La obra narra la historia de Rosita, joven llena de pasión y alegría, que será testigo del paso del tiempo mientras espera que su prometido regrese de América para casarse con ella. Y como la Rosa Mutabilis, que en un solo día muda su color y se deshoja, así Rosita languidece decidida a atarse a una ilusión y negándose a ver la realidad. Manuel el Colibrí, mayordomo de trapos y cascabeles, adora a Rosita y la acompaña en su soledad, tratando de abrirle los ojos.
La adaptación de la dramaturga y actriz, Natalia Fisac, propone, en primer lugar, un salto en el tiempo de un siglo, y traslada la trama original de finales del XIX y principios del XX a la primera década del siglo XXI.
¿Por qué puede ser interesante una versión de este texto hoy en día? Ya no es tan marcado el concepto arcaico y negativo de la soltería, pero sigue existiendo presión social respecto a tener pareja, hijos… Y aún es predominante el concepto del amor romántico. Además, en esta versión la dramaturga pone el foco en la disociación de Rosita, haciéndola responsable de la dimensión que llega a tener esta espera desesperada.
En escena sólo dos actores: Natalia Fisac, como Rosita, y Bernard Bullen. Y he aquí la gran originalidad de esa propuesta: el personaje del ama del texto original aquí se convierte en un criado homosexual, interpretado por Bullen de forma absolutamente sutil, sin clichés, mostrando una gran complicidad con Rosita y abriendo una puerta para expresar otro tipo de soledad. Otro punto original de esta versión es que el actor interpreta cuatro personajes: un maestro de ceremonias que abre y cierra el espectáculo; Ramón, el novio; el tío de Rosita; y el personaje principal, Manuel el Colibrí, el criado.
Y, por último, otro de los atractivos de este montaje es la música: los actores cantan en directo cinco composiciones originales cuyas letras son fragmentos y versos del texto junto con otros conocidos poemas de Lorca.


