Hikikomori parte de una realidad cruda: la de los adolescentes japoneses que, inesperadamente, deciden encerrarse en sus habitaciones y no salir durante años.
Estos chicos, conocidos como Hikikomori (aislamiento), se mantienen tétricamente recluidos, evitando todo tipo de contacto con el exterior, dedicados exclusivamente a ver la televisión, escuchar música, navegar por la Red y evadirse con videojuegos. Eluden cualquier clase de contacto humano, ni tan siquiera con los miembros de su propia familia, con los que cohabitan un mismo espacio doméstico, pero con quienes no mantienen ningún tipo de interacción. Pero a pesar de esta renuncia a la vida, fuera, en el mundo real, la vida sigue adelante, y es eso, precisamente, lo que pasa en Hikikomori: la vida continúa pasando mientras él ha decidido pulsar el botón de pausa.