Patricia Córdoba es la autora de Tabú, una obra que disecciona la amistad en estos tiempos de sentimientos digitales. Junto a Diego Corral-Espinosa (director del montaje) forma ØOF Producciones, la compañía que está detrás de esta propuesta nada convencional que está cosechando un gran éxito de público (y no es un tópico) en Nave 73.
Marian Arahuetes, Elena González, Héctor González, Miguel Rascón, Gustavo Rojo y la propia Patricia Córdoba son los intérpretes de esta obra que cumple su segunda temporada en cartel.
Por Sergio Díaz
¿Qué es Tabú? Pero me tienes que definir la obra sin utilizar las palabras: teatro, comedia, drama o thriller…
Tabú es un reflejo de las relaciones entre las personas. De la falta de honestidad que cada vez está más presente en cómo nos relacionamos con los demás y en cómo nos relacionamos con nosotros mismos. Tabú es un juego que pone todas las cartas sobre la mesa y enfrenta a los personajes y, también al público, a examinar cómo se vive la amistad hoy en día.
¿El texto lo has creado fruto de la propia observación del mundo que te rodea o tiene algo de autopsia de tus propias relaciones de amistad?
Es una mezcla de ambas cosas. Necesitaba contar esta historia, esta reflexión, porque llevaba mucho tiempo viviendo determinadas situaciones y sufriendo algunos problemas que me hacían darle muchas vueltas a cómo vivimos la amistad hoy en día y si eso es realmente la amistad. Hay gente de mi entorno que ha venido a ver la obra y me han dicho que parecía un poco autobiográfica… puede ser. Otros me han dicho que al ver la obra me han conocido un poco más porque han tenido la sensación de que les estaba contando situaciones reales de mi pasado o sus consecuencias. Pero es verdad que no hay nadie que pueda venir a ver la obra y sentir que uno de los personajes está basado en él o ella.
La amistad es un tema que siempre me ha preocupado porque ha sido un pilar muy importante de mi vida, supongo que como para todos, y esto me ha llevado a observar minuciosamente mi experiencia y la de las personas que me han rodeado y el resultado de tal observación es Tabú.
«Los buenos amigos» es una frase recurrente cuando nos preguntan acerca de las cosas buenas de la vida… y son importantes, por supuesto. ¿Pero ‘el grupo de amigos’ no se convierte muchas veces en una jaula que encorseta o limita nuestra propia personalidad?
Siempre he pensado que ‘los amigos de toda la vida’, los que conoces cuando entras en el cole, te marcan en todos los sentidos. Se viven muchas cosas por primera vez juntos, se crece a la vez, y acabas sintiendo que esos lazos no puedes romperlos, está prohibido, aunque a veces aprieten. Y al final acabas muchas veces con gente con la que realmente no tienes nada en común adaptando tu personalidad a la fidelidad del grupo. Creo que ‘los buenos amigos’ son relaciones que se forjan o se mantienen cuando ya eres adulto, cuando te respetan, cuando les respetas y cuando te respetas a ti mismo. Y con la base del respeto y de ser cómo uno es, de estar cómo uno está en cada momento de la vida, se pueden generar lazos muy valiosos y creo que necesarios, porque también es necesario compartir la vida pero no todo vale por mantener una amistad.
¿Se puede ser enteramente libre con los amigos o con una pareja? ¿O la verdadera libertad individual solo se puede alcanzar a través de uno mismo?
Creo que uno se tiene que conocer a sí mismo y respetarse, como comentaba antes, para poder sentirse libre en su relación con los demás. Muchas veces nos juzgamos tanto nosotros mismos que acabamos ‘dejándonos llevar’ por lo que una relación de amistad o de pareja va dictando, por miedo a quedarnos fuera quizás. Creo en la libertad de las personas a la hora de relacionarse pero para llegar a ella hay que quitarse muchos tabúes.
¿En esta época de sentimientos digitales crees es necesario redefinir conceptos como el de amistad? Me refiero a si crees que antes el concepto de amistad tenía una mayor importancia en la vida de las personas y si ahora se ha relativizado un poco más…
La era digital nos ha traído cosas muy positivas, por ejemplo hoy en día puedo hablar con mayor facilidad con una amiga que se ha ido a vivir a Londres o puedo contarle algo importante a otra amiga mientras está de viaje en la otra punta del mundo. Estamos más conectados. Pero esto también tiene su parte negativa porque muchas veces creemos mantener una amistad solo por tener conversaciones por Whatsapp. Se ha perdido el quedar a tomar un café, una caña, el contacto físico, que al final es donde realmente ves y sientes cómo está la otra persona, ¿no? Antes si querías ver a un amigo o estabas preocupado por él no le mandabas solo un mensaje, te presentabas en su casa, o hacías por verle. Parece que con la era digital tenemos más amistades porque hablamos con más gente, pero para mí una verdadera amistad es la que se mantiene con la mirada, con el cariño palpable.
Tabú acaba de iniciar su segunda temporada en cartel y os habéis convertido en un fenómeno teatral… ¿Cómo estás viviendo esto? ¿Os lo esperabais?
Todavía no me lo creo. Levantar un proyecto como el de Tabú no es camino fácil y estrenarlo para mí ya era un regalo. Detrás de Tabú ha habido y hay muchas personas dando lo mejor de sí y caminando en la misma dirección, y eso hizo posible que pudiésemos estrenar la pasada temporada y que a día de hoy siga funcionando. Creo que es imprescindible que para que un montaje funcione haya un equipo unido y con ganas de hacer lo que hace. Y el hecho de haber juntado a tanta gente para levantar un texto que escribí sola en la habitación de mi casa, verles trabajar e ilusionarse, me hace sentir muy afortunada. Y si a todo esto le sumas el éxito que está teniendo Tabú, que sigue llenando en su segunda temporada y que en muchas ocasiones es por el boca-boca, no quepo en mí de ilusión.
No nos esperábamos para nada que esto fuese a pasar cuando estábamos ensayando y preparando el montaje, teníamos miedo de cómo lo viviría el público, de que no se entendiera, de que no conectase… y nos auto convencíamos de que eso iba a ser lo normal en estos momentos en los que no es tan fácil que una obra de teatro alternativo funcione. Pero aún así no nos dejamos llevar por el miedo ni por el hacer las cosas ‘para gustar’, siempre creímos en Tabú, en su tono poco convencional, en cómo queríamos contar esta historia, y creo que esto también ha ayudado.
¿Cual es el camino que le auguras a la obra? Más allá de seguir triunfando en Nave todos los sábados… ¿A dónde queréis llegar?
Nave 73 para nosotros ahora es como nuestra segunda casa. Creyeron en nosotros y está claro que sin ellos no hubiésemos llegado a tanto público ni a la posición en la que nos encontramos. Estamos muy agradecidos por su confianza y esperamos seguir llenando Nave 73 muchos sábados más. Pero sí nos gustaría que Tabú llegase a la mayor cantidad de rincones posibles y que hiciese reflexionar a muchas más personas. Estamos trabajando porque otros teatros de Madrid nos abran las puertas, aunque no está siendo fácil contactar con ellos. Es difícil que un teatro ‘grande’ abra un dossier que habla sobre una obra de teatro alternativo, pero no desistiremos. Y estamos contactando con teatros de fuera de Madrid, nos gustaría llevar Tabú también a otras ciudades. Creemos que a Tabú aún le queda mucha vida, mucho que jugar y mucho que hacer pensar.
En tu caso la recompensa emocional debe ser doble, ¿no?, porque además de la dramaturga eres actriz en la obra.
Totalmente. Como dramaturga es una pasada que un texto funcione, guste, emocione, haga reír… Y como actriz no hay nada mejor que actuar en una sala llena de personas que viven contigo lo que está pasando en el escenario, que ríen, que se emocionan cuando les miras a los ojos… que están contigo en la historia.
Los sábados para mí son un chute de energía brutal, la actriz que sale emocionada de la función por todo lo que ha vivido encima del escenario, y la dramaturga pletórica porque ha sentido al elenco y al público vivir lo que un día escribió. De verdad que no puedo estar más agradecida de que esto esté pasando.
¿Qué impulso fue primero en ti, el de escribir, el de actuar o ambos forman parte de tu ADN de forma indisoluble?
Ambos forman parte de mi ADN de forma indisoluble. Desde muy pequeñita, desde que aprendí a escribir, tenía mi propia libreta donde iba escribiendo cuentos, historias, mini poesías… Mis padres me animaban a que no dejase de hacerlo, no había mejor terapia ni mejor manera de expresarse. Y a los once años me metí en un grupo de teatro para jóvenes y supe que actuar era mi pasión y que no podría separarme de ella nunca. Y al final uní ambos impulsos y me formé como actriz y también me formé como escritora. Son dos vocaciones que me han acompañado siempre y que me han dado muchas alegrías y muchas penas también, y que creo que están muy relacionadas, y además he intentado que en mi vida siempre se complementen y vayan de la mano. Utilizo mis herramientas de actriz a la hora de escribir, por ejemplo. Me sería completamente imposible ahora mismo vivir sin actuar y vivir sin escribir.
Los artistas estáis expuestos a la crítica. ¿Qué te satisface más, una buena crítica a tu texto o a tu interpretación? ¿Qué rinconcito de tu alma se alegra más?
Qué pregunta más difícil. Creo que ambos rinconcitos a partes iguales. Son dos profesiones en las que te expones mucho y que valoren tu trabajo, algo que sale de lo más profundo, es muy alentador en ambos casos.
¿Qué ‘feedback’ sentís por parte del público cuando salen de ver la obra?
Esto suele ser lo más gratificante. El público sale emocionado. Hay quien nos ha dado las gracias por “contar su historia”. Una anécdota muy curiosa, vino a ver la obra un amigo de la infancia de mi padre y cuando terminó la función vino a darme un abrazo llorando y agradeciéndome que le abriera los ojos y diciéndome que quería cuidar a sus amistades y no alejarse de ellas como estaba haciendo. Me emocioné yo también al ver lo que le había calado la obra. Porque Tabú se puede ver como una obra generacional pero cada vez hay más público que nos dice que es un espejo tanto para treintañeros como para gente un poco más joven o más mayores. Cuando salimos de la sala y vemos al público con los ojos brillantes y a la vez con una ‘sonrisita’ nos sentimos orgullosos y contentos porque el mensaje que queríamos mandar ha llegado. El público se divierte y se emociona a partes iguales, y al final la vida es así, ¿no? Si les veo reír y llorar es que están viviendo Tabú con nosotros.
Sois ØOF Producciones. Tabú es una muy buena carta de presentación… ¿Qué tipo de teatro es el que queréis ofrecer?
No tenemos un plan definido pero sí que nos gusta el teatro que refleja los conflictos que tenemos hoy en día. Y nos gusta trabajar en el tono en el que estamos trabajando en Tabú. No creemos que por hacer más intenso un drama vaya a llegar más a la gente, creemos que contando las historias desde la cotidianidad y desde la cercanía se causa más impacto porque el público no deja de sentirse más reflejado. Como bien dices en la pregunta, Tabú es muy buena carta de presentación de lo que ØOF puede ofrecer y esperamos que el éxito que ha tenido esta obra nos abra las puertas para siguientes montajes que ya tenemos en mente.
¿Quiénes formáis la compañía? ¿Sois un núcleo artístico y contáis con intérpretes distintos en función de los montajes que hacéis o sois una compañía estable que va a llevar siempre a cabo todas las propuestas?
ØOF lo formamos Diego Corral-Espinosa, que es el director de Tabú, y yo. De nosotros nace cada proyecto y a partir de ahí buscamos a los intérpretes más adecuados y al resto del equipo técnico. Aunque es verdad que estamos enamorados del elenco que forma Tabú y esperamos poder seguir trabajando con ellos en posteriores obras.
Para ti, ¿cuál es la función del teatro en nuestra sociedad?
El teatro es necesario, como el resto de la cultura. A través del teatro podemos alzar la voz y contar historias que de otra manera no se contarían. El teatro es el conjunto de la compañía que muestra una obra y del público que está viéndola y de ahí siempre surge una reflexión, una experiencia… siempre aporta algo y te hace crecer como persona. A través del teatro se puede educar, se puede hacer a la juventud más crítica… Con el teatro se puede llegar a lugares donde nunca imaginarías que llegarías. Y creo que los que hacemos teatro debemos ser conscientes de esto, de aportar nuestro granito de arena para sensibilizar a las personas de una manera o de otra, desde el drama o desde la más pura comedia.
Y tú, que eres una joven dramaturga y actriz… ¿cómo ves el estado de la profesión? Las artes escénicas imagino que es tu sueño y tu trabajo también. ¿Te sientes plena en este camino?
Es difícil sentirse plena en esta profesión, aunque ahora mismo no me puedo quejar. Pero para los que estamos entrando es muy difícil que una puerta se abra, tienes que golpear muchas veces para que te abran una pequeña rejilla. A veces me resulta frustrante tener un montaje que está funcionando, que tiene mucho trabajo detrás, y que sea tan complicado que un distribuidor, un programador, un director de casting… vengan a ver la obra cuando entiendo que es así como se descubre el talento. Pero parece que a veces el hecho de estar en una sala de teatro alternativo te resta prestigio y yo no lo veo así. El teatro es el teatro, independientemente de la producción que tenga detrás, y creo que todavía falta un poco de conciencia en este sentido.
¿Crees que la verdad es un tabú hoy en día?
No debería pero creo que en parte sí. Que muchas veces guardamos nuestra verdad, nuestra esencia, para encajar mejor con los demás. Nos juntamos en grupo y hablamos de lo maravilloso que es todo o nos quejamos de cosas generales, pero no ahondamos en lo que cada uno tiene dentro, en lo que a cada uno le preocupa o le hace inmensamente feliz, eso casi nos lo guardamos para nosotros. Y no debería ser así. Estamos aquí en sociedad, juntos, para compartir, para ser y para sobrevivir.
¿Los amigos nos hacen un favor al decirnos la verdad? ¿O lo que realmente queremos es que nos digan lo que queremos oír?
A todos nos gusta que nos digan lo que queremos oír pero el favor se hace cuando te dicen la verdad, duela o no, y siempre desde el respeto. Yo personalmente valoro mucho más a una persona que me dice realmente lo que piensa, lo que siente, que se muestra cómo es y cómo está en ese momento. A mí me puede gustar más o menos lo que esa persona me dice, pero está siendo sincero, honesto y, por lo tanto, cercano.
Aunque quizá la verdad siempre la sabemos ya nosotros mismos mejor que nadie, ¿no?
Siempre, siempre, no. Muchas veces nos encerramos en nuestras ideas, en nuestro orgullo, y necesitamos que alguien nos tambalee un poco, que nos agite el pensamiento para que nos cuestionemos. A veces veo personas sufrir que no saben que están sufriendo o que se empeñan en esconderlo para que no sea real. No puedes hacer mucho, solo estar ahí para cogerle la mano cuando le estalle todo dentro, pero estar. Estar es lo más difícil en la amistad. Aunque suene a tópico no es tan habitual estar en los brindis por las grandes noticias y estar en los momentos más complicados.
De esto también hablamos en Tabú.