“Llevábamos mucho tiempo en la compañía queriendo hacer algo como Trash!”
¿Cuántas compañías pueden tener casi una decena de espectáculos girando actualmente al mismo tiempo? ¿Cuántas pueden presumir de tener un teatro (el Alfil), una empresa de ticketing, gestionar cuatro Escuelas Municipales de Teatro y seguir creciendo? Sólo Yllana. Con 30 años de trayectoria, el favor continuo del público, dentro y fuera de nuestro país y una sólida maquinaria de gestión les ha situado como un referente a nivel artístico y como empresa del sector cultural. Ahora estrenan Trash!, en coproducción con Töthem, y hemos querido hablar con su director y socio fundador de la compañía, David Ottone, para descubrir el nuevo proyecto y, de paso, hacer un repaso por el pasado, presente y futuro.
Un lenguaje propio y sin fronteras nacido del amor al cine mudo
Por David Hinarejos
30 años, ni más ni menos. Si te paras a hacer balance ¿qué es lo que más resuena?
Marcos Ottone, Juan Ramos, Joe O’Curneen, Fidel Fernández y yo hemos mantenido la amistad todo este tiempo y a la vez un equipo creativo que ha viajado por todo el mundo y no ha parado de generar proyectos constantemente. Y todavía sentimos que tenemos un futuro prometedor porque estamos en un presente fantástico. Así que nuestra trayectoria no puede más que llenarnos de alegría y de orgullo. Y sobre todo, lo que te digo, haberlo hecho juntos.
Durante estos años habéis diversificado mucho vuestra actividad. En lo creativo, podemos resumirla en producciones propias, coproducciones y espectáculos en los que uno de vosotros participa como director o asesor.
Yo creo que en esos tres modelos que son reales, el principal y el más bonito y personal son nuestras producciones propias. Pero todo se disfruta y se hace con las mismas energías. Al final todo responde a que somos gente muy inquieta que siempre está buscando nuevos proyectos.
¿Embarcarse en tantos proyectos ha permitido que cada uno haya podido desarrollar sus ideas dentro sin salir de Yllana?
Lo que nos ha permitido tener la estabilidad suficiente como para darnos a todos los socios la plataforma necesaria para desarrollar nuestros sueños ha sido que desde el principio, en ese momento sin ser muy conscientes, hemos dado la misma importancia a lo creativo y al apartado de gestión. Eso es poco habitual y nos ha permitido ir diversificando en todas las facetas que nos han interesado alrededor de esta profesión. Desde el principio hay una persona Marcos Ottone, que resulta ser mi hermano, que formaba parte del grupo, pero que sólo se dedicaba a vender los espectáculos. Eso es muy raro. Teníamos muy claro ya entonces cómo debía ser la estructura. Entonces por un lado teníamos un equipo creativo y otro de gestión empresarial. Siempre hemos tenido en cuenta que ambas caras de la compañía eran igual de importantes. Ahora mismo no solo somos propietarios de un teatro, coproducimos, gestionamos cuatro escuelas en cuatro municipios de la comunidad de Madrid, tenemos una empresa de Ticketing… siempre estamos abiertos abrirnos a cualquier actividad dentro del mundo del entretenimiento, que es nuestro campo.
¿Marcos entonces es la persona que os baja a la realidad de los números?
Es la que nos pone en nuestro sitio a veces (risas). Pero bueno, en 30 hemos realizado muchas locuras, creo que hemos tenido más aciertos que fracasos. Y tanto nosotros nos hemos podido equivocar a veces como él en otras, creo que hemos tenido más aciertos que fracasos. Es parte de una trayectoria tan larga.
¿En qué habéis cambiado en estos años?
Para nosotros estamos evolucionando constantemente. Siempre decimos que somos ‘chaplinianos’. Chaplin buscaba constantemente nuevas fórmulas para juntar emoción y risa a la hora de contar historias. Ese siempre ha sido nuestro objetivo, hacer reír con temas que lleguen al público.
¿Ha habido una evolución temática o de compromiso en vuestros espectáculos?
Creo que cada vez hemos llevado mejor que cada proyecto intente dejar un poso en el espectador tocando aspectos de la realidad que nos afecta a todos. Ahí tienes 666, abordando el tema de la pena de muerte; Brokers, con la crisis financiera; ahora Greenpiss (su última producción propia que ya está girando pero todavía no se ha estrenado en Madrid capital), hablando del medio ambiente… Siempre hay que tener en cuenta que Yllana no es una mente única que piensa igual, somos diversos puntos de vista y eso se refleja en la búsqueda de nuevos retos. Ahora mismo estamos en un momento en el que nos apetece más que nunca que se generen emociones con nuestro teatro, que la gente se identifique con unos personajes, que disfrute de la forma en la que usamos los elementos escénicos, la música, la poesía visual, la contundencia de la comedia física. Queremos que, al final, además de reírse la gente se sienta provocada, que viva una catarsis desde el humor, que también se puede. Somos conscientes de que cada vez que elegimos un tema hay una responsabilidad, porque sabemos que queremos dar caña, nos apetece, nos encanta, somos unos provocadores natos. Además, está el hecho de que siempre ponemos sobre el escenario historias que en cualquier lugar del mundo puedan entender.
Supongo que evitar ser localistas tiene que ver con que sois muy conscientes de la proyección internacional que tiene el lenguaje de Yllana basado en la gesticulación y la comedia física.
Claro. Fuimos conscientes desde el inicio, desde que hicimos el primer miniespectáculo que montamos para una Convención de la Unesco, siendo todavía estudiantes, llamado Oh! (1987). Desde ahí supimos que nuestro amor por el cine mudo y la conexión que se creo entre nosotros tenía un camino claro. Ahora te puede decir que hacer comedia como nosotros hacemos, sin palabras, nos ha permitido viajar a más de 48 países de todo el mundo y el mensaje de cada espectáculo se ha entendido perfectamente en todos.
Desde una perspectiva tanto nacional como internacional. ¿Dirías que hay una nueva remesa de compañías que están cogiendo el testigo de este tipo de humor?
La verdad, que nosotros sepamos no hay muchas compañías que actualmente lo estén haciendo. A mi me sorprende, lo digo muchas veces “¿dónde está la sangre nueva?”, porque realmente es un arte maravilloso. Ves por ahí mucho clown maravilloso, normalmente proyectos unipersonales, pero parecido a lo que nosotros hacemos muy poco. Estuvimos hace dos años en el Festival de Avignon y sí vimos unas compañías rusas que podrían aproximarse y sabemos que en los países del este se sigue desarrollando bastante este código.
En tiempos complicados los espectáculos unipersonales o de dos intérpretes es el refugio de muchas compañías para poder salir adelante. Yllana, sin embargo, sigue manteniendo montajes de 4 o 5 actores.
Por ahora este modelo nos funciona tanto en España como fuera. Mientras siga gustando lo que hacemos, nos llamen y se pueda pagar a todo el equipo no tenemos motivos para cambiar. Ahora mismo, en un momento que los grandes musicales están cancelados, propuestas de medio formato y no excesivamente caras como las nuestras y que además llenan los teatros están funcionando bien porque es rentable para todas las partes.
¿Cómo se ha adaptado Yllana a los tiempos de Twitter, Facebook, Tik Tok…?
Mantenemos nuestro propio camino, pero al mismo tiempo nos actualizamos constantemente integrándonos en el mundo de las redes y estamos investigando junto a algunas empresas distintos productos de comedia para los nuevas formas de consumo. Al final todo tiene que ver con que somos gente muy inquieta que, además, siempre tiene que seguir buscando alternativas para mantener a largo plazo una estructura de la que ahora mismo dependen de manera directa alrededor de 50 puestos de trabajo.
El Teatro Alfil, vuestra casa, ¿es quizá la pieza del universo Yllana más complicada de mantener? ¿Tenéis una espinita clavada a la hora de poder convertir este espacio en un referente mucho de mayor en la escena madrileña?
El Alfil es una pieza fundamental en nuestra carrera. Es nuestro orgullo, nos ha permitido ser independientes que para un artista creo que es lo más importante. Hemos podido hacer los espectáculos que hemos querido y poderlos exhibir sin tener que dar cuentas a nadie. Es cierto que ahora teniendo en cuenta que el teatro alfil tiene 200 localidades muchos de nuestros espectáculos por dimensión necesitan ir a otros escenarios. Obviamente, eso ha cambiado un poco la manera de poder aprovechar nuestro teatro. Por suerte, justamente este junio terminamos de pagarlo después de tantos años y será completamente nuestro. Como es lógico en este periodo habido momentos mejores y momentos peores pero pensamos que siempre estará ahí y nuestro trabajo es mantenerlo como un espacio artístico. En la actualidad después de todo lo que ha pasado, y que está pasando, está cogiéndo un nuevo impulso e Yllana está al 100% con él y lo ama profundamente.
Trash! está coproducido junto Töthem, compañía que nace de la unión de Gorka González (TOOMPAK) y Jony Elías, que ha trabajado con vosotros dos décadas. Supongo que esto último ha facilitado mucho el entendimiento.
Evidentemente. Lo cierto es que llevábamos mucho tiempo queriendo hacer algo parecido y surgió la oportunidad de hacerlo con Töthem y la aprovechamos. Jony es un maravilloso actor gestual y en TOOMPAK ya venían desarrollando el aspecto cómico en sus espectáculos de percusión. Desde Yllana hemos ayudado a dar forma a una historia, generar al tiempo nuevos números y fusionarlo con nuestro lenguaje. Tenemos mucha confianza en el talento del equipo que está detrás de Trash!, vienen con unas ganas impresionantes y creemos que va tener mucho recorrido.
¿Cuál es el proceso de creación de un show de estas características? ¿Qué surge antes: el concepto, los sonidos, la comedia…?
Realmente el punto de partida es buscar un concepto nuevo. Al unirse dos equipos creativos es lo que se busca, generar algo diferente a lo que hace cada parte. El mundo del reciclaje nos daba la oportunidad de crear nuevos sonidos investigando con muchos materiales. Luego de forma natural nació el concepto alrededor del cual giraría el show y el título, Trash!, que para mí funcionaba muy bien a dos niveles, por su significado en inglés y como onomatopeya. Además, cuando salga de España también se entenderá perfectamente. Mi labor como director ha sido ir tutelando y seleccionando todas las ideas que se iban poniendo en común para darle un rumbo específico. A veces surgía una idea y luego venía el desarrollo del sonido y otras veces primero vino un material o un sonido y después que hacer con ello.
Los cuatro operarios de esta particular planta de reciclaje van a sorprender por su talento para crear música a partir de cualquier objeto. ¿Qué sonido te sorprendió más?
Lo primero decir que lo que se muestra tiene un proceso largo y complicado, hay mucho pico y pala detrás y mucho I+D por parte de Töthem. A mí, por ejemplo, me gusta mucho el uso que hacemos de la caja de herramientas, crea momentos fantásticos como el de la batucada.
Desde la butaca da la impresión que es todo un reto para el técnico de sonido, ¿es así?
Nacho, que es el técnico y que lleva muchos años con TOOMPAK, hace una labor espectacular. Los chicos en el escenario llevan unos micros de corbata para que se recoja mejor cada sonido: el de los paraguas, la caja de herramientas, la fregona, las bombonas de butano… y luego los bidones grandes también tienen micro. El gran reto del espectáculo, sin duda, es que toda esta cacharrería al final suene tan bien como suena y para ello el trabajo de sonido debía ser impecable.
¿La adaptación del lenguaje de Yllana es lo que facilita vuestras múltiples colaboraciones con otras compañías?
Por un lado, el dominio que ya tenemos de nuestro lenguaje gestual nos permite adaptarlo a géneros que a priori no tienen nada que ver, como en The Opera Locos o PaGAGnini. Por otro, siempre que trabajamos con otras compañías lo hacemos con ganas de aprender de ellos y seguir creciendo como artistas. En mi caso, por ejemplo, ya había trabajado con Mayumaná en Momentum o Rumba! y esa experiencia con el mundo de la percusión me ha servido mucho en el desarrollo de Trash!.
Estáis también en Madrid con The Primitals y PaGAGnini, dos de los montajes que más alegrías os han dado a nivel de coproducción.
Con PaGAGnini (creado junto a Ara Malikian) creo que son ya 14 años haciéndolo y triunfando. Además, hace un año más o menos lanzamos Maestrissimo, PaGAGnini 2, y parece que le espera el mismo camino de éxito. Y The Primitals, coproducido con Primital Bros, evindentemente es una de las joyas de la corona de Yllana.
Y a partir del 30 junio volvéis con Lo mejor de Yllana. ¿Es un espectáculo que está vivo y abierto a modificaciones?
No se descarta, pero actualmente nos hemos quedado con la versión que hicimos hace dos años que creemos que funciona muy bien, la que llamamos la versión francesa porque la hicimos para el Festival de Avignon.
No sé si es conveniente hablar de proyectos futuros de Yllana teniendo en cuenta todo lo que incluye vuestro presente. Estáis ahora mismo en gira también con The Opera Locos, Gag Movie, Glubs o Greenpiss.
Aún así no paramos. Siempre hay cosas en el horizonte. Te falta nombrar que a mediados de junio estrenamos The Royal Gag Orchestra, en colaboración con Sing us y Coart+e, en el Teatro Circo Price. Y de cara a la temporada que viene te puedo avanzar que estrenaremos The Full Monty – el musical oficial de Broadway, aunque aquí sólo nos encargamos de la dirección del espectáculo, yo específicamente.