Para irse tres meses a vivir a Girona
Temporada Alta es un festival de artes escénicas que se celebra principalmente en las ciudades de Girona y Salt entre los meses de octubre y diciembre. Es una ventana abierta al mundo y un punto de encuentro entre la escena catalana y la internacional, un espacio de exhibición de propuestas escénicas y una plataforma de apoyo a la creación y producción de espectáculos, un impulsor de las redes de intercambio profesional. Los grandes nombres de la escena internacional comparten escenario con el talento nacional y las propuestas emergentes. Año tras año ofrecen una programación amplia y variada, una muestra de las tendencias del momento. Trabajan para incorporar géneros y propuestas de todo tipo (circo, danza, música en directo y cine) a una programación complementada con un buen número actividades paralelas. El interés por atraer y convencer todo tipo de ciudadanos, con gustos e intereses diversos, ha convertido este festival en una cita ineludible del calendario escénico.
Por Álvaro Vicente/@AlvaroMajer
Foto Portada: Jo, dona. ©David Ruano
Tranquilos, que no me he vuelto indepe (por si lo podéis pensar tras leer el titular). Mi Madrid pa siempre, gracias, que decía Rosendo. Aunque Girona es bien bonita, eso es innegable. Lo del titular es porque el Festival Temporada Alta, un año más, se erige como el mayor escaparate escénico del otoño, con lo mejor de la escena latinoamericana, europea, española y catalana desfilando por sus escenarios. En esta edición, la vigésimo octava ya, apuesta por espectáculos que reflexionan sobre la condición humana y se cuestionan hacia dónde va el mundo. Resumir su ingente programación en estas escasas líneas es inútil existiendo ese invento llamado Internet (www.temporada-alta.com), así que yo os voy a listar a continuación las obras que, si realmente me fuera a vivir a Girona estos tres meses, no me perdería por nada del mundo (aunque yo me lo vería todo, también te digo).
Me salen 25
Eso es, 25 espectáculos. Empezando por el Medida por medida de la Royal Shakespeare Company y siguiendo por el Macbettu, versión muy física y muy hombruna del italiano Alessandro Serra de otro clásico shakesperiano, Macbeth. A no perderse el monólogo de Jordi Bosch dirigido por Iván Morales en La partida d’escacs, de Stefan Zweig, ni a Israel Galván en El amor brujo de Manuel de Falla, que puede ser de caerse de culo. Ojo, el gran Tortell Poltrona, maestro de payasos, dice Que bèstia! en su nuevo espectáculo, inspirando en los grandes clowns de principios y mediados del siglo XX. Jóvenes y feminismos: Els diners, el desig, els drets, de Marta Galán, proyecto de teatro documental sobre la gestación subrogada desde una perspectiva feminista; Livalone de Francesc Cuéllar (promesa a seguir de cerca) y Alejandro Curiel, una radiografía sarcástica de la generación millenial; GRRRLS!!!, de Carlota Subirós, otro proyecto de teatro documental (¿tendencia?) que recoge las voces más potentes del feminismo de los siglos XX y XXI, individuales y colectivas, a través de sus manifiestos; Porn is on, de Marina Rodríguez, una reflexión sobre qué sexualidad femenina promulga la pornografía ‘mainstream’, a caballo entre lo documental y lo performativo; A.K.A. (Also known as), de Daniel J. Meyer, triunfadora en los últimos premios Max que veremos próximamente en Madrid; y Jo, dona de Marta Carrasco, una potente coreografía que homenajea a una de las primeras personas que se cambió de sexo: Lili Elbe. Seguimos. Desde el otro lado del charco: Tula, de Lagartijas tiradas al sol, una nueva experiencia sobre la democracia, a modo de instalación para un grupo reducido de espectadores, de la compañía mexicana más fiel al festival; O agora que demora, de la brasileña Christiane Jatahy, que después de su impresionante versión de la chejoviana Las tres hermanas, trae un espectáculo entre teatral y cinematográfico que habla de la actualidad a partir de Homero; Ostia, de Sergio Blanco, la autoficción que solo puede hacer el propio autor con su hermana Roxana y donde se mezcla su vida con la muerte de Pasolini; y Tierras del Sud, de Azkona & Toloza, otro trabajo muy documental a modo de conferencia escenificada sobre el neocolonialismo de las grandes corporaciones en Sudamérica. Y los grandes, claro: TgSTAN, con Trahisons, de Harold Pinter; Jéromê Bel en modo cine, con la película Retrospective que reflexiona sobre la dimensión política de la danza; Angélica Liddell con Una costilla sobre la mesa. Madre, un réquiem que cuenta con banda sonora de Niño de Elche; Oskaras Korsunovas, con A man fron Podolsk, el debut teatral del premiadísimo escritor ruso Dmitry Danilov; y Thomas Ostermeier con Retour à Reims, una reinterpretación teatral del célebre ensayo del sociólogo Didier Eribon sobre las contradicciones de la clase obrera. Y algunos más de por aquí: lo nuevo de Rigola, teatro documental de título larguísimo, posmodernidad obliga, donde explora los límites de la escena a través de las vivencias reales de Alba Pujol, su protagonista: Aquest país no descobert que no deixa tornar les seves fronteres cap dels seus viatgers; lo nuevo de El conde de Torrefiel, KULTUR, que es en realidad un ‘spin off’ de La Plaza, su pieza anterior; lo nuevo de Juan Navarro con Gonzalo Cunill, En lo alto para siempre, basado en Entrevistas breves con hombres repulsivos, de David Foster Wallace; lo nuevo de Shaday Larios y Jomi Oligor (de los inclasificables hermanos Oligor), La melancolía del turista, que gira en torno a la idea de paraíso; y lo nuevo de Sol Picó, Red Room.
25 propuestas. Pero estas solo son 25 recomendaciones subjetivas y personales. Viajad a Girona y dejaos sorprender.