Esta es la historia de una injusticia.
La Protagonista ha llegado hasta aquí y, no te preocupes, porque todo está bien.
¿Qué más necesitas? Ella te va a contar toda la historia. Pero te la va a contar bien, bien de verdad. Porque ella es una persona de plantas, una buena persona de plantas. Porque ella no usa cinta adhesiva, ella usa ‘washi-tape’ de colores.
La enfermedad, el duelo, la amistad, Rocío Jurado, una mosca de una clínica de Orihuela, su amiga Ana, su amiga Marian, su ex favorito y hasta un curso de arroces, en el que hay que valorar con iconos de gambas cuánto te ha gustado, se dan la mano en el mundo divertido, doloroso y ácido de La Protagonista.
Al fin y al cabo, todos somos un poco La Protagonista: desplegando historias, encontrando el buen ángulo y amando la risa que produce hasta la más amarga de las derrotas.
La Protagonista es una comedia sobre romantizar la vida. O incluso la muerte.
¿Cuántos mundos se pueden desplegar ante el espectador? Con una mirada rápida, ácida, imaginativa y aguda, el texto se pregunta sobre la mezcla entre el ego, los cuidados, la vida y la amistad.
La Protagonista habla del ego generacional, de nuestra soledad, de una generación que habla, que gestiona, que vuelve a hablar, y habla tanto tanto tanto, que en realidad no está preparada para asumir lo esencial. ¿O sí? ¿Qué nos salvará del duelo y la pérdida? ¿A qué nos podemos agarrar en este momento donde las compras online, internet y las amigas nos ofrecen la salvación definitiva?
La Protagonista es una obra que trata sobre el duelo, la amistad y la culpabilidad, pero, fundamentalmente, trata sobre el fracaso o, mejor dicho, sobre los muchos fracasos que se dan en una vida. Fracasos pequeños, otros grandes, algunos cotidianos, otros trascendentales.


