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Retratando la parte más incómoda de la depresión

Ana Mª Mauri: “Tener depresión es perder el sentido de la supervivencia, o lo que es lo mismo, perder las ganas de vivir”

Ana María Mauri es una creadora andaluza residente en Madrid. Ella es la autora, directora e intérprete, junto a Víctor Brenes, de La sobremesa del elefante, una obra que nos cuenta la historia de Juana, una mujer que intenta mantener una vida normal a pesar de su ansiedad y depresión. Podrá verse en El Umbral de Primavera los días 13 y 20 de diciembre.

 

¿Quién es Ana María Mauri y de dónde te viene tu amor por las Artes Escénicas?

Puede que sea de las preguntas más difíciles que existen, pero soy una artista andaluza polifacética, con inquietudes de expresar a su propia manera la realidad. Mi amor por las Artes Escénicas probablemente nace de mi admiración por el cine desde la infancia y el movimiento físico, supongo que cuando actué en una obra de teatro escolar en primaria, sentí todo eso que te inunda del teatro: la libertad, la diversión, el poder… Me considero una persona bastante activa, mientras más maneras conozca de expresión, más quiero usarlas todas. Digamos que en las Artes Escénicas descubrí muchas cosas, pero sobre todo, lo que no quería hacer o reproducir. Siempre me ha fascinado lo irreverente del teatro, la osadía, la picaresca… y me resulta imposible imaginarme mi vida sin las Artes.

 

¿Por qué decides crear L’avenate Teatro y qué tipo de teatro te interesa sacar adelante con tu compañía?

Mi decisión viene de no sentirme identificada dentro de ninguno de los lenguajes que me rodeaban, o no encontrar la libertad creativa con la que yo entiendo el teatro. Realmente, me encontraba en una crisis existencial importante por diferentes decepciones y malas experiencias en el teatro, lo cual hizo que al final en esa vorágine de pesimismo naciera L’avenate Teatro. La única forma que surgió de mí para sobrevivir, una última bala contra todo lo que me estaba hundiendo. L’avenate es algo visceral, de hecho, ‘avenate’ es una palabra andaluza que significa arranque de locura, impulso súbito o arrebato; no hay un tipo de teatro específico que siga con normas. Siento que hay muchísimas cosas que nos perturban hoy en día, y no existe ningún lugar donde podamos revisar esas dudas existenciales del siglo XXI, incluso en las formas. Y la verdad que no podía elegir mejor compañero que Víctor, amigo de la profesión por años, que se ha embarcado en esta locura. De modo que busco un tipo de teatro donde lo que se toque por dentro, sea sin tapujos ni florituras, dejar atrás la autocensura que tanto predomina las artes en la actualidad.

 

¿Qué es La sobremesa del elefante?

Es una obra de teatro donde se reflexiona sobre la depresión y la ansiedad, una mirada inocente hacia nosotros mismos. Cuando el mundo interior se desborda, y se muestra el patetismo de lo humano, es donde está el ser, en nuestra incongruente forma de actuar. La continua lucha contra todo lo que nos sucede, y como a veces es mejor entendernos, y trabajarnos desde la aceptación.

 

Ya en 2022, vuestra primera creación fue La Desquiciada, una pieza enfocada también en la salud mental y en el suicidio. ¿Qué diferencias hay en la forma de abordar temas parecidos entre ambos montajes?

La diferencia radica en los conceptos, a pesar de que están relacionados la salud mental y el suicidio o la muerte, la forma en la que nos enfrentamos a ellas son muy diferentes. Lo cierto es que La desquiciada era mi primer acercamiento a llevar un concepto a escena; el suicidio o la muerte tienen unos tintes muy sexuales, eróticos y sensuales. La atracción hacia lo prohibido, y que solo depende de nosotras mismas hasta donde llegar con eso, además del jugoso premio que es el fin del dolor o la angustia. La diferencia es que el tema de la depresión sí contiene un dialogo, hay un continuo soliloquio con uno mismo del que es muy complicado salir; y en el tema del suicidio hay una sentencia, en la que se puede discutir pero no contra la verdad. Digamos que esas son las premisas que para mí son cruciales a la hora de desarrollar cada montaje.

 

Retratando la parte más incómoda de la depresión en Madrid
Ana María Mauri

 ¿Quién es Juana, la protagonista de esta historia?

Juana es cualquier mujer, cualquier mujer adentrada y alienada en lo más profundo del sistema. Una mujer rota que sigue luchando absurdamente contra su realidad, que es la de una persona enferma, y que al sufrir depresión, se ve obligada a enfrentarse a sí misma.

 

¿Y quién es ese hombre elefante que la visita? ¿Qué representa?

El hombre elefante es Teo, y representa la propia depresión de Juana. A pesar de ser un ser independiente, no deja de ser la depresión de Juana desdoblada, lo más terrible y autodestructivo de su interior; es por eso que no puede desaparecer. Era muy importante que el personaje fuese masculino, puesto que creo que la depresión está muy invisibilizada en las mujeres, y el machismo y heteropatriarcado son la base de muchas de nuestras depresiones.

 

¿De dónde nace la necesidad de escribir sobre la depresión?

Nace de una etapa de mi vida donde digamos que estuve en lo más hondo del pozo, tras haber tenido unas malas experiencias en el mundo del teatro. Estaba en una crisis existencial donde me sentía muy invalidada, incomprendida y abandonada. Los diarios de Alejandra Pizarnik tienen una grandísima influencia, puesto que me encontraba leyéndola en esta etapa, ahondando en la poeta maldita, y que forma parte de la obra en sí misma. La idea de hacer tangible esa tormenta de angustia y desesperación pasiva, fue casi un vómito donde no sabía realmente podía desembocar; pero fue absolutamente una necesidad.

 

¿La obra tiene trazos de autoficción o la has elaborado en base a experiencias más o menos cercanas?

Ha sido en base a experiencias tanto propias, como muy cercanas. La verdad es que no me atrevería a hablar de algo tan importante como la salud mental, si no fuese mínimamente de mi mano. El argumento es ficticio, pero su desarrollo y por lo tanto el de los personajes, están basados en experiencias reales.

 

Se oye mucho decir expresiones como: “estoy depre” o “me deprimo por…”, pero ¿qué es realmente tener depresión?

Tener depresión es perder el sentido de la supervivencia, o lo que es lo mismo, perder las ganas de vivir. Muchas veces confundimos la tristeza con la depresión, y es por lo que no es tomado como algo real y serio. Se considera algo transitorio o que podemos controlar con facilidad, cuando no es así

 

¿Sigue habiendo mucho estigma en torno a alguien que sufre depresión? ¿Da vergüenza reconocer que pasas por algo así?

Sí, realmente hay muchísimo estigma entorno a la salud mental, porque reconocer públicamente que no tenemos el control sobre nosotros mismos podría considerarse como un fracaso. La depresión es casi ninguneada, la vergüenza empieza incluso con el simple hecho de ir a la psicóloga, y creo que la sociedad no quiere reconocer que hay una gran falla en cómo estamos haciendo las cosas, aunque ya no le queda más remedio que afrontar la realidad.

 

¿Se puede intentar mantener una vida normal cuando la ansiedad y la depresión forman parte de tu día a día?

Sí, claro que se puede, pero es imprescindible acudir a ayuda profesional para que pueda guiarnos el camino de encontrarnos mejor, o al menos aprender a manejarlo. A veces somos nosotros mismos los que no queremos ayudarnos, y es importante tomar conciencia de que estamos por encima de los estigmas sociales, y de lo que gente ignorante pueda decirnos.

 

¿Qué frases o comportamientos que tiene la gente alrededor de una persona con depresión no ayudan en nada?

Pues las típicas frases de “no pasa nada”, “tú sal, queda con la gente”, “haz cosas, que así te motivas”, “yo también estoy mal, y no me quejo”, “no pienses en esas cosas”, “tú antes no eras así”… Lo cierto es que es algo complicado, y sin ser yo psicóloga creo que, en muchas ocasiones, hay personas que no quieren lidiar con una persona con problemas y se apartan de tu vida, o bien te consideran intratable.

 

¿Y cómo es posible ayudar a alguien en una situación parecida?

Acompañar a la persona en la medida de lo posible y que sepa que estás a su lado. Pero por supuesto, que la persona acuda a terapia o ayuda profesional, porque si no por mucha ayuda que se le quiera ofrecer a la persona, se necesitan herramientas.

 

¿Nuestro sistema de salud aporta buenas soluciones para ayudar a las personas que sufren depresión?

No, si sólo dependiéramos del sistema de salud habría una tasa de suicidios mucho mayor de la que existe. De hecho, la solución más inmediata que te proporciona es medicación, sin ningún examen ni proceso psicológico para evaluar la situación. Es un verdadero problema e indignante que tengamos que recurrir a nuestro propio dinero para la salud mental, es discriminatorio y clasista.

 

La depresión puede ser endógena o exógena. ¿Cuándo no está causada por algo concreto o cuando no identificas el motivo por el que te sientes así se convierte en una enfermedad aún mucho peor?

El no tener conocimiento de lo que nos pasa crea muchísima más angustia, hay que tomar conciencia y acudir a ayuda profesional para que nos diagnostique. El conocimiento es poder, y si una conoce la situación, ya puede actuar en consecuencia.

 

El teatro del absurdo, la performance, la danza, el teatro físico… son un poco las líneas maestras de tus creaciones. ¿Por qué has elegido este camino para expresarte en vez de una dramaturgia más ‘convencional’ o más basada en el texto?

Siento que es mi forma más pura de comunicar, todo lo que me resulta más cómodo para conseguir sacar el concepto y la idea. Todas esas formas son mi lenguaje, y el vehículo con el que consigo llegar. Somos una sociedad muy cambiante desde hace algunas décadas, y siempre he necesitado algo diferente como espectadora; y por lo tanto es lo que busco.

 

¿Esa fisicalidad que aplicas a tus trabajos hacen que el mensaje llegue de una forma más sencilla y más clara al público?

Pues la verdad es que espero que sí. Estamos rodeados de información, letras y textos todo el tiempo, y en la propia palabra siempre hay mucho artificio, de modo que para mí sí que hay una comunicación mucho más directa en la fisicalidad.

 

 

En vuestra interpretación, tanto textual como física, se roza la exageración y lo impostado. ¿Qué queréis provocar con eso?

Buscamos un distanciamiento, el romper con la realidad o con lo esperado nos hace conectar de una manera más única con lo que estamos viendo. Uno de nuestras inquietudes es precisamente unir lo terrenal y cotidiano, con lo onírico y poético; y mediante el artificio de este tipo de interpretación, nos hace de puente.

 

¿Cómo ese realismo fantástico que proponéis en la obra?

Una realidad vulgar, terrenal, y desagradable que se diluye en el mundo de lo poético y lo onírico. Digamos que podría ser un paralelismo con el realismo mágico de la literatura, aunque no me atrevería a tanto.

 

Además de por llenar todas las funciones, te sentirás satisfecha si el público al final del montaje sale con la sensación de…

Que no está sola. Si hay gente que de alguna forma se identifique con el personaje de Juana, bien si está en una situación así actualmente, ha estado en ella, o conoce a alguien, a pesar de que es un espejo duro de observar, ojalá y les reconforte. Creo que sigo creyendo que el teatro puede remover conciencias.

 

Sois una compañía andaluza residente en Madrid. ¿Cómo veis la escena teatral independiente madrileña?

Vivimos épocas complicadas, aunque creo que siempre es complicado. Pero para nosotras, sobre todo al no tener una larga carrera en la ciudad, es difícil que te den el foco o la atención necesaria. Sin embargo, es un movimiento precioso la escena independiente, porque siento que es donde realmente nacen las nuevas olas y donde el teatro sigue realmente vivo.

 

¿Es fácil abrirse camino en una ciudad como esta?

Te mentiría si te dijese que sí. En esta profesión influye muchísimo tu realidad económica, y más en Madrid. La verdad es que si vienes desde un lugar humilde, es una lucha titánica, mental y emocional, aunque como dicen, Madrid acaba devolviéndote lo que le inviertes.

 

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