«Pensar en un proyecto comercial estable de artes escénicas fuera del centro podría ser un ideón»

 

¿Todos contra el Teatro Malinche?

 

Por Pilar Almansa/@PilarGAlmansa

Foto de portada: Pirámide de Chichén Itzá, México

 

Construir un teatro en forma de pirámide para la representación, aparentemente, de un único espectáculo, un musical basado en la vida de Hernán Cortés, en un solar del barrio de Hortaleza: en eso consiste, al menos al escribir esto, el megaproyecto de Nacho Cano para el que ha obtenido a dedo el consentimiento y los recursos de la Comunidad de Madrid. En cuanto salió a la luz, numerosas voces se han alzado en contra de él. Como profesionales de las artes escénicas, hay algunos argumentos que se han esgrimido contra este proyecto que deberían preocuparnos.

 

El primero es el de algunos de los propios vecinos de Hortaleza. En varias noticias en las que se recogen declaraciones de los que viven en el barrio, se reclama que en su lugar se construya “un centro de formación profesional” o que Nacho Cano debería irse a otro sitio porque ellos no quieren “comerse su música” [1]. La primera afirmación implica un juicio de valor, en el que una actividad cultural de carácter comercial se considera menos necesaria o deseable que un centro educativo, cuando ambas deberían tener la misma prioridad. La segunda es un desprecio hacia un compositor que, nos guste o no, ha tenido un éxito incuestionable a lo largo de su carrera, con canciones que forman parte del imaginario colectivo de todo el país.

 

Otro de los argumentos, que aparece en la petición de Change.org de la plataforma vecinal y en algunos artículos [2], es que se le afea a Cano que quiera hacer ‘negocio’. La rentabilidad en las artes escénicas no es lo habitual, pocas empresas (espacios o compañías) pueden subsistir de manera profesional sin ayudas públicas de todo tipo. Si Nacho Cano y su equipo hicieran rentable el Teatro Malinche exclusivamente por venta de entradas, habría que aplaudir su planteamiento

 

Hay suficientes motivos en este proyecto para que sea cuestionado: la ausencia de concurso público, el historial de ese solar, que pueda ser un proyecto de parking encubierto… No es necesario entrar en falacias ad hominem, en desmerecer el trabajo de la cultura comercial (y repetir la archimanida dicotomía entre cultura y entretenimiento, irreal y dañina para todos) o en desvalorizar la cultura frente a la educación. Son esas creencias, tan generalizadas, las que nos impiden mejorar como sector y en nuestra relación con la sociedad. Y llamadme ingenua, pero pensar en un proyecto comercial estable de artes escénicas fuera del centro de la ciudad podría ser un ideón.