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Un hito en el movimiento #MeToo

Elisabet Altube: “Seguimos sin tener claro que el consentimiento es fundamental”

Elisabet Altube es la dramaturga y directora de The shit show, una obra de teatro verbatim sobre la entrevista real que Donna Rotunno, la abogada de Harvey Weinstein, mantuvo con la periodista Megan Twohey, autora, junto Jodi Kantor, a del libro She said, la investigación periodística que destapó los abusos de Harvey Weinstein e impulsó el movimiento #MeToo.

Esta ficción documental protagonizada por Ariana Martínez y Mónica Miranda, que ya se estrenó en exlímite, ahora llega al Teatro Quique San Francisco del 8 al 27 de octubre. Recuperamos la entrevista que le hicimos en su momento a Elisabet y que nos permite viajar dentro de la mente de tres mujeres: la abogada que defiende a un hombre acusado de agresión sexual, la periodista que intenta entender los porqués y una de las denunciantes.

 

Foto de portada: Elisabet Altube. ©Carlos Villarejo

 

Lo primero, quiero decirte que me encanta el logo y el nombre de vuestra compañía, Sin Corpiño. ¿Es un claro ejemplo de vuestras señas de identidad?

¡Gracias!, me alegra que te guste. Se trata de La Venus de Willendorf suplantando al Hombre de Vitruvio. Toda una declaración de intenciones. Nos importaba hacer obras con personajes femeninos, hablar de mujeres y crecer e investigar en nuestro lenguaje teatral sin censura. Tristana (Castilla) y Mónica (Miranda) hicieron un ‘brainstorming’ sobre todo eso y se les ocurrió la combinación de estas dos imágenes que la madre de Tristana, artista, supo plasmar en pintura. A nosotras también nos encanta.

 

Tristana Castilla, Monica Miranda y tú sois las impulsoras de este proyecto. ¿Cómo surge vuestra conexión?

Mónica y yo nos conocimos en la RESAD, aunque somos de distintas promociones. Y Tristana es su prima. Nos juntamos las tres para crear nuestra primera obra, NoSoTRaS, y desde entonces venimos trabajando juntas.

 

¿Qué tipo de teatro os interesa como compañía? ¿Qué proyectos queréis llevar a cabo?

Teníamos claro que queríamos contar historias de mujeres, y a nivel formal, queríamos poder explorar nuestros estilos con libertad. El rotar proyectos y probar distintos roles en el proceso creativo también es una idea que estuvo presente desde el principio. NoSoTRaS es una comedia de dos actrices, The Shit Show es una ficción documental y lo siguiente que estamos preparando es un texto original de Tristana, el monólogo de La Poderosa.

 

¿Cuáles han sido tus referentes dentro de las Artes Escénicas?

Mis referentes oscilan desde Thomas Ostermeier, la compañía Cheek by Jowl a Peeping Tom o Pina Bausch. Recuerdo montajes que me han dejado huella, sobre todo los primeros que ví, me impresionó mucho Angélica Liddell (Perro muerto en tintorería: los fuertes), Mujeres soñaron caballos de Daniel Veronese, Los Ojos de Pablo Messiez… Y creo en el teatro con compromiso social y político. En eso, me considero muy afortunada de haber trabajado con Laila Ripoll.

 

Vuestra primera propuesta fue la ya mencionada NoSoTRaS, que estuvo un par de temporadas en cartel. Ahora estrenáis The Shit Show. ¿Qué os ha movido a teatralizar esta historia?

NoSoTRaS tuvo muy buena acogida y yo disfrutaba muchísimo haciendo esa función.  Luego me fui a Londres a estudiar el máster y fue estando allí cuando escuché la entrevista a Donna Rotunno, la abogada defensora de Harvey Weinstein. Donna me hizo dudar. Sabía que no estaba de acuerdo con lo que decía, pero me dio miedo la fuerza y convicción con la que hablaba. Pensé que con una abogada así, Weinstein se podía llegar a librar. En cuanto pisé Madrid, se lo planteé a Mónica y a Tristana y las dos se enamoraron de la entrevista desde la primera lectura.

 

 

¿De dónde viene el título de la obra?

Supongo que es mi reacción visceral a la entrevista y al juicio. La traducción literal me parece bastante apropiada dado el asunto a tratar. Pero en realidad me refiero a la expresión americana “Shit Show” en ‘slang’ (jerga de registro coloquial e informal usada en el idioma inglés), que no tiene traducción directa al castellano y que se refiere a “algo que es caótico, polémico o desagradable en un grado excesivo, que roza lo absurdo”. Se usa mucho para referirse a política. Y el peligro de estos casos tan mediáticos es que se queden en eso, ¿no?, en un mero espectáculo.

 

¿Has recreado la entrevista tal cual sucedió o has creado elementos nuevos para mejorar el desarrollo de la dramaturgia?

Ha sido todo un proceso. En un inicio, pensaba que con la entrevista era suficiente. Me importaban sólo ellas dos. Mónica me impulsó a seguir indagando y me encontré con  el juicio completo online. Y claro, de repente tenía acceso a las voces de las víctimas y a Donna, la abogada, en acción. Me quedé atrapada con una de las denunciantes, Jessica Mann, y quise incluir esos interrogatorios. Cuando tienes tanta información, lo quieres contar todo. Ha sido un ejercicio de selección. Todas las palabras que se dicen en la obra se dieron o bien en la entrevista o bien durante el juicio al ex magnate de Hollywood; o en declaraciones en distintos medios de comunicación. Traducidas, fragmentadas y reorganizadas; pero son las palabras reales.

 

¿Cómo definirías a las dos principales protagonistas de esta historia, Donna Rotunno y Megan Twohey, periodista, autora del libro She Said?

Son dos mujeres de la misma generación, ambiciosas, de éxito y con poder. A pesar de ser muy diferentes, se trata de un ‘fair match’. Las dos tienen en torno a los cuarenta años, se han criado en la misma ciudad, las dos entiendo que se sienten realizadas profesionalmente y las dos han decidido involucrarse en este caso. Es interesante escuchar su conversación desde ahí. Ariana Martínez interpreta a Megan Twohey y Mónica Miranda a Donna Rotunno.

 

¿Cómo has trabajado con ellas para que den vida a Donna y Megan? ¿Les has pedido que trabajen en base a la entrevista real imitando lo más posible la realidad?

Durante el primer bloque de ensayos, casi sin querer, hicimos un minucioso trabajo de mesa revisando la traducción de la entrevista. Escoger una palabra u otra cambia el significado y fuimos muy rigurosas con esto. En ese momento, volvíamos constantemente al podcast. Lo escuchábamos sin parar, fijándonos en dónde titubean, cuales eran sus coletillas, cómo transitaban de un argumento a otro. El poso de ese trabajo está. A la hora de ponerlo en pie, el imitarlas exactamente ha dejado de ser el objetivo. Hay momentos en los que las actrices tienen necesidad de otra respiración, otros impulsos. El montaje en sí también lo pide y no creo que por ello sea menos fiel a la realidad.

 

¿Por qué fue la investigación sobre Weinstein, y no otra, la que desató semejante oleada de solidaridad femenina?

Efectivamente, el caso Weinstein fue el caso que viralizó el #MeToo. Supongo que tiene más que ver con que se trata de la punta del iceberg mostrándonos a nosotras mismas el hartazgo al que habíamos llegado debido a la violencia que todas hemos sufrido en mayor o menor medida de forma continuada a lo largo de nuestras vidas. Se abrió una brecha y una oportunidad para la franqueza. Un espacio seguro para dejar de callar la violencia. Que ese círculo de seguridad se diera con este caso no implica que no existan otros círculos; nunca ha cesado la lucha de todos los feminismos existentes. Lo que ocurre es que aquí estamos hablando de personas mediáticas con una voz que tiene más posibilidades de ser visibilizada que otras.

También porque hablamos de poderes dentro del sistema de producción cinematográfica; de una violencia en el ámbito profesional, público, dentro de un ‘star system’ donde en apariencia todo es maravilloso. Y como bien dice Rose McGowan refiriéndose a Hollywood en su libro Brave, “si los hombres blancos pudieran tener un patio de recreo, sería este”. En el abuso de poder perpetrado por las personas detrás de esos roles vinculados a la creación artística, entran en juego los factores de admiración, ilusión, influencias y presión social. El hecho de que se diera en un contexto conocido, consumido e idealizado por la mayoría, nos hizo espejo. El impulso fue inevitable y la magnitud del problema se vió reflejada.

 

¿Cuál es ese debate que quieres abrir con esta obra sobre la responsabilidad de tener voz?

Las dos protagonistas de nuestra historia ocupan un espacio público y cada una utiliza ese espacio de una determinada manera. ¿Cómo gestionamos nuestra presencia en esos lugares de poder desde una perspectiva feminista sin asimilar patrones y actitudes patriarcales? Y me descubro cayendo en la trampa de Donna como si “la responsabilidad estuviera en la mujer”, cuando el usar mejor o peor tu voz no tiene que ver con una cuestión de género.

 

En el dossier dices que cuando escuchas a Donna Rotunno, te preocupa que alguien sea capaz de defender a Harvey Weinstein, incluso de apropiarse del discurso feminista para sostener ciertas ideas. ¿A qué ideas te refieres?

Evidentemente todos tenemos derecho a una defensa legal, lo que me preocupa es que alguien esté de su parte, cuánto más doloroso si es mujer. Y sus ideas es que no sé si puedo llegar a explicarlas tan bien cómo lo hace ella. Venid a ver la función, mejor ver para creer.

 

¿Cómo te sientes cuando escuchas mujeres de tu entorno renegar del feminismo?

En el fondo me produce impotencia porque aunque se pongan del lado del poder, ese sistema nunca permitirá que tengan el poder. Aunque sean verdugos, no dejan de ser víctimas.

 

Un hito en el movimiento #MeToo en Madrid
Ariana Martínez y Mónica Miranda. ©Mario Ballesteros

 

¿Y cuando esa mujer es una chica joven que piensa que el discurso feminista es mojigato o que va en contra de su feminidad?

La juventud viene con mucha fuerza y cada vez lo tiene más claro. Ellas sí están creciendo en un entorno que condena el machismo. De todas formas, yo sólo puedo hablar desde mi experiencia, y diría que tener contradicciones es parte del proceso. Cuando reconozco una resistencia en mí, me informo. Ojalá más hombres hicieran lo mismo. Es un compromiso social, no sólo de las mujeres. Nos afecta a todos.

 

¿Crees que el debate sobre el feminismo se ha vuelto confuso?

Los diferentes puntos de vista enriquecen. Hay muchas formas de llegar al feminismo, pero el objetivo es el mismo. Otra cosa es que determinadas personas se apropien del discurso feminista para tergiversarlo y perseguir sus propios intereses llevando claramente otras agendas políticas. Vivo en un país con una de las legislaciones más avanzadas del mundo en la lucha contra la violencia de género. A pesar de ello, el sesgo existe y lo tenemos incorporado. Y hay conceptos sobre los que no llegamos a un consenso. Con la ley de ‘Sólo sí es sí’ se evidenció que aún no tenemos claro que el consentimiento sea fundamental. Y todavía parece haber dudas sobre qué constituye un abuso de poder, como hemos visto hace nada con el caso Rubiales.

 

¿Y piensas que esa confusión es premeditada? Yo mantengo la teoría de que viendo el auge que estaban cogiendo los movimientos feministas (a partir de 2018 sobre todo) los mensajes generalistas que hemos ido recibiendo como sociedad intentan enfangarlo todo (divide y vencerás).

Hay personas que prefieren generar ruido en lugar de debate. De todas formas, Jodi Kantor (compañera de Megan y Twohey y co-autora del libro She Said) dice una frase que creo que puede ayudar a responder a tu pregunta: “en los cacofónicos debates públicos, a menudo, insatisfactorios, es dónde se desencadenan conversaciones privadas más reflexivas. Ahí es donde se están gestando los cambios más profundos”. Lo importante es dialogar y aprender a discernir.

 

2.307 violaciones denunciadas en España en el primer semestre, una cada dos horas. 4.180 mujeres en España viven con una pulsera que geolocaliza a su maltratador. 89 feminicidios en 2023 (a día 16 de octubre) según datos de efeminista… ¿Cómo se puede justificar algo así? ¿Cómo se puede seguir negando que tenemos un problema de una magnitud descomunal?

Me parecen terribles e injustificables esos números, que llevan detrás el sufrimiento de muchas mujeres. Me da rabia, me indigna y no sé cómo se atreven a negarlo.

 

¿El miedo a ser feminista, a integrar esos postulados dentro de la sociedad, es sólo el miedo de los hombres a perder su posición preeminente?

Sí, evidentemente que esa resistencia nace de perder una posición preeminente en la sociedad.

 

¿Piensas que en algún momento cercano dejaremos de hablar de todo esto, que desaparecerá la violencia y los feminicidios?

Queda mucho por hacer y no creo que ese cambio lo lleguemos a ver nosotras, pero sí se nota una evolución. Y si dejamos de poner el debate sobre la mesa, de poner el foco ahí…  Creo que es un tren que está en marcha y del que hay que seguir tirando aunque la meta nos parezca que está lejos.

 

Para terminar, ¿cómo ha sido el trabajo en exlímite? ¿Cómo os han acompañado para crear este proyecto?

Me parece muy importante lo que están haciendo con su sala dando lugar a creadores que de otra manera no tendríamos acceso a este tipo de espacios. Al apostar por compañías emergentes y apoyarnos con su concepto de proyectos en colaboración, nos facilitan el poder compartir nuestro trabajo con el público. La verdad que nos hemos sentido muy a gusto en su sala y es un lujo poder ensayar en el espacio donde vas a estrenar.

 

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