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Un obus en el corazon 2

Va a estallar el obús

“Vuelvo con este montaje porque era el momento de pelear porque hubiera teatro”

 

Tras una laureada carrera como boxeador, la fama en el mundo artístico le llegó casi por casualidad en 2010 a través de este monólogo. Confiesa que se guía por instintos y con Un obús en el corazón sintió un pálpito desde el mismo momento en que le propusieron participar en el proyecto. Esta fue su primera incursión como intérprete de teatro. Una pieza nada fácil con un texto complejo y lleno de matices firmado por Wajdi Mouawad que conmueve y sacude conciencias.

Ahora, que su carrera de actor avanza imparable participando en proyectos de tanta envergadura como La casa de papel o Antidisturbios, ha vuelto a sus orígenes con un texto que le acompaña siempre. Con una naturalidad inusitada el propio Hovik nos relata cómo llegó este proyecto a sus manos y la ilusión con la que se enfrenta a su regreso en los Teatros Luchana.

 

Hovik Keuchkerian sacude conciencias en los Teatros Luchana

 

 

Por Ka Penichet

Foto: Owain Shaw

 

¿Por qué motivo regresas a los Teatros Luchana con este montaje ahora que te acompaña el éxito televisivo?

Es una obra que, Santiago Sánchez (director) y yo, siempre hemos tenido como obra mochila. Si llego a tener 70 años, seguiré haciendo ‘El obús’. En este caso en particular hace como dos meses que ya tenía ganas de volver. Es un texto que me acompaña a diario porque lo tengo interiorizado y me lo digo para mí. Me flipa. Sabía que quizás no era el momento más adecuado, pero Santiago me dijo que si yo lo veía que adelante. La situación la viví pensando que era el momento de pelear porque hubiera teatro y porque hubiera espectáculo.

 

 

¿Ha mutado mucho la función desde que se estrenó?

No sabes cómo está la función ahora. El tiempo que ha estado en reposo, el tiempo que ha cogido poso dentro de mí, lo que yo he crecido también en todos estos años a nivel profesional…el texto es un rodillo brutal desde el principio hasta el final. Es una suma de emociones continuas, ¡es un pepino! Siento que ahora está en otra liga. Te lo digo con toda la humildad.

 

Además de ser coetáneo de Wajdi Mouawad parece que los dos hubieseis tenido vidas paralelas: nacisteis en el Líbano, desde bien pequeños tuvisteis que emigrar, habéis hecho teatro… ¿Es casualidad también que hayas escogido trabajar este texto?

Para mí el teatro, e incluso la profesión de actor, puedo decir que es un accidente. Nunca pensé que iba a ser actor. Un obús en el corazón es lo primero que hice de teatro y me he enamorado, no sé si del teatro o de esta obra. Para mí es una sorpresa vital, porque a medida que han pasado los años es complicado encontrar algo que te sorprenda. Yo creo que Moauwad lo tenía más claro. A mí me llamó un día Santiago porque me oyó en la radio y me propuso este texto. Entonces yo ni lo conocía.

 

¿Has tenido la oportunidad de contactar con él para comentar el texto?

Lo conocí cuando estuvo en Madrid hace tres años. Tuve la grandísima suerte de intercambiar unas palabras y poder abrazarle. Fue un encuentro maravilloso y al día siguiente lo vi actuar. Le dije que interpretaba a Wahab. Le conté que también había nacido en el Líbano, que mi padre era armenio y mi madre de Navarra… Es un puto genio. Si quieres encabezar la entrevista de alguna manera pon que Hovik Keuchkerian dice que Mouawad es un puto genio (risas).

 

 

¿Cómo preparas un personaje tan intenso y cómo se lleva vivir todos los días esa intensidad?

Yo creo que me he hecho actor con este montaje. Está siendo un viaje único pero irrepetible. Las funciones desgastan mucho. Cuando te das cuenta de que ha terminado una función ya estás en la del día siguiente. En Teatros del Canal llenamos todos los días y era como sé que voy a contar una historia muy dura, pero a la vez muy humana. La preparación viene del trabajo de cuando Santiago tenía que encarar la problemática de entrenar a un tipo que no había hecho teatro nunca, que era cómico y con un texto así. Al principio fue muy duro, imagino que para él también. Ahora ya nos reímos pero había muchas cosas que no le entendía, que no sabía lo que quería. Era muy complicado, salir del mundo de la comedia del actor al uso para encarar un monólogo dramático con cuatro narradores, con once personajes, con esa intensidad constante y todo eso sin entrar en la complejidad del texto. Salió y trabajamos como cabrones. Ahora estamos en un punto en el que tenemos la sensación de que tenemos un juguete que mola.

 

Viniendo de un mundo cómico, debe ser emocionante salir de la función y encontrarte con un público tocado

Yo tiro de luz de sala clara porque me gusta ver a mi público. Cuando estoy interpretando al narrador me gusta contar la historia al público porque básicamente lo que soy es un contador de historias. Lo que es fascinante de ‘El obús’ es el clima que se genera durante la obra porque eres consciente de que la gente está entrando. Yo creo que ni ellos son conscientes de que eso está pasando. Para mí es un regalo. Creo que una obra que cualquier actor soñaría con representar. Siento que cada vez que me bajo del escenario, después de cada función, soy mejor tipo, mejor actor sin duda ninguna. No me queda otra que estar súper ilusionado con esto.

 

El texto trata de temas muy actuales como la emigración, los efectos de la guerra, el exilio… ¿Consideras que el mundo está envuelto ya en una tercera guerra mundial?

Es que si juntásemos todas las guerras que han existido yo creo que el mundo ha estado en guerra desde que es mundo. La verdad es que llevamos a hostias desde que pisamos la tierra, lo que pasa es que ahora somos muchos y hoy te enteras de las cosas. Por eso el texto de Moauwad es universal tanto en el contenido como en la temporalidad.

 

¿Te sientes más cómodo haciendo reír o provocando emociones profundas y sentidas?

Bueno, es que para mí la risa es uno de los sentimientos más profundos que existe. La verdad que me siento cómodo en las dos posiciones pero siento un reto muchísimo más grande, siento mucha más raza, muchas más ganas de salir y pisar el escenario con El obús en el corazón.

 

Te has propuesto brillar en todo lo que haces (boxeo, comedia, interpretación…). ¿Me lo parece o eres un perfeccionista?

El objetivo no es brillar porque las cosas en las que no lo logras no te enteras porque no interesa. La perfección tampoco es un objetivo. Si a mí me gusta cómo huele algo voy. Si me empieza a gustar cómo huele otra, voy a por la otra y ya que voy, voy a ir con todo. El paso uno es que a mí me motive, me ilusione y que yo vea una necesidad de sobreponerme y de crecer. De conocer una parte mía que me enriquezca como experiencia.

 

Esta función ha pasado con éxito por el Teatro Alfil, Teatros del Canal y ahora está de nuevo en los Luchana. Son teatros con un perfil de público muy distinto. ¿Qué crees que tiene que engancha a todo tipo de espectadores?

Es un texto muy humano, así que si el espectador da el paso de ir y pone la pelota en nuestro tejado… No quiero pecar de soberbio pero yo creo que es muy difícil que no te haga palpitar mucho, mucho, mucho…

 

Un obus en el corazon 1
Hovik Keuchkerian interpretando ‘Un obús en el corazón’

 

El mes pasado, estrenaste en Movistar+, la serie de Rodrigo Sorogoyen Antidisturbios, ¿Cómo has sentido la recepción?

Está teniendo una repercusión brutal y a nivel cinematográfico de un éxito apabullante. Es una pieza magistral de Sorogoyen. Está levantando ampollas. Era un toro muy difícil de lidiar y ahí Sorogoyen ha mostrado una tremenda valentía. Hay gente que está muy a favor, que está muy contenta, que acepta lo que cuenta la serie y hay otros que les parece que hace un retrato absolutamente irreal, injusto… En definitiva, cada uno a la suya.

 

En este caso, digamos, que interpretas a uno de los personajes menos amables de tu carrera.

Este personaje tiene muchas aristas. En el fondo la ternura y el dolor que muestra Salvador Osorio, prácticamente sin hacer nada, yo creo que le llega al espectador muy adentro. Indistintamente del trabajo de este tipo y toda la presión que está aguantando, hay un trasfondo en este personaje de una ternura y de un color interior muy potente. Eso genera empatía. Si el espectador a partir del tercer capítulo se olvida de que somos antidisturbios, lo hemos conseguido.

 

¿En qué mas cosas andas ahora?

Estoy grabando la quinta temporada de La casa de papel. También estoy con todo esto que está pasando, absolutamente vergonzoso y deleznable en Armenia. Subí un video a redes que se viralizó sobre el conflicto armenio y me han llamado de todas partes para posicionarme.

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