EDITORIAL: REFUGIO
Por José Antonio Alba
Es difícil centrar la atención en las Artes Escénicas cuando el mundo no para de vomitar terror. Se me atragantan las palabras intentando hallar un tema sobre el que abrir este número. Todo me parece frívolo e insignificante porque tengo el alma arrasada contemplando la barbarie y el genocidio consentido.
Al comentar mi crisis a un querido amigo, me dijo: “piensa en cómo hay algo obsceno, pero también hermoso, o contradictorio, en seguir haciendo teatro, arte, poemas o canciones en mitad de todo eso”. Esas palabras me llevaron a reflexionar que quizá nuestro deber sea ofrecer luz desde la Cultura para combatir este sentimiento de abatimiento y derrota que nos paraliza. Tal vez nuestra obligación es sobreponernos y ser soporte y plataforma, crear un refugio desde el Arte e inspirar y mantener el pensamiento crítico siempre activo.
No es caer en lo naif y querer crear un Imagine a lo Lennon pensando que con eso podemos parar el horror, sabemos que eso no está en nuestras manos, pero sí poseemos el poder de “ser memoria, advertencia, duelo de esos horrores”. No son palabras mías, son de mi amigo. Quizá la mejor manera de gritar contra lo que está sucediendo sea continuar creando un espacio seguro para el alma y, desde la hermosa poética que nos regalan las Artes, luchar contra el odio, la injusticia y el terror. O quizá solo sea la manera que tengo de mitigar el dolor que siento, refugiándome yo mismo en este pequeño espacio en el que realmente me siento seguro.
Todo nuestro amor y solidaridad con las víctimas civiles, tanto palestinas como israelíes, y el más rotundo rechazo ante la masacre en Gaza.
Este mes de noviembre el estreno en el Teatro de La Abadía de El lector por horas, de José Sanchis Sinisterra, protagoniza nuestra portada en el apartado de Godot. La obra está dentro de la programación del Festival de Otoño, festival del que ofrecemos una amplia cobertura en este número con entrevistas a Alberto Conejero, María Velasco o El Patio Teatro. Además, entre otros contenidos, también hablamos con Lolita y Luis Luque y con Carmen Barrantes.
En Godoff el protagonismo es para Café para intelectuales, la nueva producción de Teatro Lagrada sobre el libro homónimo del autor mexicano Teófilo Guerrero. Podréis leer también sendas entrevistas con Lucía Trentini, Amaia Bono y Damián Montesdeoca y Elisabet Altub.
VOZ EN OFF: SINAPSIS
Por Sergio Díaz
Iba a escribir sobre Israel y Palestina, un tema que me interesa y que sigo desde hace 30 años, pero como ahora todo el mundo da lecciones de Historia tras ver el nuevo programa de Ana Rosa, pues me lo ahorro y se lo ahorro. También es que el otro día fui al teatro y salí bastante cabreado. En el top de cosas que me podría haber ahorrado una tarde en el teatro esa obra que fui a ver se ha colocado muy arriba. No había visto aún en directo a la compañía pero todo el mundo me había hablado maravillas de ella. Es el epítome del teatro contemporáneo, decían. Pues no entendí una mierda. Y bueno, eso tampoco es que quiera decir nada, yo puedo llegar a ser un poco lerdo y cuadriculado para mis cosas y cuando el resto del público se ríe está claro que el problema es mío (aunque también es verdad que era un estreno, había mucho familiar que jugaba a favor, y entrar al teatro con cerveza ayuda). Pero es que no vi nada de texto, no puedo rescatar ni una sola frase que llevarme a la boca y sobre la que tirar del hilo en la conversación post-función. Había trabajo y cierta coreografía, algo habían ensayado, no digo yo que surgiera de la nada, pero de verdad que no pillé la obra por ningún sitio.
Mi cabreo no es por mi nula capacidad de entender. Mi cabreo es porque la sinopsis de presentación del espectáculo no tenía nada que ver con lo que hubo en escena. Yo, que por mi trabajo me tengo que leer muchísimas sinopsis a lo largo del día, espero que algo de lo que me han contado en ellas se cumpla al ir a ver la obra, porque en base a leer lo que he leído es por lo que he ido al teatro. Y si no se cumple, en cierta medida, me siento estafado. Y es peor aquellas veces que hago una entrevista a alguien, me enamoro de la historia y al ir a ver su obra no veo nada del discurso que me han vendido. Y digo que es peor porque yo les estafo también a ustedes al recomendarles algo que no es lo que he plasmado en el papel.
Sé que no es fácil describir una obra en unas líneas, que habrá creadorxs que no quieran hacerlo y que no es su problema si el público o un tipo como yo no entiende su propuesta. Me parece bien, pero, humildemente, creo que habría que cuidar más ese texto de presentación, porque es la puerta de entrada para que gente ajena a la compañía vaya a ver tu obra, que es de lo que se trata (a tu madre y amigxs ya lxs tienes ganadxs). Y si ya es difícil arrastrar al teatro a esa gente de normal, si piensan que van a ver una cosa (porque lo han leído así) y es otra totalmente distinta, esa mala experiencia teatral provoca una huella en la sinapsis neuronal que genera un estímulo negativo y hará que no vuelvan.