Mónica García-Ferreras: "La obra es una reflexión sobre cómo las decisiones que tomamos o que no tomamos marcan el rumbo de nuestras vidas"
Mónica García-Ferreras es, junto a su hermano Luis, la creadora que está detrás de uno de los grandes éxitos de la cartelera teatral independiente madrileña de los últimos años como ha sido Casi Protagonista. Ahora regresa con un nuevo montaje, Pretérito Imperfecto, un texto escrito, dirigido e interpretado por ella.
Es una obra con una mirada muy personal hacia la profesión a la que se ha dedicado en cuerpo y alma: Ser actriz.
Han pasado tres años y medio desde la entrevista que te hice por Casi Protagonista. ¿Qué ha cambiado en ti y en tu trayectoria en este tiempo?
Estos últimos tres años y medio han sido muy intensos; el trabajo y la pasión por esta profesión han sido la constante por lo que considero que, a nivel profesional, mi manera de estar en este mundo no ha cambiado. Sí que he procurado seguir aprendiendo, evolucionando y explorando en mí, tanto como actriz como creadora, además de ser cada día más consciente de lo necesario que es, en muchos momentos relativizar y rebajar la intensidad de las emociones, aunque reconozco que sigue siendo una de mis asignaturas pendientes.
¿Qué balance haces de Casi protagonista? Una obra que ha estado mucho tiempo en la cartelera madrileña.
El balance de este montaje no puede ser más positivo. Ha sido una obra que, como actriz, considero un regalo y que nos ha permitido estar mucho tiempo en cartel, enriquecerla, conocer a públicos muy distintos y comprobar que una obra pequeña, hecha con amor, puede conectar y llegar a mucha gente.
Incluso hicisteis una segunda parte, Casi protagonista 2, que también estuvo tiempo en cartel, pero quizá no llegó a consolidarse como la primera. ¿Por qué crees que fue?
La segunda parte de Casi Protagonista fue, desde el inicio, una apuesta arriesgada. En teatro no es habitual plantear segundas partes como ocurre en el cine, y en ese sentido creo que incluso puede que fuera la primera vez que se hacía en Madrid. La obra tenía entidad propia pero quizá la mayor parte del público no lo percibió así. Es posible que muchos pensaran que, si no habían visto la primera, no iban a entender la segunda. Aun así, todo el equipo se quedó con la satisfacción de haber intentado algo distinto, de haber experimentado con un formato poco habitual en el teatro, aunque la acogida no fuera la misma.
Hace tiempo que ya no veo el nombre de Vía Muerta como compañía. ¿Todos los proyectos los vais a hacer ya bajo el nombre de La Mitocondria Teatro?
Efectivamente, Vía Muerta fue el nombre con el que empezamos como compañía de teatro, pero cuando posteriormente creamos la productora audiovisual La Mitocondria Films, sentimos la necesidad de unificar toda nuestra actividad artística bajo una misma identidad. Así nació La Mitocondria Visual Group pero diferenciamos las dos ramas: La Mitocondria Teatro para los proyectos escénicos y La Mitocondria Films para los audiovisuales.
Esta temporada la comienzas con el estreno de una obra escrita, dirigida e interpretada por ti, Pretérito Imperfecto. ¿Cómo ha nacido este proyecto?
Pretérito Imperfecto nace de una necesidad muy personal de reflexionar sobre el paso del tiempo y sobre cómo convivimos con los sueños que no cumplimos, lo que no se dijo, lo que quedó pendiente… que es algo que también forma parte de nuestra historia vital. Sentía que era el momento de escribir una obra que hablara de ello desde un lugar íntimo y cercano, con humor, amor y vertebrado por el teatro, siempre el teatro.
La escribí pensando en dos personajes que se reencuentran y que, a través de su relación, apareciera también la memoria colectiva cargada de referencias al cine y a la música que nos marcó en el pasado.

La primera obra escrita enteramente por ti fue Léucade 38º 20º en 2017. Ocho años después, ¿cómo ha cambiado tu escritura? ¿o sigues escribiendo con las mismas premisas y desde los mismos lugares?
Léucade 38º 20º fue una catarsis personal, un ‘vómito creativo’ con el que traté de transformar pesadillas en Arte tras una experiencia personal dolorosa. Ocho años después, sigo escribiendo desde lugares muy personales pero creo que de una forma más serena, reflexiva y consciente. Sigo explorando emociones íntimas y conflictos humanos, pero con una mirada más tranquila, como si hubiera aprendido a respirar mientras le doy forma a lo que quiero contar.
¿Cuáles son los temas que aborda Pretérito Imperfecto?
Esta obra aborda el paso del tiempo, la memoria y las diferentes formas de gestionar los sueños, cumplidos o no. Habla de la profesión, de la amistad, del amor, de la nostalgia y de cómo a veces necesitamos mirar al pasado para entender quiénes somos en el presente. Es también una reflexión sobre cómo las decisiones que tomamos o que no tomamos marcan el rumbo de nuestras vidas. Siempre bajo una mirada agridulce teñida de un profundo amor al teatro.
En esta obra das vida a Laura. ¿Cuánto hay de ti en ella?
En Laura hay bastante de mí, aunque no sea un alter ego exacto. Es un personaje que recoge muchas de mis inquietudes, mis dudas y en muchos aspectos compartimos la misma mirada. Su relación con el paso del tiempo, con los sueños cumplidos y con los que no se cumplieron, es algo que inevitablemente me atraviesa también a mí. Interpretarla es como prestarle algunas de mis vivencias, pero también dejar que ella me devuelva respuestas a muchas preguntas.
¿Esta Laura de Pretérito Imperfecto viene de tu proyecto Laura 4.0, que se puede ver en Youtube, o no tiene nada que ver?
No, realmente no tienen nada que ver. Es cierto que comparten el mismo nombre, pero eso es más una casualidad creativa que una continuidad entre personajes. En Laura 4.0 me interesaba retratar, desde la comedia, las vicisitudes de una mujer recién cumplidos los 40 que se enfrenta a la ruptura y al vértigo vital.
La Laura de Pretérito Imperfecto, en cambio, está construida desde otro lugar, es un personaje más íntimo, más reflexivo, que se reencuentra con alguien de su pasado y, a través de ese encuentro, se enfrenta a sus heridas. Comparten la edad y ciertas preocupaciones generacionales, pero la mirada, el tono y el viaje de cada una son completamente distintos.
Los dos personajes protagonistas son gente muy reconocible, muy real. ¿Existió un Mateo en quien te hayas inspirado?
Creo que todos tenemos un ‘Mateo’ en nuestras vidas, quizás por eso resulta tan reconocible. Cuando escribimos personajes tan cercanos siempre hay fragmentos de realidad que se cuelan, conversaciones, gestos, recuerdos, situaciones… En ese sentido, Mateo es una mezcla entre ficción y memoria.
A Mateo le da vida Félix Delgado, alguien que te ha acompañado en escena en varias propuestas. ¿Cómo es trabajar con él?
Trabajar con Félix siempre es un placer. Nos conocemos muy bien en escena y fuera de ella, y eso genera una complicidad que se nota en el trabajo. Confiamos mucho el uno en el otro, y esa confianza nos permite arriesgar, improvisar y emocionarnos sin miedo.
Además, Félix tiene una gran capacidad de entrega y de trabajo. Su manera de acercarse a los personajes es muy generosa y rigurosa, y eso hace que el proceso creativo sea muy enriquecedor. Creo que esa sintonía es uno de los pilares de Pretérito Imperfecto.
El cine y la música son cosas imprescindibles en tu vida. Es algo que has vuelto a dejar patente en esta obra, ¿no?
Sí, el cine y la música son para mí refugios y lugares de salvación y en Pretérito Imperfecto aparecen de manera natural porque forman parte de la memoria y las emociones de los personajes. Son elementos que ayudan a situar la época, a crear atmósferas y a reforzar la conexión emocional con el público.
Me gusta que en la obra se perciba esa mirada cinematográfica y musical, porque creo que enriquecen la historia y aportan capas de significado que forman parte del tejido de la obra, de cómo los personajes sienten, recuerdan y se relacionan entre ellos.
Es una obra con muchos juegos escénicos, jugando a salir y entrar del personaje en muchas ocasiones, que busca la cercanía con el público. ¿Eso estaba ya previsto en la primera escritura o fue surgiendo a medida que avanzaban los ensayos?
El juego escénico de la obra no consiste tanto en salir y entrar del personaje, sino en generar una duda en el público, que no esté nunca completamente seguro de si lo que está viendo es un ensayo, algo real o pura ficción. La idea de un metateatro que cuestionara los límites entre escenario y realidad estuvo presente desde la primera escritura aunque algunos matices y detalles han ido surgiendo en los ensayos. Trabajar sobre el texto en vivo ha permitido ajustar cómo se producía esa sensación de incertidumbre, buscando siempre que el público se sintiera partícipe de la historia sin perder la emoción de la escena.
No te gustaba dirigirte, pero aquí lo vuelves a hacer. ¿Por qué ha sido así y cómo está siendo el proceso de trabajo?
Es cierto que no suelo dirigirme y que prefiero entregarme en cuerpo y alma a la interpretación de mi personaje, pero en Pretérito Imperfecto sentí que era la manera natural de llevar a escena la historia que había escrito. Al ser un proyecto muy personal dirigir me ha permitido cuidar todos los detalles y mantener la coherencia entre el texto y la puesta en escena. Evidentemente, he contado con la inestimable ayudantía de Gustavo Arduini, actor y director muy experimentado y en total sintonía con el proyecto. Su mirada y apoyo me han permitido equilibrar la dirección con la interpretación.

Es una obra íntima y sencilla. ¿Tu apuesta es por darle valor a la palabra y al trabajo actoral?
Sí, absolutamente. Pretérito Imperfecto es una obra íntima y sencilla, y por eso la palabra y el trabajo actoral son sus pilares. Los personajes conversan, hablan mucho se escuchan y se responden, algo que hoy en día está cayendo en desuso. Quería poner en valor el diálogo, el mirarse a los ojos y los silencios llenos. El estar presentes. La escenografía minimalista y los pocos elementos de atrezzo están al servicio de la palabra y de la presencia actoral, porque ahí es donde realmente ocurre la magia de la función.
Salís de vuestra casa más habitual en los últimos tiempos, Sojo Laboratorio Teatral, y llegáis a Teatro de las Aguas. ¿Cómo está siendo este proceso? No sé si hay muchas diferencias.
Después de varios años trabajando en Sojo Laboratorio Teatral, la pasada temporada estuvimos en el Teatro La casa de Rovodorovsky, un espacio escénico precioso y muy mágico que nos permitió reencontrarnos con nuestra esencia más pura y teatral. Ahora, volver al Teatro de Las Aguas nos hace especial ilusión por el cariño con el que Susana (Garrote) nos ha vuelto a abrir las puertas de la sala confiando plenamente en nosotros.
Respecto al proceso, es cierto que cada espacio tiene su propio carácter y eso influye en la manera de habitar las obras pero es algo que vivimos como un reto estimulante. Además las tablas del Teatro de Las Aguas se adaptan como anillo al dedo a Pretérito Imperfecto, ya que su atmósfera teatral se mantiene intacta, por lo que el proceso está siendo muy gratificante.
Como amablemente me has dejado leer el texto previamente, he rescatado reflexiones que me han llamado la atención. ¿Es verdad que siempre te gustó dramatizar?
A Laura, mi personaje en la obra, sí, aunque yo no lo verbalizaría tal y como lo hace Mateo. Ella tiene una manera muy intensa de sentir y de expresarse que a veces puede sonar dramática. Por mi parte, yo tengo momentos de intensidad, por supuesto, y como ya he dicho comparto muchos rasgos emocionales con Laura pero dramatizar como lo hace ella es parte de su construcción de personaje.
La última vez que hablamos, en ese 2022, me dijiste que los años te iban dando cierta serenidad… ¿sigue siendo así?
Sí, sigue siendo así, aunque no siempre es fácil mantener esa serenidad. Los años me han enseñado a relativizar, a elegir mejor las batallas y los lugares dónde volcar mi energía además de a no dejarme arrastrar por emociones que no aportan nada. Al mismo tiempo, sigo teniendo en la sensibilidad mi talón de Aquiles y en la pasión por mi trabajo lo que me sostiene cada día.
¿Es fácil compartir la vida (ya sea pareja o amigxs) con alguien con talento y que se dedica a lo mismo que tú? ¿No surgen, en algún momento dado, los recelos, los miedos o las envidias?
Creo que compartir la vida con alguien que tiene talento y se dedica a lo mismo que tú siempre es un desafío. Pueden surgir recelos, miedos o envidias, como en cualquier relación donde ambos comparten un espacio creativo y competitivo, pero también hay una oportunidad enorme de crecer juntos y de inspirarse mutuamente.
Para que funcione, lo importante es la comunicación, la admiración sincera por el trabajo del otro y la capacidad de apoyarse sin compararse constantemente. Si se logra ese equilibrio, compartir la vida y la profesión puede ser muy enriquecedor, porque la otra persona es alguien que te entiende y te acompaña en los retos, las penas y las alegrías de este oficio.
¿Qué ocurre en las historias donde los personajes no se dicen toda la verdad?
Cuando los personajes no se dicen toda la verdad o se dicen verdades a medias en las historias se genera tensión, distancia, expectativas y malos entendidos, como en la vida real, pero dramatúrgicamente hablando permite a los personajes explorar emociones, contradicciones…. además de ofrecer al público la oportunidad para que participe llenando los silencios y elucubrando sobre lo que los personajes están ocultando hasta llegar a la revelación final.
¿Te arrepientes de no haber dicho según qué cosas en su momento?
Sí claro, creo es algo que nos ha pasado a todos. Hay cosas que no se dicen en su momento por miedo, inseguridad u otras razones y con el tiempo te preguntas qué habría pasado si lo hubieras hecho. Pero también creo que esas omisiones forman parte de nuestra historia personal, y que incluso los silencios nos construyen.
¿Estar sobre un escenario es el único momento en el que todo encaja… en el que las piezas rotas no se notan?
Esta es una frase de Laura, pero me reconozco totalmente en ella. El escenario es el hábitat natural del actor, es el refugio, es el lugar donde cada cosa encuentra su expresión y sí, todo encaja y la vida no duele. La ficción te permite ordenar lo que en la vida real es absolutamente caótico. No diría que es el único momento en el que todo encaja, pero sí es el lugar donde siento de forma más intensa esa sensación. Para mí, el escenario es donde soy más yo, es un espacio de verdad, aunque lo que se cuente sea ficción.
¿Te gustan los finales felices en tus obras?
A mí me encantan los finales felices, es a Laura, mi personaje, a quien no le gustan. Imagino que por su visión algo trágica de la vida. Yo creo que hay algo muy reconfortante en salir de una obra o de una película con la sensación de esperanza.
Otra cosa es que, como creadora, a veces los personajes te llevan por un camino distinto. Hay historias que no admiten un final feliz porque perderían su verdad, y en esos casos me dejo guiar por lo que la propia obra pide. No es tanto una decisión mía de no querer un final feliz, sino escuchar la lógica interna de lo que estoy contando.
¿La vida es un eterno “coming soon”?
La vida de un actor o actriz puede convertirse muchas veces en un eterno “coming soon”, ya que siempre estamos esperando a que llegue ese gran y ansiado acontecimiento: un personaje fijo, un papel más grande, un cartel de entradas agotadas, estabilidad…. Esa sensación de estar siempre a la espera es algo que atraviesa a los personajes de Pretérito Imperfecto y que me parecía honesto reflejar.
Pero menos mal que siempre nos quedará el teatro, ¿no?
Por supuesto, bendito teatro. No sé qué habría sido de mí sin él. Siempre me ha salvado, ha sido refugio, casa, motor y puro amor.
Así que sí, menos mal que siempre nos quedará el teatro, porque es lo que me sostiene, lo que me recuerda quién soy y por qué sigo en este camino. Pase lo que pase, sé que mientras exista el teatro habrá un lugar donde todo encaje.