea del Pavón Teatro Kamikaze, ¿qué te llevó a decidir que lo que escribirías sería la segunda parte de Verano en diciembre?
Cuando me llamó Isra (Israel Elejalde) para decirme que me habían dado la beca, no había pensado mucho sobre ello, simplemente di un título, porque muchas veces habíamos hablado que Verano en diciembre admitía una tetralogía, jugando con las cuatro estaciones del año y sus meses opuestos, y sin pensarlo demasiado di el título: Otoño en abril.
Dices que esta segunda parte habla del “paso de ser hija a ser madre”, ¿a qué te refieres?
Como el personaje que interpreto en Verano en diciembre está embarazado y la función termina con ese embarazo, había fantaseado mucho con continuar con la vida de esos personajes jugando a volcar un poco de mi experiencia con la maternidad y la de otras muchas mujeres que conocí en grupos de lactancia, volcando en la ficción miedos, anhelos, cosas que no te han pasado, pero que podrían haberte pasado. Fue un poco jugar con la autoficción, algo que está tan de moda y que yo no era consciente que practicaba. Creo que la creatividad funciona cuando uno se implica emocionalmente y mi estado era ese. El resultado, siendo muy lejano a mi historia, sí que tocaba temas que a mí me importaban.
También hablas de la vuelta al hogar, por mucho que este a veces no nos permita ser o expresarnos como realmente queremos ser.
Es que hay algo idílico cuando pensamos en la familia, en la gente que te quiere de manera incondicional. Te reencuentras y, reencontrarte con la raíz, es reencontrarte con demonios del pasado, con valoraciones de los otros que te siguen viendo cómo te recuerdan y no como tú crees que eres ahora. En esa vuelta al hogar con los hermanos, con los padres, hay toda una lucha de cómo encajar en la familia, quién eres ahora y quién fuiste. Esas relaciones que van del amor al odio, o al reproche, me interesan mucho. Es esa vuelta al hogar desde otra etapa de la vida que colisiona mucho con quien la familia te obliga a seguir siendo. Me parece que la familia es un tema inagotable.
¿Qué ha pasado con estas mujeres desde que los dejamos al final de Verano en diciembre? ¿Cómo son ahora?
Yo creo que todas pensaban que sus anhelos estaban en un lado y que, cuando los cumplieran, iban a ser felices. Pero, como pasa en la vida, la sensación de insatisfacción y la búsqueda de nuevas cosas continúan. Creo que cada una, desde su personalidad, sigue evolucionando y reivindicando lo que cree que necesita. Quizás es un poco más amarga que Verano en diciembre, más dura.
Bueno, eso suele suceder con las trilogías y las tetralogías, ¿no? El segundo episodio siempre es más oscuro.
Sí, hay algo ahí como de pesadilla. Esa cosa idílica de la primera, de juntarse, aquí tiende más a separar caminos, quizá para en un futuro volver a juntarse. No sé si algún día retomaré las otras dos, es algo que está ahí. A lo mejor después de estrenar Otoño en abril me entran ganas de darle a la tercera parte.
Antes nos adelantabas que además de poder ver Otoño en abril, tendremos oportunidad de recuperar la primera parte, Verano en abril, en tres funciones los domingos, ¿verdad?
Sí, así es. Es muy bonito poder ofrecer las funciones juntas. Pero hay una cosa que no vamos a poder hacer y que nos da mucha pena. La idea era invitar, a quien quisiera ver el díptico, a tomar un refresco o un vino y celebrar que, después de haber estado hace años en la sala pequeña, ahora volvemos al escenario principal. Era un motivo muy grande de celebración para la compañía, pero ahora por COVID no puede ser.
Carolina, te caracterizas por ser un espíritu inquieto. Según estás poniendo sobre el escenario un espectáculo, ya tienes la maquinaria de otros proyectos en marcha, ¿esta temporada será igual?
Además de Otoño en abril y Verano en diciembre en el María Guerrero, estará Sueño de una noche de verano en la Comedia a partir del 1 de octubre. Luego, he hecho el guion cinematográfico de Verano en diciembre, que está a la espera de productora, pero tiene muy buena pinta. También hay una obra que escribí con la beca SGAE que se llama El cuaderno de Pitágoras sobre una experiencia como voluntaria en la cárcel, que es el siguiente espectáculo que voy a montar, y algo haré con el infantil que he escrito durante el confinamiento. Además estoy con otro texto, escribiéndolo en horas intempestivas, cuando duerme el peque y la vida lo permite, con el que estoy muy ilusionada.