Aldara Molero: "Las condiciones tan maravillosas que tenemos en Cuarta Pared para este proyecto no deberían ser un privilegio"
En 2025 Cuarta Pared celebra su 40 aniversario. Por este motivo han decidido poner en marcha el Tríptico de la Vida, un ambicioso proyecto que se presentará entre los meses de febrero y abril. Han invitado a tres creadoras vinculadas a la casa (Aldara Molero, Aitana Sar y Raquel Alarcón) a desarrollar tres propuestas que parten de una misma cuestión: ¿Se puede contar la vida?
Aldara Molero es la directora y dramaturga, junto a Natalia Mariño, de Todas las casas, la primera pieza de este tríptico que podrá verse del 13 de febrero al 1 de marzo.
¿Qué significa Cuarta Pared para ti?
Para mí, Cuarta Pared significa casa. Yo me formé aquí como actriz. Vine a Cuarta Pared por una recomendación de una amiga. En el proceso de hacer la entrevista como alumna fui a ver Rebeldías Posibles, la obra perteneciente a la Trilogía Inesperada y me gustó tanto que cuando salí de verla estaba convencida de que quería hacer ese tipo de teatro. Yo no había hecho teatro antes, no tenía ni idea, pero me dejó tan impactada ese montaje que quise formar parte de este lugar. Después de formarme como actriz en el curso regular, seguí formándome como profesora y ampliando mi trayectoria como directora. Y todo lo que he hecho siempre ha sido en Cuarta Pared. Por eso digo que este lugar es como en casa, así lo siento y es una suerte.
¿Qué es lo que has aprendido aquí?
Pues yo creo que el trabajo y la forma de desarrollar ese trabajo. Yo terminé mi etapa como alumna hace 17 años, y hay conceptos que aprendí en primero de Interpretación que siguen presentes. Uno de los grandes valores de Cuarta Pared es esa responsabilidad en el trabajo y la forma tan personal que tienen de llevarlo a cabo, lo de fomentar la creación y el trabajo en grupo. Lo de volver a revisar las escenas, lo de volver a mirar las cosas desde otro lugar, pero siempre para potenciar tu talento como creadora, porque aquí te permiten descubrir quién eres de verdad. Esto es una escuela de teatro y lo primero que piensas es que la gente viene aquí porque quiere ser actriz o actor, pero aquí recibimos una formación integral y aquí nacen grandes escenógrafos, dramaturgas, directoras, iluminadoras, intérpretes por supuesto. Fruto de este trabajo y de este trabajar en colectivo, de repente descubres que no está solo el actor, el que ejecuta, sino que el teatro se hace desde otros lugares. Aquí nos van construyendo en todos los sentidos y es maravilloso que te abran todas esas puertas y opciones.
Algo que ha marcado la identidad de Cuarta Pared son las trilogías teatrales que han realizado. ¿Como te hace sentir el hecho de que Javier G. Yagüe te proponga formar parte de este Tríptico de la Vida?
Como este trabajo se lleva fraguando dos años es como que el grito de susto ya no se oye (risas). Creo que orgullo y responsabilidad son las dos palabras que se me vienen a la cabeza de primeras. La verdad es que yo siento esto como un regalo, que de repente no es solo que una persona como Javier confíe en en mí, en nosotras tres, que por supuesto también, pero es que Javier es la cabeza de un grupo humano y profesional que de repente se pone al servicio de una idea tuya. Y para los que venimos del teatro de batalla, donde cosemos la tela, pintamos, actuamos, grabamos y hacemos de todo, de repente hay un equipo que te ayuda a que esa idea sea sostenible y se pueda llevar a cabo, lo cual hace que todo sea mucho más fácil y mucho más llevadero. Yo lo siento como un regalo.
En esa primera reunión en la que Javier os acompaña y se sienta con vosotras para explicaros su idea, tenéis una madeja de hilo por delante y tenéis que ir tirando cada una del hilo para encontrar vuestra voz. ¿Pero cuál es la premisa fundamental para este Tríptico de la Vida?
Pues cuando Javier nos convocó a las tres creadoras del Tríptico, nosotras ya llegamos con nuestros tres proyectos ya cerrados y concretos, fruto de esto que hablamos de cómo son de inmediatos los tiempos de producción, y de cómo son nuestras inercias habituales de que todo era para ayer. Y entonces, en esa primera reunión Javier, muy amablemente, nos dijo: “No, no, no, muchísimas gracias, abandonemos estas idea y vamos a hablar”. Nosotras podíamos haber estrenado en el siguiente mes porque así es como trabajamos normalmente, donde apenas tenemos estos tiempos para formularnos y preguntarnos. Así que a partir de esa charla, de esa madeja que mencionas, tuvimos tiempo de ir tirando del hilo y unos dos años después ha surgido otra cosa totalmente distinta a la inicialmente pensada, que también es algo que tiene mucho que ver con la vida.
De esas charlas con Javier a mí se me fue quedando la idea de hablar de todo el movimiento de la vida, de todo este movimiento perpetuo que tiene que ver con la vida y con la cantidad de encuentros que tenemos a lo largo de nuestra existencia. En mi obra, Todas las casas, vemos a una serie de personajes que se encuentran en una ciudad y sobre cómo el encuentro con el otro, de alguna manera, le va a transformar o no, o le va a transformar pero desde otro lugar. Y he contado la obra a modo de cuento, porque es algo que a mí me interesaba mucho. Me fascina la idea de que cada vez que vamos a un teatro el público haga un pacto de ficción para entrar en la historia y creer y disfrutar con lo que se nos cuenta en un escenario, y mira que me dedico a esto, pero me parece algo increíble que eso suceda y que nos entreguemos por completo a la historia.
Entonces, a raíz de ese pacto de ficción y de ese acto de fe que haces al mostrar una historia, bien como dramaturga, directora o intérprete, de que ojalá el público me escuche, he construido un cuento para adultos que se basa en diferentes encuentros de personajes en una ciudad, todo contado por unos narradores que nos van acercando y sacando de la historia.
¿Y el nombre de Todas las casas?
Pues se refiere a extractos de todas las casas que habitan en esta ciudad, pero como todas no pueden ser, porque es materialmente imposible, hemos elegido mostrar lo que sucede en algunas de ellas porque creemos que os puede conmover.
Veo un nexo común entre las tres obras que forman parte de este Tríptico de la Vida que es la otredad.
La vida tiene sentido si es compartida, no solamente en el sentido optimista, sino que no existimos sin el otro, el otro siempre nos acompaña lo veamos o no lo veamos, lo tratemos mejor o lo tratemos peor… Pero que además es algo que tenemos quizá en el teatro, que siempre trabajamos con el otro. Para nosotros está muy claro que hay otra persona enfrente, pero que quizá en otros lugares no se ve tanto. En las reuniones que hemos tenido con Javier para crear este proyecto siempre hemos hablado de la vida compartida. Y es un concepto que yo repito también en mis clases de teatro, uno solo nunca podría hacer teatro, al igual que una persona sola no podría vivir. Desde que nacemos estamos ya anclados a otro ser humano y ya empiezan a tejerse relaciones para poder vivir.
Parece un mensaje muy necesario ahora que estamos inmersos en esta época de individualismo extremo.
El filósofo Martin Buber decía que toda vida verdadera es encuentro. Y, sin embargo, de un tiempo a esta parte vengo observando que la gente convierte a las personas en roles, sólo son capaces de ver el utilitarismo en el otro, y por eso la gente ya no tiene tiempo para quedar, para verse y ni siquiera para escuchar de verdad. Yo creo que hoy en día estamos tan acostumbrados a que todo tiene una utilidad, que hasta le damos la utilidad al otro, que el otro me tiene que servir para algo. Todo tiene que tener una practicidad, lo que haga tiene que ser para algo. Y eso mismo nos lo llevamos a las relaciones.

Quizá por eso, las tres directoras del Tríptico de la Vida os habéis hecho acompañar por alguien en este viaje, para sentir ya desde el principio esa otredad, esa mirada y esa escucha.
Así es, hay mucho de eso, y todo viene también por esa filosofía que atraviesa a Cuarta Pared de tener compañeros y compañeras de viaje, de hacer el hecho teatral en compañía. Y por eso fue Javier el que me dijo que no tenía que hacer todo sola y me dio la posibilidad de poder descubrir el placer que es trabajar acompañada. Yo he elegido a Natalia Mariño para que me acompañe porque la conocí hace muchos años en un trabajo en el que coincidimos y empezamos ahí a establecer una buena relación. Ella es natural de Costa Rica, pero está viviendo aquí en Madrid y fue la dramaturga con la que escribí Los ojos de cualquiera, que fue la anterior pieza que yo dirigí con mi compañía, Producciones Bernardas. Yo con Natalia siempre me he entendido muy bien. Hay algo como íntimo y universal que ambas tenemos y que nos une. Y también siento que respetamos mucho el trabajo de la otra.
¿Cómo es la puesta en escena que habéis desarrollado?
El proyecto escénico de Todas las casas lo ha diseñado Berta Navas, que es la misma persona que está diseñando las otras dos propuestas del Tríptico de la Vida. Con las charlas que hemos tenido sobre lo que iba a ser la obra ella ha construido algo muy bonito y que respeta todo el movimiento que propone el texto. Es un espacio que se compone y se descompone, donde los actores que juegan el personaje de narradores y personajes manipulan el espacio, y donde la idea de universo, tanto en el movimiento escénico como en lo plástico aparece. Y todo está teñido de colores muy saturados, que por momentos nos recordarían como a un cuento, a una historia que parece que no es real.
La verdad es que te has rodeado de un gran equipo artístico…
Sí, es una enorme suerte poder trabajar con el elenco tan maravilloso que tengo formado por Efraín Rodriguez, Lucía Sánchez, Adriá Olay, Rebeca Hernando y Abraham Arenas. Y luego todas le gente que está detrás para que todo tome forma como Beatriz Rivas en la ayudantía, Kevin Dornan en el sonido, Nuria Henríquez con el diseño de luces. Un gran grupo humano con el que estoy disfrutando enormemente la experiencia.
¿Cómo ves la escena teatral independiente de esta ciudad?
Pues yo la veo precaria. Yo creo que tenemos un grave problema porque la escena teatral independiente sobrevive porque las personas comemos de otra cosa y creo que es algo que tiene que dejar de ser así. No podemos tener un panorama teatral tan rico como tenemos y tan insostenible económicamente para las personas que lo hacen, honestamente. Es algo que no es sostenible. Siento que es como una burbuja, donde celebramos logros y premios y está fenomenal que existan los premios, son un oasis en medio de toda esta precariedad, pero faltan otras muchas cosas. Es una profesión rica en lo artístico, diversa, nutritiva… Voy como espectadora y lo disfruto, pero no existe un buen tejido empresarial que lo haga sostenible. Y digo que no existe para las últimas personas que lo están ejecutando, para los que están arriba sí, pero son una minoría, al fin y al cabo. No puede ser que los artistas sigamos ofreciendo piezas pero porque estamos recibiendo dinero por otro lugar, por otros trabajos. Y yo lo digo desde un lugar de absoluto privilegio como es en el que estoy ahora, pero ya he pasado por todo eso que te he comentado y me gustaría que las cosas cambiasen para todos. Estas condiciones que nosotras tenemos en Cuarta Pared para llevar a cabo el Tríptico de la Vida, tan maravillosas en todos los aspectos, no deberían ser un privilegio, deberían ser condiciones laborales dignas para todas las personas que están trabajando.
En una de las reuniones con Javier, él me decía: “Arriesga, busca, investiga”. Y claro, yo pensaba que si a la hora de crear tienes el tema económico tan presente porque no puedes hacer obras para grandes elencos, tienes que tener una escenografía que te quepa en una furgoneta… es complicado hacer lo que realmente quieres hacer en la mayoría de las ocasiones. Y esa es una de las cosas que yo más agradezco de este proyecto, el no tener que pensar en el después, sino poder pensar en la pieza artística en sí. Yo creo que es la primera vez en mi vida que puedo pensar como creadora en la pieza artística sin necesidad de pensar en la pieza artística más allá de ella misma. Y eso es un regalo.