«Reír es la mejor medicina para el alma»
Por Jorge Gª Palomo/@jorgegpalomo
Dianela Padrón lleva el humor en vena. Acaso es el sentido de su vida. Lo que libera su personalidad más genuina. Porque la guasa, la crítica y el atrevimiento son consustanciales a esta mujer venezolana que cruzó el charco para reencontrarse a sí misma y ha creado una legión de fans. En torno a ella gravitan espectáculos tan ingeniosos y originales como Cómicas Degeneradas, Foráneas o Pa’ qué nos conquistan. Sí, su segunda casa (o quizá la primera) es Monólogamia, productora de espectáculos cómicos que está haciendo más por la risa de este país que el Congreso de los Diputados. Pese a su aspecto angelical y una aparente timidez, Dianela Padrón no se muerde la lengua y ha venido a la comedia para quedarse, contagiar hilaridad y defender la cultura como esencia para el crecimiento de la sociedad. Y, dentro de la cultura, cómo no, mención especial a gente brillante como los cómicos y las cómicas que nos acompañan en estas páginas. ¡Bienvenida a Godot!
¿Cómo se definiría Dianela Padrón y desde cuándo este fervor por la “commedia”, que diría Ignatius?
Soy cómica venezolana viviendo en España; y de no tener éxito en el amor y cansada de tanta corrupción en mi país me vine a España a forjarme un mundo mejor. Soy una chica dulce y cariñosa, bastante callada -a veces mi silencio se confunde con timidez-, pero cuando hablo genero sorpresa. Parece ser que mi aspecto no acompaña a mis pensamientos: mi humor no lo considero negro, aunque mi vida lo es; parece un culebrón, soy una mujer creativa, con facilidades de adaptabilidad a casi cualquier situación y desde que vivo en España me siento latinoamericana. Es el gran regalo, nunca llegué a conocer tanto a mis vecinos estando allí como aquí dentro. Lo de la “commedia” empezó a florecer en 2014 cuando vine desde Venezuela hasta Barcelona, donde hice un cambio drástico en mi vida, entré en crisis emocional y alguien me dijo que en los momentos de crisis sale tu verdadero yo. Y salió la Dianela cómica, que transforma sus desgracias en humor, que es capaz de comenzar desde cero y reinventarse. Empecé a contar mis movidas en enero del 2015, justo cuando por primera vez me atreví a subir a un escenario.
¿Cómo es tu día a día? Lo que se pueda contar entre tanto frenesí…
Mi vida cotidiana está ausente de rutina. Trabajo desde casa y eso me da la libertad cada día para despertarme y sorprenderme a mí misma, aunque eso no quiere decir que no trabaje con la disciplina de un soldado. Soy un poco desastre, me alimento a deshoras, se me olvida comer y beber agua cuando me concentro en algún proyecto, siempre me tomo un café al día, pero no tengo horario para eso. A veces me lo tomo en la mañana, otras veces en la tarde y a veces, ¿por qué no?, dependiendo las circunstancias en la noche, suelo jugar fuerte con esto. Un día me tome un café con leche y luego me pedí unos mejillones. Y no se lo aconsejo a nadie. No tengo horario fijo para escribir comedia, pero me gusta más hacerlo en las mañanas: es mi momento creativo mas guay. En las noches entre semana suelo ir a algún ‘Open Mic’ o micro abierto a probar chistes nuevos, veo alguna serie cómica o quedo con alguna compañera cómica a tomar algo. En mi día a día suelo quedar con mucha gente, generalmente, por algún proyecto, negocio o simplemente para pasar un rato agradable. Siento decepcionar con esto, pero nada de orgías ni sexo polígamo ni drogas. En ese sentido soy súper sana, aunque no me como una manzana en la vida ni hago yoga. Hay dos cosas que no he probado en la vida: la cocaína y la maternidad. Juro que cuando quede embarazada me meto una raya (Risas). ¡Que es broma, que hay gente que se lo cree todo!
El humor para Dianela Padrón es…
Es libertad. Dependiendo de lo que digas, hacer comedia es liberador, pero si hablas de la Familia Real o de política en general te puedes meter en problemas, lo cual es una verdadera lástima.
El teatro y la cultura son…
Son fundamentales para el crecimiento intelectual de una sociedad.
¿Qué opinas de los medios y las redes sociales?
Tengo una relación amor-odio con las redes sociales: las amo en el sentido de que me permite conectarme con gente maravillosa, que sigue mi trabajo porque le gusta y van a verme en el directo; luego se me acercan y lo comentan: eso me parece algo genial. Luego, odio que la gente relacione el talento y la calidad con la cantidad de seguidores, ya que me parece una trampa en su máxima expresión. Y otra cosa negativa que ha hecho mucho daño con la aparición de las redes sociales es que muchos de los empresarios de esta profesión han cedido la responsabilidad de llenar las salas al artista, a través de sus redes sociales, cuando realmente el cómico o cómica debería estar enfocado en su material, no molando todo el día para no perder seguidores.
¿Dónde podemos verte habitualmente, amiga, que no paras?
Una vez al mes en Barcelona y en Madrid, en el show de comedia latinoamericana “Si saben cómo nos ponemos, pa’ qué nos conquistan”. Una vez al mes en Madrid en El Chico Feo con “Cómicas Degeneradas”. En el Beer Station de Madrid con “Foráneas”, que es humor de otro mundo, tres cómicas extranjeras de diferentes continentes haciendo comedia: yo representando a Latinoamérica, Asaari Bibang del continente africano y Bianca Kovacs una cómica rumana que es una maravilla. En París, en el show “Hasta los marcianos hablan castellano” en el Café de París. Y por mis redes sociales, en Instagram soy @dianelapadron y en Facebook @lapadroncomedy. Ahí voy publicando los bolos que me van saliendo por el territorio español.
¿Vivimos buenos tiempos para el humor, pese a los ofendiditos…?
La gente se ofende por todo, pero creo que hay problemas para distinguir la realidad de la ficción, y yo creo que la libertad de una sociedad es poder hablar de todo. Ya después puede gustarte más o menos, pero hay que entender que los humoristas hacen bromas, no cambian el mundo. Una cosa es hacer chistes políticamente incorrectos y otra cosa es ser un político incorrecto. Y a veces son más condescendientes con un corrupto que con un humorista. No estoy de acuerdo que un colectivo juegue con el trabajo de un humorista porque ha hecho un chiste “racista”, por ejemplo, incluso cuando realmente sea así. Yo creo que con dejarlo de seguir es suficiente. Y opinar sobre el chiste también puedes hacerlo, pero no amenazar y buscar quitarle el trabajo por un chiste que ha ofendido. Esto me preocupa mucho. ¿Por qué no hacen lo mismo con gente que hace daño de verdad? Con gente que roba, con gente que se burla de verdad de algún colectivo o de la sociedad en general.
¿Qué y quiénes te hacen reír a ti en esta edad de oro de la comedia?
Me hace gracia ver que somos cada vez mas surrealistas como sociedad y eso que me preocupa y me da risa al mismo tiempo; me inspira mucho para hacer comedia. Y admiro a muchos comediantes, no solo españoles, sino también latinoamericanos. De aquí de España, me flipan Fernando Moraño, mis compañeras Asaari Bibang, Lucy Martí, Coria Castillo, Bianca Kovacs, Vera Montessori… Y Richard Salamanca, Jaime Caravaca… Es que tengo una lista muy grande y no me gustaría dejar de nombrar a nadie. Pero tengo muchos compañeros de profesión que son auténticos talentos poco conocidos; y también me flipan otros más conocidos, como Ignatius y David Broncano, que me parece que hacen una labor extraordinaria. De Latinoamérica, me encantan todos los cómicos que hemos traído a España a través de la productora Monólogamia, como los son Carlos Ballarta, Franco Escamilla, Lauriente y Mellera, Natalia Valdebenito y… me río muchísimo con Sofía Niño de Rivera, me parece una autentica joya de la comedia.
¿Qué significan para Dianela…?
– Cómicas Degeneradas… Un proyecto necesario para visibilizar a las mujeres cómicas profesionales, que tienen el valor de probar, actuar y defender su hora de comedia.
– Pa’ qué nos conquistan… Mi ‘hijo’ de dos años y medio, que nació gracias a transformar mis debilidades en fortalezas. Me ha dado no solo la oportunidad de actuar cuando no había escenarios para mí, sino de darme excelentes amigos (Marco, Lucy y Lex) que han estado siguiéndome el rollo hasta ahora. Espero y sueño que siga siendo así siempre.
– ¿Qué es Monólogamia y por qué sois tan necesarios?
Es una productora de espectáculos cómicos, que apuesta por la comedia de minorías… Latinoamericanos, rojos, mujeres, LGBT, etc. ¡Vamos! Todo lo que haga molestar a un facha. No solo apostamos por generar risas, sino también por dejar un poco de reflexión, sobre todo en estos momentos tan complicados que se nos están viniendo encima con la ola de racismo, machismo, xenofobia, nacionalismo, poco respeto por el medio ambiente, poca tolerancia en general… No solo en España, sino que lamentablemente es un fenómeno que está sucediendo en el ámbito mundial.
Tu tema infalible para desatar carcajadas…
Mi condición de inmigrante, ver las cosas desde otra perspectiva.
¿Consejos para un buen monólogo?
¡Que exista verdad!
¿Cómo recuerdas tu primera vez… en escena?
Genial, fueron los 5 minutos más gloriosos de mi vida gracias a mi profesor Gabriel Córdoba, que se encarga de que eso sea así con todos sus alumnos.
Un momento inolvidable de tu vida fuera de los escenarios, acaso relacionado con el humor… Quién sabe.
Cuando Ignatius se me acercó para decirme que le gustó mucho mi actuación. Estaba probando unos minutos en el micro abierto del Picnic y él era el presentador. Fue emocionante.
Un teatro o lugar para reír a carcajadas. De Madrid o el mundo entero.
El Santísimo Agave, el Medi y el Maldá en Barcelona. El chico feo, el Superlativo y el Beer Station en Madrid.
Una película, libro o canción para sentirnos bien en épocas anodinas.
Back to the future. Soy muy fan.
Algo que me haya olvidado y te parezca ignominioso y quieras decirlo públicamente aquí, sin pudor…
No me sé ningún chiste popular y nunca fui la graciosa de la clase.
Un mensaje a los lectores de Godot y teatreros del mundo, ávidos de cultura, sexo salvaje, risas, degeneración y espectáculos… ¡Adelante!
No dejen de venir a ver los shows de comedia. Reír es la mejor medicina para el alma.
Palabras de la gran Dianela Padrón… ¡Infinitas gracias, salud y risas, amiga!
