El viento es salvaje, en Cuarta Pared
Por Alberto Morate
He aquí el tinglado de la antigua farsa. La tragedia griega y la comedia palatina. El drama urbano y las chirigotas de Cádiz. Hechizos y encantos, enamoramientos repentinos, el destino trágico como ineludible desatino. La vida es sueño y los sueños son vividos.
A través del viento de levante, la suerte cambia, y se hace insoportable todo lo sucedido. O lo que está por suceder, que no se ve venir lo que estaba escrito.
Vuelven los mitos. Los de siempre, los que nunca se han ido. Fedra, Medea, Edipo, Séneca, Eurípides, Calderón, Tirso,… se repiten las historias de yo contigo y tú ‘sinmigo‘. La vida es como un río que no va a dar a la mar, sino a las relaciones entre amigas-hermanas, padres e hijos, y una flauta de afilador que anuncia que El viento es salvaje y puede producir sarpullido.
Ana López Segovia, escribe y dirige esta comedia/drama/tragedia cargada de sambenitos, con canciones y humor infinito. Vienen del sur, de Cádiz, pero lo que ocurre podría ser en casa del vecino, que es como decir la nuestra, que todos somos hijos de tales (vecinos).
Enredo, recovecos, amores, mala suerte, dicterios divinos, enfrentamientos, el viento saca lo peor de uno mismo. Yo podría mentir, pero lo que siento es esto, y moriré defendiendo esta pasión que me ha invadido.
Las Niñas de Cádiz son, además de Ana López Segovia, Alejandra López, Teresa Quintero, Rocío Segovia, que en tremendo delirio, nos sacan las risas, nos indican el camino del ritmo, de la trama peliaguda, del argumento distinto.
La mala suerte no dura para siempre. La fatalidad no es perenne, pero el éxito tampoco es continuo. De repente, cambian las tornas, lo que parecía imposible se hace continuado y lo cotidiano se torna en arma de doble filo.
Como en los espectáculos grecolatinos, se produce la catarsis con el espectador, que hasta el momento de ver este montaje, estaba moribundo, porque así es esta vida perra de infortunios continuos que, de repente, sin ir más lejos, nos sorprende una historia trágica teñida, no de sangre, sino de buen artificio teatral, de jolgorio y regocijo, de hilaridad y ciertos suspiros.
Ingenio y rima, cuchufleta y chanza, tonadilla, cantinela, para pasárnoslo bien a gustito.