Lavapiés es un rincón a la vez castizo y multicultural que se ha rebelado mucho más que otros vecindarios ante dinámicas de especulación inmobiliaria, el racismo o la crisis climática. La memoria de los sitios también imprime carácter, como recuerda Julia Ramírez Blanco en 15M. El tiempo de las plazas. Y aquí, ya en 1830 y al grito de ‘¡Arriba, niñas!’, las Cigarreras de la Fábrica de Tabacos de Lavapiés convocaron su primera huelga.
El creador argentino Fernando Ferrer (director de La fiesta del viejo, basada en Lear y que pasó por varios festivales españoles) ubica en este carismático vecindario su nueva ficción, titulada incluso Lavapiés.
La obra, para la que cuenta con un elenco de nueve intérpretes internacionales de la incipiente compañía La que va (Lis Berenguer, Eugenia Carnevali, Majo Cordonet, Quique Fernández Villar, Lucas Ferraro, Natalia López, Amelia Repetto, Agustina Rodríguez Eyras y Paula Salva), narra la historia de dos familias enfrentadas y copropietarias de un edificio de Lavapiés que, en el pasado, fue un espacio cultural emblemático, y hoy está abandonado e inactivo. El testaferro de una familia franquista quiere comprarlo para hacer un Airbnb. Antes de firmar la venta, las familias hallan sospechosos artilugios franquistas que podrían incriminar al comprador: armas, banderas… No en vano, la pretensión del comprador es tapar ese material con cemento. Tapado y bien tapado. Además, el amor entre dos mujeres expondrá también el conservadurismo de las familias. Confluyen la lucha colectiva y los intereses individuales, lo afectivo y lo político, la especulación y la memoria.