“Vienes por las pollas, pero al final lo que recuerdas son las emociones”
Pocas veces el circuito Off ha contado con un espectáculo que haya generado tanta expectación como para que sus entradas se agoten a escasas horas de haber salido a la venta. Eso es lo que ha sucedido con Afterglow desde que se estrenara en marzo de la pasada temporada en Nave 73. Con cada nueva prórroga, las entradas han volado como si hablásemos de estrellas del rock, algo que va camino de repetirse ahora, en su regreso. ¿Por qué? Quizá sea el morbo de sus escenas cargadas de desnudos y sexo; quizá sea el sentirse un voyeur con total impunidad ante la intimidad de los otros; o asistir a una historia sobre el poliamor y las parejas abiertas, un tema poco tratado en nuestros escenarios. Pero lo que nos encontramos tras esta primera capa es una trama que aborda la confianza y la comunicación dentro de la pareja y que despierta más de un debate a la puerta del teatro.
Desde Godot tuvimos ocasión de poder sentarnos a conversar con su autor: S. Asher Gelman, también director de la producción original, y su productor Evan Bernardin, que visitaron nuestro país para asistir a una función de la versión española. Un encuentro que también contó con los responsables de la versión española: Carlos Martín y Diego Rebollo, productores y adaptadores, junto a Pedro Casas, su director.
Vuelve Afterglow a Nave 73
Foto portada: Gonza Gallego
EL ORIGEN DE TODO
No todo el mundo consigue estrenar en el Off Broadway su primer texto, que acabe resultando un éxito, prolongándose durante 14 meses seguidos en cartel, y menos que vea cómo se estrenan versiones en Londres o Madrid; pues eso es lo que le sucedió a S. Asher Gelman que, recién llegado a Nueva York, como coreógrafo y bailarín, escribió Afterglow “Al principio pensamos que el espectáculo tendría unas semanas de vida y todo acabaría, no teníamos muchas más expectativas que esas, ¡pero cuatro años después aquí estamos sentados haciendo una entrevista en Madrid!”, nos confesaba con entusiasmo Gelman que además de la versión estrenada en Madrid, también contará con una nueva producción de Afterglow en Los Ángeles. “Es una cosa muy loca, una especie de sueño”.
Esa mezcla de sueño loco también se ha vivido con su versión española, que comenzó a prepararse en los días previos a que estallase la pandemia y nos viéramos obligados a encerrarnos en nuestras casas. “El casting se convocó dos días antes de declararse el estado de alarma” nos cuenta Carlos Martín, a pesar de las circunstancias, la convocatoria siguió adelante, realizándose de manera virtual. “Hablamos con la gente de Nave 73 y nos dijeron que, si seguíamos adelante, ellos estaban con nosotros”, así que la producción continuó tomando forma y, tal como cuenta Diego Rebollo, otro de los grandes artífices de esta versión: “Si las circunstancias nos lo permitían, pues qué menos que seguir. Con todo lo triste que hemos vivido este último año, que por lo menos pudiéramos encontrar un resquicio de vida”. Un esfuerzo que se ha visto compensado tanto con el crowfunding que pusieron en marcha y al que el público respondió superando la propuesta económica con la que se lanzó, como con la respuesta con las entradas, que se agotaron prácticamente a las pocas horas de su salida a la venta. “Estamos sorprendidísimos”, nos confiesan.
SEXO Y DESNUDOS PARA HABLAR DEL AMOR
La historia nos presenta a Josh y Alex, un matrimonio que mantiene una relación abierta. Una noche invitan a Darius a su cama y, lo que en principio iba a ser un encuentro sexual esporádico, acaba calando dentro de la propia pareja, planteándoles un dilema sobre la fidelidad y la comunicación. Esta historia la hemos visto planteada infinidad de veces en cine, teatro y televisión, pero Afterglow llama a la puerta de nuestra curiosidad a través de su puesta en escena, planteada como una invitación a observar a esta pareja sin censura, adentrándonos en la intimidad de su dormitorio donde, tanto las conversaciones como los cuerpos se muestran en completa desnudez. “¿Quién folla debajo de las sábanas? ¡Eso solo pasa en las películas!” justifica su creador “En nuestras vidas pasamos mucho tiempo desnudos, así es la vida real y así lo quisimos contar” señala Asher que tiene claro que si alguien compra los derechos del espectáculo es porque no se va a andar con medias tintas y va a montarlo tal y como él lo concibió. “Si no vas a hacerlo así, este no es el montaje sobre el que quieres trabajar”, y se asegura de ello exigiéndolo por contrato.
Evidentemente, no nos vamos a llevar a engaño, el sexo y los desnudos son un gancho comercial que atraerá público. “La parte más sexual, desde un punto de vista de marketing, te ayuda a vender” afirma Evan Bernardin que forma parte del equipo que puso en pie la versión original de Afterglow en EEUU. «Pero, sobre todo, trabajamos sobre un buen diseño del conjunto para que no se quedara en una mera anécdota sobre sexo.»
Quizá haya quien piense que la expectativa ante tanta explicitud puede difuminar el sentido de la historia, pero Pedro Casas nos saca de dudas: “Es verdad que podríamos alimentar el morbo hasta el momento de las escenas de las duchas, que es como lo más icónico – el momento más sexual del espectáculo – pero pensamos que casi es mejor lo contrario, ver a los personajes lo más desnudos posibles desde el principio para poder naturalizarlo y entrar en otro tipo de intimidad lo más rápido posible”. dejando patente que este no es un producto que se sustenta únicamente en esa imagen, algo que S. Asher Gelman comparte: “Vienes por las pollas, pero al final lo que recuerdas son las emociones” nos explica entre risas.
Al preguntarles por las diferencias entre la versión americana y la española, nos explican que aparte del juego de transiciones, la gran diferencia está en las escenografías. «El escenógrafo de Nueva York sugirió que la ducha estuviera en el centro del escenario, para que esa parte se convirtiera en algo icónico», dice Evan; mientras que en la versión en español se trabajó en una escenografía que ayudara a crear esa sensación de voyeur en el espectador: “El hecho de que sea a tres bandas y como un juego de ventanas, que te de sensación de dificultad para mirar, e incluso que sepas que el espectador que está situado en otro lugar diferente al tuyo, está viendo otra función, todo eso genera en ti una mirada exclusiva y de intimidad”, explica Diego Rebollo.
TRABAJAR LA INTIMIDAD SOBRE UN ESCENARIO
Viendo los actores que han formado parte del reparto americano y los que conforman el español: El elenco original lo conformaron Christian Escuredo, Andrés Acevedo y Jorge Vidal (Burundanga); después, en una segunda vuelta en la que se contó Diego Rodríguez, y ahora con la incorporación de Jon Rod, nos surgía la duda de si no hubiera sido posible un reparto con actores con cuerpos no normativos. “Nos decantamos por elegir un mismo prototipo para que el conflicto no se desviara. No queríamos una comparativa que nos llevase a otro lugar” nos explica Carlos Martín. “El actor, en cuanto es consciente de que va a estar desnudo delante de un público, comienza a trabajar el cuerpo para sentirse cómodo consigo mismo” añade Asher “no es necesario tener el mejor cuerpo del mundo, solo confianza a ti mismo porque si no, no vas a poder hacer este papel”.
La desnudez y la carga, tanto sexual como emocional que posee la propuesta, según nos confesaban sus productores, ha hecho que en el camino hasta su estreno haya habido más de un “no”; no todo el mundo es capaz de subirse a un escenario y exponerse de la manera en la que lo hacen los actores que dan vida a los personajes de Afterglow.
Ambos directores nos explicaban que en todo momento han querido tejer una red de confianza con los actores para darles seguridad a la hora de subirse al escenario. Asher creó un calendario de ensayos en el que la exposición iba creándose de manera gradual. «Fuimos muy afortunados de encontrar tres actores muy valientes, que confiaron en nosotros. Creamos un ambiente profesional, de confianza». Mientras que Pedro, prefirió quitárselo de enmedio cuanto antes para olvidar tensiones y poder avanzar sobre el peso emocional de la historia «Creamos una sensación de juego, desde la que hacerles ver que el foco no iba a estar ahí, investigando acciones cotidianas que salieron de ellos y elegir porqué decir y hacer unas cosas y no otras, para llegar a generar una mayor complicidad entre ellos».
MÁS ALLÁ DE LOS DESNUDOS EN ESCENA
Además del morbo inicial, ¿cuáles son los temas que toca Afterglow? “Trata sobre la comunicación. Mi versión del amor puede ser totalmente diferente a la tuya y que tú me digas que me quieres y yo te lo diga a ti, no tiene por qué ser la misma cosa» nos explica su autor «La obra habla de una relación abierta y del poliamor, sí, pero realmente solo es la excusa para hablar sobre la honestidad dentro de la pareja. Una de las primeras conversaciones que debe tener una pareja es sobre cómo va a ser el sexo, si somos sexualmente compatibles. Quizá entre personas heterosexuales no haga falta, pero para los gays son cosas que deberíamos hablar. Imagínate, dos activos o dos pasivos ¡Puede ser algo trágico!” Se ríe y nos cuenta que este dilema que plantea el espectáculo ha llegado a crear algún conflicto sentimental, provocando alguna ruptura “¡Eso es genial! – Bromea – No, realmente es triste y a la vez maravilloso, porque si no puedes tener esa conversación estando en pareja, quizá lo mejor para los dos es no continuar. Hay que sentirse cómodo con uno mismo y poder expresarse con libertad frente a las personas que amas”.
Aunque Evan Bernardin coincide en que es una obra que habla sobre la comunicación y el deseo, cree “que no conecta exclusivamente con un público gay, aunque sea más habitual tratar estos temas” y señala que lo realmente importante para él es que “verlo en escena puede animar a cualquier persona a hablar sobre sus sentimientos sin esconderse”, algo a lo que Pedro Casas se suma añadiendo “No damos respuestas, planteamos una reflexión sobre dónde debemos conectar con nuestras parejas y comprenderse mutuamente, porque la pareja es ese lugar que necesitamos cuando el resto de pilares de nuestra vida se van a la mierda”.
La conclusión que sacamos con este encuentro es que Afterglow es un espectáculo que promete aportar grandes dosis de morbo, pero que además nos ofrece una reflexión sobre la importancia de cómo queremos mostrarnos ante los demás y la necesidad de conocer con total honestidad cuáles son las necesidades y deseos de la/las personas a las que amamos.