Por Álvaro Vicente / @AlvaroMajer
Ya es primavera en El corte inglés. ¿O es otoño? La última parte de la trilogía Crónicas ibéricas de la compañía Club Caníbal viene protagonizada por don Ramón Areces, fundador de los grandes almacenes más famosos de nuestro territorio. Tras abordar el sacrificio animal lúdico (Desde aquí veo sucia la plaza) y la picaresca española (Herederos del ocaso), toca meter el bisturí en el poder económico con Algún día todo esto será tuyo, otra dosis de humor negro sin conservantes ni colorantes que lleva la firma de Chiqui Carabante y el descaro interpretativo del trío cómico brutal conformado por Juan Vinuesa, Vito Sanz y Font García.
A Font García no le guste que lo cuente, pero Chiqui Carabante me lo contó, y yo, que me conozco esa mueca de cómico único de Font, voy a compartir la anécdota fundacional de la trilogía Crónicas Ibéricas: “lo de hacer una trilogía no era por un rollo intelectual ni nada, es que Font y yo hicimos un curso de distribución, en plan Pajares y Esteso. Estábamos sin un duro y nos fuimos a un curso de distribución. Allí dijeron que para que una compañía se dé a conocer, tenía que hacer un primer montaje para llamar la atención, un segundo montaje para afianzarse y un tercero para proyectarse. Así que quedamos con Juan (Vinuesa) y con Vito (Sanz) para tomar una caña y llegamos Font y yo todo contentos con la gran idea: vamos a hacer una trilogía”. De esto hace algo más de 4 años y parece que aquella hipótesis iba bien encaminada, al menos en el caso de Club Caníbal.
En el verano de 2015 estrenaban, en el extinto Frinje de Matadero, Desde aquí veo sucia la plaza, en torno a ese ritual macabro que consiste en tirar una cabra desde un campanario y ver cómo se espanzurra contra el suelo entre la algarabía de un pueblo en fiestas. Llamada de atención. Todavía siguen representándola y ha disfrutado de una gira espectacular para ser el primer espectáculo de una compañía. Un año después, también en el Frinje, tuvo lugar la puesta de largo de Herederos del ocaso, otra terrible parodia con un equipo de falsos paralímpicos como protagonista. Afianzamimento. También se ha podido ver en muchos lugares de España no exenta de polémica, pues plantea los límites del humor cuando se trata de colectivos sensibles como los discapacitados. Y en este arranque de temporada, la consolidación y el pasaporte a la proyección que supone abrir temporada en un teatro como La Abadía, que aunque tuvo años mejores, no deja de ser un templo de las artes escénicas a nivel mundial.
La guerra de los grandes almacenes
La característica de Club Caníbal, a parte del trabajo colectivo, una buena carpintería dramatúrgica y una intuitiva libertad interpretativa no exenta de técnica, está en el humor negro, en sentirse orgullosos herederos de toda una tradición española donde resuenan Gila, Tip y Coll, Berlanga y Azcona. Saber que en este caldo iba a hervir la historia de El corte inglés y de su supuesto fundador, en un país donde El corte inglés ha sido en muchas ciudades más sagrado que la catedral, tenía su morbo. ¿Por qué elegís a un personaje como Ramón Areces? Responde Chiqui Carabante, director y dramaturgo de la compañía, con otro pregunta: “¿Has estado últimamente en El corte inglés? Hay algo ya muy decadente, al menos en el de Preciados, que entré hace poco. Queríamos hablar del capital en España, de la empresa, del poder económico, y El corte inglés era ideal. Y luego porque, al menos nuestra generación y las anteriores, tenemos una relación emocional muy potente con El corte inglés, su simbología, su iconografía… era un acontecimiento cuando llegaba el anuncio de Navidad de El corte inglés, o el de primavera, usamos frases de sus anuncios como si fueran las sagradas escrituras de lo ibérico”.
Así que empezaron a indagar y dieron con la figura de Ramón Areces, el supuesto fundador, que se reveló como un personaje de lo más atractivo, aunque solo fuera porque había maquillado su historia para quedar como fundador, cuando en realidad el fundador real fue su tío César Rodríguez, un asturiano emigrado a Cuba a principios del siglo XX que hizo fortuna en los almacenes El Encanto de La Habana, hechos a imagen y semejanza de los grandes almacenes de París y que, posteriormente, servirían de modelo tanto para El corte inglés como para Galerías Preciados, porque la guerra entre estas dos marcas empezó prácticamente desde que se crearon. Tanto Ramón Areces como Pepín Fernández, creador de Galería Preciados, aprendieron el oficio con Rodríguez en Cuba y fue al volver a Madrid que Pepín abrió Galerías y Rodríguez le pidió el favor de darle trabajo a su sobrino Ramón, que no era tan espabilao… Pepín dijo que no y Rodríguez, que estaba bien forrado, le compró una tiendita a su sobrino, una sastrería que se llamaba El corte inglés. Lo que vino después ya es historia. Una historia convenientemente manipulada para mayor gloria de Areces.
La metáfora de una vida
Todo esto se va viendo en escena a base de flashbacks. “Lo que hemos hecho -explica Carabante- es una especie de cuento de Navidad. Ramón, en su lecho de muerte, ensaya su entierro con dos empleados de El corte inglés, dos hombres Corti, que así se llamaban, en una dinámica casi sectaria. Con ellos intenta encontrar la metáfora que haga justicia a su persona, pero no lo consiguen, así que Areces contrata a un escritor, Javier Cuartas (que publicó la verdadera historia de la firma en el libro Biografía de El corte inglés) para que lo ayude a encontrar esa metáfora. Con él va repasando su vida a través de varios episodios del pasado, en los que aparecen más hombres y mujeres Corti, que son figuras que nos apasionan.Y luego pues también sale Carme Polo, Franco… los grandes hits de los súperheroes españoles, somos como una especie de Marvel casposa…” (Risas)
Teatro de La Abadía. Del 12 al 23 de septiembre