La golondrina es un drama íntimo y profundamente humano escrito por Guillem Clua, uno de los dramaturgos más reconocidos y premiados del panorama teatral contemporáneo. Autor de títulos como Smiley, Justicia o La piel en llamas, Clua combina en esta obra su maestría narrativa con una sensibilidad única para abordar conflictos sociales y emocionales a través de historias personales.
Ángel Ferrero, uno de los impulsores de El Pasillo Verde Teatro, es el director de esta versión interpretada por Montse Peiró y Alex Ortega. Él mismo nos cuenta lo que supone trabajar en esta propuesta que le toca muy dentro a nivel personal.
¿Qué fue lo que sentiste al leer un texto como este? ¿Y cómo surge la idea de llevarlo a escena?
El texto lo conocía porque ya hace varios años vi el estreno de la obra teatral en Madrid y desde ese momento tuve claro que algún día tenía que hacer algo con él, aunque en ese momento todavía no me había iniciado en la dirección.
¿Conoces a Guillem Clua? ¿Has podido hablar con él?
No conozco personalmente a Guillem, sin embargo, llevo muchos años siguiendo su trayectoria profesional en la dramaturgia y mucho antes como periodista. En este campo destacaría su implicación con los derechos LGTBI, algo que posteriormente ha plasmado en muchos de sus textos. Para este montaje nos hemos intercambiado un par de correos, pero me ha dado total libertad para el montaje.
Como esta obra ya se ha hecho con otros intérpretes hay críticas sobre el montaje, sobre lo que falla y lo que no, que no sé si has leído. ¿Cómo has trabajado tú con el texto?
El texto es perfecto, no he cambiado ni una coma, creo que es el primer montaje en el que no toco absolutamente nada. Tiene comedia, tiene debate, tiene su parte reivindicativa, tiene drama y sobre todo mucho amor… mi gran trabajo ha sido que ninguna de esas partes prevalezca o borre las demás. Pero cuando trabajas con actores con tanto corazón, la mitad del camino ya está hecho.
¿Cuáles son los temas fundamentales que se abordan en la obra?
Los temas fundamentales son la pérdida y el duelo, la empatía y la capacidad de sentir el dolor ajeno como propio, la reivindicación de la identidad, y la aceptación de esa pérdida y el perdón como forma de sanación. A pesar del dolor, la obra enfatiza el amor, la esperanza y la libertad. Muestra cómo del dolor puede nacer una conexión transformadora y cómo el amor puede ayudar a superar ese dolor.
Hay una frase de la obra que se repite mucho, y es que el dolor es aquello que realmente define nuestra humanidad. ¿Estás de acuerdo con eso?
No puedo estar mas de acuerdo y mas en estos tiempos turbulentos que nos está tocando vivir donde diera la sensación de que la humanidad está perdiendo la capacidad de empatía, “de sentir el dolor ajeno como propio”. La compasión, sentir y actuar ante el sufrimiento de los demás, parece no estar de moda.
Ante un ataque indiscriminado como el que se narra en la obra… ¿todos somos víctimas?
La obra no narra un ataque indiscriminado, narra un ataque en masa contra un colectivo muy concreto en un lugar muy concreto. Sobre si lo de todos somos víctimas… creo que cada persona será la que tenga que decidir eso y tomar partido.
Y en una sociedad que no tolera muy bien la diversidad, ¿todos somos culpables?
Quiero creer que algunos, como el autor de esta obra o un servidor, trabajamos y luchamos por la diversidad, aunque la base tiene que ser la educación en la diversidad en el sentido mas amplio de la palabra, no solo en el afectivo, si mejorásemos en esa materia creo que situaciones como el bullying pasarían a ser parte del pasado.
¿Cómo de complicado tiene que ser el amar a escondidas, sin poder gritarle al mundo lo que sientes, lo que eres?
Es jodido, porque el mundo es muy grande y nuestra voz muy pequeña. La lucha y el enfrentamiento es diario, desde que te levantas hasta que te acuestas, en todos los ámbitos. Tener que explicarte, tener que presentarte, tener que justificarte en todas partes y esperar cual será la reacción de la gente… son cosas que pasan en situaciones cotidianas como en el trabajo, en el supermercado, en el médico, en un restaurante, en una tienda, en un chiringuito en la playa… es agotador. Y los que tenemos suerte de vivir en una sociedad mas abierta o mas inclusiva lo tenemos un poco mas fácil, pero ¿y aquellos que no? Así que hay seguir trabajando para que todo el mundo pueda amar en libertad.
¿Por qué es tan difícil de entender que toda persona tiene que tener el mismo derecho a amar a quien le dé la gana?
Ni idea la verdad, me cuesta mucho entenderlo. A mí me importa bien poco a quien ama cada uno, no me lo cuestiono, solo espero que cada uno busque y encuentre su felicidad, sea solo o acompañado.
¿Cómo ves que a estas alturas de nuestra evolución como sociedad, estemos dando tantos pasos atrás en temas como diversidad e igualdad?
Me hace ponerme en modo alerta, y no me gusta. No se puede vivir así, pero hay que asumirlo, ponerse en guardia y no mirar hacia otro lado. Los derechos se ganan, pero también se pierden y cualquier colectivo puedo estar en su punto de mira.
¿Cuáles son las estrategias para que no nos destruyan el alma?
Ser conscientes de que somos los buenos, no dejarnos caer en el hastío o en el desánimo. Hablar entre nosotros, darnos calor y compañía. Unirnos. Trabajar y luchar juntos. Y no bajar la cabeza. Estamos en el lado correcto de la historia y ellos no.
¿Las palabras son importantes?
Por supuesto, el poder de la palabra puede ser utilizado para generar acercamiento, comprensión y liberación. Es importante lo que se dice pero también cómo se dice. Creo que si no, no me dedicaría a esto. Y con permiso del señor Clua, “Llena, pues, de palabras mi locura o déjame vivir en mi serena noche del alma para siempre oscura”. Quien mejor que el maestro Lorca para enseñarnos cómo decir las cosas.
¿Hay alguna cosa que lamentas no haber dicho en su momento? ¿El amor hay que decirlo?
Siempre lamentas no haber dicho algo en el momento adecuado, pero por suerte no se me ha quedado nada en el tintero, quizá no en el momento correcto, pero al final lo he dicho. También hay que saber perdonarse a uno mismo, no somos perfectos, y muchas veces las cosas se tienen que decir cuando estás preparado. Aprovecho siempre que puedo para decir “te quiero”, para no olvidar lo afortunado que soy de tener a gente a quien decírselo.
