"Nos hemos atrevido a poner en el escenario nuestra parte más oscura y a la vez hemos aprendido a sacarle brillo a nuestras fortalezas"
María Romero, Cristina Varona y María Valero son Colectivo Ramen. Las tres son las creadoras de Proyecto Ramen, una obra que transcurre en un restaurante de ramen en el que dan vida a tres personajes que comen ramen.
Se trata de una historia de rabia ante la incertidumbre. Una historia original, divertida, triste, loca y nada amable con sus protagonistas, lo mismo que sucede -imagino- con la vida real de tres actrices que intentar dar salida a su talento creativo y que ahora muestran en su primer montaje como compañía.
Proyecto Ramen podrá verse en la Sala Mirador del 17 al 26 de octubre.
¿Cómo surge Colectivo Ramen y quiénes formáis parte de él?
María Romero: Realmente comenzó con el proyecto en sí mismo, digamos que surgió primero la idea de trabajar juntas ya que nos conocíamos desde hacía años, habíamos compartido escenario en varios proyectos y queríamos aprovechar esa dinámica para tener algo muy nuestro. De ahí surge Proyecto Ramen y la creación del Colectivo Ramen en consecuencia. Queríamos iniciar con un proyecto desde cero y desde ahí generar más piezas a futuro. Comenzamos soñando con nuestro restaurante de ramen y aquí estamos ahora.
¿Qué tipo de teatro os interesa llevar a cabo como compañía?
María Valero: Creemos en lo lúdico del teatro, en el artefacto, el no esconder y hacer evidente que todo es una gran mentira, pero eso sí, la mentira mejor contada, y llevada hasta la última consecuencia. La mentira con compromiso con nosotras mismas y con el teatro. Una mentira que nos acabamos creyendo por necesidad, y por qué no, por disfrute.
¿De dónde nace Proyecto Ramen?
Cristina Varona: El germen de Proyecto Ramen surge en una gira de otro proyecto en el que estábamos trabajando juntas. Empezamos a fantasear con la idea de crear un proyecto nuestro de cero y así tener la oportunidad de investigar sobre qué nos apetecía contar desde nuestro propio prisma y a partir de ese día empezamos a proyectar y trabajar en ello. Hemos pasado por muchas fases en la creación de la propia historia y en encontrar nuestro lenguaje, hemos disfrutado mucho del proceso, y con sus parones y acelerones hemos llegado aquí. Estamos muy contentas y tenemos muchas ganas de seguir explorando y evolucionando la función ya con público.
Aunque ya tenéis sobrada experiencia en el teatro, es vuestro primer montaje como Colectivo Ramen. ¿Cómo estáis a pocas semanas del estreno?
María Romero: Es un vértigo muy gustoso. Es exponer algo que llevamos gestando varios años con muchas personas y es una exposición que nos emociona y nos da respeto a partes iguales. Respetamos y queremos mucho a esta profesión y apostamos por un teatro muy sincero y honesto. Proyecto Ramen es nuestra mayor exposición sin saber si hay agua en esa piscina, pero con mucha confianza en que quienes lo vean y se acerquen a degustar nuestro ramen, se llevarán algo sincero y, ojalá, delicioso.
¿Esta obra es un acto de rebeldía y liberación?
María Valero: Queríamos hacer algo nuestro, con nuestro propio lenguaje. Nosotras hemos trabajado muchos años juntas, pero siempre compartiendo escenario, dar el paso al frente y levantar un proyecto propio ha sido un proceso largo, con muchas caídas, pero también muy liberador, queríamos romper con la espera, con la incertidumbre, queríamos rebelarnos ante esa dependencia. Queríamos ser el detonante.
¿Cuáles son los temas que aborda la obra?
Cristina Varona: Nos gusta imaginarnos la función como un viaje de las protagonistas hacia lo colectivo para conocernos mejor a nosotras mismas. Estos tres personajes se encuentran en un momento en el que necesitan romper con ellas misma, mirarse, reconocerse y reencontrarse pero a través de las otras. Yo diría que este es el tema transversal de la historia, la individualidad y el colectivo en nuestra sociedad. Pero se abordan muchas temáticas que tienen que ver las tres protagonistas: el acoso y explotación laboral, las redes sociales, las redes humanas que nos sostienen.
Contadme un poco sobre los personajes que forman parte de ella, de esas mujeres protagonistas.
María Romero: Quisimos mezclar aquellos aspectos que cada una quería compartir como creadora a nivel más motor interno, con aquellos aspectos que quizás no habíamos interpretado tanto hasta el momento y con vivencias propias que quisimos volcar en el proyecto. Son personajes creados a partir de las inquietudes de tías de 30 años que esperamos puedan conectar con las tías y tíos de esas edades que vengan a vernos y se sientan perdidas también como ellas. Son personajes disfrutones, pero en parte torturados, que lo único que ansían es poder estar en calma caminando por un lugar elegido sin sentirse arrolladas por la corriente veloz de la sociedad actual. Son casi unas supervivientes de una sociedad individualista que les pesa, de la que se escapan a través de la amistad, la diversión y la vulnerabilidad honesta. Son lo que son, sin pretensiones y con ganas de sentirse escuchadas. Algo bastante humano, creo.

¿Hay algo o mucho de vosotras en cada una de ellas?
Cristina Varona: Probablemente hay mucho de nosotras o de una idea distorsionada de nosotras y de cómo nos relacionamos entre las tres tanto trabajando como en lo personal. Parte de ese juego de la verdad y la mentira está plasmado en la personalidad de ellas tres y en la conexión que tienen los personajes. Nos hemos atrevido a poner en el escenario nuestra parte más oscura y a la vez hemos aprendido a sacarle brillo a nuestras fortalezas.
Es un texto de vosotras tres, pero está dirigido por Enrique Cervantes. ¿Cómo ha sido el trabajo con él? ¿Cómo ha trabajado para potenciar vuestro texto?
María Valero: Trabajar con Enrique ha sido muy fácil, desde el principio nos hemos entendido, él ha sabido captar lo que queríamos contar, y no solo eso, algo muy importante para nosotras era que la persona que dirigiera Proyecto Ramen no se lo tomara como un encargo y ya, queríamos que esta historia también le apelara como creadora, que le tocara los temas que tratamos y que plasmara su visión, y Enrique desde el primer día se ha involucrado y puesto encima de la mesa cuestiones desde su prisma, y todo esto ha potenciado lo que nosotras mismas habíamos generado.
Cuando se es autora de la obra e intérprete, pero la dirección es de otra persona, ¿surgen conflictos entre cómo se pensó la obra en el texto, la mirada de dirección y cómo llevarlo a cabo? ¿O todo fluye porque se delimitan bien las funciones en cada momento?
María Valero: Sinceramente, desde el momento que Enrique decidió acompañarnos como director, sabíamos que confiábamos en su visión y su criterio, y que iba hacer crecer el proyecto. Creo que desde el principio hemos tenido muy claro nuestros roles en cada etapa del montaje. Por un lado, está el texto escrito, y por otro, ponerlo en pie, darle vida y, en mi opinión, eso es lo bonito, que el texto crezca y cada una lo haga suyo, y estar siempre abiertas a cambios, a propuestas, a probar… Y también aprovechar la mirada externa para llegar a lugares que nosotras mismas no hubiéramos visto.
¿Cómo es la puesta en escena que habéis elaborado?
Cristina Varona: Tanto el espacio como los elementos escénicos son sencillos pero era importante para nosotras que primase el valor de cada elemento, todo tiene un significado desde el color hasta la delimitación del espacio. Gracias a Silvia Romero, que es nuestra diseñadora de escenografía, y a Enrique hemos ido encontrando un espacio común para desarrollar lo que teníamos en mente y aterrizarlo primando la coherencia pero también permitiéndonos la locura.

En el dossier veo que han colaborado en el proceso gente como Paco Gámez, Marie Delgado y Feel Good Teatro. ¿Qué os han aportado?
María Romero: Para nosotras era muy importante que todas las personas que formaran parte de Proyecto Ramen lo hicieran desde un motor personal que les interesase compartir y volcar como hemos hecho nosotras desde el inicio. Al sentarnos a soñar el proyecto, pensamos en profesionales con los que nos motivaba trabajar para tener parte de su personalidad y enfoque en la función. Nos interesa mucho la poesía de Paco Gámez, lo performático de Marie Delgado y la experiencia de Feel Good entre otros. Pero también queríamos la sensibilidad de Enrique Cervantes y Emma Vallejo, la belleza esencial de Silvia Romero, la estética chulísima de Irene Monje, la delicadeza de Gabriel Piñero… Queríamos que Proyecto Ramen fuera el reflejo de la mirada de todos estos profesionales juntos creando un gran puzzle de sinceridad punky, divertida y honesta.
Aunque la obra es mucho más y va recorriendo otros lugares, parte de un hecho, una situación de abuso provocada por una directora a una de sus actrices. ¿Es algo que sucede mucho en las Artes Escénicas? ¿Lo habéis vivido?
Cristina Varona: Imagino que es algo que sucede en cualquier ámbito profesional independientemente del sector. Pero sí, supongo que durante muchos años en nuestro oficio ha sido más complicado entender los límites del abuso por el hecho de trabajar con lo emocional, poner en valor la vulnerabilidad o el estar expuesta al juicio ajeno. Por suerte, siento que en los últimos años esta situación nos provoca una alerta mayor y entendemos mejor dónde se sitúan estos límites.
A raíz de eso, habláis sobre lo que significa posicionarse ante un hecho determinado como el que comentamos. Imagino que es algo sobre lo que habéis reflexionado mucho. ¿Cuáles son vuestras conclusiones al respecto?
María Valero: Posicionarse es un derecho, pero a día de hoy puede tener consecuencias y eso genera miedos y, con razón, te puedes llegar a sentir desprotegida y no debería ser así, ya no se siente como un derecho, sino como un acto de valentía.
¿Es el momento de dejar de no molestar y empezar a demostrar?
María Romero: Nos cuesta y mucho, pero sí, para nosotras es el momento y queremos hacerlo a través del teatro, de nuestras inquietudes y dudas que no creemos que sean únicas e individuales, no somos tan especiales (risas). Queremos volcarlo y compartirlo y poder sentirnos acompañadas en esa dificultad tan extendida entre nosotras de no estar constantemente pidiendo permiso y lanzarnos a hacer. No tenemos la verdad absoluta ni respuestas para todo, pero sí voz y queremos ser escuchadas.
En este momento, quizá más que en ningún otro, ¿la violencia nos atraviesa como sociedad y como personas individuales?
Cristina Varona: Probablemente siempre ha existido esta violencia inherente al ser humano, pero ahora estamos más conectados y sobreinformados que nunca y esto hace seamos espectadores en directo de todas las violencias que nos atraviesan.
¿Cómo afecta para el desarrollo normal vital de una persona joven la gran incertidumbre ante el futuro?
María Valero: Creo que la palabra que más puede resonar en las conversaciones, con respecto al futuro, es la ansiedad, siento que la tenemos tan normalizada, como si no contempláramos la posibilidad de no tener ansiedad, aunque sea en menor o mayor medida, la asumes porque hablar de futuro es como hablar de la nada, es una incertidumbre continua. Al final normalizamos situaciones, y eso es peligroso, porque es una forma de asumirlas, pero creo que es importante no dar las cosas por hecho, y mantener una lucha activa, para no dejar que se instale en nosotras un malestar que se empieza a sentir cotidiano.

¿En la vida hay que elegir? ¿No puedes esconderte de tu propio destino?
María Romero: Nos toca tomar decisiones y evidentemente todas sabemos que no siempre es fácil, pero la vida empuja y eso está bien también. Está bien decidir y está bien sentirse perdida. Supongo que es el sentir que todas compartimos en Proyecto Ramen. Crear un proyecto de cero es una toma de decisión constante y muchas veces angustiosa porque lo haces desde la confianza ciega, algunas veces desde el desconocimiento y la exploración de un mundo nuevo inquietante… Pero tomas decisiones, pides ayudas, te sientes en bragas y muchas veces te enfadas y lloras. Y está bien decir en alto: «no tengo ni idea», pero prefiero eso a culpar al destino y desde ahí nos movemos nosotras constantemente. Te da mucha más ligereza creo.
¿Si nunca tomas una decisión por ti misma, es como si nunca hubieras pasado por la vida?
Cristina Varona: Es una reflexión que planteamos en la función a través del personaje de Camila. Ella se enfrenta durante años al bloqueo de no poder tomar decisiones siendo fiel a lo que siente y a lo que necesita, pero el no decidir ya es una decisión en sí misma.
¿Cómo veis la escena teatral madrileña? ¿Es fácil hacerse un hueco?
María Romero: Creo que precisamente hay una falta de toma de decisión y posicionamiento. Nos escondemos en ese ‘destino ineludible’ de hacer lo que funciona, así que entrar en esa rueda es muy complicado y agotador. La escena está repleta de gente formada muy capaz y talentosa, falta poner el foco en sacar a la luz todo eso y crear funciones para todo el mundo que llenen las programaciones de variedad comprometida y menos ‘sitios seguros’ en los que parece que se juega a la reivindicación y el cambio, pero el sentir que nos llega es más bien de no perder la silla y salvarse el culo.
Nosotras, por ejemplo, hemos trabajado mucho con y para el público joven… ¿Dónde están ahora en la escena teatral? ¿Y en los patios de butacas?
¿Todo es posible en Proyecto Ramen?
María Valero: Nos apetecía jugar con la idea de un espacio teatral en el que cupieran todas las posibilidades, independientemente del espacio planteado como propuesta, en este caso un restaurante de ramen. Queríamos aprovechar las posibilidades infinitas que nos ofrece el teatro. La relación que se genera entre el público y el teatro es algo muy potente, como intérprete la energía del público es algo que sientes en cada función, es muy poderoso poder crear un universo en que se propone un juego y si el público quiere, lo acepta y viaja con nosotras.
¿Y qué tiene el ramen para que todo gire en torno a él?
María Romero: Sinceramente, nuestra obsesión alrededor de aquel día en el que el mundo se paró y nosotras nos encontramos tratando de evitar tomar ninguna decisión en un restaurante de ramen con un babero colgando de nuestros cuellos y muchos vídeos en instagram llorando. El restaurante de ramen es un lugar de reunión, de hogar y sitio seguro. Es una tradición culinaria que nos concede una justa lejanía para, de este modo, permitirnos hacer lo que queramos, hacer que en Proyecto Ramen todo sea posible, que todo pueda ocurrir.