¿Cómo suena el pasado? ¿Qué ecos nos llegan aún, grabados en piedra, desde los tiempos en que la música y la palabra eran ritos de comunión colectiva? Con estas preguntas nace Hacia ecos de lo sagrado, una experiencia escénica única que propone una escucha activa del Medievo desde la contemporaneidad. Se trata de un proyecto interdisciplinar ideado por Nao d’amores, con la dirección de Ana Zamora, e interpretado por Alfonso Barreno, Juan Díaz de Corcuera, Rafael Ortiz, Alejandro Pau, Elena Rayos, María Alejandra Saturno, Carlos Seguí e Isabel Zamora, que aúna teatro, historia, música y pensamiento para resignificar los sonidos ancestrales que aún vibran en nuestro patrimonio arquitectónico y emocional.

 

Hacia ecos de lo sagrado de Nao d’amores. Foto Anay Ñañez

UNA ESCUCHA ACTIVA DEL ESPACIO

En esta ocasión, el hecho escénico abandona los escenarios y toma como punto de partida el Monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias, en Pelayos de la Presa (Madrid), una construcción cisterciense del siglo XII cuya acústica y memoria sonora son el eje central de esta creación y a la que tendrá que acudir el público que quiera disfrutar de esta nueva experiencia propuesta por Nao d’amores. Un proyecto que no busca reproducir el pasado de forma arqueológica, sino reimaginarlo y experimentarlo desde el hoy. A través de una exhaustiva investigación documental, el equipo ha reconstruido la vida sonora de un monasterio medieval: el murmullo de la salmodia, el rumor del claustro, los cantos en el refectorio o los pasos rituales en la iglesia.

El monasterio no es un mero decorado, sino un actor más. Cada rincón, cada eco, cada vibración es parte de la dramaturgia. Como explica el equipo, los edificios históricos poseen una dimensión sonora que nos habla de la sociedad que los habitó. Por eso, esto no es un ejercicio arqueológico, sino un encuentro artístico y profundamente religioso.

La obra se basa en un trabajo riguroso de campo, combinando la experiencia de historiadores del arte, musicólogos, filólogos y artistas escénicos, haciendo que el espectáculo parta de una premisa fundamental: el patrimonio cultural no es un objeto muerto, sino una herramienta viva para el conocimiento colectivo.Una visión que entronca con la espiritualidad del Císter, y recupera el legado de Bernardo de Claraval, maestro espirtiual de la orden, y lo vincula con la vanguardia teatral de una figura como Jerzy Grotowski. Ambos, en contextos muy distintos, entendieron el arte como un acto de purificación, de renuncia al artificio y de búsqueda de la verdad y la mística.

 

Imagen de Hacia ecos de lo sagrado de Nao d’amores. Foto de Anay Ñañez.

UN RITUAL PARA EL PRESENTE

A pesar del rigor documental, Hacia ecos de lo sagrado no pretende reconstruir el pasado con exactitud arqueológica. Tras meses de estudio, el equipo ha elegido despegarse de la erudición para abrazar la poesía porque, como dice Ana Zamora: “No nos interesan los espectadores del pasado, sino los de hoy”. Así, el resultado final no es una recreación histórica, sino una experiencia escénica que toma al espectador actual como centro de su propuesta.

La dirección de Ana Zamora, como ya es habitual, huye del efectismo para apostar por una teatralidad basada en la emoción, en la palabra y en el sonido como herramientas de transformación. La música, los textos litúrgicos y los espacios del monasterio se conjugan para generar un rito colectivo en el que, más que representar, se evoca, se invoca y se comparte.

 

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