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¿Se puede aceptar lo que no comprendemos?

“La naturaleza humana es un misterio y ver cómo puede llegar a actuar alguien en según qué situaciones es intrigante”

La compañía La joie de la colina ha estrenado su tercera producción. Tras Ayer intenté suicidarme y El Barrio ahora nos presentan El lapso, un viaje hacia lo desconocido y lo que no se puede explicar.

Con la dramaturgia de Julio Viñuela Gavela y la dirección de Diego Da Costa, la obra explora el suspense sobrenatural y plantea cómo el ser humano actúa ante hechos que no comprende y sobre lo que cada persona cree conocer.

El lapso puede verse todos los sábados en el Teatro Lara.

 

Foto de portada: El equipo de El lapso. ©José Ángel Fernández de Córdoba

 

Estrenáis vuestra tercera producción. ¿Cómo está siendo este viaje por las Artes Escénicas?

Julio Viñuela Gavela: Muy emocionante, lleno de encuentros con gente maravillosa. Está siendo un aprendizaje en muchos ámbitos. A veces, emocionalmente hablando, un poco montaña rusa con subidas y bajadas en el ánimo. Mayormente, una experiencia muy positiva y eso nos da razones para continuar ilusionados.

Diego Da Costa: Está siendo un viaje muy intenso, pero realmente muy gratificante. Como dice Julio, hemos tenido gente increíble a nuestro lado y eso hace que el camino sea muy bonito. Vamos paso a paso, al final, este viaje es una carrera de fondo y no por correr más, se va a llegar antes. Para nosotros, es importante ir con paso firme y sobre todo dejarnos sorprender y aprender de todo lo que viene. Y, siendo sinceros, es un sueño hecho realidad, siempre habíamos soñado con poder contar historias y ver cómo cobran vida es ya un regalo en sí.

 

¿Qué sabor os ha dejado la exhibición de vuestras anteriores creaciones, Ayer intenté suicidarme y El Barrio?

Julio Viñuela Gavela: Ayer intenté suicidarme es una obra que pide ser vista. Se ha paseado por muchos teatros ya. Cuando queríamos descansar un poco de ella, surgió una segunda temporada y en el momento actual sigue teniendo demanda en diferentes ámbitos, por ejemplo, daremos una ponencia sobre la obra el 28 de noviembre en la Facultad de Ciencias de la Información en la Universidad Complutense en unas jornadas sobre Salud Mental en la Comunicación.

Diego Da Costa: Ayer intenté suicidarme siempre será el origen de todo y, por eso, siempre formará parte de nuestra identidad. Nos ha dejado muy buen sabor de boca, siempre decimos que es la penúltima función, porque vamos viendo día a día hacia dónde va. Por ahora, ha sido la única obra publicada en libro de nuestra compañía. Solo puedo decir que Ayer intenté suicidarme siempre tendrá la puerta abierta y esperamos poder seguir viviendo experiencias con ella.

Con respecto a El Barrio, en mi caso, era mi primera experiencia como dramaturgo en solitario y ha sido un viaje increíble. Fue también un pequeño paso en la compañía. El cariño, las conversaciones después de funciones, cómo distintos grupos de personas la han vivido… es muy emocionante.

Julio Viñuela Gavela: El Barrio nos llena de orgullo. Fue la pieza con la que empezamos a trabajar en el teatro Lara. Mucha gente se ha sentido identificada con ella por diferentes motivos y nos ha brindado la oportunidad de trabajar con un nuevo elenco de actores que nos han dejado un poso espléndido.

Diego Da Costa: Hemos estado seis meses en la Lola Membrives y esperamos poder seguir con ella, la intención es poder hacer gira y experimentar la exhibición en otras partes de España. Lógicamente, todo el equipo de El Barrio es ya una familia, desde los actores, como dice Julio, hasta José Carlos González o Constanza Araya Aránguiz, del equipo técnico. Inolvidable.

 

¿Cómo os sentís trabajando en el Teatro Lara?

Julio Viñuela Gavela: Muy contentos ya que nos sentimos como en casa. Sentimos ánimo y apoyo a cada paso. Nos aconsejan muy bien y nos dan innumerables ideas. También nos han otorgado su confianza y eso nos llena de gratitud hacia todo el equipo Lara.

Diego Da Costa: El Teatro Lara es un teatro en el que, personalmente, tenía muchas ganas de trabajar, porque fue el primer lugar donde realicé mi primera crítica de teatro. Es un teatro con mucha historia y, por tanto, ser parte de esa historia es fascinante. Sin embargo, cabe destacar que lo que nos hace más felices es el gran equipo que hay detrás del teatro… va a sonar a tópico, pero es una gran familia y nos hacen sentir parte de ella.

 

¿Es complicado abrirse paso en el circuito o sobrevivir en él?

Julio Viñuela Gavela: Opino que es un trabajo de paciencia y perseverancia. Nos veo metidos en un circuito en el que hay que ir alcanzando pequeñas metas. El proceso puede parecer lento en muchas ocasiones pero también se dice que una receta cocinada con tranquilidad, atención y cariño es la que sabe mejor.

Diego Da Costa: Sí, es difícil, porque somos muchas compañías las que luchamos por un espacio, pero también quiero destacar la hermandad que se genera, de cómo se puede ver que no hay una competición, sino una intención de poder apoyarnos unos a otros. Por ejemplo, en El Barrio hemos invitado a distintos artistas a hablar de sus trabajos y nos pareció algo muy interesante, porque permite formar sinergias. También quiero mencionar que, en nuestro caso, estamos muy agradecidos a la prensa cultural, nos hemos sentido muy arropados, se agradece que sigan apostando por dar espacio y visibilidad a compañías emergentes como la nuestra. El camino es difícil y sobrevivir también, pero gracias al trabajo en equipo y aquellos que te tienden la mano, hacen que sigas en la lucha con muchas ganas.

 

¿Se puede aceptar lo que no comprendemos? en Madrid
Diego Da Costa y Julio Viñuela Gavela. ©José Ángel Fernández de Córdoba

Ahora llegáis con El lapso. ¿Esperáis que esta obra sea un ‘upgrade’ en vuestra trayectoria?

Julio Viñuela Gavela: Sí, El lapso ha supuesto un ‘upgrade’ en nuestra trayectoria como compañía, como bien comentas. Se ha invertido en ella muchos recursos, ha exigido un mayor esfuerzo profesional en muchos sentidos, tiene una puesta en escena con mayor producción que las anteriores, tiene sus efectos especiales, hay escenas de acción con sus efectos sonoros y su diseño de luces, la escenografía consta de muchos objetos que se han de mover de escena a escena… Ha sido la que más trabajo nos ha exigido indudablemente, ya que era un reto grande hacer que todo fuera creíble.

Diego Da Costa: Además, el ‘upgrade’ viene también desde cómo afrontamos el proceso, pasando del teatro social a un género que exige más dinamismo, más movimiento, más coreografía. En ese sentido, nos ha permitido experimentar un proceso más cañero con lo que ello conlleva. Esperamos que sea un ‘upgrade’, claro, pero también necesitamos la mirada de la gente para ello. Al final, cada proceso es distinto, y lo óptimo es también reconocer qué funciona, qué no y seguir trabajando en ello para siempre poder seguir mejorando. Lo gratificante del teatro es que puedes mejorar. Como se suele decir, muchas veces la primera función es solo el inicio y cuando llevas tiempo con ella, se ve la evolución.

 

En esta ocasión Julio escribe y Diego dirige. ¿Cómo definís los roles dentro de la compañía? ¿Depende de cada proyecto o de lo que os pida el cuerpo en cada momento?

Julio Viñuela Gavela: Es una cuestión de quien tiene más experiencia en los diferentes roles. Diego siempre va a dirigir. Yo puedo ayudar en la dirección y aportar ideas, pero, definitivamente, tiene que haber una única dirección final y Diego es mejor para establecer esos patrones. Yo siempre compondré la banda sonora en todas las producciones, porque ese es mi campo. En el tema de la dramaturgia, así como en la elección de temas, hemos decidido turnarnos. Ambos somos muy creativos y cada uno quiere aportar las historias de su mundo personal.

Diego Da Costa: También hay que añadir que escribir a cuatro manos no es un proceso sencillo, por lo que, es interesante que, después de un proyecto conjunto, podamos cada uno explorar aquello que necesita expresar. Por esa razón, después de Ayer intenté suicidarme, teníamos claro que cada uno quería trabajar en un proyecto individual en dramaturgia, para luego formar la sinergia en el proceso de montaje y posterior exhibición. Actualmente, por ejemplo, se ha unido al equipo José Carlos González como diseñador de iluminación, siendo su terreno. Así, permite forjar un trabajo conjunto en el que nos aportamos unos a otros y haya un resultado que saque partido de nuestras fortalezas. Poco a poco vamos creciendo y expandiendo el equipo para formar cada vez experiencias más enriquecedoras.

 

¿Por qué os habéis querido adentrar en el género del misterio?

Julio Viñuela Gavela: Me temo que en eso soy yo el culpable. Es grande la fascinación que he sentido por el misterio desde la infancia, desde exponer en clase trabajos sobre el Triángulo de las Bermudas a coleccionar todo tipo de libros de científicos o literatos que abarcan el tema del misterio sobrenatural o de lo inexplicable.

 

¿Por qué el misterio no es un género que se aborde demasiado dentro de las Artes Escénicas?

Julio Viñuela Gavela: Desde la etapa griega los géneros más cultivados han sido la comedia y el drama. La gente no se suele imaginar una obra de misterio en el teatro. Siempre ofrece un reto, que si sale mal, puede no convencer. Nosotros hemos decidido afrontar este reto y me atrevo a pensar que no se está dando nada mal. Esperamos que los aficionados al misterio no se sientan defraudados.

Diego Da Costa: También pienso que es un género que al necesitar de efectos especiales, atmósferas, jugar con las impresiones, hace que sea más complicado hacerlo en vivo. Por ejemplo, en una película, se pueden falsear los efectos. Aunque, cabe mencionar que el misterio no siempre tiene que relacionarse con lo sobrenatural, pero se ha fomentado más en otros formatos como la literatura o el audiovisual. Aun así, por lo que estamos recibiendo, creo que la gente tiene ganas de ver propuestas de este tipo y les pica la curiosidad cuando aparecen. Ojalá se puedan ver más obras de este género.

 

Julio, ¿cómo te ha surgido la inspiración para crear esta trama?

Julio Viñuela Gavela: Estando en Asturias frente a las cordilleras de montañas cubiertas de neblina. También cacé algún pensamiento fugitivo en la espesura del bosque durante las últimas horas de luz. Me gusta pararme a contemplar este tipo de cosas.

 

¿Quiénes han sido tus referentes dentro del género del misterio y lo sobrenatural?

Julio Viñuela Gavela: En la literatura, primero fue Bram Stocker con su novela Drácula, espléndidamente escrita, logró despertar todas mis curiosidades. Poco después, empecé a coleccionar los libros de El pequeño vampiro, de Ángela Sommer-Bodenburg. Luego, llegaron los relatos completos de Edgar Allan Poe, acompañados de todo tipo de libros de divulgación de misterio según fui cumpliendo años. Más tarde, empecé a devorar muchos de los libros de Stephen King y los relatos de H. P. Lovecraft, que se añadieron a mis referentes. En la divulgación de los temas del misterio, he gozado el trabajo de Iker Jiménez. Desde sus inicios, me ha dado mucho.

 

¿Cómo habéis elaborado el casting para conformar esta obra?

Diego Da Costa: Se barajaron varios nombres durante el mes en el que buscamos al casting final, varios de ellos con los que no habíamos trabajado previamente. Sin embargo, yo soy de los que cree que todo pasa por algo y, finalmente, los intérpretes que componen la obra actualmente tenían que ser ellos. Por un lado, queríamos actores que hubieran estado en Ayer intenté suicidarme, que son Chema y Pablo, y en El Barrio, que es Alfonso Muñoz, siendo una forma bonita de dar continuidad actoralmente a nuestros trabajos previos y Laura ha sido un descubrimiento, ya forma parte de esta familia teatral. También comentar que Agustín Mateo, que estará en las funciones del 19 de octubre y el 9 de noviembre, fue a través de casting. Siempre estamos abiertos a trabajar con nuevos actores y la verdad que hemos tenido suerte con todos los que hemos trabajado hasta ahora. Creo que siempre es bonito tender el puente hacia el pasado y hacia el futuro para fabricar el presente.

Julio Viñuela Gavela: A Laura Mayo nos la recomendó nuestro técnico de iluminación José Carlos González y dio en el centro de la diana.

 

Habladme un poco de los personajes que componen la obra y de los intérpretes que le dan vida.

Julio Viñuela Gavela: María es una escritora madrileña de éxito, segura de sí misma y racional, con cierta tendencia a la depresión y a la melancolía que procura mantener a raya. Es el personaje principal de la pieza. Laura Mayo es la encargada de engancharnos a esta historia. Se enfrenta a todas las pruebas del papel con gran versatilidad. Buscamos que se pueda empatizar con el personaje hasta el punto de creer que todo lo que está ocurriendo en el escenario es auténtico.

Javier es el marido, de origen asturiano, de María. Escritor en línea ascendente de éxito, con personalidad amable y detallista, con cierta tendencia a la obsesión. Aficionado a la caza, a los perros y al mantenimiento de la casa, no es muy sociable. Chema Coloma hace un gran trabajo con la interpretación de este personaje con tonos oscuros. Nos ofrece unos recursos interpretativos que creemos que no dejaran indiferente a nadie.

Matías es un guardia civil de Infiesto. Ayudará a María y Javier con sus problemas en lo posible, aunque él mismo se verá superado por ellos. Siempre optimista, es el soporte del equilibrio en las horas más oscuras. Alfonso Muñoz es el actor que nos daba el perfil para encarnar a este personaje cargado de bondad y entendimiento. Su voz se alza sobre la locura como una antorcha de luz que indica el camino de salida.

Hay algo o alguien más, pero no podemos hablar de ello porque supondría un gran spoiler para los espectadores. Pablo Blanco ha construido algo que nunca le habíamos visto hacer. Diego lo ha calzado en el conjunto y a mí me encanta lo que han conseguido.

 

Diego, ¿qué premisas les has dado a los intérpretes para que se metan en sus personajes? ¿Por dónde les has hecho transitar?

Diego Da Costa: A diferencia de los procesos de las dos obras anteriores, que fueron de aproximadamente un año cada una, El lapso sólo ha tenido un mes de ensayos, pero muy intensos, eso sí. Las premisas principalmente eran, en primer lugar, conocer las intenciones de sus personajes, sus motivaciones, su bagaje personal y entender por qué actuaban de esa manera, no memorizar o solo porque lo dice el texto. Una vez tuvimos ese desarrollo, pudimos ir también acotando movimientos, coreografía, un teatro más corporal, más expresivo, con ejercicios que potenciaran las reacciones, la presencia del compañero, el conocimiento del espacio… Ser conscientes de lo que hacemos. La escucha es uno de los aspectos que más me gusta cuidar en nuestras producciones, me parece fundamental. También quiero destacar el propio trabajo con los actores, que lancen preguntas, que den propuestas, hace que todo sea más fácil, porque hay un trabajo activo, hay un compromiso y creo que es importante cultivar la dirección desde el conjunto y no cerrarte a una única mirada.

 

¿Cómo es la puesta en escena que habéis elaborado?

Julio Viñuela Gavela: La escenografía quiere llevarnos a la casa familiar heredada por Javier, el marido de María. La mayoría de los elementos de la decoración buscan ese aire de cotidianidad y cercanía, acompañados de un diseño de luces efectista. La música y los audiovisuales, por momentos, te introducen en un ambiente de película. Una obra que indaga en lo poético, lo complejo y, por momentos, en lo ambiguo. Nos adentra en lo desconocido para que los espectadores sigan preguntándose horas después de haber asistido a la representación qué ha pasado aquí. Aviso de que no se van a obtener todas las respuestas, que cada uno elabore su teoría es nuestra aspiración.

Diego Da Costa: Otros aspectos de la puesta en escena giran en torno a las atmósferas y sensaciones que queremos crear. La música y la iluminación aquí son fundamentales y es importante que la escenografía, las interpretaciones, tuvieran una unión muy bien forjada entre ellas. Asimismo, los efectos especiales eran un reto que queríamos para dar ese punto de espectacularidad que pueden esperar el público de una obra de este tipo. La intención ha sido darle a la puesta en escena un cariz misterioso, hipnótico, que te atrape desde que entras a la sala y que una vez estés ahí, te dejes llevar por la pregunta de “¿qué es lo siguiente que va a pasar?”.

 

 

Hay cosas que poco a poco se van normalizando, como hablar del suicidio, algo que ya hicisteis en vuestro primer montaje Ayer intenté suicidarme. Hablar de cosas paranormales o esotéricas tampoco es que haya estado muy bien visto en general por la sociedad. ¿El teatro de La joie de la colina quiere romper tabúes en sus proyectos?

Julio Viñuela Gavela: Definitivamente, nos sentiremos muy orgullosos si colaboramos a romper tabúes que no deberían de existir como el del suicidio, el más delicado de todos ellos, el de la masculinidad tóxica, muy necesario para la convivencia de todos y crear una sociedad más amable, y el de adentrarse en el mundo del misterio, que siempre va a ser enriquecedor por mostrar vertientes de conocimiento que están detrás de toda la verdad que consideramos capital.

Diego Da Costa: Para la compañía es importante fomentar el diálogo con el espectador, que se formule un debate cuando sales de la sala y que te permita pensar, opinar, teorizar… Para nosotros, por ejemplo, cuando la gente participaba desde el principio en los coloquios que hemos hecho, era algo muy positivo, dado que era una de nuestras principales premisas. Para romper tabúes es imprescindible que se hable. Aun así, no creamos a partir de una intención puramente de ‘romper tabúes’ o con una reivindicación concreta detrás, sino que buscamos temas que nos remuevan, que nos hagan sentir la necesidad de investigar, ir más allá y siempre desde la visión de no dar una conclusión absoluta, sino en pos de generar conversaciones, que sea el público el que saque su propia tesis, buscar la solución en comunidad.

 

¿Cómo os habéis sentido en conversaciones al hablar de temas así?

Julio Viñuela Gavela: El suicidio es un tema muy delicado. Yo, personalmente, me cuido mucho de elegir las palabras y ceñirme a lo que controlo y a lo que puede ayudar. En lo que respecta a El Barrio, no he tenido tantas conversaciones como Diego sobre la masculinidad tóxica. Sobre el misterio, con cierta cautela, pero si alguien me sigue el rollo en este tema, me suelto a lo loco (risas).

Diego Da Costa: Por lo que a mí respecta, con el suicidio, es difícil, a veces es complejo, es imposible que no te afecte, pero también sabíamos a lo que nos exponíamos cuando elegimos un tema así. Hay días que realmente era apabullante, pero también enriquecedor. Por ejemplo, uno de los momentos que se nos ha quedado marcado para siempre y nos emocionamos cuando pensamos en ello, fue cuando un chico se acercó a decirnos que gracias a la obra, había decidido salir hacia adelante y cambiar el rumbo de su vida. Fue directo al corazón. Luego, con El Barrio, en mi caso, muy agradecido, no sólo por la gente que me decía que su vida estaba ahí, por la reflexión sobre la masculinidad y la diversidad sexual, sino también por la representación de los barrios, de las personas que viven en ellos, externamente de su sexualidad, señoras que te decían: “muchas gracias por representar a La Elipa así”. Sólo puedo decir: agradecimiento. Y con El Lapso, me gusta ver las teorías que se forman en el público, lo que creen que quiere decir la obra, cómo viven el misterio y lo que no se explica. Tengo mucha curiosidad por lo que provoca esta obra.

 

A nivel personal, ¿os ha ocurrido algún suceso extraño o paranormal digno de mencionar y que queráis compartir?

Julio Viñuela Gavela: Bueno, pues, voy a tirarme a la piscina (risas). Un día después del funeral de mi abuela, ella se puso en comunicación con mi familia mediante mensajes que se repitieron en un disco de vinilo. Se creó un recuerdo inolvidable. Los mensajes que se repitieron, hasta que alguien paró el vinilo, fueron uno a continuación del otro: “Estoy aquí”, “Ya no resisto”, “Es hora de ir”. El vinilo que sonaba era su versión favorita de la zarzuela Doña Francisquita. Las dos primeras frases están en el libreto, la otra se produjo, en parte, a partir de unas deformaciones de las palabras por el disco deteriorado. ¿Coincidencia? Para nosotros es un hermoso misterio.

Diego Da Costa: Recientemente, en una de las funciones de El Lapso, ocurrió algo que no sé si paranormal, pero, sin duda, creó todavía más atmósfera. Durante una de las escenas de mayor despliegue de iluminación, uno de los focos móviles de la sala, tras apagarse, empezó a moverse como loco y no podíamos pararlo. Estuvo así durante varias escenas y hubo gente que creyó que era un efecto de la obra. ¿Qué fue algo que se puede explicar? Seguramente, pero pareció hecho a medida para la función y sin que nadie lo controlara.

 

¿Se puede aceptar lo que no comprendemos?

Julio Viñuela Gavela: No siempre desde una mentalidad materialista y poco abierta. Tengo la creencia de que todos, tras una vida lo más amable y longeva posible, tendremos la solución a todos los interrogantes que hoy por hoy nos inquietan.

Diego Da Costa: Si nos ceñimos a lo que se ve en la obra, se puede aceptar, pero no significa que la mente desee responder a los porqués o, al contrario, se obsesione con querer encontrarlos. Entonces, entramos en otro dilema, que es cómo nos afecta el aceptarlo o el no encontrar respuestas. La naturaleza humana es un misterio en sí mismo y ver cómo puede llegar a actuar alguien en según qué situaciones es intrigante.

 

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