Uno es de naturaleza impresionable y tener delante a una actriz de la talla de Antonia Paso, que además tiene corriendo por sus venas un par de siglos de teatro, impone bastante. Pero su amabilidad y que no rehúye ninguna pregunta lo hace todo más sencillo. Este mes de diciembre la podremos ver por partida doble en la cartelera.
Hasta el día 15 estará protagonizando su primer monólogo en el Pavón Teatro Kamikaze con la obra Chicas y chicos. A partir del día 20 será la protagonista, junto a Luis Flor, de Vete de mis sueños, una comedia amable que se estrenará en los Teatros Luchana.
Antonia Paso
Por Sergio Díaz
Foto portada: Alejandra Duarte
Tienes sobre tus espaldas más de un siglo de teatro
Antonia Paso: Sí, así es. Y mira, para la gente que le interesa el tema de las sagas teatrales hay un libro de Antonio Castro muy interesante que se llama Sagas Españolas Del Espectáculo. En ese libro yo me enteré de varios vínculos familiares que desconocía. En el libro se habla de los Lemos, los Merlo, los Goyanes y mi saga, los Jardiel Poncela y los Paso. Mi abuelo fue Antonio Paso y mi abuela Juana Gilandrés.
¿Y lo de dedicarte al teatro fue ya por obligación?
Antonia Paso: Risas. No, no. Mi madre era actriz y mi padre dramaturgo y el tema de la cultura era algo que nos inculcaban desde pequeños. Mi madre (sobre todo ella, porque mi padre falleció cuando yo era muy jovencita) me decía siempre: «lee, lee, lee». En mi casa siempre había libros. También se veía mucho cine. Mi madre era una mujer extraordinaria y muy activa e implicada culturalmente. Y nos inculcó todo eso. Yo, cuando a los 15 años le digo a mi madre que quería ser actriz, ella me dijo que iba a ser muy desgraciada. Muy feliz cuando trabajase y muy desgraciada cuando no trabajara. Y tenía razón, pero no me obligaron, lo hice porque quise.
Háblanos de tu madre que también era actriz y tuvo que luchar mucho para conseguirlo
Antonia Paso: Mi madre decide ser actriz en los años 50. Ella es Manuela Rodríguez, Moly Rodríguez de nombre artístico. Viene de una familia muy humilde y cuando ella dice en casa que quiere ser actriz, pues su padre (mi abuelo Cándido Antonio) no se lo tomó nada bien y no la desheredaron porque no había dinero, pero la dejaron un poco de lado y ella se buscó las habichuelas como pudo, y trabajando duro y haciendo giras y giras y giras logró hacerse un nombre en la época. Y en una de esas giras, en una función de Alfonso Paso, conoce a mi padre, el propio Alfonso Paso.
Todo el mundo conoce a tu padre, pero por eso quería reivindicar también la figura de tu madre
Antonia Paso: Mi madre tuvo mucho mérito. Fue una mujer extraordinaria, una campeona.
Tu padre es Alfonso Paso, uno de los grandes dramaturgos de la posguerra
Antonia Paso: Así es. Mi padre no sale en el libro Guinness de los récords, pero tiene un récord y es que en el año 69 si no me equivoco, tenía 7 obras suyas a la vez en cartel en Madrid. Yo a mi padre le conocí muy poco, desgraciadamente. Él era un señor de derechas, pero no tanto como dice la gente. Mi padre no llevaba una pistola ni iba vestido de falangista como se ha dicho por ahí. Lo siento pero no. A él le gustaba el fútbol, fumaba puros, era muy ingenioso y yo sí recuerdo en mi infancia que hacía reír mucho a mi madre.
¿Tú leías de pequeña las obras de tu padre?
Antonia Paso: No, que va, eso no, pero sí me acuerdo que empecé a conocer la obra de mi padre a través de la tele, cuando ponían obras suyas y mi madre me decía: “Este es tu padre”. Tenía yo a lo mejor 9 años. Mi padre muere cuando yo tengo 7.
Como hemos dicho los Paso sois una saga en la que muchos os dedicáis al teatro. Vuestras reuniones familiares tienen que ser un espectáculo, nunca mejor dicho. ¿Habláis mucho de teatro?
Antonia Paso: Nos queremos mucho todos la verdad y siempre intentamos quedar todos un par de veces al año. Yo tengo muy buena relación con mi hermana Paloma, que es hermana mía por parte de padre. Ella es nieta de Jardiel Poncela e hija de Alfonso Paso. Y también con mi hermana Manuela y con Cayetana también nos vemos bastante y cuando nos reunimos, pues sí, hablamos de teatro, sobre todo de cómo está la profesión, pero vamos, que se habla de todo como en cualquier familia.
¿Recuerdas lo que se te pasó por la cabeza el día que debutas como actriz? ¿Sentías en tus hombros todo ese peso familiar?
Antonia Paso: Entonces vivía mi madre y yo lo primero que hago así de teatro en mi primera escuela que se llamaba Metrópolis, que siempre la nombro porque la tengo mucho cariño, yo sí tenía la cosa ahí dentro de nervios porque mi madre es una mujer que sabía mucho. Está mal que yo lo diga, pero es así, sabía mucho de esta profesión y sí notaba esa presión, un poco. Es cierto que este apellido genera ese peso, esa responsabilidad. Para lo bueno y para lo malo me llamo Antonia Paso.
Vamos a contar mentiras fue la primera obra que representas de tu padre. ¿Cómo fue ese momento?
Antonia Paso: Es la única que he hecho de mi padre profesionalmente, porque en el instituto hice alguna otra. Pues ese día yo me emocioné mucho. El estreno fue en San Martín de Valdeiglesias, en el teatro que lleva el nombre de Gustavo Pérez Puig, y yo me acuerdo que llamé a mi hermana Cayetana después del estreno emocionada porque la gente bramaba de la risa. Yo hacía un papel muy pequeñito, pero parecía que algo me tocaba de todo aquello. Y me sentí muy contenta.
Qué bonito debió ser…
Antonia Paso: La verdad es que sí. Fue muy especial.
¿Cuándo viste que de verdad te podías ganar la vida como actriz? ¿Qué trabajo marcó ese punto de inflexión?
Antonia Paso: Yo nunca he pensado que me pudiera ganar la vida como actriz, ya te lo digo. Tendré 70 años y seguiré pensando que no me voy a ganar la vida como actriz. ¡Es muy difícil! Esta profesión es una carrera de fondo y de uno depende buscarse las mañas para seguir en la brecha. Yo las he pasado canutas y las seguiré pasando canutas. ¿Ahora estoy pasando una época buena? Sí, pero dentro de 5 meses… ¿quién sabe?
Has actuado en grandes teatros, en Mérida, en salas pequeñas también. ¿Notas alguna diferencia a la hora de trabajar en según qué espacio lo hagas?
Antonia Paso: Diferencias hay, por supuesto. Pero hay que cumplir siempre. El compromiso con esta profesión debe ser total actúes para 1000 personas, que para 2 y es más difícil actuar para 2, ya te lo digo. Y de todas las situaciones se aprende. Es como cada ensayo. Puedes haber hecho una mierda de ensayo, pero algo sacas de ahí.
Toda tu carrera se ha centrado en el ámbito teatral. ¿Es por elección personal?
Antonia Paso: No, ¡qué va! He hecho muy poco audiovisual porque el audiovisual no se ha enamorado de mí, pero se va a enamorar (risas). Pero también te digo que sí noto cómo el teatro corre por mis venas. Eso lo noto, por todo lo que tengo detrás. Y me encanta la cosa viva del teatro. Y a lo mejor es que en mi familia estamos destinados a estar ahí, más que en la televisión, no sé (risas).
¿Cómo eliges meterte en tu proyecto?
Antonia Paso: Cuando no he tenido trabajo pues he cogido lo que me ha llegado. Ahora puedo seleccionar un poco y ver a qué proyectos les puedo sacar más partido y veo si me va a reportar cosas a nivel emocional, si me voy a divertir con ellas, si me aportan, si yo puedo aportar… así es como elijo ahora. A mí no me gusta estar en camerino, a mí me gusta estar en escena, aunque me paguen lo mismo, yo prefiero estar en escena, me lo paso mejor. En camerino me aburro.
Has trabajado con multitud de directoras y directores. ¿Hay alguno que te haya marcado especialmente?
Antonia Paso: Pues aunque se diga siempre, voy a decirte que con todos ellos. De todos he aprendido y me he llevado algo. Pero mira, sí voy a darte un par de nombres por una cosa emocional. Primero a mi madre, que fue mi primera directora en el instituto y que me dijo lo que me iba a encontrar. Y voy a destacar a la primera directora con la que hice algo profesional que se llama Rosa García Rodero, que era profesora en el Instituto San Isidro, que tenía un grupo de teatro que se llamaba Thiasos. Yo estaba entonces en la RESAD y ahí conozco a gente como Luis Bermejo, Roberto Álamo, Fernando Cayo… Y Rosa es una mujer que sigue viniendo a verme actuar. Y la destaco porque yo estaba empezando y por ese componente emocional que te digo, no porque la ponga por encima de nadie. Y gracias a esta mujer estuve en Mérida, estuve en Tebas, en Atenas, en Delfos, Tesalónica…. Fue muy importante.
Uno de esos proyectos que te aportan y me imagino que por eso estás en él es Chicas y chicos en el Pavón Teatro Kamikaze, de Lucía Miranda. Es tu primer montaje unipersonal. ¿Cómo estás viviendo esta nueva aventura en tu carrera?
Antonia Paso: También es el primer monólogo para Lucía y estamos haciendo este camino juntas. Cuando leí el texto yo pasaba hojas y decía ¡basta! ¡Ya no puedo más! Al principio lo sentía como enfrentarme a un abismo. No es que no me creyera capaz. A ver, soy actriz y soy capaz, pero bueno, lo veía complejo por la enorme responsabilidad de estar tu sola en escena. Pero bueno, a fuerza de trabajar y trabajar con el texto y la propuesta, pues ¡aquí estoy! Un monólogo teatral tiene sus pros y sus contras. El tema del ritmo en escena es algo fundamental y aquí depende enteramente de ti. Y como no paras de hablar no te estás escuchando y eso es muy difícil.
Estrenásteis la obra en el pasado FIOT de Galicia. ¿Cómo fue ese momento de enfrentarte al público tú sola por primera vez?
Antonia Paso: Esta primera toma de contacto en FIOT fue muy diferente a lo que estoy viviendo en el Ambigú del Kamikaze. En el FIOT era un público en patio de butacas, todo un poco más a lo grande. Este monólogo es algo muy empático. En la obra la protagonista, Ella, está todo el rato preguntando al público: ¿Sabéis? ¿Me entendéis? Cuando las caras están a oscuras en un patio de butacas es más difícil generar esa complicidad y empatía que cuando están más cerca, como va a suceder en el Ambigú. Pero me sentí muy bien en el estreno, la verdad. Y en Madrid también lo estoy disfrutando mucho.
En este momento se une a la charla Javier Ortiz, productor de la obra Chicas y chicos, entre muchas otras. Fue el fundador de la añorada sala de teatro El Sol de York y alguien que también sabe tela de teatro.
Ya que te tengo aquí Javier. ¿Cómo llega este texto a tus manos y cómo decides montarlo?
Javier Ortiz: Antonia, como muchas excelentes actrices de su edad, no tienen papeles para ellas. Entonces un día, estábamos hablando de esto y le dije «vamos a buscar algo». Entonces me puse a buscar y di con este texto de Dennis Kelly. Le leí el texto a Antonia y ella me dijo que sí, que quería hacerlo. Estábamos buscando un proyecto porque habíamos terminado La comedia de los enredos y queríamos hacer una cosa nueva y algo en lo que una actriz de su edad pudiera trabajar, que es una vergüenza que funcione así. Y esta es una muestra más de cómo funciona el machismo en esta profesión.
Antonia Paso: Y no sólo en esta.
Javier Ortiz: Y no solo en esta efectivamente. Y es que una mujer lo tiene el cuádruple de difícil siempre. Las mujeres tienen historias maravillosas que contar, a cualquier edad, cosa que se ha visto reflejada en cuanto las dramaturgas se han puesto a estrenar.
¿Y sobre qué va el texto?
Antonia Paso: Es muy difícil hablar de la función sin hacer spoiler. En la obra se habla de la violencia de género, pero no es el tema único y principal. Se habla del techo de cristal, del éxito de una mujer en su profesión y las consecuencias que eso tiene en una sociedad patriarcal y machista, de las relaciones de poder.
Aunque la obra no se centre en la violencia de género física, el sistema ejerce sobre las mujeres otros tipos de violencias como los que estamos hablando. Es una violencia sistémica
Javier Ortiz: Sí, y de todas esas cosas habla la obra. Y de que no es lo mismo un hombre con poder que una mujer con poder. Mira, te voy a contar una tontería. La obra se llama Chicas y chicos, y se llama así por algo, porque el autor no es tonto y lo puso muy aposta. Pues bien, a todo el mundo, a programadores, a prensa, a nosotras mismas nos ha pasado… muchas veces nos hemos visto llamando a la obra Chicos y chicas, así por defecto. Esto significa que tenemos algo ahí dentro inserto. Esto hay que hacérselo mirar…
Antonia Paso: Es que son muchos años de historia patriarcal detrás. Son los pequeños mecanismos diarios que todos usamos sin darnos cuenta, pero que siguen ahí poniendo piedras y que impiden el avance hacia la plena igualdad. Son pequeñas gilipolleces, pero ahí están. Mira, a Ella (la protagonista de la obra), el autor no la dibuja como una víctima. Aquí no hay víctimas ni malos malotes. Lo que trata de decir Kelly es que este problema depende de todos, de Ellas y de Ellos. Leyendo el texto y a través de interiorizar la obra en los ensayos, muchas veces cuando me iba a casa pensando me daba cuenta de que muchas cosas que el texto dice yo me las he comido con patatas también en mi vida, también las he aceptado.
Javier Ortiz: A mí hay una cosa que me interesó mucho del texto. Yo muchas veces cuando voy al teatro y veo un texto de estos veo que el dibujo está hecho con trazos gruesos y yo como hombre me veo retratado como un ogro y de ahí me es muy fácil escaparme, porque yo no pego a nadie y yo no insulto a nadie.
Es muy fácil decir que ese hombre que ves en escena no te representa y no tienes que reflexionar sobre nada
Javier Ortiz: Eso es. ¿Pero que mi mujer gane más dinero que yo cómo me hace sentir? ¿Pero que mi mujer tenga más éxito que yo? A mí también me ha pasado como a Antonia, que la función me ha hecho pensar mucho porque no aborda una cosa extrema, la obra es el retrato de la vida de cualquier mujer (a la que le ha sucedido algo gordo, eso sí) y que está acompañada de un hombre con sus machismos en el que yo mismo me reflejo. Y de ese trazo me resulta más difícil escaparme. Hay algo también muy interesante que es la transmisión de valores. En la obra Ella tiene una hija y un hijo. A nuestra generación (X, Y) nos quedó muy claro que había que cambiar esa perspectiva de género. Sin embargo, la generación que viene detrás (Z) según apuntan los datos, vuelve a ser machista. ¿Qué estamos haciendo con la transmisión de los valores? Esa es una de las claves y es un tema que yo no he visto mucho en teatro.
Antonia Paso: Dennis Kelly deja muy claro que la niña es constructiva y el niño destructivo. Es una metáfora, pero él parte de ahí. La obra es un texto feminista escrito por un hombre, eso también hay que tenerlo en cuenta a la hora de abordarlo.
Javier Ortiz: Nos hemos metido en un jardín al montar esta obra, sí, ¿pero es que si no para qué haces teatro?
Antonia Paso: Hay ciertas frases del texto que van a machete. Y hay gente que no quiere ver esta realidad, pero las cifras están ahí, los datos de mujeres muertas son las que son, que ya van 53, y ante eso no se puede mirar hacia otro lado. Y de eso va el texto, de hacer que la gente se remueva en la butaca.
Javier Ortiz: Es una función que ves dependiendo de donde estés en el recorrido. Y según dónde te encuentres hay frases que sientes que están hechas para ti o no… Claro, si piensas que esto no es para ti pues dices: esto es prescindible. Pero a lo mejor hay alguien del público para el que es importante.
Antonia Paso: Y sobre todo es que a veces hay una frase en un texto que está escrita para que te retuerzas en la butaca.
Para que te saque de tu zona de confort y te haga pensar y reaccionar
Antonia Paso: Exactamente. Y esta obra aborda cosas reales, cosas que están pasando. Si algo te revienta, que es lo que a mí me pasaba leyendo el texto, míratelo. ¿Por qué esto te duele? o ¿Por qué no lo entiendes? o ¿Por qué la juzgas? O ¿Por qué le juzgas a él? Piénsalo.
Javier Ortiz: Y claro, también hay cosas que para mí no tienen ninguna importancia pero para ellas sí. Y viceversa. Yo hay cosas del texto que dije que no las podíamos quitar porque a mí como hombre me escocieron y quería compartir esa misma sensación con el espectador.
La obra la habéis estrenado el pasado 25 de noviembre (Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer). ¿Fue casualidad?
Antonia Paso: La obra es feminista, aborda temas feministas, pero no solo, habla de más cosas también.
Javier Ortiz: La fecha no ha sido escogida al azar, no. No ha sido por utilizar el tema, pero sí que es verdad que desgraciadamente nos tenemos que agarrar a determinadas cosas para que se hable de las funciones. Ese día, como el 8 de marzo, sabemos que tenemos la posibilidad de que se nos escuche un poco más. Y eso también es un problema.
Antonia Paso: Sí, porque nos llamarán oportunistas, pero no es para nada oportunismo, es intentar aprovechar que se nos pueda escuchar un poco más.
Javier Ortiz: Creemos que somos más oportunos que oportunistas.
Antonia Paso: A mí este es un tema que sí me parece importante, que muchas veces en el ámbito de la cultura se nos llame oportunistas por tratar ciertos temas, como este del feminismo de tanta gravedad, me parece increíble que nos den esos argumentos cuando enciendes la televisión, ves las noticias y te das cuenta de todo lo que está pasando. Es una forma de negar la realidad… hasta que te pase a nivel personal. Cuando sea un problema que te toque a nivel personal entonces ya no te parecerá oportunista. Me parece increíble que haya quien le diga a la cultura que utilicen ciertos temas con oportunismo, como pasó con el tema de Jauría, pero ¡por favor! Si es que es necesario y ver un obra como Jauría debería ser una actividad obligatoria en los institutos.
Javier Ortiz: Para mí la obra habla de la diferencia entre lo que decimos que somos y lo que realmente somos. Porque decimos que somos feministas, pero las mujeres siguen cobrando menos. Decimos que somos feministas, pero sigue muriendo el mismo número de mujeres. Decimos que somos feministas, pero se ha multiplicado el efecto ‘Manada’. Probablemente haya algo de que salen a la luz más cosas, pero como todo esto ataca directamente a los hombres, me da la impresión de que hemos querido pasar página muy rápido, que el tema ya nos irrita y nos ponemos a la defensiva en plan: «vale, chica, ya me lo has dicho, no me lo repitas más veces, ya hemos cambiado».
Yo no entiendo que este tema se utilice como arma política, que haya un partido que no se adhiera a los comunicados denunciando la violencia de género del pasado 25 de noviembre, precisamente, que hable del feminismo como un cáncer, que todo el rato hable de «los chiringuitos feministas». ¿A que creéis que se debe?
Antonia Paso: Yo creo que es lo que te decía antes, que no les pasa en su casa, que no lo han sufrido como padres o madres. Yo les veo en la televisión y me quedo alucinada. Pienso que lo que hay en su cabeza no es normal. España es un país machista. Y a mi me encanta mi país y mi ciudad, pero somos un país machista. A mí me encantaría ir a la sede de Vox e invitarles a venir a ver la obra. Y luego nos tomamos un vino y hablamos sobre lo que han visto y sobre si van a seguir pensando lo que piensan, sobre si a alguna mujer de su entorno le sucede algo parecido a lo que cuenta la obra van a seguir en su misma posición.
Lo triste es que yo creo que uno, ni se molestan en ir a ver obras así, y dos, que no cambiarían de opinión
Antonia Paso: Y eso es lo triste. Sobre todo en el caso de las mujeres, algo que me escandaliza mucho más. Pero bueno, por nosotros que no quede. Nos encantaría que mujeres como Rocío Monasterio, Alicia Rubio o Cayetana Álvarez de Toledo viniesen a ver la obra.
Javier Ortiz: Pero no con el ánimo de ridiculizarlas ni nada.
¿Para ver si son capaces de empatizar, quizás?
Javier Ortiz: Sí, y simplemente para que me expliquen su punto de vista, porque no me creo que vivan en una realidad tan paralela a la que vivimos los demás.
Me da que sí, que viven en una realidad paralela
Antonia Paso: Ya, pero hasta que te pase. Porque cuando te pasa algo así…
Javier Ortiz: También hay una reacción del poder ante este movimiento feminista que está moviendo los pilares sobre los que la sociedad se sustenta. Y también me ha pasado a mí a nivel personal. Por ejemplo, en esta obra casi todo el equipo es femenino y la función que yo hubiera hecho o que pensé que íbamos a hacer y la que han hecho ellas al final no se parecen en nada. Es mucho mejor su propuesta y yo he aprendido a confiar. Y que no se me entienda mal. Yo me alegro mucho de haber contado con un equipo femenino. Para mí ha sido muy interesante ver cómo tomaban opciones que yo jamás hubiera tomado y que han mejorado la función por completo, el montaje es mejor. Y digo esto sin mesianismo ni tontadas, son mucho más interesantes los procesos de trabajo conjuntos, inclusivos, igualitarios… Sin tanta testosterona. Juntos todo funciona mejor. Pero también te digo, este proceso me ha costado, porque el poder no se cede nunca gratis.
¿A qué te refieres?
Javier Ortiz: Me refiero a muchas cosas. Me refiero a reconocer que tienen razón en lo que dicen y no tomármelo como una ofensa. Me refiero a escuchar, a pensar que a lo mejor lo que estoy diciendo no les gusta…
Cosas muy básicas
Javier Ortiz: Sí, son cosas muy básicas que nosotros no estamos acostumbrados a discutir porque tenemos el poder y se hacen como nosotros decimos por defecto.
Antonia Paso: Y a veces lo consientes como mujer por defecto, también. Que eso es lo que le pasa a Ella en la obra, que lo consiente por defecto.
Javier Ortiz: Y todo eso para mí ha sido un trabajo. Si yo me hubiera impuesto al empezar este proyecto hubiera tenido el montaje que yo quería, pero hubiera sido un peor montaje.
Antonia Paso: Pues eso, que ojalá venga gente a la que todo esto le remueva y le de que pensar y cambie un poco su percepción de este tema tan importante.
Por lo que estáis contando esta obra va dirigida a un público muy amplio. Gente con un pensamiento retrógrado, pero también para gente como yo que bueno, me considero feminista y a lo mejor sigo estando equivocado en muchos comportamientos y actitudes y esta obra me ayuda a darme cuenta de esas cosas
Antonia Paso: Vuelvo a decir que la propuesta parte de un hombre, lo ha escrito un hombre y eso es importante que la gente lo sepa. Es un tío que tiene amplitud de miras, de otro país, pero un hombre al fin y al cabo.
Javier Ortiz: Yo no soy feminista, soy un machista en proceso. Si te digo que soy feminista es como si ya hubiera pasado la página.
Sí, tienes razón, a mí me cuesta definirme como feminista porque cualquier mujer me puede decir que ni por asomo lo soy, pero desde que tengo uso de razón me he considerado así, otra cosa es que sea preso de una educación machista y cometa errores o haya cosas ancladas en mi mente de las que ni me doy cuenta, pero he trabajado mucho ese tema y he pensado mucho sobre esto y lo he hablado siempre con las mujeres de mi entorno…
Javier Ortiz: Sin corregir a nadie, y no hablo de ti en concreto, pero pienso que pasamos la página con mucha complacencia.
Pero por eso te digo, que en esa complacencia de la que hablas estamos cometiendo ciertos errores y que obras como la vuestra puede ayudarte a cambiar ciertas cosas
Javier Ortiz: Sí, pero que nosotros no pretendemos enseñarle nada a nadie tampoco. No somos tan audaces como para pensar que tenemos la respuesta.
Antonia Paso: Nosotros no, el dramaturgo…
Javier Ortiz: No es una obra de tesis. Nosotros compartimos una historia simplemente.
Antonia, ahora tengo que preguntarte por la siguiente obra que vas a estrenar, Vete de mis sueños. ¿Cómo llegas a este proyecto?
Antonia Paso: Mi amigo Luis Flor me llama y me manda este texto, que es su primera obra como dramaturgo (obra que ha escrito junto a Felipe Alonso). Y yo la leo y me parece que tiene algo, mucho encanto y me parece preciosa y le digo que adelante, que yo voy.
¿Y de qué va Vete de mis sueños?
Antonia Paso: La obra va de dos seres, Susi y Javier, que son dos marginados sociales. Es una obra de comedia pero que tiene su momento de pellizcarte el corazón. Ellos son dos solitarios apartados de la sociedad por diversas cuestiones… y nada, ahí vamos a estar a partir del 20 de diciembre en los Luchana y con muchas ganas.
¿Es una obra que habla sobre la incomunicación y la soledad?
Antonia Paso: Sí, eso es. Ella se ha marginado por sus circunstancias y él le marginan por una ‘enfermedad’ que tiene. Y el destino les hace encontrarse.
Javier Ortiz: La obra es una comedia amable sobre dos seres al borde la soledad más absoluta.
¿Una soledad a la que se ven obligados por la sociedad?
Antonia Paso: Son ellos mismos los que se alejan de todo.
Javier Ortiz: Bueno, es que ambos son dos frikis nivel Dios.
Pero cuando se encuentran sí que tienen esa necesidad de hablar, de compartir una historia, de abandonar la soledad…
Antonia Paso: Sí es cierto que hay una necesidad por parte de ambos de compartir y dejar de estar un poco más solos, así que es verdad que esa soledad no es tan elegida en el fondo y que quizás se han alejado porque la sociedad no ha sabido aceptarlos ni entenderlos y antes que sufrir, pues eligen alejarse y romper vínculos sociales. En el caso de ella sí que es una decisión más personal. En el caso de él es algo más obligado por su entorno.
Javier Ortiz: Los dos personajes son agua y aceite. Cada uno por separado son de traca y si encima los juntas… Es como un First dates imposible.
Antonia Paso: Pero ambos son personajes de carne y hueso. Es una obra bonita, la verdad. Luis Flor ha hecho un gran trabajo, tanto como autor, como intérprete, que es mi compañero de reparto. Y también el director Nazan L. Bamio y el otro autor, Felipe Alonso.
Creo que es una obra muy humana, que te reconcilia con las personas
Antonia Paso: Así es. A mí me encanta.
Y en el fondo cualquier persona tiene una historia muy interesante a sus espaldas.
Antonia Paso: Bueno, es que la historia de estos dos personajes es increíble, de verdad. Ambos tienen historias muy interesantes que contar y espero que el público quiera descubrirlas y disfrutarlas.
Javier: Para estas dos personas cosas como el éxito, el poder o la relevancia social carecen de importancia y ya por eso son asociales.
Antonia Paso: Son seres que están buscando otra cosa.
Javier Ortiz: La obra recoge muy bien esta tradición que ha sabido plasmar tan bien José Troncoso en Las Princesas del Pacífico. Personas sin postureo, que están pensando en sobrevivir y en cosas muy básicas y muy necesarias de la vida que hemos abandonado a favor de otros aspectos más superficiales. Y estos personajes nos producen ternura por cosas así. Tienen una honestidad que nos conmueve.
Antonia Paso: Y además Javier se estuvo riendo con la obra desde el minuto uno y mira que él es un público muy difícil, así que vamos bien.
También vas a estar en la tercera parte de Las crónicas de Peter Sanchidrián
Antonia Paso: Sí, eso eso es. Me llama un día José Padilla (el autor y director de esta fascinante trilogía) y me dice: «Anthony! -como me llama él-, que me han confirmado que vamos con la tercera de Las crónicas». Y yo le dije a todo que sí porque estoy encantada con este proyecto y eso que aún no tengo ni idea de por dónde pueden ir los tiros.
Está siendo un viaje muy interesante, ¿no?
Antonia Paso: Bueno, jamás se me olvidará los que pasaba con la primera parte cuando estábamos ensayando, todos estábamos con un miedo terrible pensando si la gente iba a entender algo de esto. Nosotros nos los pasábamos bomba, pero no teníamos muy claro qué acogida iba a tener la obra por parte del público. Y al final mira… José es maravilloso escribiendo. Él saca a los intérpretes de su zona de confort y te hace volver a reconectar con esa parte de niña o de niño que llevamos dentro.
Me recuerda esto que me estás contando a lo que me contó Miguel Rellán sobre el rodaje de Amanece que no es poco, que todo el mundo flipaba al leer los guiones
Antonia Paso: Sí, es que van por ahí los tiros. Con José no puedes buscar la lógica. A ver, que la lógica la tiene, pero es su lógica o la tuya, la de cada uno. Esta obra es E.T., Spielberg, Los Goonies, Los Gremlins, Stranger Things… Es un universo muy personal. Y o concedes un espacio en tu mente a eso como actriz, o no puedes llevarlo adelante. Y es tan divertido y ¡tan difícil!
¿Crees que ha cambiado mucho el mundo del teatro desde la época de tu padre y de tu abuelo?
Antonia Paso: Sí ha cambiado. Bueno, si mi abuelo levantara la cabeza diría: «Qué puta mierda es esto», así de claro, porque mi abuelo vivía de lo suyo, mi abuela era la actriz principal del antiguo Cine Bogart… y si ambos levantaran la cabeza dirían: «esto qué es», porque antes ir al teatro era una tradición. Y mi padre y mi madre igual. No entenderían lo de la multiprogramación, lo de que hubiera gente que trabajara gratis o que no estuviera dada de alta…
Javier Ortiz: Si Alfonso Paso viviera escribiría para la tele. Se le echan muchas cosas en cara como dramaturgo, pero todas las telecomedias siguen su patrón, porque España es así. Socialmente estamos en otras cosas ahora, pero él utilizaba la sociedad que veía. Y los guionistas actuales hacen exactamente lo mismo. Y funciona. Y Alfonso Paso en este país es anatema. No puedes decir que te gustaba Paso sin que te consideren un mal teatrero.
Antonia Paso: ¿Qué dirían mi abuelo, mi abuela, mi madre y mi padre? Que seguimos en lo mismo pero peor hecho y más empobrecidos. Mira, yo viví una gira maravillosa con Tamayo de ocho meses, de jueves a domingo y eso ha desaparecido.
¿Y qué ha pasado?
Antonia Paso: Pues la multiprogramación, el discurso del miedo, el que nadie respete esta profesión y que ser intérprete tenga la consideración social que tiene, que los medios de comunicación apenas dejen espacio para las noticias culturales…
Javier Ortiz: La cultura se asocia al turismo, al entretenimiento, pero no se asocia a su verdadera esencia. Es un vehículo para ganar votos, visitantes… pero no para fomentar el pensamiento crítico.
Antonia Paso: Yo no vivo de ser actriz y no sé donde voy a estar dentro de dos meses. Y llevo 25 años en esto…