“La mejor manera de recuperar al público para los teatros es a través de la risa”
Hablamos con Natalia Millán y Ana Azorín, dos de las protagonistas de El Mensaje, la nueva comedia dirigida por Ramón Paso que podremos ver en el Teatro Lara a partir del día 14 de abril. Una historia llena de misterio que habla sobre la comunicación, la familia y el precio que ponemos a nuestros secretos.
Una nueva propuesta que supone un paso más en la trayectoria de compañía, el proyecto más ambicioso hasta la fecha de la hiperactiva compañía PasoAzorín, que se embarca en la que es su primera coproducción junto al Teatro Lara y El Reló Producciones.
El Teatro Lara estrena ‘El Mensaje’
Foto portada: Nani Gutiérrez
A cualquiera que se le pregunte dirá que le está costando volver a recuperar la actividad teatral, sin embargo, ¡la de PasoAzorín es frenética!
Ana Azorín: Nosotros nos sentimos afortunados porque llevamos haciendo teatro desde julio, no hemos parado. Ahora tenemos cuatro montajes funcionando a la vez y Ángela, Inés y yo estamos con cinco textos distintos en nuestra cabeza.
¡Sois como las antiguas compañías de repertorio!
Ana Azorín: Totalmente ¡Llevamos veintiún espectáculos en ocho años!
Natalia Millán: Esto desde dentro se nota. Hay una maestría, una maquinaria que está muy bien engrasada y engranada.
Con la cantidad de espectáculos que tenéis programados en el Teatro Lara, ¿cómo surge la necesidad de poner en marcha El Mensaje?
Ana Azorín: Esto surgió porque estamos un poco locos (Risas) En el Lara buscaban una comedia que entrase a mediados de abril y nosotros andábamos buscando una coproducción, queríamos meternos en algo más gordo. Hablamos con el teatro y, de repente, salió todo esto. Estamos muy contentos y muy nerviosos, es un salto muy grande. Pero estamos muy ilusionados.
Es un paso lógico con vuestra trayectoria. Es arriesgado, por los tiempos que corren, pero supongo que es el paso que pedía la compañía.
Ana Azorín: Es una cosa que Ramón, Inés y yo, los productores de PasoAzorín, estábamos barajando. El 2020 comenzamos con Drácula que era lo más grande hasta ahora y el 2021 lo hacemos con otro paso más allá. Tanto camino lógicamente nos ha venido muy bien, es un aprendizaje constante. Son ocho años en los que no hemos parado y eso se nota.
Natalia, ¿cómo llegas a este proyecto?
Natalia Millán: Llego desde la admiración del trabajo que hace la compañía. Les sigo desde hace tiempo y cuando me ofrecieron El Mensaje, no me lo pensé. Al principio es un poco extraño porque entras en una compañía que tiene unos códigos establecidos y piensas que va a costar entrar ahí, pero resultó todo lo contrario. Enseguida te incluyen y te sientes parte de ello. Hay una comodidad, una conexión ¡es que entre ellas se huelen! saben lo que van a hacer, que es lo que quieren, lo que necesitan. Una cosa fabulosa de Ramón es que es súper receptivo, algo que para mí denota que mucha inteligencia porque no se cierra en sus ideas. Valora lo que cada cual tenga que decir, luego evidentemente él es quien decide. Pero valora y tiene en cuenta todo lo que le digas, todas tus propuestas.
Hace un año estabas con Billy Elliot y ahora entras a formar parte de El Mensaje. Es un gran cambio, de un mastodonte como aquel, a una compañía de cinco artistas. ¿Hay mucha diferencia en afrontar un trabajo y otro?
Natalia Millán: Yo siempre digo que el teatro es artesanal. He participado en todo tipo de montajes y no extraño nada. Es verdad que un musical es una cosa complicadísima y muy laboriosa, pero ahora entro en este formato que me encanta. Con un texto estupendo, una comedia para cinco actores con algún toque que no te puedo contar (Risas). La mejor manera de recuperar al público para los teatros es a través de la risa.
De El mensaje sabemos que arranca con una herencia millonaria y unos cuantos secretos familiares, pero ¿cuáles son los temas principales en torno a los que gira la función?
Natalia Millán: Habla sobre las relaciones personales y la comunicación. Todo desde un punto de vista muy divertido. Se dicen muchas cosas, pero siempre con mucho sentido del humor. Es como lo que dice Mary Poppins de que con un poco de azúcar uno traga mejor la píldora.
Ana Azorín: La incomunicación, el no saber expresarse, es un tema que está muy presente. Es gente que encuentra por dónde hablar y qué decir. Es gente muy alocada que en un punto concreto conectan. Hay una frase que dijo Ramón sobre la función que es muy bonita: “Es una obra que habla de una familia que no se acordaba de cuánto se quería”.
Natalia Millán: Es un tema completamente vigente porque estamos conectadísimos, pero totalmente desconectados los unos de los otros. Creemos que nos comunicamos, pero lo hacemos a un nivel muy superficial. Hay un momento en la función que uno de los personajes dice: “estamos ganando algo mucho más valioso que un millón de euros, estamos ganando sinceridad”, algo que habían perdido. Las relaciones muy próximas a veces se enrarecen, y cuando la gente para y habla realmente de lo que siente, esa es la verdadera comunicación. Los vínculos afectivos, cuando te conectas al otro, se estrechan de verdad y no solo con la pose y con la imagen externa.
Se supone que vivimos en la era de la hiperconectividad, que estamos más próximos que nunca, ¿cuál creéis que es el problema que tenemos a la hora de comunicarnos?
Ana Azorín: Para mi gusto ahora hay una sobrecomunicación innecesaria. Todo el mundo opina diciendo lo primero que se nos viene a la cabeza. Al final la comunicación tiene que significar algo, no vale callárselo todo, pero tampoco decirlo todo sin pensar. Eso es algo fundamental para que las relaciones funcionen, que sean fructíferas, que sirvan para algo.
Natalia Millán: Yo creo que lo que nos pasa es que nos falta ese encuentro real con el otro. Porque es verdad que todos estamos conectados, pero hace falta mirar de verdad, saber que estamos aquí, sin la necesidad de tener que soltar la mejor frase del mundo. Estamos muy faltos de un encuentro genuino. Y ese encuentro, en la función, se produce.
¿Cuáles son las claves a destacar de vuestros personajes?
Natalia Millán: Mi personaje es una mujer desbordada por las circunstancias. Lleva mucho tiempo tirando de una situación nada fácil, pero ese momento en el que la gota desborda el vaso, realmente es muy bueno y la lleva a un punto en el que rompe esa barrera que había entre ella y sus hijas. La vemos en ese punto de inflexión en el que una construcción ficticia, que ha creado para proteger a sus hijas, se le desmorona y es para bien. La necesidad de cuidar a sus hijas, a la vez, le ha separado de ellas. Lo que vemos en la función es que todo se desmorona, pero quedan los seres humanos al natural, reales, y se quieren.
Ana Azorín: Mi personaje es la abogada que las ha citado y la que sabe en qué consiste la herencia, pero luego juega un papel muy importante en esa historia familiar. Es un personaje muy loco, muy tímida, pero se mete en muchos líos. Es muy divertido de interpretar.
Natalia Millán: ¡Y de ver! A nosotras nos cuesta mucho mantener el tipo, nos tenemos que aguantar la risa porque la situación es muy trágica, pero hay una señora que nos hace mucha gracia.
Ana Azorín: Lo bueno que tiene Ramón es que construye personajes con muchas capas, eso te da una riqueza a la hora de encontrar matices muy interesantes de trabajar.
Natalia Millán: y nada es al azar. Es curioso porque tiene esa apariencia de ligereza, de comedia, pero nada es al azar. Todo responde a una estructura y unos cimientos muy claros. Me está resultando muy interesante trabajar un texto de Ramón.
El Mensaje es una comedia, pero hay muchos tipos de comedia, ¿cómo la definiríais?
Ana Azorín: Es una “Comedia Paso”, tiene el sello de Ramón completamente. Hay mucha alegría en esta obra, pero, sobre todo, lo que tiene es profundidad, a veces tiene un tono más crudo, pero sin perder el sentido del humor. A veces ves comedias en las que entras y sales del teatro un poco igual y creo que con esta función no pasa eso, creo que hay un viaje que vive esta familia que, si te engancha, lo vas a vivir con ellos.
Natalia Millán: La verdad que me voy a quedar con ese término de “Comedia Ramón Paso” porque es verdad que es un estilo muy particular. Hay reminiscencias suyas, de su historia personal, de su ADN, pero a la vez es muy moderno. Creo que es un estilo muy particular. Y me quedo además con una cosa que dice Ramón en los ensayos: Que haya alegría en el público; me parece algo muy generoso y muy necesario en este momento. Hay ese deseo, ese propósito de que haya alegría, y eso que a veces te mete en lugares incómodos, pero nunca pierde de vista que el venerable tiene que pasar un buen rato.
Otra de las características que siempre ha tenido el teatro de Ramón es el cuidado con el que trata a los personajes femeninos.
Ana Azorín: Es verdad, Ramón escribe mucho tirando hacia las mujeres y eso es muy de agradecer. Escribe mucho, y muy bien, para mujeres, pero porque escribe sobre personas, no se va a los estereotipos y te encuentras con personajes maravillosos con los que poder decir esos textos. Él dice que le gusta mucho el mundo femenino, también se ha criado con muchas mujeres que le han educado, de una forma u otra, y creo que nos conoce muy bien.
Natalia Millán: Esa es la sensación que una tiene, que es muy conocedor de las mujeres, de nuestro mundo, de nuestro universo, de nuestra sensibilidad. Además, la compañía lleva mucho tiempo siendo mayoritariamente de mujeres, entonces, claro, hay un conocimiento de la naturaleza y la psicología femenina que hace que los personajes posean mucha verdad.
Con El Mensaje va un paso más allá y pone en el centro de la historia a una mujer de mediana edad, otorgándole gran parte del peso de la función.
Natalia Millán: Esto lo tengo que agradecer muchísimo porque yo estoy en la edad maldita (Risas) Es muy de agradecer encontrar un autor que escribe para las mujeres y además para la mujer madura. Debería ser ejemplarizante.
¿Es posible que estemos viviendo un momento en el que, por fin, se ha dejado de invisibilizar a la mujer que alcanza cierto rango de edad?
Natalia Millán: Sí, sí, porque por fin se están contando las cosas, que son las mismas que cuentan los señores, pero desde el punto de vista femenino.
Ana Azorín: Es que incluso hay obras, como nuestra versión de La importancia de llamarse Ernesto en la que las mujeres han cobrado un protagonismo brutal. Obviamente el texto está ahí, pero es una gozada encontrarte con un director que potencie esas cosas, que todo tenga un equilibrio tan fantástico.