Nº150 AÑO XV
Por José Antonio Alba
¿Cómo ha sucedido? ¿En qué momento hemos cumplido 15 años y nos hemos plantado en los 150 números publicados? ¡Es de locos!
La verdad es que da entre vértigo, alegría, emoción y un poco de miedo darse cuenta de todo lo que llevamos caminado. Es mucho lo vivido y acumulado, esto lo pueden decir sobre todo mis compañeros, Marisa, Sergio y David que son los que llevan aquí desde los inicios y nos han visto ir y venir a los demás que hemos pertenecido y pertenecemos a esta familia… Porque al final es en lo que se ha convertido Godot, en una familia.
Justo en estos días lo hablaba con lxs amigxs de Kulunka, con quienes compartimos fecha de nacimiento -¡Feliz aniversario!- y coincidíamos en las sensaciones, esto ha pasado de ser un trabajo vocacional a un estilo de vida. Vivimos Godot, respiramos Godot… ¡soñamos Godot!
No siempre nos han venido bien dadas, alguna vez hemos tenido que tragar saliva por haber construido nuestra vida sobre este castillo de naipes y verlo tambalearse, pero también se nos ponen los ojitos brillantes al sentir la satisfacción de haber logrado vivir aquí y así. Pero bueno, este número no es más que otro en el que hemos depositado nuestras ganas -bueno, otro más no, que este mes estrenamos sección fija dedicada a la Danza, ¡y eso nos pone muchísimo!-, pero sí es una nueva baldosa de este camino por el que queremos continuar y que, casualidades de la vida, se da justo con el comienzo de la nueva temporada.
Pasen y lean, disfruten y compartan, que aún tenemos mucho que contar. ¡Seguimos!
Este mes Come From Away, el Musical, que se estrena en el Teatro Marquina, ocupa nuestra portada. Entre otros contenidos, también encontraréis entrevistas a Kulunka Teatro, La Ribot, José Luis Alonso de Santos y Carla Nyman. Godoff , por su parte, lleva como protagonista los 20 años que cumple esta temporada la Sala Tarambana de Carabanchel. Además, hablamos con Jesús Muñoz (El Pont Flotant), Gemma Pina y María Petri y os traemos toda la información del Festival Imparables en Nave 73.
VOZ EN OFF: OLYMPIC LIVES
Por Sergio Díaz
Los Juegos Olímpicos de París quizá ya hayan quedado en el olvido, pero viendo lo que han suscitado, me ha llevado a una reflexión que a ver si soy capaz de hilar bien.
En esta época de hiperconexión y opiniones sin criterio, hemos ‘disfrutado’ mucho con los comentarios vertidos en redes sociales de gente sentada en el sofá, atiborrándonse de Cheetos, abriendo la boca (moviendo el dedo en este caso) para darnos ‘lecciones’ sobre deportes que no han visto en su vida (o sólo cada cuatro años). Y era curioso que esas ‘lecciones’ eran, en la mayoría de los casos, para denigrar el físico de muchas mujeres deportistas. Luego estaba también el tema de lo inútiles que eran los y las deportistas españoles que no conseguían medalla. A golpe de teclado minusvaloraban y simplificaban el esfuerzo y el sacrificio de gente que se prepara cada día para dar lo mejor de sí misma y que se juegan todo ese trabajo, dieta y estrés mental en una carrera de pocos minutos, un salto o un partido. Hay que ser muy zoquete para opinar sobre algo así cuando el mayor deporte que hacen es ir a la nevera a por más cerve. Y, por supuesto, cuando el único deporte que les interesa es el fútbol. Igual que a los medios de comunicación, que ahora que empieza la Liga ya no existe otra cosa que dar patadas a un balón.
Todo eso que estaba ocurriendo en los Juegos me llevaba a pensar en la gente que se dedica a la interpretación. Es una profesión vocacional en la mayor parte de los casos. Y para dedicarte a algo así tienes que sacrificar muchas cosas también. Lo primero, es que mucha gente se tiene que mudar de su pueblo o ciudad para poder formarse. Y luego también hay mucha precariedad y dieta y esfuerzo físico y preparación diaria y sacrificio. Todo por conseguir un sueño que también puede esfumarse en un segundo (ya sea en un casting, o por una mala crítica, o porque pongan a parir tu trabajo en redes). Y siempre les exigimos lo máximo cuando los vemos en teatro, televisión o cine. Siempre les pedimos la medalla de oro en cada aparición sin pararnos a pensar lo que invertimos como sociedad en estos profesionales que ocupan buena parte de nuestro ocio. Lo mismo que sucede con lxs que se dedican a deportes minoritarios. No valoramos su labor ni conocemos todo el sufrimiento que hay detrás, ni sabemos los medios con los que cuentan para poder desarrollar su trabajo. Pero en vez de mirarnos hacia dentro y hacer una reflexión constructiva (¡para qué!), soltamos exabruptos a la tele con sabor a queso.