«Somos una sociedad que carece de educación sexual»
Sara Ruiz Sardón es la coautora, junto a Jesús Redondo, de Yo, NUNCA, una obra que aborda el tema de las violaciones que tienen lugar dentro de la pareja, algo de lo que apenas se habla pero que sucede más a menudo de lo que creemos. Jesús y Sara también protagonizan la pieza junto a Ferri Ballester y Sergio San Millán.
Hablamos con ella hace dos temporadas cuando la obra se estrenó en la escena independiente madrileña. Ahora recuperamos la conversación cuando la obra vuelve a la cartelera, esta vez al Teatro Lara a partir del 6 de julio.
Es una interesante reflexión dirigida por Alba Navarro y Manuel Campos que, sin ambages, pone el dedo en la llaga: ¿Tú… nunca?
Yo, NUNCA en el Teatro Lara
Por Sergio Díaz
En vuestra propuesta habláis de las violaciones dentro de la pareja, algo de lo que apenas se hacen eco los medios… ¿Es por ese desconocimiento por lo que decidís afrontar la obra desde esa perspectiva?
Sí, hablamos de las violaciones dentro de la pareja, que es un tema que no está tratado en los medios y muy desconocido, pero que sucede más de lo que pensamos.
¿Cómo habéis elaborado el texto? ¿En qué os habéis basado?
Yo, NUNCA nace de la necesidad de querer explicar por qué suceden este tipo de actos, por qué dentro de una pareja existen violaciones. Tengo la mala, o buena, suerte de conocer este tema muy de cerca, y en mi cabeza siempre estuvieron dos preguntas: ¿qué le llevó a él a hacer eso? y ¿cómo no pude darme cuenta?
Tanto Jesús, la otra mitad de este texto, como yo teníamos claro que debíamos ponernos en la mente de él para resolver este problema, que no podíamos criminalizarlo porque eso no iba a llevar a ninguna solución, teníamos que trascender. Por eso, lo primero que hicimos fue justificar este acto. Responder a qué le llevó a él a hacer eso. Esto nos creo la necesidad de desmembrar nuestra educación sexual, de indagar en cómo entendemos el sexo y cómo nos habían enseñado a concebirlo. Y aquí surgió nuestro primer problema. Nos dimos cuenta de que somos una sociedad que carece de educación sexual. Cierto es que el colegio o nuestros padres y madres nos enseñan ciertas cosas, pero cosas que están más bien relacionadas con la higiene sexual, como usar la protección adecuada. Pero nadie nos ensaña a mantener relaciones sexuales sanas, consentidas y placenteras.
Y a partir de esto, de esta ausencia de educación sexual, se resolvieron las dos preguntas a la vez.
Él hizo eso porque el concepto que tiene sobre el sexo es totalmente machista y autoritario, porque el placer de la mujer y su voluntad no le importan nada, porque el ha crecido en ese sistema de creencias y nadie ha hecho nada para evitarlo. Y yo no me di cuenta porque nadie me había enseñado a follar. Mis padres, benditos sean, lo hicieron lo mejor que pudieron pero no fue suficiente. Por otra parte, todo lo que había visto en los medios, en las películas y series, o en el porno eran mujeres totalmente sumisas, potencial o activamente violables y hombres violadores.
La sociedad me había enseñado a ser vulnerable, a querer tener sexo con tu pareja siempre, a estar preparada para una violación o un abuso. La misma mierda de siempre, a nosotras nos dicen que tenemos que llevar la falda más larga pero nadie les dice a ellos que violar a una mujer está mal.
¿Nos puedes hablar un poco de la propuesta escénica?
La propuesta escénica es una locura, Alba y Manuel han hecho una auténtica maravilla. Creo que ningún director o directora a entendido tan bien el alma de guion como lo han hecho ellos. El espacio único de la obra es una discoteca, un espacio donde la mujer es observada y reclamada, utilizada como trofeo. Un lugar peligroso para nosotras. Un espacio lúdico y desgarrador. Un bifrontismo que estará presente durante todo el montaje mezclando lo cómico y lo trágico, lo apocalíptico y lo esperanzador, lo público y lo privado… Las escenas caminan a medio tramo entre la narratividad y lo discursivo, siempre aderezadas con una plástica que potencia lo visual, mediante proyecciones y elementos plásticos en clave onírica y poética.
Este montaje tiene que impactar, y es lo que se busca con la propuesta escénica. Activar al espectador en una nueva forma de encajar la cuestión de género y la sexualidad.
¿Los testimonios de los intérpretes del montaje son reflexiones personales?
Si hay algo bonito en este texto es que todo él está basado en las experiencias y vivencias de los actores. Todos hemos puesto nuestro granito de arena, nuestras preocupaciones y nuestras vidas en este proyecto. En Yo, NUNCA va un cachito de nuestra alma.
Así que sí. Los testimonios parten de reflexiones personales de los actores. Reflexiones que Jesús y yo hemos cogido con todo el cariño del mundo para apoyar y contar el mensaje que se quiere trasmitir con esta obra.
¿Qué aspectos desconocemos de este tipo de violación?
Desconocemos hasta que existen. Creo que todas las personas que vengan a ver este montaje, por lo menos, saldrán preguntándose si lo han hecho o si les ha pasado. Porque todo lo que decimos suena muy familiar. Mira, hay un chiste muy famoso en el que una pareja está en la cama y él le pregunta a ella si quiere hacer el amor, ella le responde que no quiere, que le duele la cabeza y en un alarde de grandeza el autor del chiste hace que él le responda diciendo que tiene condones con sabor a ibuprofeno.
Hemos normalizado tanto este tipo de situaciones que no somos conscientes de hasta qué punto creemos que nuestra pareja está obligada a tener sexo con nosotros (obligada a tener sexo con nosotros por el simple hecho de ser nuestra pareja). ¿Tenemos parejas o muñecas hinchables?
No sé, está claro que en el equilibrio está el éxito. Pero la mayoría de las veces la balanza está inclinada a favor del hombre, y las mujeres ya hemos perdido demasiadas veces.
Imagino que habéis trabajado en el tema profundamente, abordándolo desde diferentes perspectivas… ¿Cómo veis a las nuevas generaciones en este ámbito? Porque parece que cada vez esto sucede antes…
Sinceramente, no creo que esto suceda antes. Puede que ahora nuestra vida sexual empiece a una edad más temprana, pero creo que esto lleva pasando toda la vida. Y es ahora cuando se están poniendo estos temas sobre la mesa. Así que creo que vamos en buen camino. Las nuevas generaciones vienen, o venimos, pisando fuerte. Creo que ahora hay mucha más conciencia sobre esta clase de temas y que hay una firmeza muy bonita, que hay un jaque a este sistema machista y patriarcal. Por ejemplo, la hermana de mi pareja, tiene 15 años, es una niña, y es una de las mujeres más guerrilleras y conscientes que conozco.
Por eso creo que hay un halo de esperanza que no se puede desperdiciar, que no podemos relajarnos. Tenemos que trascender, tenemos que hablar de todo de lo que no nos han hablado nuestros padres, tenemos que empezar a hacer películas, novelas, series en las que se nos trasmita este tipo de mensajes, en las que no aparezcan mujeres violadas y hombres violadores. Tenemos que empezar a hacer porno para todo el mundo, porno feminista y si es necesario, proyectarlo en las aulas de los colegios para que nadie tenga ninguna duda o ningún pensamiento que se convierta en tragedia.
Yo nunca… ¿lo hago o lo sufro? Porque el silencio es siempre entre las víctimas, las que lo sufren, porque ellos incluso se jactan…
Por supuesto que hay silencio entre las víctimas. Vivimos en un país en que te violan cinco tíos y la justicia los mantiene en la calle. Nos callamos porque tenemos miedo a que no nos crean. Yo tuve mucho miedo a que no me creyeran la primera vez que lo conté. Se me venían a la cabeza frases como: “Si no querías, ¿por qué lo terminaste haciendo?”, “Pero, ¿por qué no le pegaste o gritaste?” o “Venga, hombre si luego seguiste con él, no te inventes cosas”. Estamos totalmente desprotegidas. Y ellos lo saben, que es lo peor. Esta clase de tíos sabe que manda y se aprovecha de ello.
Tras la sentencia de La Manada, han crecido -o están teniendo más visibilidad- grupos de hombres que se hacen llamar igual y cometen los mismos delitos… ¿Cómo puede suceder algo así?
La sentencia de La Manada es una vergüenza que ha dado alas a muchos capullos. El sistema judicial tiene mucho más poder social del que parece y puede hacer mucho daño. No entiendo cómo puede pasar algo así, sinceramente.
Cada ocho horas se comete una violación en España, ¿Vivimos en una sociedad enferma?
Vivimos en una sociedad enferma, pero con la vacuna en la mano.
¿Qué hay que gritar bien alto para conseguir definitivamente la liberación de la mujer?
Ojalá lo supiera. Yo creo que hay que gritar juntas y, siempre, hacia delante.
Muchas gracias Sara
Gracias a vosotras por dar visibilidad a estos temas. De corazón.