En Dormir siempre me salva, un cuerpo recorre la noche como quien persigue un latido. Entre la noticia del coma de su padre y el eco de amores imposibles, el protagonista habita un territorio suspendido: sueños, afters, pantallas y silencios digitales. La obra es un espejo fragmentado donde se cruzan la memoria y el deseo, la vigilia y la fuga. Con mirada queer y corazón humano, se pregunta cómo sobrevivir en un mundo que nos distrae para no sentir. Es un viaje íntimo hacia el despertar: atravesar el dolor, sostener la pérdida y encontrar, en medio del ruido, un instante de verdad.
Un joven, tras la noticia del coma de su padre, se adentra en un viaje fragmentado por sueños, afters, chats y recuerdos. Entre la pérdida, el deseo y la evasión, busca sentido en un mundo saturado de ruido y pantallas. Dormir siempre me salva es un monólogo íntimo y visceral que explora el duelo, la sexualidad y la identidad queer en la era digital. Una confesión sobre el miedo a ser visto y la necesidad urgente de despertar.


