¿Cuéntame un poco qué es Espacio La Ventana?
La Ventana somos Héctor Vesga y yo. Es un lugar de encuentro para artistas de las Artes Escénicas, un espacio donde poder ampliar tu formación con profesionales de primera línea, donde la creación y la investigación escénica tienen un gran peso.
Tras más de 10 años como espacio de formación debutáis como productora teatral. ¿Por qué habéis decidido dar ese paso?
Esa fue la idea desde el principio. La producción privada es muy difícil hoy en día. Cuando nos dimos cuenta de que posiblemente las condiciones ideales que estábamos esperando para arrancar un montaje no llegarían nunca decidimos liarnos la manta a la cabeza y hacerlo con lo puesto. Hemos tenido que aunar el esfuerzo de muchos colaboradores que tenían las mismas ganas que nosotros. La necesidad de contar la historia de Atiende o dispara y la manera en la que la hemos contado era más grande que el miedo.
¿Cuáles son las líneas maestras por las que quiere guiarse vuestra productora?
Nos apetece poner en escena textos de dramaturgos contemporáneos. Queremos hacer un teatro que cuente historias de gente como tú y como yo, con las que el público pueda sentirse identificado. Un teatro que deje cierto poso y ganas de reflexionar.
¿Y por qué habéis decidido comenzar este camino con Atiende o dispara, el texto de Cristina Redondo?
Llevaba mucho tiempo con el personaje de Diana en la cabeza. Empecé a trabajar con las actrices, con improvisaciones. Pero necesitaba que alguien le regalara un texto en condiciones. Conocí a Cristina hace más de 10 años en La Ventana y sus textos se me quedaron grabados, me atravesaron. No se me ocurría nadie mejor para escribir esta historia. Cuando le conté el proyecto y me dijo “sí” a todo cobró otra dimensión. Finalmente, Atiende o dispara es un poco de las dos.
¿Cuáles son los temas principales que atraviesan la obra?
La obediencia es el tema principal. Siento que estamos educados para la obediencia y que eso nos condiciona mucho a lo largo de nuestra vida. A raíz de ser madre y detenerme en la crianza de mis hijos me di cuenta de lo mucho que se valora la obediencia en los niños. Premiamos a los niños obedientes “qué bueno es, qué obediente” ¿Cuándo deja esto de ser un halago? Nunca hacemos esos comentarios con adultos: “Es un tipo muy majo y muy obediente”. ¿Cuánto de obediencia queda cuando nos hacemos mayores? ¿Cómo influye esto en nuestra personalidad y nuestras decisiones?
Si hablamos de Diana, la protagonista de la obra, al ser mujer, la cosa se complica aún más. Una chica de bien que es amable y educada. No pierde los papeles, no se rebela. Durante mucho tiempo, no estuvo bien visto que una mujer diera un golpe en la mesa, o pegara tres gritos cuando se hartaba. La violencia era una válvula de escape reservada para el género masculino. Eso ha cambiado. Atiende o dispara reivindica el derecho de Diana a romper con todo y poder elegir. Elegir cómo se quiere vivir es un acto de libertad absoluto.
¿Y quién es Diana?
Diana es una mujer atrapada en una vida que no le pertenece. Sigue las normas, se aplica, atiende y se repite cada día que todo está bien. Pero no está todo bien y ella lo sabe.
¿Por qué su cabeza viaja hacia esa simulación ‘western’?
Cristina (Redondo) tiene una fascinación por el ‘western’ y encontró aquí su oportunidad para desarrollarla. El western es un regalo de la autora al personaje. Es el lugar donde todo es posible, la tierra de las oportunidades.
Diana sueña que es la ‘sheriff’ de las Yellow Mountains para escapar de su vida miserable donde todos la pisan. Sueña con ser la jefa del condado. La figura de la ‘sheriff’ es para Diana el poder, es tener el control de lo que está pasando y una Colt 45 en su cinturón.
¿Y quiénes son Anica y Lucía?
Lucía y Anica son dos seres extraordinarios que vienen a ayudar a Diana. Es a lo que se dedican, de un modo muy particular, desde la Antigüedad. No puedo contar mucho más de ellas porque hay que descubrirlas en la obra… La magia no debe ser revelada.
¿El equipo artístico de la obra son todas mujeres relacionadas de alguna forma con La Ventana?
Son todo mujeres relacionadas conmigo. Son amigas y compañeras, gente muy valiosa con la que tenía muchas ganas de trabajar. Ha sido maravilloso poder darle forma a esta historia con este equipo.
¿Cómo ha sido la adaptación del texto original? ¿Has tenido que quitar mucho?
He tenido la gran suerte de poder trabajar con Cristina desde el principio. Eso es un lujo para la directora poder formar parte de este proceso. He visto nacer y crecer este texto y no he tenido que quitar nada. Sería un pecado tocar nada de este texto.
¿Cómo es la puesta en escena que habéis elaborado?
Yo vengo del teatro físico y creo que la propuesta corporal tiene mucho peso. También me apetecía hacer algo bello, donde la estética tuviera un peso, pero sin mucho artilugio. Sin audiovisuales ni cambios de escenografía. Con las actrices todo el rato en escena al servicio de la obra.
Como es una obra que apela a la imaginación del personaje, era necesario recrear esa fantasía. Y lo hemos hecho con medios económicos muy ajustados, tirando de imaginación, como te decía. Hay dos mundos, el real y el soñado. Quizás en algún momento esto se revierte… Por otro lado el ambiente sonoro ha estado todo el momento muy presente. Es imprescindible que la banda sonora acompañe a Diana, o Dayana, su alter ego ‘western’, en su delirio.
¿Cómo ha sido el trabajo con las actrices? ¿Qué premisas les has dado para abordar sus personajes?
El trabajo se ha basado mucho en el personaje de Diana. Ha habido una parte muy importante de reflexión y de pensar qué parte de Diana era nuestra también. Este trabajo ha sido común a las tres aunque Aldara Molero ha sido la responsable de sostenerlo en la escena. Con Laura Mayo y Laura García hemos trabajado mucho la parte física. Hay un código de movimiento muy concreto para Anica y Lucía y una construcción corporal del resto de personajes.
En muchos momentos las actrices que dan vida a Anica y Lucía se tienen que desdoblar en otros personajes. ¿Cómo habéis solucionado eso?
Las actrices cambian de personaje con pequeños elementos de vestuario. Es la magia del teatro, un simple tocado de boda puede ser un personaje. El trabajo de cuerpo en este tipo de propuestas es muy importante.
¿Y cómo es la banda sonora original creada por The Belén Chou? ¿Qué papel tiene en la obra?
La banda sonora es un personaje más. Belén y yo trabajamos con la idea de que toda la música está en la cabeza de Diana y que por tanto es un poco de ella también. Trabajar con Belén ha sido un lujo también. Como con la dramaturgia, he podido formar parte del proceso de creación de cada uno de los temas y lo he disfrutado como una niña pequeña.
La banda sonora tiene un gran peso en esta propuesta. Belén ha compuesto seis temas originales y dos versiones a la carta, para darle más voz a Diana y acompañarla en este camino. Tenéis que buscar todos en spotify la banda sonora de Atiende o dispara, por favor, es un canto a la rebeldía con una sonrisa.
¿El hecho teatral es el lugar donde dar forma a las entrañas, donde lanzar todo lo que callas?
Para mí, el teatro es el vehículo perfecto para contar historias. Encuentro en él el espacio donde elevar el discurso, donde llegar a la gente, donde emocionar, zarandear y atravesar al espectador. Yo me emociono viendo ciertas obras, y me gustaría que las obras que dirijo puedan tener ese impacto en los espectadores. No me interesa estar de moda o ser popular, solo quiero ser honesta con el trabajo que hago.
¿Y cómo se logra creer en unx mismx para tomar las riendas de tu vida?
No creo saber la respuesta para esta pregunta, no creo tener las riendas de mi vida en todo momento. Creo en el trabajo y en la importancia de rodearte de personas que te hacen crecer.
¿Las personas que nos encontramos en la vida y que interaccionan con nosotrxs están conjuradas para dañar nuestra integridad?
Por suerte no todas, sólo algunas. Pero hay que estar atentos para darles una patada cuando cruzan ciertos límites.
¿Por qué nadie mira ni nadie entiende en estos días?
Esta es una frase que sale en la obra y que me gusta mucho. Se refiere a que a menudo vivimos ajenos a las dificultades por las que atraviesan los que nos rodean. Nadie mira ni entiende lo que le pasa al que tiene al lado. Quizás es un problema de comunicación, de confianza, de individualismo, no lo sé. A lo mejor estamos perdiendo la capacidad de compasión o empatía, que es lo que nos hace más humanos.
¿La vida de los demás es igual de mierda que la nuestra o nos decimos eso para consolarnos?
Estamos todos agotados, esto es así. No quiero ser tan negativa y pensar que todas las vidas son igual de mierda, pero piensa en los precios de los alquileres en Madrid, por ejemplo, y la media de los salarios. Ahí podríamos tener una buena respuesta.
¿La frustración generada por las expectativas vitales es lo que nos hace ser tan infelices? ¿Cómo se lucha contra eso?
Si fuéramos budistas no desearíamos nada. Pero la mayoría de nosotros no lo somos y queremos siempre lo que no tenemos. Hay que volverse algo más humanos y saborear el aquí y el ahora. Pero todo esto es muy difícil en un entorno capitalista.
¿Qué me dirías si yo te digo que me parezco (en algunas cosas) a Diana más de lo que me gustaría admitir?
Te diría que bienvenido al club. Es el comentario que más veces nos han hecho después de ver la obra. Me quedo con que la gente que siente eso se va con ganas de convertirse en ‘sheriff’ por una noche y acabar con los villanos de su película.
¿No hay que resignarse a vivir una vida que no te mereces?
No, no hay que resignarse, hay que pelear, hay que aprender a decir “basta”.
¡Atiende o dispara! Al final, ¿es la única salida?
Sí, hay que disparar más y atender menos, obedecer menos.
¿Y cuál de las dos opciones escoge Raquel Alonso?
Disparo menos de lo que me gustaría y alguna vez me disparé en el pie. Pero estoy entrenando. Por eso hago obras como esta.