12 años después, vuelve al teatro con ‘El amante’, de Harold Pinter, en El Pavón Teatro Kamikaze [entradilla]
Después de protagonizar Yo soy la Juani, la película de Bigas Luna, encadenó dos docenas de películas en una década vertiginosa de su vida. Nacho Aldeguer ha adaptado y dirigido esta obra de Harold Pinter para ser interpretada por Verónica Echegui y Daniel Pérez Prada, con la participación del chef Diego Guerrero que ha creado un aperitivo exclusivo para antes de la función.
Por Álvaro Vicente / @AlvaroMajer
12 años desde Infierno, de Pandur, que fue la última vez que te pudimos ver sobre un escenario…
La última y la primera. Ha sido casual, todo fue un poco de la mano. Yo estaba en Infierno y salieron las pruebas de la Juani, me cogieron para la peli y, a partir de ahí, me llegaban películas constantemente. Algo de teatro también me iba llegando, pero al estar siempre en medio de un proceso de trabajo de cine, no terminaba de poder, y para cuando yo quería, pues ya estaba un poco fuera del circuito de teatro. Y llevaba ya un tiempo que me apetecía mucho, quería, pero, bueno, no se daba. Pero esta vez sí, Álex García sabe que soy fan no, lo siguiente, de esta obra, la he trabajado mucho, me inquieta mucho, me interesaba ver cómo se puede abordar, porque me parece tan difícil, tiene tantas capas… Me lo pensé un poco, porque es un reto enorme, pero sí, era el momento.
Al menos como espectadora sí habrás podido disfrutar del teatro, imagino. ¿Qué tal es la experiencia como público en El Amante, ya que pudiste ver la versión anterior con Alicia Rubio en el papel que haces tú ahora?
Se vive como algo desconcertante, extraño, que creo que te deja reflexionando, pensando mucho. Tiene que estar tan lleno como para que determinadas cosas que sí están indicadas sucedan, y como para que las que no se explicitan, se sobreentiendan o se perciban. La aproximación del montaje anterior estaba muy bien porque te hace pensar mucho, y eso que yo ya conocía la obra, lo cual te hace ser más subjetivo, y había cosas que me sorprendieron, pero a la gente que llegaba de primeras, que no conoce la obra, le generaba mucho impacto y no dejaba indiferente,. Es una obra de mucho comentar luego: ¿qué les pasa? ¿Pueden seguir así después de lo que les está pasando? Es un tema polémico que atrae y que genera reflexiones después.
Pinter siempre es desconcertante, y el texto no da muchas pistas. ¿Cómo fuiste entrando en el personaje?
Esa es la labor más ardua. Un profesor que tenía siempre me decía: deja de autodirigirte y de interpretar lo que crees que está ahí y lee al autor, aprende a leer a los autores. Y en este caso era dificilísimo, me he pasado horas mirando el papel y preguntándome. Nosotros hemos pretendido investigar, explorar sin ningún mecanismo mental sobre la obra, para descubrir al menos cuál iba a ser nuestra visión nuestra, la dirección concreta que iba a tener nuestra propuesta, dentro de todo lo amplio que es esto. Creo que hay cosas que posiblemente hayamos descubierto que vayan en la línea de lo que Pinter quería contar, pero no estoy segura de que nuestra versión vaya a ser la que Pinter hubiera dicho: bravo, esto es lo que yo quería hacer. Los textos de Pinter siempre están abiertos a interpretaciones muy variadas, y nosotros hemos hecho mucho trabajo para procurar desgranarlo, descubrir al menos qué es lo que creemos nosotros que él estaba intentando hacer con este texto.
Para el espectador hay toda una experiencia, una vivencia genuina alrededor de la función. ¿Esto condiciona vuestro trabajo de alguna forma?
Lo llaman experiencia gastro-escénica y sí, condiciona nuestro trabajo, pero para bien, porque nos puede ayudar, es un buen inicio, una buena introducción para nosotros, para ir entrando en calor. La idea de hacer este festejo previo, donde la gente está con los personajes en la fiesta de su décimo aniversario, sirve por un lado para ver quiénes son ellos, cómo se desenvuelven socialmente, qué hay de puertas hacia fuera. y luego ya, cuando pasamos a la sala (esto sucede en el ambigú), es lo que sucede de puertas para dentro. Ahí vemos quiénes son cuando nadie les ve. Como dice Alejandro Sanz, «cuando nadie me ve, puedo ser o no ser». La idea es esta. La bebida y la comida del principio tienen que ver con que se quería sugestionar, despertar los sentidos del público para hacerles más partícipes de ese mundo íntimo de ellos.
¿Eso ha generado cambios en el texto, algún tipo de intervención para adecuarlo a esta fiesta inicial?
No, porque se separa lo que se sucede por un lado al principio, que es pura improvisación, y luego una vez que comienza la historia y accedes al teatro como espectador, ya ves la obra tal cual. Hay una mínima adaptación para actualizarlo, para evitar referencias a los años 50. Y luego también hay una proyección, hemos hecho un corto para ubicar al espectador en la historia de ellos, de cómo han sido estos diez años que llevamos juntos, en una especie de montaje de clips muy cortos… estilo París Je t’aime. La historia de Nathalie Portman con el invidente, era una historia muy picada, muy corta, pero quedaba muy claro cómo había sido el proceso de esa relación, y desde esa idea hemos procurado hacer lo mismo para también ayudar a la gente a ver que realmente llevan 10 años, que han vivido todo, que han estado muy enamorados…
Digamos que los dejáis maduritos, entre unas cosas y otras, para el sorprendente arranque de la función…
Claro, es que Pinter va directo al grano, eso es maravilloso: cariño, ¿tu amante va a venir hoy? Dice él… Lo que más me gusta de Pinter, o de esta obra, es que este es el inicio de un planteamiento circunstancial del conflicto, pero el verdadero conflicto va mucho más allá de infidelidad sí o infidelidad no, de si viene o va el amante. Me gusta que cuando chocan, chocan por algo mucho más profundo, más de base, que nunca han enfrentado, y de hecho estos dos, por la manera de hablar, por cómo se expresan, no son capaces de decirse las cosas a la cara de verdad.
Pone sobre la mesa el tema de la pareja como un pequeño ecosistema donde debería imperar la confianza plena, la comunicación clara y diáfana, y cómo va entrando la ficción, digamos, en el día a día…
Sí, y ese es otro tema de la obra, creo, para nosotros, que es que el problema no es lo que ellos establecen, sino cuando las fantasías se convierten en realidad, cuando ya toma un cariz insano y no es posible sostener esto.
Curiosamente muchas parejas se sostienen en una especie de fantasía, en una idealización, en la creencia de que el otro es así y así, y nunca se empeñan en ir más allá, en descubrirse realmente…
Claro, se crea una burbuja maravillosa y a los 8 años todo estalla por los aires y todavía se preguntan que qué es lo que ha podido pasar. Hay mucha falta de autoconocimiento, de saber quién eres, y de ser capaz de comunicárselo a tu pareja: qué necesitas, qué quieres… En vez de adaptarte, respetar lo que necesitas, porque creo que dentro del ecosistema de una pareja es importante. Lo más difícil es no perder lo que eres, si es que sabes lo que eres, y tener tu propio espacio. No es una cesión de voluntades o derechos. Todos, con el tiempo, cuando se desdibujan los límites, nos creemos con el derecho a invadir al otro, a meternos a opinar sobre todo lo que hace en su vida…
La obra también plantea un juego metateatral, de teatro dentro del teatro, ¿te ha planteado alguna dificultad añadida?
Esa parte me fascina, porque hasta que hemos encontrado el camino… porque hemos probado todo, hemos buscado cómo conquistar ese lugar, cómo son en una forma o en otra.
¿Qué crees que pretendía finalmente Pinter con esta obra?
Se puede sacar mucho de constructivo de esta obra, reflexiones para ti, para tu propia vida, y si estás en pareja más. De todo lo que se cuenta se puede aprender. Ahora, me parece que es muy trágico lo que cuenta Pinter, lo que contiene la obra, porque habla de un desencuentro tremendo, y sobre todo es una derrota personal muy grande la que muestran ambos. No sé si debería decirlo, pero yo veo algo muy duro en todo lo que viven.
¿Cómo estás con la cosa de volver a pisar tablas?
Mucho miedo, pero me apetece muchísimo, y… ¿qué me puede pasar, que me salga fatal y me retire de esta profesión? Pues ya está, me retiro y punto. ¿Que lo mío no es el teatro? Pues ahí se queda.
¿Habrá gira?
Se está viendo, puede que hagamos algunos bolos después de las funciones del Pavón. De todas formas yo tengo ahora una serie inglesa, Trust, dirigida Danny Boyle, que es de mis directores favoritos. Hemos empezado en junio y luego seguiremos en noviembre, perfecto porque yo termino aquí con El amante, tengo un poco de tiempo y me voy a hacer esto. Y cuando ya acabe con la serie quizás pueda hacer gira. Ojalá.
El amante
Autor: Harold Pinter
Director: Nacho Aldeguer
Intérpretes: Verónica Echegui y Daniel Pérez Prada
El Pavón Teatro Kamikaze. Del 8 de sept. al 8 de octubre