“Sería insoportable abordar ciertos temas si no utilizásemos el humor”
Responsables de Meridional Producciones, Marina Seresesky y Álvaro Lavín, pareja en lo personal y profesional, llevan 23 años desarrollando proyectos en cine, teatro y tv abordando diferentes problemáticas sociales. Este mes estrenan Turistas en el Teatro Fernán Gómez, primer texto teatral de Seresesky, dirigido por Lavín, inspirado en aquella foto de la que la prensa se hizo eco en el año 2000 donde aparecía una pareja disfrutando de la playa mientras a pocos metros yacía el cuerpo sin vida de un inmigrante.
Chani Martín y Pepa Zaragoza forman el matrimonio protagonista en esta obra llena de humor, absurdo y verdades tan descarnadas como la vida misma.
¿Tragedias ajenas?
Por David Hinarejos
Fotografías de la obra: Álvaro Ochoa
Son muchos proyectos en común, muchos años… ¿cómo comenzasteis a trabajar juntos?
Marina Seresesky: Pues han sido 23 años que nacieron del amor, eso sigue estando (risas), y que han dado muchísimos frutos, un hijo entre ellos, y luego mucho trabajo conjunto tanto en teatro como en audiovisual. Hemos compartido todo, como actores, directores, guionistas…
Álvaro Lavín: Todo comenzó en una gira que hice en Buenos Aires haciendo temporada en el Teatro Nacional Cervantes con la obra Romeo Versión Montesca de la Tragedia de Verona. Estando allí acudimos al Teatro San Martín que estaban haciendo una versión de La tempestad de Shakespeare donde estaba Marina y nos conocimos. Se puede decir que Shakespeare nos unió.
¿En qué podéis confiar siempre al trabajar con el otro?
M. S.: Hay algo fundamental que es un sentido del humor que nos une. Eso se podría decir que está presente en todo lo que hacemos, un humor entre lo dramático y lo cómico en el que nos entendemos muy bien. Y otra cosa es el compromiso de tratar temas que nos importan a ambos. Yo confío mucho en su punto de vista al compartir estas dos cosas, aunque no siempre sea el mismo que el mío.
Á. L.: Yo y cualquiera que trabaje con ella puede confiar, aparte de la sorpresa constante en su lectura de los temas, en su permanente profesionalidad. Ella no se permite levantar el pie del acelerador en cuanto a su entrega y compromiso nunca, y eso es contagioso.
Marina, sorprende que sea el primer texto que escribes para teatro.
M. S.: Es cierto, porque además yo vengo de una formación teatral y casi toda mi carrera ha sido en el teatro, pero en su momento cuando empecé a escribir, no me preguntes por qué, me salían guiones de cine. Así que hasta ahora toda mi experiencia como escritora ha sido en el audiovisual. Es raro hasta para mí. Llevaba mucho tiempo queriendo hacer algo para teatro y tenía esta idea de Turistas en la cabeza y era una historia que pedía ser teatral. Es algo muy especial para mí poder estrenarla con Meridional Producciones, Álvaro como director y nada menos que en el Teatro Fernán Gómez.
Á. L.: A Meridional Marina le ha traído mucha riqueza en el ámbito de lo audiovisual escribiendo y dirigiendo en los últimos años que nos está haciendo crecer muchísimo internacionalmente. Su tardía incorporación como dramaturga, apuesta por el teatro, que es verdad que podría haber sido antes, también es porque realmente no ha tenido tiempo entre tanto proyecto. Con Turistas ella lo vio claro enseguida y yo también.
¿Qué diferencia escribir para teatro a escribir para cine, más allá de las exigencias formales?
M. S.: Pues la entrega y la concentración es la misma. Dónde más se nota es que al escribir teatro sabía que a los meses se llevaría a escena y cuando son guiones los tiempos son muy diferentes y pueden pasar 4 o 5 años hasta que lo ves en pantalla.
¿Representa Turistas un tipo de historias o temáticas que os gusta abordar desde Meridional Producciones?
Á. L.: Sin duda, siempre hemos buscado historias que nos preocupen y que nos permitan dejar una impronta en el público provocando una reflexión. Marina bebe mucho de noticias que nos conmueven y nos sacuden y siempre hemos pensado que nuestra poética tenía que tener esa conexión con lo social. Turistas expresa nuestra preocupación por la cantidad de personas que llegan a nuestro país en unas situaciones lamentables, jugándose la vida, siendo explotadas y engañadas, y a las que no recibimos como debiéramos. Encima abonados a la hipocresía, en la que nosotros también nos sentimos identificados, de querer cerrar los ojos para creer que no pasa y seguir con tu vida normal. Mirarnos a nosotros mismos es un ejercicio que nos está alimentando durante todo el proceso que está conllevando esta obra.
Siempre se busca que el mensaje llegue a tocar al público, pero a los primeros a los que ha tenido que remover abordar este tema es a vosotros, ¿no?
M. S.: Claro. No sé si podríamos decir que nos ha hecho mejores personas, pero la reflexión en profundidad siempre es buena. Hemos hablado mucho sobre lo que versa este texto. No viene a decirnos cómo tenemos que ser o qué tenemos que hacer, lo que pretende es reflexionar sobre la manera que tenemos de estar en este mundo porque nos estamos insensibilizando, sobre todo en Occidente. Queríamos denunciar ciertas cosas, pero el dedo siempre se volvía hacia nosotros para incomodarnos. Además, siempre sobrevolaba la pregunta de si realmente podemos hacer algo si siempre en el mundo se va a estar librando una batalla. ¿No podemos irnos de vacaciones o ser felices por ello? Es un tema muy delicado.
¿Nos hemos vuelto tan absurdos que es muy difícil retratarnos sin que la comedia aflore sola?
Á. L.: Creo que sería insoportable abordar ciertos temas si no utilizáramos como herramienta fundamental el humor. Si algo bueno tiene el ser humano es la capacidad de, a través de un humor inteligente e irónico, poder superar cualquier momento y encima con una reflexión detrás.
¿Se puede hacer algo desde el teatro para que dejemos de mirar hacia otro lado?
M. S.: Hay que tener en cuenta que existe una gran falta de empatía porque ¿cómo podemos dar la espalda a gente que lo necesita, como está pasando en Canarias o con las personas que han llegado de Afganistán? Las hemos convertido en números. Desde lo artístico nuestra labor es poner cara a todas las historias que hay detrás. A mí, como argentina, hablar de ellos y nosotros ya me parece absurdo porque todos somos inmigrantes. Todos venimos de otro lado. Y luego es que hay que pensar que nadie abandona su país y su casa porque quiere, nadie se tira al mar porque sí.
Á. L.: Tenemos la obligación, ante el discurso que se está expandiendo del miedo al otro o al diferente, de intentar mostrar con nuestras armas, que son el cine o el teatro, otro punto de vista. Creemos que es básico para la sociedad que estamos creando para el futuro, para los que vienen detrás, para nuestros hijos.
En la obra la pareja de Braulio y Mari Carmen nos representan de alguna manera a todos. ¿En qué momento estas personas ‘normales’ se convierten en los malos de la película?
M. S.: Ahí está el tema. ¿Por qué enseguida tenemos que ser víctimas o culpables? Cuando introduces la reflexión ya no es cuestión de elegir un bando. Lo que les pasa a nuestros protagonistas es que no tienen ese tiempo para pensar. A ellos les estalla una tragedia ajena delante y no saben cómo reaccionar. Las decisiones que van tomando sobre la marcha son las que van a terminar definiéndoles. Todos sus valores, desde religiosos hasta éticos, se ponen en entredicho. Pero, ¿qué haríamos nosotros en su situación?
Á. L.: Veremos las consecuencias de esas decisiones cuando tienen más en cuenta sus derechos que los de los demás. Queremos creer que no todo el mundo reaccionaría como ellos.
¿Es diferente la reacción de Braulio como hombre a la de Mari Carmen como mujer?
M. S.: En este caso sí que condiciona por muchas razones que preferimos no revelar. Es un condicionante más como lo es sus trabajos, sus valores, como es su familia…
¿Y también influye que sean padres?
Á. L.: Eso es algo inevitable y que a nosotros mismos nos ha sacudido muchísimo en el proceso. ¿Qué discurso tengo y cómo me comporto realmente? También está en el texto de alguna manera porque tener hijos es una forma diferente de afrontar la vida.
M. S.: Es que influye para bien y para mal. Porque también agranda el factor miedo pensando lo que puedes o no puedes darle a tu hijo o que alguien venga a quitarle lo que crees que merece.
¿Qué han aportado Chani Martín y Pepa Zaragoza a los personajes dibujados sobre el papel?
Á. L.: Nos conocemos todos tan bien que tuvimos clara la elección desde el principio. Han hecho un trabajo fantástico, han conseguido que desde el principio el público vaya a tener la sensación de estar asistiendo a una escena de la vida real.
M. S.: Sobre todo porque han sido capaces de tomar a los personajes sin juzgarlos y eso era básico. Y han entendido que yo había escrito a estos personajes como en plano corto, como si de cine se tratara, y eso requería mucha verdad por su parte.
¿Es gratuito que el cuerpo que aparece en la playa sea el de una mujer en vez del de un hombre como en la foto que te inspiró?
M. S.: Me servía para introducir ciertos aspectos que quería abordar y para destacar que en todas las tragedias las mujeres se ven más afectadas porque cargan con muchas más cosas. También este personaje viene de otro espectáculo nuestro que se llamaba Negra. Podría decirse que es la continuación de su historia.
Á. L.: También nos sirve de homenaje a Julio Salvatierra, en este primer montaje de Meridional Producciones sin él tras tantos años juntos, ya que Negra estaba escrita por él y Marina.
Sé que estáis embarcados en otros muchos proyectos, no sé si nos podéis avanzar algo.
Á. L.: Tenemos ya previsto el inicio de rodaje de la película Empieza el baile que está escrita y dirigida por Marina y que es una coproducción con Argentina. Está protagonizada por Darío Grandidetti, Mercedes Morán y Jorge Marrale.
M. S.: Y el año que viene también tenemos pendiente rodar otra llamada Islas.
Á. L.: Y luego para televisión tenemos dos proyectos que esperamos anunciar en breve con proyección internacional, también con autoría de Marina.
Esta obra y el resto de estrenos los podéis ver en nuestra Cartelera de Teatro.