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Soñando con ser importante dentro del Teatro Musical

“No es fácil mantener la ilusión cuando las cosas no salen, pero hay que perseverar”

Álvaro Romero es el creador de Cosas que llevar a un casting, una obra de teatro musical sobre la experiencia que supone acudir a castings para poder trabajar dentro de la industria.

Es una obra protagonizada por Carlos Carrasco, Lara Fernández, Laura García, Lucía Gregorio, Sergio Muñoz, Daniel Muttach, Nina Rubira y Coque Sánchez (entre equipo principal y covers) que lleva en la cartelera de El Pasillo Verde Teatro desde noviembre de 2022.

El propio Álvaro Romero nos cuenta los secretos de esta obra original que ha conquistado el corazón de los espectadores que descubren lo complicado que es que te elijan para trabajar en uno de los grandes musicales que habitan en la Gran Vía madrileña.

¿Dónde y cómo surge Cosas que llevar a un casting?

Esta obra surge después de ver una obra musical off en marzo de 2022. Yo andaba con la mosca detrás de la oreja de crear algo así. Me reuní con el equipo para contarles la idea que tenía, crear una obra donde veamos la realidad de los castings y los aspirantes en España. Lo genuino y lo ridículo de ellos, la profesionalidad y la coña que hay. Entonces lo vimos claro, había un vacío en textos que tratasen temas así con la naturalidad y transparencia que queríamos. Yo sabía cuál era el objetivo musical y vocal, crear algo complejo que sorprenda con gran dosis de humor y que la mezcla de estos elementos fuera explosiva. Estuvimos meses creando el texto y los arreglos vocales, para tener la obra al completo con el elenco incluido en julio de 2022.

La obra ya lleva más de 6 meses en cartel desde su estreno y está sido un gran éxito. Yo la definiría como una obra en la que no paras de reírte mientras te ponen los pelos de punta con sus voces.

 

¿Cómo habéis realizado la puesta en escena del montaje?

Cuando planteamos el calendario de ensayos vimos primordial empezar el proceso creativo por la parte musical y vocal, como te he comentado antes. Este show está armonizado en su gran parte a cuatro voces y era un trabajo que tenía que estar muy claro antes de empezar a encontrar los personajes y la puesta en escena. Estuvimos dos meses dedicándonos exclusivamente a las canciones y a exprimir las cualidades vocales de cada uno de los intérpretes, y la verdad es que fue todo un acierto. Una vez habíamos liquidado esta parte tan compleja las cosas empezaron a fluir solas y todos los arreglos vocales ganaban muchísimo con las propuestas interpretativas que iban saliendo. Ha sido un montaje muy bonito gracias al compromiso de todo el equipo creativo y del elenco.

 

Cuéntame un poco cómo funciona el mundo de los castings. ¿A cuántos suele acudir un intérprete por semana? ¿Cuánto tiempo de media inviertes en preparar uno?

El mundo de los castings es para darle de comer aparte. El mundo del teatro musical es un circuito bastante cerrado y especializado donde todos nos conocemos, y eso lo hace todo mucho más intenso. Estamos todos enterados de quién pasa de fase, quién no, qué musical abre casting, qué productora anda mal… Esto te hace tener mucha información, pero te quema hablar constantemente de lo mismo con la gente de tu alrededor. Raro es el casting al que vas y no conoces a nadie. De hecho, nuestra obra musical nace de esa idea, de cuatro jóvenes muy novatos que van como pollo sin cabeza en el casting, aun teniendo mucho talento.

Normalmente, la productora abre convocatoria con unos perfiles para un musical estrenado o por estrenar y tienes que mandar material por correo (CV, fotos, un tema cantando…). A partir de ahí hacen una criba por perfil y nivel para una primera fase presencial. En esta, te hacen una prueba de canto o danza que es eliminatoria. Suelen ser grupos grandes de los que se quedan con el 30%. Aquí ya empieza el casting de verdad, en una segunda fase presencial donde no hay más de 100/120 personas que se prepara un material propio del musical (para un personaje, elenco…). Después puede haber una final en la que la dirección de casting hace los últimos arreglos para cuadrar a un elenco que tenga sentido y coherencia.

Y respecto a la cantidad de castings, pues como los musicales suelen estrenar en Madrid sobre octubre, la inmensa mayoría de pruebas de musicales se hacen de febrero a abril, ahí estamos presentándonos a todo lo que se puede. Los meses de estrenos de musicales son meses de sequía absoluta de castings, pero en febrero empiezan a salir a pares y es un poco estresante. A cada uno de nosotros nos encantaría poder preparar las audiciones con tiempo, pero muchas veces se solapan dos castings a la vez o te mandan el material con unos pocos días de antelación. Una muy buena formación te ayuda enormemente a dar tu máximo nivel con un material que conoces de hace tres días.

 

Y aunque es una parte fundamental del trabajo, ¿cómo os hace sentir acudir a un casting a los intérpretes?

Es un momento de mucha exposición. Estás ante un tribunal que, de cierto modo, está valorando si eres lo suficientemente bueno o no. Cuando has hecho muchas pruebas, te das cuenta de que hay mil factores que no dependen de ti. Tienes que intentar estar dando lo mejor de ti en ese momento y rezar para que justo eso sea lo que busquen. El casting, desde mi punto de vista, no es recíproco en España. En otros países, como EEUU, se concibe el casting como parte real del trabajo: entras por una agencia, es remunerado, hay un material muy acotado y claro. Sin embargo, aquí no tenemos todavía esa filosofía de trabajo. En muchas audiciones a las que vas luego ni te responden ni sí ni no. No hay feedback, parece que el artista tiene que estar detrás de la productora y que no se le valora, y esto, francamente, me apena.

 

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Álvaro Romero

¿Cómo fue el casting para conformar esta obra? ¿Tuvo pruebas parecidas a las que aparecen en el espectáculo?

Fue un casting muy complicado. Aunque yo esté aquí hoy, hay un equipo creativo que estuvo conmigo en las pruebas y con el que decidí todo. Hicimos una primera fase donde analizamos el material recibido para ver con qué perfil nos encajaban y a partir de ahí se les citó presencialmente para unas pruebas individuales. En estas valoramos sobre todo la Técnica Vocal, el Oído Musical y la Interpretación. Teníamos claro que queríamos a gente que sorprendiera por su talento vocal y combinarlo con un texto fresco que llamara mucho la atención.

A partir de aquí, tuvimos que armar un puzzle. En ese momento me di cuenta que muchas veces el mejor no es siempre el que pasa, sino quien hace algo diferente o aquel que ves con una predisposición ejemplar. Tuvimos la suerte de crear un grupo que ha funcionado tanto dentro como fuera del escenario. La última prueba del casting fue representar de 4 en 4 uno de los números grupales del musical, para ver su sinergia. Fue muy bonito poder verla, sentimos que se estaba haciendo realidad.

 

Un casting es una competición y al fin y al cabo. Es como Los Juegos del Hambre y solo puede quedar uno. ¿Es mejor el trabajo colectivo como propones en la obra que la lucha individual?

Sin duda. Es absurdo tener otra mentalidad. Tú mismo eres el único rival a batir y es algo que vas aprendiendo en el proceso. Además, los directores de casting están muy atentos a este tipo de actitudes. Los musicales tienen como máximo un mes de ensayos y nadie quiere en su producción a alguien que va en contra del grupo por su propio bien. En la obra planteamos este trabajo colectivo como una consecuencia de la situación tan anómala que viven los personajes, que de 1000 aspirantes solo les han citado a ellos 4 y no se sabe muy bien ni por qué.

 

¿Puedes contarnos algo surrealista o extraño que te haya ocurrido en un casting?

Pues sí, y además fue en mi primer casting. Yo era un pipiolo que vivía en Granada y que daba alguna clase que otra en una escuela de barrio allí. Me vine a Madrid con mi padre a hacer un casting abierto de un musical con 15 años y me eliminaron a la primera. Era un casting donde bailábamos en grupos de 20 y decían los números que pasaban. No dijeron mi número y nos fuimos a Granada de vuelta. Yo estaba triste y me dormí en el coche. Pues cuando me desperté vi dos llamadas perdidas y las devolví. Eran los del casting, que se habían equivocado y que me querían ver en la siguiente fase en unas horas, pero yo ya estaba llegando a mi ciudad. Pues nada, les tuve que enviar unos vídeos porque no me daba tiempo y llegué a la final así, a base de vídeos después de haber sido rechazado (risas).

 

¿Y cómo son los directoras y directoras de casting? Imagino que os deben parecer seres sobrenaturales a los que os dedicáis a esto…

Está muy normalizado, por suerte. Suelen ser gente muy especializada que hace por conocer a muchos artistas para tener una base de contactos buena. No son arrogantes ni nada de lo que se podría pensar. Les dan muy poco tiempo para ver a mucha gente y decidir el elenco perfecto. Es un trabajo muy complicado en el que es imposible acertar siempre por lo que ves en 1 minuto cantando, por ejemplo. Máximo respeto a ellos y a la presión con la que tienen que lidiar.

 

¿En las escuelas de formación os preparan bien para enfrentaros a estos procesos de selección?

Lo cierto es que no del todo. La única manera de aprender a hacer castings es prueba y error. Las escuelas están muy enfocadas en el fortalecimiento de las disciplinas del teatro musical, que no es poco, pero en el mundo profesional a veces cogen antes al más pillo que al más bueno. Conforme haces castings empiezas a ser consciente de quién es quien decide, cuándo te están mirando, cuándo tienes que estar atento… Un casting es rápido y frenético, las primeras veces siempre te vas con la sensación de que no te ha dado tiempo a darlo todo y eso es clave para un proceso donde se presentan cientos de personas.

 

¿Cómo está siendo vuestra estancia en la cartelera de El Pasillo Verde Teatro? ¿Habéis encontrado un lugar en el que estar a gusto para trabajar?

Está siendo muy buena. Cuando empezamos el proyecto sabíamos que uno de los pilares era la sala. No queríamos ir rotando y fue duro decidirnos, pero desde El Pasillo Verde Teatro todo han sido facilidades desde el principio. Nos hemos sentido muy acogidos y valorados. Es una sala que nos funciona mucho para el formato de obra que planteamos por la distribución además, son todo ventajas. Llevamos desde noviembre aquí y las relaciones se han unido mucho, de manera que ya consultamos con ellos muchas tareas de producción porque están muy involucrados con nuestro proyecto. Por mi parte, solo tengo palabras de agradecimiento para Elisa, Keka, Ángel, Marcelo y el equipo técnico que nos ha acompañado en las funciones.

 

También es complicado hacerse un hueco en la cartelera teatral madrileña. ¿Sentís que estáis a prueba en cada función?

Es un reto constante. La cartelera de musicales off no es un terreno fácil y estamos haciendo lo máximo posible para ir creciendo. Nos tomamos muy en serio cada función sabiendo que el boca a boca es la arma más poderosa para atraer público y lo estamos consiguiendo. Es una obra con la que todo el mundo se siente identificado. La inseguridad de 4 novatos enfrentándose a sus sueños sin saber muy bien ni cómo hacerlo. Como director, intento que sea un show vivo. El contexto de estar en un casting da mucha libertad a los chicos en algunos sentidos y, función tras función, nuestro objetivo es ir evolucionando. La mayoría de nuestros actores y actrices han estado o están en proyectos de calibre. Esto hace que la obra, aun siendo off, tenga un montaje y una calidad artística de primera. Siempre decimos: “Si te descuidas, te encuentras con cualquiera de nuestros actores en Gran Vía”.

 

Háblame un poco de Vocal360. Quiénes formáis parte de la productora y qué tipo de lenguaje teatral os interesa.

Vocal360 es una productora de reciente creación que busca llenar un hueco que consideramos que no está trabajado en Madrid. El teatro musical casi siempre viene a Madrid como una importación de Londres o Broadway. Nosotros queríamos hacer cosas locales, cosas propias. No queremos ver como Mike lucha por salir de Michigan. Queríamos acercar el teatro musical a la realidad española y que haya personajes de aquí, con la manera de hablar de aquí y con las costumbres que tenemos. Tanto este proyecto como el siguiente musical, que estrenaremos en 2024, son de creación propia. La base de todos nuestros proyectos será siempre combinar la excelencia vocal tan asombrosa de los musicales con un texto que rompa los estereotipos de lo que solemos ver en cartelera. Queremos hacer musicales de verdad, con las que cosas que nos pasan todos los días. Y a veces, para eso, hay que trabajar desde puntos diferentes a los que solemos hacerlo.

La productora está formada por pocas personas, pero para Cosas Que Llevar a un Casting hemos contado con gente en el equipo creativo que nos han aportado un plus en algunas áreas (Lucía Montiel, Paula Menéndez, Álvaro Reyman. Yo nunca podría haber materializado esto sin la ayuda de Pedro Pablo López. Es un dramaturgo y director granadino con el que he trabajado mucho tiempo. Su manera de entender el teatro y la industria me tiene encandilado. Es una parte muy importante de este proyecto.

Por otra parte, Laura García ha sido el ancla del proyecto. Llevaba redes, hacía de ayudante de dirección y manejaba gran parte de la preproducción de este primer musical. Yo, aparte de la creación del proyecto, lidero la dirección escénica y vocal. Estamos abriendo fronteras y ampliando poco a poco el equipo para elaborar trabajos más ambiciosos.

 

 

¿Y cómo ves la escena madrileña? ¿Existe un tejido conectivo en el que os ayudáis las unas a las otras o cada una va a su rollo?

Todos estamos informados de la cartelera que compartimos y, al menos en mi caso, hago mucho esfuerzo por intentar verlo todo por apoyo y por ver qué propuestas están funcionando en el momento. Es una escena muy rica de la que puedes aprender mucho. Tras cada función me felicita gente que no conozco y nos comparten por redes… Se están portando muy bien con nosotros y estamos muy agradecidos. Intentamos no pisarnos nunca entre obras porque no nos beneficia compartir fecha y horario, no buscamos la competición. La competencia real es Gran Vía, ahí sí que pelean por tener el mejor público, el mejor elenco… Nosotros sabemos nuestro lugar y nuestra filosofía.

 

¿En vista de que es siempre complicado sacar la cabeza en la interpretación es por lo que has decidido trabajar también en la dramaturgia y dirección o son inquietudes que tienes de siempre?

Cuando empecé a trabajar en teatro musical fue un sueño hecho realidad, pero te das cuenta de cómo es la industria. Desde mi punto de vista, había un claro agujero que quería llenar. Siempre me han apasionado los ámbitos creativos, pero no terminaba de materializar nada ni pretendía hacer algo tan serio. Poco a poco, con ayuda del equipo, esto fue haciéndose más real y mira dónde estoy.

Es una labor mucho más complicada de lo que parece, ha sido un reto para mí. Las cosas no funcionan siempre a la primera y a veces tienes que rectificar y empezar de cero. Yo muchas veces intento no contaminarme de mis gustos y mis conocimientos para ponerme en la piel del espectador. Lo que tengo claro es que esto solo es la primera pieza de algo más grande.

 

¿Cuál es el casting en el que soñaría ser escogido Álvaro Romero?

Hay tantos… Te diría Evan Hansen. Es un musical que no se ha traído todavía a España y habla sobre un chico con transtorno de ansiedad social que, por querer encajar, se mete en un huracán mediático tras el suicidio de un compañero de su clase. Para mí, ese musical es la definición de Teatro Musical.

 

¿Y qué estarías dispuesto a hacer para conseguirlo?

Estaría dispuesto a seguir haciendo lo que llevo haciendo estos años. Son muchas horas de formación a la semana, mucho entrenamiento y perseverancia. No es fácil mantener la ilusión cuando las cosas no salen, trabajamos con nuestro cuerpo y voz. No podemos estar al 100% siempre. Muchos lo acaban dejando por este desgaste físico y mental, da igual en cuantos musicales hayas trabajado, si no te sigues formando te quedas atrás. Paciencia y Fe son las claves, no hay otra.

 

En definitiva, ¿qué es lo más importante para llevar a un casting?

Una buena preparación durante años, un estudio del material y, por encima de todo, tu mejor versión. Una versión de ti mismo sin prejuicios como “no me van a coger”, con seguridad para destacar y con la ilusión de aquel niño que un día decidió emprender este camino tan bonito de ver pero tan duro de vivir. ¡Ah! Y unas mallas de tu talla (risas).

 

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