Por el Festival Miradas al cuerpo que cumple su edición número diecisiete han pasado trabajos de danza de emergentes y consagrados, de dentro y fuera del país; todos ellos con la singularidad y el pequeño formato como carta de presentación. La experimentación y el riesgo personal son también declaración de intenciones de las propuestas que se reciben y exhiben en esta muestra, por la que han pasado compañías hoy reconocidas.

En esta nueva entrega, que se celebra del 14 al 30 de junio, se verán tres montajes: En relación con el otro, de Mónica Arroyo, Crescent, de Naia Urresti, y Obscuro, concebida por Pedro Entrena y coreografiada por Roberto Granero. Y si bien se diferencian entre sí por un montón de razones, también convergen en algunos lugares.

 

TÚ, YO, LOS DEMÁS. RELACIONES

Cuenta la joven Mónica Arroyo al otro lado del teléfono, que En relación con el otro se plantean diversas cuestiones alrededor de las relaciones “que tienen cuerpo”, para diferenciarlas de las que se establecen a través de las redes sociales. Por ejemplo, cómo las abordamos, desde qué lugar, dónde se queda una misma cuando se establecen, cómo juega el espacio de uno y otra en todas ellas. “En principio surgió porque uno de nuestros objetivos era plantear un modelo: qué pasaría si antes de relacionarnos con otras personas, nos relacionáramos con nosotros mismos y pusiéramos el foco en las cosas que nos mueven y en las que nos bloquean. Por otro lado, también nos preguntamos qué surge en el espacio entre personas cuando no se conocen. Qué pasa cuando se dan conexiones o surge la incertidumbre”. Simbolizadas a través del cuerpo y la danza, estos planteamientos transcurren a lo largo de 50 minutos con cuatro jóvenes intérpretes en escena que plantean un mosaico de interacción personal y social. “Hemos combinado el trabajo del cuerpo con hablar mucho, en el proceso de creación de la pieza. Era importante enfrentar un proceso de cada uno consigo mismo. Ha sido curioso comprobar que mientras teníamos muy claro quiénes éramos cuando bailábamos, luego, a nivel personal, la cosa cambiaba. A veces estás en dos puntos diferentes en el nivel artístico y el personal. Ha sido un proceso de descubrir cosas”. ¿Y qué ha descubierto usted? “Nunca antes había dicho o sentido que quería ser creadora, dirigir. Y me he dado cuenta de que me gusta componer en el espacio y ver que con cada bailarín o bailarina es diferente”.

 

XVII Miradas al cuerpo en Madrid
En relación con el otro

 

También de relaciones, de la que mantuvo Mercucio con Romeo en el Romeo y Julieta de Shakespeare, trata Obscuro, obra de Pedro Entrena con coreografía de Roberto Granero. “Siempre he pensado que Mercucio estaba profundamente enamorado de Romeo”, declara Entrena en conversación telefónica. “Esa lealtad tan profunda que incluso le lleva a morir por él escondía un profundo amor, más allá de la amistad. Y alrededor de esta suposición viaja la obra”. Estrenado en una versión más corta y solo textual hace un tiempo, el dramaturgo y director muestra ahora una adaptación ampliada donde la danza, coreografiada e interpretada por Roberto Granero, junto a Tamara Rosado y Víctor Martín, actores y bailarines, es tan protagonista como la palabra. “Como dramaturgo defiendo la palabra, pero como espectador me interesa mucho la danza. A veces en las palabras escondemos la verdad y el cuerpo habla y dice otra cosa. La danza está llena de implícitos que dejan al espectador la oportunidad de decidir qué está ocurriendo”. Formado en interpretación, pero también en dramaturgia y dirección en la RESAD, actividad que desarrolla junto a la pedagogía, confiesa Entrena que desde que empezó a estudiar, el cuerpo ha sido realmente importante a la hora de expresarse. “No soy bailarín, aunque me llamaban la atención las clases de expresión corporal. Y recuerdo, como actor, que me resultaba más fácil dejarme llevar por el movimiento que por la palabra. Luego estudié dramaturgia y la palabra fue protagonista, pero aún así, necesito que el texto que escribo baile de alguna manera. Que tenga ritmo, acción, y pienso en los personajes con movimiento”.

 

EL PÚBLICO. HACER MAGIA

La tercera propuesta que se verá en esta edición de Miradas al cuerpo trata de la relación de la mujer con un mundo profundamente machista aun en la actualidad. Se trata del solo Crescent, coreografiado e interpretado por Naia Urresti, venezolana que reside en Berlín. “La creación de este solo tiene que ver con el hecho de tomar conciencia de los micromachismos y violencia a los que seguimos expuestas las mujeres y la rabia que todo esto desencadena. Qué pasa en un cuerpo recorrido por esta impotencia, por esta ira. Se trata de conversar con él y ponerlo ahí, en primer plano y comprobar todo lo que le ocurre”. Estrenado en 2022 en Berlín, ahora es la primera vez que Crescent se verá en Madrid y en nuestro país. “Y siento que ésta será la última vez que lo muestre. Ya estoy metida en otro proceso de creación”, explica. ¿Y qué espera de esta última actuación, la primera por aquí? “Pues para mí el contacto con la gente siempre ha sido lo más importante. El compartir y comprobar la manera en la que se recibe la propuesta. El público construye su propio significado y acaba completándola”.

También sobre la importancia de cómo se recibe una propuesta incide el director Pedro Entrena. “A veces, durante una función, estoy más pendiente de las reacciones del público que de la propia obra. Da igual mi idea original plasmada en el texto, si la gente ha viajado a lugares que no había pensado, me encanta. Se hace la magia”.

“Uno de mis objetivos es que la danza no solo se quede en la exhibición sino que se puedan encontrar espacios para conectar con el público”, cuenta Mónica Arroyo. “Hacer coloquios, plantear preguntas concretas al público para que se pueda conectar más. Interesarnos por cómo ha sido para ellos vivir algo y escucharlos”. Explica Arroyo que en esta línea desarrolla junto a su compañía una serie de actividades alrededor de la danza en diferentes centros juveniles.

 

 

LO MEJOR Y LO PEOR DE LA ACTUALIDAD

“Creo que hay que seguir creando espacios para la danza contemporánea”,  continúa Mónica Arroyo reflexionando sobre la situación actual de la creación. “No tiene la presencia suficiente y a veces no se ve demasiado, porque sigue esa idea de ‘no la entiendo’”. “En general diría que nos hemos acomodado, que falta riesgo en las propuestas”, declara Entrena. “Tal vez porque también estamos viviendo una etapa de censurar obras que pensé que no viviríamos nunca”.

Preguntados por lo mejor y lo peor de su profesión, los tres coinciden en que poder dedicarte a lo que de verdad se quiere es sin duda lo más positivo. “Mi madre me cuenta que con 5 o 6 años me llevó a ver una obra y dije: ‘algún día quiero estar ahí’”, declara el dramaturgo. “Yo empecé muy pequeña con la gimnasia artística”, explica Urresti. “Así que siempre hubo un intéres por el trabajo con el cuerpo. Luego estudié teatro y seguía faltándome algo que encontré en la danza. Fue como llegar a casa”. En el proceso de investigación para su solo Crescent, cuenta Naia Urresti que ha sido clave el libro de Soraya Chemaly Rage becomes her: the power of women’s anger. “Se trata de un compendio de estadísticas de desigualdad alrededor de las tareas de cuidados, de micromachismos y violencia”. Con el aspecto con el que se ha representado a las brujas en la historia patriarcal, Urresti invoca el poder mitológico de las diosas guerreras.

Sobre el aspecto menos amable de esta profesión también coinciden y tiene que ver con la inestabilidad y esas puertas que no terminan de abrirse. “Como compañía emergente me ha costado que nos programen”, confiesa Arroyo. “Y aunque estamos contentas por las dos residencias que hemos obtenido para desarrollar esta obra y porque nos apetece mucho este festival, siento que el estar resulta muy difícil”. “Con tantos premios de alfombra roja se está vendiendo algo que no es”, dice Entrena. “Se está dando un mensaje erróneo. En las artes escénicas se trabaja poco. Dejemos de dar tanto bombo y hagamos cosas por mejorar esto”.

 

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