SUSCRÍBETE

Una mirada sobre la España de los 60 aún vigente hoy

Javier Gutiérrez: “Sigue habiendo mucho Paco el Bajo y Régula”

La gran historia de Miguel Delibes llega a Naves del Español tras una gira de casi cien funciones. Dirigida por Javier Hernández-Simón y protagonizada por Javier Gutiérrez, Pepa Pedroche, Fernando Huesca, Yune Nogueiras, Marta Gómez, Luis Bermejo, José Fernández, Raquel Varela y Jacobo Dicenta, Los Santos Inocentes se plantea como una mirada sobre el ser humano y sobre una España, la de los 60, que se prolonga hasta la actualidad.

En la descripción que el adaptador del texto, Fernando Marías, ha hecho sobre la obra, se comenta que os queríais distanciar un poco de la mirada que ofrece la película de Mario Camus de 1984 y acercarla al presente. ¿Cuál es vuestro punto de vista?

La adaptación de Fernando Marías y de Javier Hernández-Simón no es críptica, para un espectador virgen que se acerque por primera vez al texto y al universo de Delibes es más inteligible porque está planteada con un inicio, un nudo y un desenlace.

Además, se le ha dado prioridad a un tema que Delibes apunta, que es el de la educación: cómo a través de la educación el ser humano, o la sociedad, consigue una mayor libertad a la hora, no solo de pensar, sino también de actuar. Eso redunda en la generación de los hijos de Paco el Bajo y de Régula porque ellos no han podido aspirar a un mundo mejor al no tener posibilidades de acceso a la educación y han vivido desde pequeños sometidos. No hay que olvidar que son una especie de humillados y ofendidos, conscientes de que no van a salir de esa espiral, pero que al mismo tiempo desean un mundo y una vida mejor para sus hijos.

Esta va a ser vuestra primera representación en Madrid, pero ya lleváis casi cien funciones. ¿Ha cambiado tu manera de entender la obra desde que empezasteis?

Han cambiado muchas cosas. El teatro, si algo tiene bueno, es que cada función es diferente: los matices y los colores tanto del personaje como del texto van mutando noche a noche, tarde a tarde, función a función. El arte teatral es un arte vivo y, como tal, también son diferentes cada público y cada sala. Eso te va condicionando a la vez que enriquece la obra.

 

La trama transcurre en un cortijo extremeño en la década de los sesenta. ¿Qué puedes contarme sobre la escenografía?

No me gustaría hacer ‘spoiler’ porque realmente la escenografía es uno de los puntos fuertes. Solo diré que tiene mucho de simbólico junto con la iluminación de Juan Gómez-Cornejo e Ion Aníbal, y que quizás sea una sorpresa para el espectador.

 

Una mirada sobre la España de los 60 aún vigente hoy en Madrid

 

¿Cuál crees que es el reto de esta obra?

No olvidar y tener presente que, a pesar de los años que han pasado, parece que hemos aprendido muy poco. Aquel mundo rural de la España de los 60, aunque tenga sus diferencias, tiene puntos en común con la España del 2023. No necesitas irte muy lejos para seguir viendo a esas familias de humillados y ofendidos a las que les cuesta llegar a fin de mes, que viven o malviven esperando un ingreso mínimo vital, que siguen teniendo miedo a ser despedidos, aunque las condiciones laborales sean penosas. Sigue habiendo mucho Paco el Bajo y Régula, aunque estemos en 2023.

De hecho, un ejemplo de esas personas que mencionas son las mujeres migrantes que se desplazan diariamente a los barrios pudientes para limpiar las casas de los “señoritos Iván”. Estas familias trabajadoras podrían sentirse identificadas con la obra, pero precisamente por tiempo o recursos quizás no van a ser las que se encuentren entre el público.

Es muy acertado lo que dices acerca de estas familias que tienen que seguir atendiendo a los señoritos a pesar de este tiempo que ha pasado, y a saber en qué condiciones lo hacen. Este es un problema que nos atañe a todos, obviamente, pero que depende más de los gobiernos, de que haya unas buenas políticas culturales y educacionales, porque estas personas bastante tienen con llegar a fin de mes como para poder pensar en ir al teatro.

 

El público que se acerque a ver la obra no va a estar compuesto en su totalidad por santos inocentes. En las butacas también habrá ‘Ivanes’, ¿cuál es vuestro mensaje para ellos?

El teatro pone encima de la mesa una realidad que, en este caso, es la diferencia de clases y el abuso que se perpetúa durante décadas. Este arte está aquí para poner una lupa en esa denuncia, pero deben ser los espectadores los que reflexionen sobre lo que acaban de ver y saquen sus propias conclusiones. Es un espacio para debatir y pensar, pero no para decidir lo que está bien o mal. No nos compete a nosotros educar.

 

GODOT-Los-santos-inocentes-03

 

¿Cómo podemos entender desde una lectura actual la muerte de la milana?

Como que el poder campa a sus anchas y puede hacer lo que le venga en gana sin tener en cuenta a los que no están en su mismo nivel. El señorito Iván es capaz de abatir a lo que más quiere Azarías y le importa realmente poco. En ese sentido, en esta sociedad tan injusta sigue brillando la falta de empatía. Creo que la pandemia nos ha convertido en una sociedad un poco peor, más egoísta, más pendiente de lo nuestro y mucho menos de las cuestiones que atañen al otro, ya sea vecino, amigo o compañero de trabajo.

 

Has mencionado antes a los hijos de Régula y Paco, y es que una de las frases que dice el señorito Iván en la novela es: “¿puedes decirme Paco qué quiere la juventud actual que no está a gusto en ninguna parte?”. ¿Qué papel tiene la juventud en esta obra?

Tanto Paco como Régula son una generación perdida que desea lo mejor para sus hijos, jóvenes que simbolizan la esperanza y el cambio. En la novela se refleja también cuando se habla de París con mayo del 68 y de cómo, por desgracia para los españoles, aquí las cosas no estaban así. Pero la idea es esa: hay gente que lucha para promover un cambio.

 

¿Cómo se enfrentan nuestros santos inocentes a la brecha generacional?

De un tiempo a este momento no se ha dejado de demonizar a la juventud. Esto es algo injusto porque hay gente muy preparada, con muchísimo talento en este país, que se ha topado con dos crisis y un confinamiento. Entiendo que ese frenazo en seco ha terminado con las aspiraciones, las ganas y el sueño de algunos jóvenes, pero no es correcto pensar que no quieren cambiar las cosas ni luchar, o que no son combativos.

 

Enlazándolo con el foco en la educación, Paco y tantos como él se resignaban ante la desigualdad por la falta de oportunidades educativas de su contexto. Ahora mismo hay una sobre cualificación académica entre los jóvenes y se mantiene esa resignación, aunque en este caso sea ante la falta de trabajo y las condiciones precarias.

A pesar de que han pasado los años parece que las cosas siguen igual. En ese sentido creo que, sin aleccionar a nadie, este espectáculo es interesante no solo para la gente ya adulta, sino también para la gente joven como un espacio para reflexionar y debatir sobre cómo es que, a pesar de los cambios de gobierno, del paso del tiempo, del fin de la dictadura y la llegada de una modernidad, sigamos estancados y no haya futuro para unas nuevas generaciones preparadas. Parece que es la pescadilla que se muerde la cola y que volvemos a la casilla de salida, porque no hay que olvidar que los señoritos Ivanes no están representados en una sola persona, a veces son entes que no tienen rostro, llámese Ibex 35, grandes corporaciones… Los señores del dinero, para mí, quizás no tengan nombre y apellido y sean otra cosa. Pero, en definitiva, son los que mueven el mundo.

Y los santos inocentes los que lo levantan.

¡Exacto! (risas).

 

 

Cambiando de tema, ¿qué hay de Paco el Bajo en ti?

No mucho (risas). Paco el Bajo, por desgracia para él, es un ser resignado y yo no me considero una persona resignada sino combativa y luchadora. Es un ser que está concebido y casi hecho por y para servir, y para acatar las órdenes del que manda.

 

Así como Paco, ¿hay algo ante lo que se resigne el teatro?

Creo que no. El teatro es combativo, y prueba de ello es que la gente después de la pandemia ha empezado a asistir de forma masiva a las salas, está ávida de experiencias en directo, de historias como esta. Es llamativo que habrá muchos espectadores que habrán leído la novela o visto la película, y habrá otros tantos que ni lo uno ni lo otro, pero la gran mayoría salen conmovidos por lo que se cuenta. El espectáculo no trata de competir con la película o la novela, sino que trata de sumar, y es en esa suma donde los espectadores se revuelven, se conmueven y salen con ganas de cambiar las cosas desde su trinchera.

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí

Comparte este post