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¿Quién es El monstruo de White Roses?

“La obra reflexiona sobre el sensacionalismo de los medios”

A principios de los 90 se desataron una serie de desapariciones que la prensa sensacionalista de la época se ocupó de narrar centrándose más en la emoción, que en facilitar una información veraz y contrastada. Este mes de abril la Sala Mirador estrena, El monstruo de White Roses, la nueva producción de El Aedo que pone el foco en las formas de hacer televisión de esa época. Partiendo de la ficción de un secuestro ocurrido en Ohio en 1991, Jesús Torres, dramaturgo y director,  invita al espectador a reflexionar sobre el posicionamiento que mantenemos ante este tipo de noticias.

Hablamos con Lucía Diez y Víctor Palmero, intérpretes de la pieza, mientras se encontraban sumergidos en el proceso de ensayos y nos adelantaron algunas pinceladas sobre el proceso de creación de la misma.

Fotos: Moisés F. Acosta

 

¿Cómo os llega a esta propuesta?

Víctor Palmero: Compartí teatro con Jesús Torres, el director de la pieza, el verano pasado. Yo estaba en el Infanta Isabel con Johnny chico y él estaba con Puños de harina. Cada uno fue a ver nuestros espectáculos y creo que fue un poco un enamoramiento mutuo de nuestro curro. A mí me fascinó lo que él había hecho. Además, en el caso de Jesús había escrito, dirigido y protagonizado su texto y me generó una admiración por su trabajo muy bestia y nos lo hicimos saber. Ellos andaban un poco con la idea de este proyecto en estos últimos meses y me propusieron hacerlo. Me mandaron una pequeña sinopsis, una descripción de mi personaje y una primera escena. Al leerlo, yo que personalmente soy fan del género ‘true crime’ y un poco friki de los documentales de crímenes reales, intuí que el texto iba un poco por ahí y, la verdad, que me enamoró a primera vista la primera idea de montaje que tenían. No lo dudé. Encima sabiendo también que estaba Lucía Diez, que me parece muy buena actriz.

Lucía Diez: A mí el proyecto me llega de las ganas de trabajar juntos. Nos conocíamos de otros trabajos y otros proyectos y queríamos encontrar la manera de trabajar juntos y montar algo desde cero. Todos nos moríamos de ganas.

 

¿Cómo describiríais a Harry Coleman, el personaje que interpreta Víctor?

Víctor Palmero: Harry es un chico con una infancia traumática, que la mayor parte de su vida la desarrolla en el sótano de la zapatería de su padre y, en este montaje, un día debió secuestrar a una chica, Emily Dawson. Es un personaje caja de sorpresas, es decir, aunque no vamos a jugar como tal la carta de defender al secuestrador sí que es verdad que tanto Emily, los espectadores, como el propio Harry, van a ir descubriendo cosas sobre él mismo durante el montaje. Esto es lo que te puedo contar, de momento, porque es un proceso abierto, que está siendo frenético porque estrenamos pronto pero todavía hay partes del texto que no están y parte de nuestros personajes que tenemos que descubrir. Por otro lado, ese estrés se mezcla con la emoción de ir descubriendo más sobre un personaje durante el paso del tiempo.

Lucía Diez: Es un chico con un pasado complicado. Se refugia en el sótano de una zapatería y creo que es una caja de sorpresas. Creo que esconde algo que yo, honestamente, aún ni lo sé porque así lo hemos pactado entre todos y creo que es un personaje que iremos entendiendo a medida que veamos la obra.

 

Y ¿cómo es Emily?

Lucía Diez: Creo que es una persona que nunca había apreciado la libertad hasta que se ve privada de ella. Se define a si misma como una isla, como un trozo de tierra en medio de la nada sin rumbo. Ha tenido una crisis identitaria muy grande, nunca ha querido ser alguien a través de ella, siempre ha buscado su identidad a través del otro y, de repente, se ve privada de todo eso, que nunca ha valorado ni querido. Diría que es alguien que valora las cosas cuando, de repente, se le escapan.

Víctor Palmero: Es una chica joven, dulce con toda la vida por delante, con muchas expectativas y muchas ilusiones que, de repente, se cruza en el momento inadecuado, con la persona inadecuada y que inicia un poco el detonante de esta obra que es el secuestro.

 

¿Con qué herramientas habéis contado para encarnar a estos personajes?

Víctor Palmero: Para mí ha sido algo absolutamente orgánico y un poco intuitivo que es mi forma de trabajar habitual. Basándome sobre todo en lo que Jesús Torres nos ha dado en el texto. Es guay porque sobre la marcha estamos descubriendo cosas con respecto a los personajes. No he hecho una terapia específica para este papel. Estamos trabajando ensayo sobre ensayo y está naciendo sobre el texto. También estamos tirando mucho de técnica y cuestionándonos muchas cosas para centrarnos en el cómo se desarrolla esa relación en la que alguien obliga a otra persona a estar en un espacio encerrada y en cómo esa otra persona intenta crearse sus estratagemas para ganarse la confianza del secuestrador. Al final, va a haber un porqué pese a que el fin no justifique los medios. No es un secuestro per se, va a haber algo más. Tanto nosotros, como los espectadores vamos a tener que ir descubriendo quién es el monstruo de White Roses.

Lucía Diez: Un poco a nivel personal y emocional, siempre busco un poco en mi para intentar ver cuáles son sus agujeros y de qué manera yo trabajo con la identidad. La crisis identitaria es un tema muy importante a día de hoy. Un ser humano se construye a si mismo a lo largo de la vida, atando cuerdas, saltándoselas, volviéndolas a atar. Me he preguntado que era para mí la libertad, en qué momentos la he podido entender a ella, en qué momento a mí se me ha venido todo encima como para tener que definirme de una manera concreta. Lo he utilizado un poco por ahí. He vivido en dos mundos, tengo como una doble vida en muchos sentidos, entonces a veces, esa gestión identitaria  y ese tenerlo todo claro me ha ayudado mucho porque yo soy una persona que me gusta cambiar de opinión y dejarme afectar por la vida. Me gusta modificar y eso hace que muchas veces no tenga un discurso totalmente afirmativo.

 

¿Has aprendido a querer a tu personaje?

Víctor Palmero: Es imposible querer a un ser tan despreciable pero sí que es verdad que, inevitablemente como actor, tienes que buscar los puntos a favor del por qué tu personaje hace lo que hace e intentar defender esa parte más oscura, aunque sea indefendible.

 

¿En dónde podemos decir que lo ves como una persona vulnerable?

Víctor Palmero: Al final hay que fijarse en esa parte de esa infancia traumática que prefiero no revelar pero que explica por qué hace lo que hace. Quizás, esa es la parte que dejaría ver un poco de luz  dentro de toda esa oscuridad, sin que sea más que un porcentaje ínfimo de vulnerabilidad en todo lo que hay de crueldad aunque para él no sea así.

 

En tu caso, Lucía, ¿cuál es el contrapunto negativo de tu personaje?

Lucía Diez: Creo que una persona que nunca ha querido desarrollar su identidad por si misma a nivel interior puede llegar a tener bastantes carencias. Verse en un segundo plano en todo ha hecho que saque algo de rabia, ira o rencor que tiene dentro.

 

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Lucía Diez en El monstruo de White Roses

 

La obra habla de un secuestro ocurrido en los años 90 en Ohio pero ¿cuál es el tema que atraviesa el texto?

Víctor Palmero: Es una obra que reflexiona sobre el sensacionalismo de lo que sucede en este tipo de casos que dan por verídicos datos sin contrastar hasta el punto de que el secuestro del que hablamos es ficticio.

 

Este tipo desapariciones en las que la prensa ha jugado con el morbo a la hora de relatar los hechos, en algún momento de nuestra infancia nos ha hecho perder la inocencia, ¿vosotros identificáis el momento en que eso os sucedió?

Víctor Palmero:  Hay infancias e infancias pero es verdad que inevitablemente es   una etapa bastante complicada para todos. La propia vida real, a veces, te hace descubrir que nada es tan inocente. En mi caso, recuerdo que era muy fan de ir al videoclub y alquilar las películas de terror. Recuerdo que la dueña del videoclub llamaba a mi abuela para que le diera permiso para que pudiera alquilar esas pelis: Pesadilla en Elm Street, El exorcista, La matanza de Texas… Creo que haciendo análisis, como adulto, del por qué hacía eso, cuando eran pelis no recomendadas para menores, creo que ver este genero tan ‘gore’ y terrorífico me hacía que cualquier cosa que pudiese pasar en el día a día, fuese como mucho más normal de lo extremo que puede llegar a ser el cine o, en algunos casos, los hechos reales, como puede ser el caso de las niñas de Alcàsser, aunque yo era muy pequeño y lo he descubierto más ahora con el documental de Netflix. De más adulto, creo recordar casos como el de Marta del Castillo que nos ponen a todos los pelos de punta.

Lucía Diez: Ese tema es también algo de lo que vamos a tratar. Desde pequeños nos acostumbran a que los medios de comunicación son muy tremendistas, y recuerdo que lo hemos vivido hace poco con el COVID. El sensacionalismo es algo que está en la sociedad a día de hoy, creo que los titulares son súper importantes, ahora en las redes sociales todo se ha multiplicado. Creo que desde pequeños nos hemos criado como con noticias malas. Creo que si desde pequeños todo lo que vemos es más negativo que positivo, de alguna manera, te hace tomar conciencia de que la vida es complicada. A mí me pasaba mucho con los informativos, me producían mucho agobio. También es porque soy hiper sensible desde siempre. Te mentiría si te dijese que es algo que nunca me ha afectado. También creo en la necesidad de estar bien informados y creo que muchas veces hay que dar visibilidad a lo malo para cambiarlo.

 

Según una publicación del Centro Nacional de Desaparecidos, a fecha 31 de diciembre de 2021, se resolvieron el 94% de las denuncias por desaparición, quedando activas 5411 casos. Del 94% que se resolvían, el 87% de esos casos eran desapariciones voluntarias, ¿qué motivos creéis que empujan a una persona a desaparecer de su entorno?

Víctor Palmero: Creo que se me escapa de mis capacidades mentales al respecto. No tengo ni idea. No sabría contestarte. Supongo que todo el mundo tiene algún motivo, en alguna ocasión, para querer desaparecer. En mi caso, no lo he vivido por lo que no sabría decirte.

Lucía Diez: Imagino que la circunstancia personal de cada uno. Entiendo que si alguien quiere desaparecer de la vida, de repente, es porque se le ha venido muy grande como para no poder soportar lo que está ocurriendo y desconectar. Todo está cambiando mucho, vamos muy rápido a todos lados, pocas veces estamos aquí y miramos al otro. La sociedad es súper inmediata, nos hemos acostumbrado mucho a eso. La gente un poco mayor que yo ha visto cómo todo está cambiando de una manera: la sociedad, el punto de vista, la política, el entretenimiento, la educación… Si a mí a veces se me hace grande, no me imagino cómo se le puede hacer a generaciones mayores que yo. El biorritmo con el que ha nacido mi generación está más acelerado y entiendo que haya gente que no pueda gestionarla. Pero es que esas generaciones, antes se enviaban cartas. Muchas veces nos centramos sólo en el éxito, en los resultados, a veces, se nos olvida lo personal y lo afectivo. Creo que alguien que desaparece voluntariamente, huye de todo eso.

 

¿Cuál es vuestra pesadilla más recurrente?

Lucía Diez: Desde pequeña siempre ha sido el secuestro. Es mi mayor miedo y todavía sigo soñando que me coge una persona encorvada, me pone a sus hombros y me lleva entre toda la multitud y yo gritando sin que nadie me vea o me escuche.

 

¿Habéis tenido alguna experiencia donde os hayáis sentido utilizados por el ‘clickbait’?

Víctor Palmero: Entiendo que al final, es verdad que cualquier titular que llame la atención o que genere morbo va a provocar el ‘clickbait’ tan buscado. En mi caso sí que es verdad que, por ejemplo, estando en La que se avecina recuerdo que cuando empecé con el papel de Alba Recio, sí que recibí en una ocasión puntual una serie de insultos heavys en plan, «travesti de mierda», «te vamos a pegar una paliza» y cosas así, y es verdad que recuerdo que en este caso subí un video a redes mostrando estos mensajes con la intención de apaciguar las aguas y recuerdo leer titulares de prensa, del estilo: «El infierno que está sufriendo Víctor Palmero», cuando yo realmente no pretendía dramatizar la situación sino darle una vuelta de tuerca. Incluso, me preocupó el hecho de tener que llamar a mi familia para decirles que estaba bien. Entiendo el morbo que pueden generar este tipo de cosas, pero también entiendo que habría que andarse un poco con pies de plomo con respecto a esto porque, al final, no sabes a quién puedes hacer daño.

 

Televisivamente, los dos ya tenéis un reconocimiento del gran público, ¿qué os  aporta involucrarse en un trabajo que va a ser exhibido en una sala de pequeño formato como Sala Mirador?

Víctor Palmero: En mi caso es que cada vez me apetece seleccionar trabajos de los que me apetezca hablar, que me apasionen, que me apasione el equipo del que me rodee y creo que este es uno de estos casos. Me daba un poco igual el teatro en el que se estrenara. Creo ciegamente en el proyecto, en Jesús y en Lucía y, al final, más que el reconocimiento mediático me apetece tener como un poco enamoramiento personal y, en este caso, es lo que ha sucedido.

Lucía Diez: A mí me parece la bomba. Lo que más me gusta es el teatro y creo que se le tiene que dar oportunidad a teatros un poco más off, aunque la Sala Mirador no lo sea del todo. Es un proceso creativo totalmente nuevo que hemos vivido. Aprender a levantar un proyecto desde cero con la ayuda de Jesús que eso es súper importante, nosotros que somos actores. Es muy difícil vivir de esto y más del teatro y esperar a que nos llamen. Es algo que se puede hacer muy largo. Creo que esta es la oportunidad que nos ha dado la vida.

 

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