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EDITORIAL: PEZONES DE HADA Y CALZONCILLOS

Por José Antonio Alba

Este año que comienza, en lugar de nacer como una hoja en blanco para la escena, viene marcado por la lucha a la que la comunidad artística se ha tenido que enfrentar debido a esas ‘fuerzas turbias’ que buscan silenciar voces y apagar la luz de la diversidad. Nos encontramos frente a un panorama en el que ciertas voces con aliento rancio se empeñan en decidir qué es moralmente aceptable con argumentos cada vez más peregrinos y mojigatos. ¿Pezones de hadas navideñas? ¿Ver hombres en calzoncillos? ¿Adónde estamos yendo? ¿Dónde nos quieren llevar?

Esta es una situación que se agrava y que nos atañe a todxs, no solo a los profesionales de la escena, porque aunque suene a discurso manido, es cierto que cuando se coarta la expresión artística, se limita la capacidad de la sociedad para reflexionar sobre sí misma, para cuestionar y para evolucionar. Y eso es lo más terrible que nos puede suceder. Ojalá esta situación, y el temor a las represalias, no acaben por mutar en el peor cáncer artístico: La autocensura.

Seamos los amantes de las Artes Escénicas defensores activos de la libertad de expresión y resistámonos a cualquier forma de censura que amenace con amordazar la creatividad y la diversidad. No permitamos que nos impongan qué es lo que podemos ver o no. Dejemos claro que necesitamos -es más, ¡exigimos!- espacios para el encuentro, el debate y la reflexión. Queremos ser incomodados y poder reflexionar libremente sobre nuestras contradicciones. ¡Dejen que la Cultura siga desafiándonos, inspirándonos y enriqueciendo nuestras vidas! ¡Dejen a la Cultura en paz!

 

Godot empieza el año con Burro en portada, la obra de Ay Teatro protagonizada por Carlos Hipólito que estará en el Teatro Reina Victoria. Además, Ana Zamora, María Goiricelaya, Juan Pastor, Macarena García y Nerea Moreno serán otros de los nombres destacados en este número. 

Por su parte, Godoff lleva en portada Calígula debe morir, donde el actor Xoel Fernández da vida al emperador romano Calígula y que podrá verse en la Sala Mirador. Mariano Llorente, Zaida Alonso, Pedro Entrena y Emma Trilles y Ángel Ferrero son los otrxs protagonistas destacados del mes. 

 

VOZ EN OFF: CUALQUIER DÍA…

Por Sergio Díaz

Aún recuerdo a mi primer amor de verano en el pueblo. Yo tenía 14 años. Ella se llamaba Esther. Tras un mes entero de risas, pasodobles en la plaza y paseos cogidos de la mano en la oscuridad de la noche, llegó el momento de la triste despedida, yo tenía que volver a mi rutina en la horrible ciudad en la que vivía. Un día de septiembre recibo una carta (la forma en la que nos comunicábamos en los ‘90) de una de mis amigas. En la misiva (toma palabro bonito) me decía que mi adorada Esther había pintado un corazón de tiza en la pared del instituto, y escrito nuestros nombres dentro, como en la canción de Radio Futura. Y aquello me hizo ser el chico de Alcobendas más feliz del mundo. Me sentía inmortal, no tanto por la sensación de que ella ‘me quisiera’, sino porque todo el mundo en el pueblo lo sabría y lo vería cada día a las 9 a. m.

En el fondo de mí siempre he querido trascender, que la gente sepa quién soy y cómo soy. Que sepan lo bueno que soy (en mi cabeza siempre suena espectacular, claro). Pero puede más la parte de mí que tiene miedo a no gustar, miedo al linchamiento y al escarnio público.

Por eso admiro tanto a las actrices y los actores y a lxs dramaturgos, a aquellos que se exponen delante de un público y están sujetos a la opinión de la crítica, que puede ser despiada en muchos casos. Leo a Mariano Llorente decir sobre su nuevo estreno en Cuarta Pared “que me caiga lo que me caiga por esta obra, no me importa”. O a Zaida Alonso enfrentarse a muchas opiniones negativas de profesionales médicos tras su alegato en contra de la contención mecánica. O a María Goiricelaya atreverse a mirar dentro de heridas no cicatrizadas… y a tantas y tantos a lxs que de verdad considero valientes y que conseguirán trascender, no como yo.

Al llegar el agosto siguiente volví al pueblo y lo primero que hice fue subir hasta el instituto (obvio) y resulta que habían pintado toda la fachada (ninguna carta me sacó de mi ensoñación en todos esos meses). Ese símbolo de amor eterno había desaparecido bajo una capa de color verde hospital… al igual que Esther desapareció de la mano de otro chaval del pueblo (la distancia es el olvido, dicen). Así es mi historia de juntaletras hasta ahora, gritos al aire que poca gente oye, que nadie recuerda y que desaparecen. Pero quizá algún día…

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