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Sara San Gregorio, El juego tiene lugar en Espacio Abierto

  • diciembre 11, 2025
Por David Hinarejos

"Quería construir un centro que acogiera la cultura del juego y le diera importancia"

Hablamos con la directora artística de Espacio Abierto Quinta de los Molinos, el espacio cultural municipal dedicado a la infancia, la adolescencia y sus comunidades, a punto de cumplir un año al frente de un centro que durante toda la temporada desarrolla la mejor y mayor oferta de actividades que podemos encontrar en Madrid para las nuevas generaciones.

Creo que la primera pregunta es obligada cuando está a punto de cumplirse un año desde que asumiste la dirección del centro. ¿Cuál es el balance personal y profesional de estos meses de trabajo?

Ha sido un año muy bonito, pero sin pausa. Diría también que, sin prisa, pero si miro hacia atrás, han pasado muchas cosas en tan solo unos meses, así que supongo que algo de velocidad le hemos metido también.

Este primer año lo he dedicado a investigar la forma que ha tenido de funcionar Espacio Abierto hasta ahora, he querido conocer al equipo desde diferentes lugares para encontrar la manera de trabajar todos juntos de forma coherente y compartida.

Las propuestas de programación de estos primeros meses han servido para ir dibujando un itinerario y abrir espacios de posibilidad. Pensar desde y hacia donde siempre, e ir aprendiendo en paralelo el cómo, el cuándo y con la ayuda de quién.

 

¿Cuánto del proyecto que tenías en mente para Espacio Abierto has podido implantar en este tiempo?

El título del proyecto que presenté era El juego tiene lugar. Ese horizonte nunca se ha perdido, quería construir un centro que acogiera la cultura del juego y le diera importancia. El juego es la cultura propia de infancia, es el inicio de toda la cultura humana y el medio en el que se desarrolla. Seguimos jugando a todas las edades y en todos nuestros procesos, pero no siempre nos reconocemos jugando cuando crecemos. Quizá el arte sea la única disciplina adulta en la que aceptamos sin culpa, ni vergüenza, que seguimos jugando. Darle lugar implica, darle importancia, hacerlo extraordinario, compartido, bello, ritual… Allá donde mires en Espacio Abierto, esto está pasando ya; es un espacio total de descubrimiento, asombro, creación y celebración. Yo diría que ya está el proyecto sembrado.

 

¿Has tenido que amoldar mucho de ese proyecto a la realidad del espacio, recursos, etc.?

Amoldar las ideas, la visión y los objetivos a realidades diversas es uno de mis juegos favoritos. Creo que cada uno de mis proyectos anteriores son en realidad versiones de las mismas ideas adaptadas a diferentes contextos. Pienso que el oficio cultural es precisamente esa adaptación, y es el oficio en el que elegí trabajar en su día y aquí sigo, desde un nuevo lugar.

Para mí el espacio y los recursos de partida son una auténtica maravilla, he llegado a un espacio ya funcionado con un respeto admirable hacia la sensibilidad infantil y con un equipo trabajando desde miradas comunes. Además, el lugar, su entorno y su comunidad son condiciones de partida con las que es un verdadero honor poder trabajar. Me siento tan orgullosa de las actividades y espectáculos que hemos programado hasta ahora, como de los calendarios, presupuestos, memorias y contratos que hemos conseguido sistematizar.

Hasta ahora, no he tenido que hacer ninguna renuncia importante, solo he tenido que posponer muchísimas cosas que han llegado o llegarán. Me estoy adaptando a los tiempos que lleva trabajar con equipos, procesos y protocolos institucionales.

 

¿Qué iniciativas llevadas a cabo en estos meses definirían mejor las líneas fundamentales de la filosofía y valores que quieres sembrar como directora?

En febrero de este año convertimos el espacio de la Urbanoteca en un espacio de programación cultural. Lo inauguramos con La Città Infinita, una propuesta de juego de construcción simbólica y colaborativa de una ciudad imaginada. El espacio tenía 50 cajas llenas de piezas de madera y una tira de led central sobre la que construir la ciudad. El reto era construir primero tu hogar con siete piezas y con el resto del tiempo y el material infinito construir espacios para compartir. La colección de piezas venía de restos industriales, estaban cuidadas, clasificadas y presentadas para llamar al juego desde el asombro y las ganas de transformación. El ritual de inicio consistía en entrar al espacio con cuidado, presentarlo, dar tiempo al descubrimiento, plantear el reto y dar unas pistas para empezar a explorar e inventar. Durante una hora todos estábamos imaginando y construyendo una ciudad compartida. El ritual de cierre consistía en escuchar un relato compuesto de diferentes ideas que se recogían durante el juego para convertirlas, después, en una narración. Estos relatos, creados por nuestro equipo de mediación a partir de lo investigado, se recogen ahora en un cuento autoeditado y narrado que compartimos en nuestra web y una de las 50 cajas de La Città Infinita, forma parte ya del catálogo de materiales del centro, que prestamos a otros centros culturales y educativos.

Es el primer ejemplo que define cada una de las líneas fundamentales, filosofía y valores que tienen en común cada una de las propuestas que están construyendo ahora un Espacio más Abierto. Éstas serían: convocar desde la experiencia estética, el asombro y el descubrimiento; hacer del inventario, clasificación y presentación de materiales una puesta en valor de otros procesos; cuidar y crear rituales de inicio y cierre para hacer significativa y compartida la experiencia lúdica; llamar a la cocreación, la imaginación y la utopía común desde la experimentación simbólica, en un lugar intermedio entre lo que tocamos e imaginamos; amplificar ideas, deseos y narrativas de niños y jóvenes; y crear un archivo, catalogación y procesos de transferencia para que todo esto pueda suceder en otros lugares.

La fiesta de Siembra, comisariada por Laura Bañuelos y Maral Kekejian, es otro bonito ejemplo en el que durante una mañana estuvimos construyendo coreografías, máscaras, arreglos florales, pajaritos mecánicos, un mantel gigante, murales, canciones compartidas con los pájaros y postales para celebrar una fiesta compartida, a la tarde, que fue un auténtico espectáculo.

 

 

¿Y cuáles lo harán próximamente?

En los próximos meses alargamos varias líneas iniciadas estas navidades. La Urbanoteca seguirá acogiendo Aquí solo hay paisaje, de Lupe Estévez, un espacio de juego para crear paisajes efímeros durante el invierno y que despediremos con una pieza escénica creada a partir de las historias inventadas dentro de la instalación.

Seguimos trabajando con el parque a través de la versión invernal de la Escuela de Biodiseño, centrada en la idea de la supervivencia en la naturaleza: observamos líquenes como bioindicadores, experimentamos con materiales hidrofóbicos y exploramos tintas y herramientas naturales que nacen del entorno. Es una programación muy ligada a los ritmos del jardín y a lo que ofrece cada estación.

En paralelo, continuamos con los talleres de Paisaje sonoro, una aproximación sencilla a la fonografía invernal para registrar y reconocer los sonidos del parque y empezar a construir un pequeño archivo sonoro del lugar.

En el Espacio 0–5 nos refugiamos a cantar e inventar nanas con Canciones de cuna y nido, de Christian Fernández Mirón, combinando tradición oral, creación contemporánea y mediación con familias y bebés.

El Auditorio recibirá al mismísimo Gianni Rodari a través de Pez Luna Teatro, que convierte en una pieza escénica los métodos del escritor para inventar, inventariar e inventurear, descritos en sus libros y artículos recogidos en Gramática de la fantasía.

Además, iniciamos un proyecto de arte–escuela con Checho Tamayo y la Red Planea, que se inaugura con Oxímoron, una performance en la que el fútbol se encuentra con la danza, la delicadeza, la plasticidad, el silencio, el sonido, el ritmo y la pertenencia. El trabajo con Checho continúa a lo largo del semestre con sesiones en colegios, formación para docentes y encuentros en Espacio Abierto. A través del laboratorio El calentamiento, exploraremos el deporte como lenguaje expresivo y sensible, alejándonos de la lógica competitiva para acercarnos a formas de movimiento más cooperativas y creativas, inspiradas en deportes de pelota de diferentes culturas.

 

¿Qué papel deben jugar los y las creadores en Espacio Abierto? ¿Y qué debe aportarles el centro a ellos y ellas? 

Las y los creadores que configuran la programación y los proyectos de Espacio Abierto tienen en común una historia personal y profesional muy ligada al juego y a los procesos creativos experimentales y transversales. Tienen una profunda admiración y respeto hacia la infancia y la adolescencia, y desde esta posición crean propuestas de gran valor artístico, pedagógico y lúdico que traemos a Espacio Abierto o cocreamos con ellos.

Para el centro es importante abrir esta agenda y contar su trayectoria no solo desde una biografía redactada, sino también a través de las actividades y ciclos que han creado, su relación con otros creadores, los procesos compartidos, sus publicaciones, sus entrevistas y sus recursos. No solo con vocación de archivo, sino de poner en valor todo su potencial e inspirar futuros proyectos y colaboraciones, sucedan o no en nuestro centro. Hemos dado la vuelta a la página web para posibilitar y enlazar todas estas relaciones.

 

El centro ofrece multitud de actividades que abarca diversas temáticas, desde talleres e instalaciones hasta propuestas teatrales e iniciativas formativas, todas ellas orientadas a la infancia, la juventud y sus comunidades. Has querido estructurar toda la programación en base a los verbos descubrir, explorar, inventar, inventariar, compartir y celebrar, ¿de dónde surge esta idea?

Volvemos al principio. Esta catalogación surge de encontrar los verbos que tienen en común los procesos lúdicos y los creativos. Son secuencias no lineales y cada una de las acciones, aprendizajes y descubrimientos son fundamentales para ir encontrando itinerarios de creación propios.

Queremos ser el lugar donde se descubran piezas artísticas, bellas, emocionantes, inimaginables también hasta que, gracias a haberlas visto, las sumas al imaginario. Pero es igual de importante crear entornos extraordinarios donde jugar y explorar con libertad porque de esa exploración surgen muchas ideas que pueden encontrar en la experimentación o en nuevos aprendizajes formas de materializarse. Descubrir, explorar, inventar…

Somos un centro cultural público, por lo que nuestra vocación principal es que esos descubrimientos, exploraciones e inventos se compartan y se celebren. Multiplicar sería un verbo equivalente, porque a cuantas más personas lleguen los efectos, mejor. Las celebraciones son nuestra forma de crear rituales propios, inventar parafernalia, hacer festivos nuestros modos de estar y de encontrarnos, encontrar las palabras, las acciones y los símbolos que nos identifican como comunidad y nos crean recuerdos en relación con los demás. Compartir confianza, alegría y fiesta.

 

FOTO: Miguel Lorenzo.

 

¿Sois el caldo de cultivo para que esta generación cuando sea adulta mantenga una sensibilidad por la creación, el arte y la cultura?

No lo sé, yo quiero trabajar para las personas que son ahora mismo con una sensibilidad innata por la creación, el arte y la cultura… creo que nuestro trabajo es que no la pierdan, que no dejen de jugar, que no apaguen la curiosidad diaria y el deseo de exploración. Necesitamos más entornos y personas cómplices para que puedan conservar su sentido del asombro, darles confianza y herramientas para que empiecen a crear, ya que es más fácil ser sensible por la creación, el arte y la cultura si de una u otra manera formas parte de ella. Nuestro reto es alimentar esa sensibilidad y ampliar la capacidad de influencia.

 

¿Cuántos centros como éste harían falta para cuidar y promover la cultura de infancia?

Esta es una pregunta muy difícil. No está bien que yo lo diga, pero quizá para cuidar y promover la cultura de infancia no se necesitan más centros como este, sino que la propia concepción y cabida de la cultura de infancia cambie y tenga capacidad de influencia en  lugares distintos.

Necesitamos coles y escuelas dispuestas, patios abiertos, calles peatonales, espacios efímeros, huecos en la programación de otros centros, grupos de creación colectiva y muchas personas dispuestas a mirar a niñas, niños y adolescentes como los sujetos culturales que son. Desde Espacio Abierto estamos trabajando de forma continua en crear un archivo de recursos compartibles para que puedan activar otros programas.

Además, estamos muy atentos a lo que pasa en otros centros y abriendo colaboraciones con redes, instituciones, personas y colectivos que trabajan en líneas afines. Yo veo Espacio Abierto como un nodo de una red más amplia y prefiero trabajar en ampliar esa red desde este pequeño gran lugar.

 

¿Cómo se atrae a un público tan complicado como el adolescente en un mundo invadido por las pantallas?

Me parecen dos preguntas en una. No creo que exista una invasión de las pantallas como tal. Al otro lado de las pantallas hay también películas bellísimas, videojuegos que son aventuras de otra dimensión y comunidades de afectos y de apoyo mutuo que cruzan todo tipo de fronteras. El espacio digital es también un espacio cultural que hay que cuidar.

Las dificultades para atraer a público adolescente, probablemente tengan que ver con que no existen muchas alternativas de lugares públicos en los que juntarse y desarrollar sus proyectos propios. Quizá sea considerarles siempre y solamente público cuando tienen, quieren y pueden crear proyectos artísticos propios.

En Espacio Abierto continuamos con el proyecto de teatro documental adolescente Mundo Quinta;  acogemos el MICE, un festival de cortos hechos por menores de 18 años, y estamos abriendo el espacio de Inventario a grupos de creación gráfica y narrativa que estamos promoviendo a través de talleres de estampación, fanzines, creación sonora. Pero los jóvenes necesitan muchos más lugares donde encontrarse, compartir y crear, si no lo encuentran en el universo tangible, se irán al virtual.

 

 

¿Qué papel juegan los adultos en Espacio Abierto?

Las personas que convivimos con niñas, niños y adolescentes, a las que nos une un vínculo tan fuerte como la familia o la amistad, estamos pasando una época de nuestra vida en la que el cuidado de otra persona se vuelve el centro de nuestro día a día. Aunque a mí, en lo que me gustaría poner el foco, es en que también estamos en una época preciosa de nuestra historia vital, precisamente por esa convivencia diaria con personas que crecen y están en constante transformación. Estos vínculos, necesitan lugares simbólicos, como en el resto de relaciones, para conocerse mejor, pasarlo bien juntos y crear recuerdos bonitos de vida compartida. No somos adultos que llevamos a los niños al centro, somos adultos que quieren formar parte de la vida pública con sus peques y agradecemos que haya lugares que sean más suyos que nuestros para entrar en sus formas de estar, para participar de sus juegos, para emocionarnos con cosas juntos…

 

¿Qué es y qué hace la figura de mediador?

El mediador es una figura adulta de referencia que recibe a quienes participan de las actividades y acompaña el juego y la creación dentro de los distintos espacios del centro.

Conocen a las niñas, niños, adolescentes y familias que vienen al centro, de forma puntual o recurrente, y observan y documentan cómo se relacionan con los espacios, los materiales y las propuestas.

También sostienen el trabajo de las creadoras y compañías: preparan el espacio y los materiales, se forman sumándose a sus talleres y laboratorios, reciben transferencia metodológica de los artistas, activan los recursos que deja cada proyecto y junto con el equipo de dirección proponen y acompañan nuevas actividades.

Gracias al equipo de mediación podemos abrir espacios y actividades durante periodos más largos. Su trabajo hace posible que podamos ofrecer durante tres meses las escenografías de juego en la Urbanoteca o que el Espacio 0-5 se abra con acompañamiento y cuidado con propuestas como Lumbre estas Navidades.

El equipo de mediación acompaña los procesos y ofrece material para continuar proyectos iniciados en los talleres y programa actividades gratuitas de exploración y creación para niños mayores de 7 años como Cuaderno de otoño, Viajes a ninguna parte o Luciérnagas de juguete.

 

Próximamente, pondréis en marcha en la web un apartado de recursos. ¿De qué se trata esta iniciativa?

El nuevo apartado de compartibles de Espacio Abierto reúne diferentes recursos y relatos para que propuestas que han pasado por aquí puedan suceder en otros lugares.

Los compartibles son, por ejemplo, guías para replicar talleres que hemos desarrollado en Espacio Abierto, kits de materiales que han formado parte de producciones propias y que pueden activarse en aulas, bibliotecas o centros culturales, y relatos de juego convertidos en cuentos para leer o escuchar. También estarán disponibles cortometrajes sobre el juego en la ciudad, pequeñas piezas escénicas en formato vídeo y una colección de retos para Ver lo invisible, pensados para activar la mirada y la imaginación en el día a día. La idea es ir alimentando poco a poco este apartado de la web e ir construyendo aquí una ampliación digital del centro.

 

Una de los comentarios habituales respecto al centro siempre ha sido que se agotaban muy rápido las entradas para todas las actividades. ¿Cómo habéis abordado este tema en el último año?

Primero, aumentando mucho el número de sesiones y, ampliando la oferta de plazas, nos hemos acercado más a la demanda. También reservamos entradas en taquilla cada fin de semana para que Espacio Abierto sea un lugar al que poder ir sin haberlo planificado. Las entradas gratuitas se consiguen siempre en taquilla y, gracias a un nuevo formato de colaboración con los creadores de las propuestas y con los mediadores que les acompañan, podemos ofrecer muchas sesiones abiertas de juego en la Urbanoteca y de talleres de mediación en Inventario. Hay más entradas y más formas de conseguirlas.

 

 

¿Tu labor como gestora o mentorizando el trabajo de otros/as te ha requerido aparcar tu labor como creadora? ¿Es algo que echas de menos?

Recuerdo que en una conferencia de Juan Bordes él decía que no era coleccionista, que él era sobre todo escultor y que, en realidad, hacía lo mismo cuando se enfrentaba a una escultura o cuando empezaba a construir una colección. “Es lo mismo, es darle forma a una idea”, dijo. Pienso igual que él, no echo de menos el hecho de crear. En realidad lo que estoy haciendo aquí es dar otra forma a ideas que me ilusionan, además con una materia maravillosa y con una red de cómplices que ni en mis mejores sueños.

Pero sí hay cosas que echo de menos, como despegarme a veces del trabajo de pensar, de escribir y de diseñar y tener jornadas enteras de trabajar con las manos, de montar y desmontar, de ordenar los materiales… También echo de menos estar presente en la mediación y el juego, investigar en el día a día, formar parte de la rutina y un ritual diario que significaba abrir y cerrar un espacio. Confieso que tengo mis maneras: me sumo a los talleres con mis niños y de vez en cuando desatiendo mails urgentes e importantes para bajarme a organizar un espacio o a clasificar materiales.

 

¿Alguna recomendación especial de la programación de diciembre y principios de enero?

En diciembre, celebramos Luz de Invierno, un festival cocreado junto al Teatro de Títeres del Retiro que reúne teatro de sombras, instalaciones lumínicas y talleres para experimentar la luz y la oscuridad como materiales de creación. La programación parte de esa luz inventada que encendemos en invierno -hogueras, lámparas, linternas- que transforma los lugares y nos ayuda a cruzar ese umbral entre lo que imaginamos y lo que vemos.

En el Auditorio, presentamos Historias asombrosas de Valeria Guglietti, creada únicamente con las sombras de las manos y pequeños accesorios; Todos sus patitos de Baychimo Teatro, una pieza para la primera infancia construida a partir del juego con los personajes, el color y el sonido; y Alicia, de la compañía Coloradas, una experiencia participativa de sombras y dibujo en directo donde el público ayuda a Alicia a salir de la casa en la que está atrapada.

 

Imagen de Historias Asombrosas.

 

El Teatro de Títeres del Retiro propone dentro del festival Sombras de cine, de Valeria Guglietti, y dos espectáculos que amplían la experiencia hacia otros lenguajes visuales: En la panza del lobo, de De Paper, y El viaje de Martín, de Titiriguiri.

El descubrimiento y el asombro que nace en el Auditorio encienden las ganas de explorar, investigar e inventar, esas ganas encuentran continuidad en otras propuestas del festival. La Urbanoteca inaugura Aquí solo hay paisaje, una escenografía de juego creada junto a Lupe Estévez, donde construir montañas, ríos, fauna y luz para generar un paisaje que también juega con las sombras. Durante los meses que esté activa, Lupe y el equipo de mediación recogerán las historias que aparezcan en el juego para crear una pieza escénica que despedirá la instalación.

Lupe presenta, además, propuestas vinculadas a su forma de trabajar con la iluminación y la materia: su espectáculo transparente en febrero, una caja de materiales escenográficos para aulas y varios laboratorios familiares para experimentar técnicas, herramientas y narraciones con luces y sombras.

Y, junto al equipo de mediación, presentamos Luciérnagas de juguete, un pequeño taller para crear luciérnagas de mentira con luces de verdad y buscarlas en el jardín al anochecer; y Lumbre, que convierte el Espacio 0–5 en un refugio cálido y recogido donde investigar la luz, las sombras y los primeros rituales alrededor de una hoguera simbólica.

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí

Baychimo Teatro, Checho Tamayo, Christian Fernández Mirón, compañía Coloradas, Espacio Abierto Quinta de los Molinos, La Città Infinita, Laura Bañuelos, Lupe Estévez, Maral Kekejian, Pez Luna Teatro, Sara San Gregorio, Titiriguiri, Valeria Guglietti
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